* «La vida de cada persona se divide exactamente como se divide la historia universal: «antes de Cristo» y «después de Cristo», antes del encuentro personal con Cristo y después de él. Podemos vislumbrar este encuentro, escuchar hablar de él, desearlo, pero para experimentarlo sólo hay un medio. No es algo que se pueda lograr leyendo libros o escuchando un sermón. ¡Sólo por la obra del Espíritu Santo! Por eso, sabemos a quién tenemos que pedirlo y sabemos que no espera más que se lo pidamos… Per te sciamus da Patrem, noscamus atque Filium: «Que a través de ti conozcamos al Padre y también conozcamos al Hijo». Que lo conozcamos con este conocimiento íntimo y personal que cambia la vida… Nuestra «relación personal» con Cristo es esencialmente una relación de amor. Consiste en ser amado por Cristo y amar a Cristo»
Vídeo completo en italiano de la 4ª predicación de cuaresma del Cardenal Raniero Cantalamessa de la transmisión en directo de Vatican News. El vídeo puede verse con los subtítulos en español entrando en subtítulos C, acto seguido en la ruedecita de la derecha de configuración, luego en subtítulos, después en traducir automáticamente y eligiendo el español
* «En un momento de gran tribulación para toda la humanidad como es el presente. Dejamos que nos lo explique, una vez más, el apóstol Pablo. En su carta a los Romanos escribe: ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación, la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, el peligro, la espada? (Rom 8,35). Los peligros y tribulaciones que él enumera son las cosas que, de hecho, experimentó en su vida. El Apóstol repasa en su mente todas las pruebas que ha pasado, señala que ninguna de ellas es tan fuerte como para soportar la confrontación con el pensamiento del amor de Cristo, y, por ello, concluye triunfalmente: «En todo esto vencemos de sobra gracias a aquel que nos ha amado» (Rom 8,37). El Apóstol nos invita tácitamente a cada uno de nosotros a hacer lo mismo. Nos sugiere un método de curación interior basado en el amor. Nos invita a sacar a la superficie las angustias que acechan en nuestro corazón, las tristezas, los miedos, los complejos, ese defecto físico o moral que no hace que aceptemos serenamente, ese recuerdo doloroso y humillante, ese mal sufrido, la oposición sorda por parte de alguien… Exponer todo esto a la luz del pensamiento de que Dios me ama, y truncar cualquier pensamiento negativo, diciéndonos a nosotros mismos, como el Apóstol: «Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?» (Rom 8,31)»
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