* «Dios también me dijo ‘quiero ser tu Padre, para que nunca te sientas sola y perdida. Nunca estuviste sola’.Lloré. Fue un llanto hermoso, de lágrimas de alivio, una especie de despertar y de rendición. Lloré todo mi dolor reciente, desamparo, decepción, vergüenza, arrepentimiento… pero también era como lavar la soledad de mi vida, mi miedo, vacío, vagabundeo… A veces me tumbo y simplemente escucho a mi Señor Jesucristo. Mis oraciones cotidianas me hacen crecer día a día, me hacen estable, me hacen crecer. Si tengo oraciones, la Palabra de Dios, hermanos y hermanas en Cristo… ¿qué más puedo desear? Cuando dejamos que el amor de Dios fluya a través de nosotros, toda nuestra vida, nuestras relaciones, nuestro ambiente, se ordenan. No me estreso. Fama mundana, necesidad de admiración de aceptación… con la intervención de Dios, todo lo superfluo e innecesario, todas esas cosas, caen como hojas secas»
No hay comentarios:
Publicar un comentario