* «Si intentamos cumplir nuestra promesa por nuestras propias fuerzas, caemos, sale nuestro pecado, sale nuestro egoísmo, sale nuestra pereza… Sólo si ponemos al Señor en el centro de nuestra casa va apareciendo eso de ‘…mi yugo es suave y mi carga es ligera’ Mt 11, 30. Él es el Padre que nos cuida, el que guía nuestra vida, aunque se apague la luz algunas veces y no lo veamos bien»
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