* «Desde que enfermé de leucemia en junio de 2015, cada verano es un regalo. De hecho, cada día es un trocito de vida extra que me regala el Señor. Nunca sabes si es el último Para mí, meditar el mensaje de Jesús desde la calma y el sosiego de las vacaciones me retrotrae a mi habitación de aislamiento durante mi tratamiento de la leucemia. Allí, sin las interferencias de la vida diaria, apreciaba con nitidez desde el corazón el mensaje de Jesús en el Evangelio, a pesar de encontrarme en una situación a vida o muerte por el cáncer. Por eso, la tranquilidad de las vacaciones la podemos utilizar para contemplar en perspectiva si verdaderamente es Jesús quien lleva las riendas de nuestra vida»
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