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sábado, 12 de julio de 2025

Ángel Johan Rodríguez Peña: «Dios me dio la gracia de ser abogado, tener dinero, muchas novias y viajar, pero no era feliz; vi cara a cara a Cristo en la pobreza y me llamó a ser sacerdote y voy a ser ordenado»


Ángel Johan Rodríguez Peña era abogado y lo tenía todo pero lo dejó porque Cristo lo llamó a ser sacerdote / Foto: Diócesis de Cartagena

* «El Señor me está dando la fuerza, lo hace todo nuevo, todo lo ha hecho nuevo para mi bien y me da la verdadera felicidad. Cuando ejercía como abogado servía en función de un lucro, aquí estoy sirviendo porque quiero hacer la voluntad de Dios; esto me llena enormemente. Cuando, por ejemplo, celebro un bautizo recibo la vida, lo disfruto un montón. Con toda mi debilidad, el Señor me ha traído hasta aquí para servir a la Iglesia. Yo le pido al Señor de corazón la santidad, que me haga santo, y si tengo que pasar por la cruz pues que sea su voluntad y no la mía. Quiero ser un sacerdote para la misión, un cura pobre entre los pobres»  

Vídeo del programa ‘Vidas con luz’  de Popular TV de Murcia del mes de marzo de 2025 en el que Ángel Johan Rodríguez Peña cuenta su testimonio vocacional 

Camino Católico.-  Ángel Johan Rodríguez Peña será ordenado sacerdote este domingo 13 de julio en la Parroquia San Nicolás de Murcia. Con sus estudios en Derecho terminados, comenzó una carrera profesional de éxito. Pensaba que ya había alcanzado aquello con lo que siempre había soñado de pequeño, pero después de 6 años ejerciendo como abogado se dio cuenta de que el dinero y el éxito profesional no le ofrecían «la paz que anhelaba» dice al portal de la Diócesis de Cartagena.

A pocos días de su ordenación sacerdotal conocemos a Ángel Johan Rodríguez Peña. Nació en San Francisco, en el estado venezolano de Zulia y es el quinto de seis hermanos. Sus padres son colombianos, pero se trasladaron a Venezuela en la búsqueda de una vida mejor, «ya que en ese momento era un boom, sobre todo por el petróleo». Creció en un barrio pobre donde le encantaba jugar al fútbol con sus amigos. Pero en su hogar «no había alegría ni armonía» a causa de los problemas de salud de su padre. 

Esta situación familiar en casa, donde había dolor y sufrimiento, no le permitía encontrar la felicidad, empujándole a salir y a ponerse a trabajar con tan solo 12 años en la venta ambulante, «buscando la felicidad en el dinero». Recuerda que sus amigos, desde bien pequeños, «iban en familia a misa, incluso ayudaban al sacerdote como monaguillos» y que, aunque le invitaban, Ángel Johan no iba. En la adolescencia recibió la Primera Comunión y la Confirmación: «En ese momento el Señor empezó a mostrarme algo, pero yo lo veía muy lejos». 

Junto a su hermana y su padre entró a formar parte de una comunidad del Camino Neocatecumenal: «Por misericordia del Señor, entré a una comunidad Neocatecumenal de mi parroquia en una etapa de rebeldía, a los 16 años, donde se me predicó a un ‘Dios Amor’, de perdón, que me amaba con todos mis pecados y que me ofrecía una nueva vida en É»l.

Al finalizar sus estudios universitarios en la profesión que siempre había querido tener desde pequeño comenzó a trabajar como abogado asesor, continuando la búsqueda de su felicidad en el dinero y en las cosas materiales.

Ángel Johan Rodríguez Peña se fue de misiones a los 30 años y así escuchó el llamado de Dios a ser sacerdote con claridad / Foto: Diócesis de Cartagena

Sus catequistas llevaban años proponiéndole hacer una experiencia vocacional, algo a lo que él era reacio, porque consideraba que su vida ya estaba hecha, con sus estudios finalizados, ganando dinero y con pareja: «Pero yo seguí con mi proyecto personal. Dios me dio la gracia de ser abogado, tener dinero, tener muchas novias y viajar por el mundo entero (que era lo que yo deseaba), pero la realidad fue que eso no me hacía feliz, no me llenaba. ¡Dios no deja que el hombre se aliene y se entregue a los falsos ídolos! A mis 28 años caí en un sinsentido terrible».

Pero sus proyectos de futuro no serían como él los había imaginado. La ruptura con su novia hizo que sus planes de matrimonio desaparecieran y comenzó a experimentar una crisis existencial. Esto le llevó a una «intensa búsqueda de Dios».

Con la ayuda de un sacerdote español dominico, que estaba allí en misión, comenzó a descubrir su vocación. Así, a los 30 años fue cuando les dijo a sus catequistas que estaba dispuesto «a hacer algo por el Señor, por la Iglesia». Y se ofreció a la itinerancia. 

«Gracias a mis catequistas del Camino, escuché que si quería ser verdaderamente feliz tenía que dejar todo y seguir a Cristo, como lo había hecho Abraham. Y Dios, a través del Espíritu Santo, me dio la gracia de dejarlo todo: trabajo, casa, familia, etc., e iniciar un tiempo de evangelización en itinerancia (misión) en la zona oriental de Venezuela, en precariedad. Estuve durante tres años anunciando el Evangelio y viviendo de la providencia de Dios; sólo tenía la Biblia de Jerusalén y la cruz de misionero. Y fue ahí donde me encontré con Jesucristo y conocí la verdadera felicidad. Al Señor, lo vi cara a cara en la pobreza. No teníamos nada, vivíamos de la providencia, pasando hambre. Pero podía ver que el sacerdote al que acompañaba era feliz. Yo no había tenido esa felicidad nunca antes; comprendí que lo que yo buscaba era esa felicidad completa y hasta ese momento no lo había unido a la vocación sacerdotal. Entendí que Dios me estaba llamando a servirle a través del ministerio sacerdotal».

Ángel Johan Rodríguez Peña desea hacer la voluntad de Dios y ser un sacerdote pobre entre los pobres / Foto: Diócesis de Cartagena

«Quiero que el Señor me haga santo»

Cumplidos ya los 33 años veía impensable a esa edad entrar en un seminario, ya que «creía que era para chicos jóvenes, pero el Señor lo tenía todo preparado». Su formación como seminarista comenzó en Polonia y después fue enviado a Murcia: «No lo podía creer, me encantaba esta ciudad, aunque el tema no era estar bien sino hacer la voluntad del Señor».

En este tiempo en el Seminario Redemptoris Mater también ha habido tiempo para la misión en África. Una vez terminados los estudios de Teología en Murcia fue enviado a Costa de Marfil. Una nueva aventura en la «pobreza absoluta» donde encontrarse con el Señor: «Allí descubrí que si no tienes a Dios en tu corazón no tienes nada, es la peor de las pobrezas. Había mucha necesidad de escucha, la gente tiene mucho ruido en su corazón, mucho sufrimiento. Pero ahí estaba Dios. Comíamos poco, siempre lo mismo; yo estaba contento incluso pensando en quedarme indefinidamente, pero estoy en obediencia a la Iglesia». Tras un tiempo allí, sus formadores le comunicaron que tenía que volver a España para continuar sus estudios en Teología Histórica.

Ahora, en estos últimos meses, ha estado estudiando en Valencia y sirviendo como diácono en la Parroquia Nuestra Señora del Rosario de Bullas. «El Señor me está dando la fuerza». Una etapa en la que ha disfrutado poniéndose al servicio del otro desinteresadamente: «El Señor lo hace todo nuevo, todo lo ha hecho nuevo para mi bien y me da la verdadera felicidad. Cuando ejercía como abogado servía en función de un lucro, aquí estoy sirviendo porque quiero hacer la voluntad de Dios; esto me llena enormemente. Cuando, por ejemplo, celebro un bautizo recibo la vida, lo disfruto un montón. Con toda mi debilidad, el Señor me ha traído hasta aquí para servir a la Iglesia. Yo le pido al Señor de corazón la santidad, que me haga santo, y si tengo que pasar por la cruz pues que sea su voluntad y no la mía».

Este domingo 13 de julio, en la Parroquia San Nicolás de Murcia, se celebrará su ordenación sacerdotal, a las 19:30 horas. En este día le acompañarán su cuñado y sus padres, que viajarán por primera vez a España para estar junto a él en este paso de su vida. Asegura que su vocación está impulsada por el deseo de servir y seguir a Cristo y llevar el Evangelio a todos los rincones del mundo: «Quiero ser un sacerdote para la misión, un cura pobre entre los pobres».

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