* «Allí estaba yo, con mi estola morada y mi libro de oraciones para los heridos y moribundos y los santos óleos… Convicción fundamental fue, desde el primer momento del impacto, que la providencia de Dios me puso allí. Los médicos llegaron muy rápido al lugar y luego básicamente me fueron llamando y naturalmente pude asistir espiritualmente a las personas, pasando de un herido a otro. Mientras los médicos los atendían, yo estaba al lado muy cerca para rezar y para decirle a la gente ‘Jesús está contigo’. Eso me vino a la mente, una y otra vez, les dije ‘Jesús está contigo’. Hice eso, a veces rezando con ellos . Y más de una vez la gente me respondió ‘Sí’»