* «Sentí que el Señor había ocupado mucho espacio en mi vida. Y eso siguió creciendo con el paso de los años. El Señor me esperaba en algún lugar con mis talentos. Y, de hecho, cada día descubro nuevos talentos. Comprendí que el Señor sólo espera de nosotros que descubramos nuestros talentos y los multipliquemos. Al principio no sabía muy bien qué era la oración, aparte de rezar un Ave María, un Padre Nuestro. Pero después descubrí, más allá de eso, más allá de las palabras, el gusto por la Palabra de Dios: la lectura del Evangelio, del Antiguo Testamento, del Nuevo Testamento…»