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domingo, 28 de septiembre de 2025

Papa León XIV en homilía, 28-9-2025: «La verdad que nos salva es que Cristo ha resucitado de entre los muertos, que debe amarse porque nos transforma abriendo el corazón a la palabra de Dios y al rostro del prójimo»

* «El Catecismo es el “instrumento de viaje” que nos protege del individualismo y las discordias, porque confirma la fe de toda la Iglesia católica. Cada fiel colabora en su obra pastoral escuchando las preguntas, compartiendo las pruebas, sirviendo al deseo de justicia y de verdad que reside en la conciencia humana. De esa manera los catequistas enseñan, es decir, dejan un signo interior; cuando educamos en la fe no hacemos un adiestramiento, sino que ponemos en el corazón la palabra de vida, para que produzca frutos de vida buena. Al diácono Deogracias, que le preguntó cómo ser un buen catequista, san Agustín le respondió: ‘Explica cuanto expliques de modo que la persona a la que te diriges, al escucharte crea, creyendo espere y esperando ame’ (De catechizandis rudibus, 4, 8)»

     

Vídeo de la transmisión en directo de Vatican News, traducido al español, con la homilía del Papa León XIV 

* «Recordemos que nadie da lo que no tiene. Si el rico del Evangelio hubiera tenido caridad con Lázaro, habría hecho el bien, no sólo al pobre, sino también a sí mismo. Si ese hombre sin nombre hubiera tenido fe, Dios lo habría salvado de todo tormento; fue el apego a las riquezas mundanas lo que le quitó la esperanza del bien verdadero y eterno. Cuando también nosotros estamos tentados por la avaricia y la indiferencia, los muchos Lázaros de hoy nos recuerdan la palabra de Jesús, convirtiéndose para nosotros en una catequesis aún más eficaz en este Jubileo, que es para todos un tiempo de conversión y de perdón, de compromiso por la justicia y de búsqueda sincera de la paz» 

28 de septiembre de 2025.- (Camino Católico) “La vida de todos puede cambiar, porque Cristo ha resucitado de entre los muertos. Este acontecimiento es la verdad que nos salva; por eso debe conocerse y anunciarse, pero no es suficiente. Debe amarse, y es este amor el que nos lleva a comprender el Evangelio, porque nos transforma abriendo el corazón a la palabra de Dios y al rostro del prójimo”, ha afirmado el Papa León XIV en su homilía, esta mañana, 28 de septiembre, durante la misa presidida en la Plaza de San Pedro con motivo del Jubileo de los catequistas, en la que ha nombrado a 39 procedentes de quince países y en la que han participado 35.000 fieles.


Unos 20.000 catequistas provenientes de 115 países que han participado en esta cita del Año Santo 2025, en la que el Pontífice ha reflexionado sobre la misión que desempeñan las personas dedicadas a transmitir la fe y acompañar a otros en el camino cristiano: “Los catequistas enseñan, es decir, dejan un signo interior; cuando educamos en la fe no hacemos un adiestramiento, sino que ponemos en el corazón la palabra de vida, para que produzca frutos en una vida buena”.  En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la homilía del Papa, cuyo texto íntegro es el siguiente:



JUBILEO DE LOS CATEQUISTAS

SANTA MISA

HOMILÍA DEL SANTO PADRE LEÓN XIV

Plaza de San Pedro

XXVI domingo del Tiempo Ordinario, 28 de septiembre de 2025

Queridos hermanos y hermanas:

Las palabras de Jesús nos comunican cómo Dios contempla el mundo, en cada tiempo y en cada lugar. En el Evangelio que hemos escuchado (Lc 16,19-31), sus ojos observan a un pobre y a un rico, el que muere de hambre y el que engulle frente a él; ven la vestimenta elegante de uno y las llagas del otro, lamidas por los perros (cf. Lc 16,19-21). Pero no sólo eso: el Señor mira el corazón de los hombres y, a través de sus ojos, nosotros reconocemos a un indigente y a un indiferente. Lázaro es olvidado por quien está frente a él, justo después de la puerta de su casa; sin embargo, Dios está cerca suyo y recuerda su nombre. El hombre que vive en la abundancia, en cambio, no tiene nombre, porque se pierde a sí mismo, olvidándose del prójimo. Está disperso en los pensamientos de su corazón, lleno de cosas y vacío de amor. Sus bienes no lo hacen bueno.

El relato que Cristo nos confía es, lamentablemente, muy actual. A las puertas de la opulencia se encuentra hoy la miseria de pueblos enteros, azotados por la guerra y la explotación. Nada parece que haya cambiado a lo largo de los siglos, cuántos Lázaros mueren frente a la avaricia que olvida la justicia, al beneficio que pisotea la caridad, a la riqueza ciega frente al dolor de los necesitados. Sin embargo, el Evangelio asegura que los sufrimientos de Lázaro tienen un final. Sus dolores terminan, así como terminan los banquetes del rico, y Dios hace justicia a ambos: «El pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. El rico también murió y fue sepultado» (v. 22). La Iglesia, sin cansarse, anuncia esta palabra del Señor, para que nuestros corazones se conviertan.

Queridos hermanos, por una singular coincidencia, este mismo pasaje evangélico fue proclamado precisamente durante el Jubileo de los Catequistas en el Año de la Misericordia. Dirigiéndose a los peregrinos venidos a Roma por esa circunstancia, el Papa Francisco destacó que Dios redime el mundo de todo mal, dando su vida por nuestra salvación. Su acción es el comienzo de nuestra misión, porque nos invita a darnos nosotros mismos por el bien de todos. Decía el Papa a los catequistas: «Este centro, alrededor del cual gira todo, este corazón que late y da vida a todo es el anuncio pascual, el primer anuncio: el Señor Jesús ha resucitado, el Señor Jesús te ama, ha dado su vida por ti; resucitado y vivo, está a tu lado y te espera todos los días» (Homilía, 26 septiembre 2016). Estas palabras nos hacen reflexionar sobre el diálogo entre el hombre rico y Abraham, que hemos escuchado en el Evangelio. Se trata de una súplica que el rico expresa para salvar a sus hermanos y que se vuelve un desafío para nosotros.

Hablando con Abraham, en efecto, él exclama: «Si alguno de los muertos va a verlos, se convertirán» (Lc 16,30). Abraham responde de este modo: «Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, aunque resucite alguno de entre los muertos, tampoco se convencerán» (v. 31). Ahora bien, uno resucitó de entre los muertos: Jesucristo. Las palabras de la Escritura, pues, no quieren decepcionarnos o desanimarnos, sino despertar nuestra conciencia. Escuchar a Moisés y a los Profetas significa hacer memoria de los mandamientos y las promesas de Dios, cuya providencia no abandona nunca a nadie. El Evangelio nos anuncia que la vida de todos puede cambiar, porque Cristo ha resucitado de entre los muertos. Este acontecimiento es la verdad que nos salva; por eso debe conocerse y anunciarse, pero no es suficiente. Debe amarse, y es este amor el que nos lleva a comprender el Evangelio, porque nos transforma abriendo el corazón a la palabra de Dios y al rostro del prójimo.

En este sentido, ustedes catequistas son esos discípulos de Jesús que se convierten en sus testigos. El nombre del ministerio que llevan adelante proviene del verbo griego katēchein, que significa instruir de viva voz, hacer resonar. Eso quiere decir que el catequista es una persona de palabra, una palabra que pronuncia con su propia vida. Por eso los primeros catequistas son nuestros padres, aquellos que hablaron con nosotros primero y nos enseñaron a hablar. Así como aprendimos nuestra lengua materna, del mismo modo el anuncio de la fe no puede delegarse a otros, sino que se realiza allí donde vivimos, principalmente en nuestras casas, alrededor de la mesa. Cuando hay una voz, un gesto, un rostro que lleva a Cristo, la familia experimenta la belleza del Evangelio.    

Todos hemos sido educados a creer mediante el testimonio de quien ha creído antes de nosotros. Desde niños y adolescentes, siendo jóvenes, después adultos y también ancianos, los catequistas nos acompañan en la fe compartiendo un camino constante, como han hecho ustedes en estos días, en la peregrinación jubilar. Esta dinámica involucra a toda la Iglesia; en efecto, mientras en Pueblo de Dios genera hombres y mujeres en la fe, «va creciendo en la comprensión de las cosas y de las palabras transmitidas, ya por la contemplación y el estudio de los creyentes, que las meditan en su corazón y, ya por la percepción íntima que experimentan de las cosas espirituales, ya por el anuncio de aquellos que con la sucesión del episcopado recibieron el carisma cierto de la verdad» (Const. dogm. Dei Verbum, 8). En esa comunión, el Catecismo es el “instrumento de viaje” que nos protege del individualismo y las discordias, porque confirma la fe de toda la Iglesia católica. Cada fiel colabora en su obra pastoral escuchando las preguntas, compartiendo las pruebas, sirviendo al deseo de justicia y de verdad que reside en la conciencia humana.

De esa manera los catequistas enseñan, es decir, dejan un signo interior; cuando educamos en la fe no hacemos un adiestramiento, sino que ponemos en el corazón la palabra de vida, para que produzca frutos de vida buena. Al diácono Deogracias, que le preguntó cómo ser un buen catequista, san Agustín le respondió: «Explica cuanto expliques de modo que la persona a la que te diriges, al escucharte crea, creyendo espere y esperando ame» (De catechizandis rudibus, 4, 8).

Queridos hermanos y hermanas, hagamos nuestra esta invitación. Recordemos que nadie da lo que no tiene. Si el rico del Evangelio hubiera tenido caridad con Lázaro, habría hecho el bien, no sólo al pobre, sino también a sí mismo. Si ese hombre sin nombre hubiera tenido fe, Dios lo habría salvado de todo tormento; fue el apego a las riquezas mundanas lo que le quitó la esperanza del bien verdadero y eterno. Cuando también nosotros estamos tentados por la avaricia y la indiferencia, los muchos Lázaros de hoy nos recuerdan la palabra de Jesús, convirtiéndose para nosotros en una catequesis aún más eficaz en este Jubileo, que es para todos un tiempo de conversión y de perdón, de compromiso por la justicia y de búsqueda sincera de la paz.

PAPA LEÓN XIV












Fotos: Vatican Media, 28-9-2025

Papa León XIV en el Ángelus, 28-9-2025: «El próximo 1 de noviembre conferiré el título de Doctor de la Iglesia a san John Henry Newman, el cual contribuyó de manera decisiva en la renovación de la teología»

28 de septiembre de 2025.- (Camino Católico)  Antes de dar la bendición final de la Misa por el Jubileo de los Catequistas, en la plaza de San Pedro, ante 35.000 fieles y previamente a rezar el Ángelus, el Papa León XIV ha expresado su apoyo y sus oraciones por los países asiáticos afectados por el paso de un devastador tifón. Luego ha anunciado que el 1 de noviembre concederá el título de doctor de la Iglesia al cardenal y teólogo inglés Newman. Por último, ha dirigido su pensamiento a los catequistas, en particular a los que trabajan en situaciones difíciles. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la meditación del Santo Padre traducida al español, cuyo texto completo es el siguiente: 

Vídeo completo de la transmisión en directo de Vatican News traducido al español con las palabras del Papa en el Ángelus

  PAPA LEÓN XIV

ÁNGELUS

Plaza de San Pedro

Domingo, 21 de septiembre de 2025

Queridos hermanos y hermanas:

De corazón dirijo mi saludo a todos ustedes que han participado en esta celebración jubilar dedicada a los catequistas, especialmente a aquellos que han sido instituidos hoy en este ministerio. Y junto con ustedes, quiero enviar un caluroso saludo y mis mejores deseos de buen servicio a los catequistas y a las catequistas de toda la Iglesia esparcida por el mundo. Gracias a ustedes por el servicio a la Iglesia. Recemos por ellos, en particular por aquellos que trabajan en condiciones muy difíciles, Dios los bendiga a todos.

Saludo a los peregrinos de la diócesis de Vicenza con su obispo y los otros grupos de fieles procedentes de varios países.

En estos días, un tifón de excepcional magnitud se abatió sobre distintos territorios asiáticos, en particular Filipinas, la Isla de Taiwán, la ciudad de Hong Kong, la región de Guangdong y Vietnam. Me siento cercano a las poblaciones afectadas, especialmente las más pobres, y rezo por las víctimas, los desaparecidos, las numerosas familias desplazadas, la gran cantidad de personas que han sufrido dificultades, y también rezo por los que se empeñan en los trabajos de socorro y por las autoridades civiles. Invito a todos a la confianza en Dios y a la solidaridad. Que el Señor les dé fuerza y ánimo para superar la adversidad.

Tengo la alegría de anunciar que el próximo 1 de noviembre, en el contexto del Jubileo del Mundo Educativo, conferiré el título de Doctor de la Iglesia a san John Henry Newman, el cual contribuyó de manera decisiva en la renovación de la teología y la comprensión de la doctrina cristiana en su desarrollo.

Y ahora nos encomendamos a la intercesión de la Virgen María. Que ella, que ha sido madre y la primera discípula de Jesús, sostenga hoy el compromiso de la Iglesia en el anuncio de la fe.

Oración del Ángelus:  

Angelus Dómini nuntiávit Mariæ.

Et concépit de Spíritu Sancto.

Ave Maria…


Ecce ancílla Dómini.

Fiat mihi secúndum verbum tuum.

Ave Maria…


Et Verbum caro factum est.

Et habitávit in nobis.

Ave Maria…


Ora pro nobis, sancta Dei génetrix.

Ut digni efficiámur promissiónibus Christi.


Orémus.

Grátiam tuam, quǽsumus, Dómine,

méntibus nostris infunde;

ut qui, Ángelo nuntiánte, Christi Fílii tui incarnatiónem cognóvimus, per passiónem eius et crucem, ad resurrectiónis glóriam perducámur. Per eúndem Christum Dóminum nostrum.


Amen.


Gloria Patri… (ter)

Requiem aeternam…


Benedictio Apostolica seu Papalis


Dominus vobiscum.Et cum spiritu tuo.

Sit nomen Benedicat vos omnipotens Deus,

Pa ter, et Fi lius, et Spiritus Sanctus.


Amen.



Papa León XIV


Fotos: Vatican Media, 28-9-2025

Santa Misa, presidida por el Papa León XIV, de hoy, domingo, por el Jubileo de los Catequistas, 28-9-2025

28 de septiembre de 2025.- (Camino CatólicoEl Papa León XIV ha presidido la Santa Misa por el Jubileo de los Catequista, esta mañana, en la plaza de San Pedro del Vaticano, ante 35.000 fieles, 20.000 de los cuales eran catequistas procedentes de 115 países del mundo. Durante la liturgia ha nombrado a 39 catequistas procedentes de quince países. Antes de impartir la bendición final el Santo Padre ha rezado el Ángelus. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha toda la celebración.


En su homilía el Papa ha subrayado que  “la vida de todos puede cambiar, porque Cristo ha resucitado de entre los muertos. Este acontecimiento es la verdad que nos salva; por eso debe conocerse y anunciarse, pero no es suficiente. Debe amarse, y es este amor el que nos lleva a comprender el Evangelio, porque nos transforma abriendo el corazón a la palabra de Dios y al rostro del prójimo”.



También el Santo Padre ha reflexionado sobre la misión que desempeñan las personas dedicadas a transmitir la fe y acompañar a otros en el camino cristiano: “Los catequistas enseñan, es decir, dejan un signo interior; cuando educamos en la fe no hacemos un adiestramiento, sino que ponemos en el corazón la palabra de vida, para que produzca frutos en una vida buena”.



Antes de la homilía, cada candidato al ministerio de catequista fue llamado por su nombre y respondió: «Aquí estoy». De los treinta y nueve candidatos, cinco procedían de México (el país más representado), cuatro de Mozambique y tres de Italia. Después de la predicación, el Papa se ha dirigido a cada educador, recordándoles que la tarea de cada uno será acercar a la Iglesia también a quienes viven lejos de ella: una invitación a estar dispuestos «a dar razón de la esperanza que hay en ustedes».



Finalmente, los candidatos se han arrodillado ante el Pontífice, quien los ha bendecido rezando para que «vivan plenamente su Bautismo, colaborando con los pastores en las diversas formas de apostolado». Luego, cada uno se ha acercado a él y ha recibido la cruz, «signo de nuestra fe, cátedra de la verdad y de la caridad de Cristo: anuncien al Señor con su vida, con sus acciones y con su palabra».


Fotos: Vatican Media, 28-9-2025