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martes, 16 de septiembre de 2025

El padre Juan Manuel Gutiérrez cuenta el milagro que obró en él San Pier Giorgio Frassati: «Al rezar no pedía sanación, pedía la ayuda de Dios en mi lesión y sentí una sensación de calor en el área de la lesión de mi talón»


El padre Juan Manuel Gutiérrez protagonista del milagro de Pier Giorgio Frassati, muestra una imagen del nuevo santo / Foto: Arquidiócesis de Los Ángeles

* «Por inspiración en oración, decidí hacer la novena a Pier Giorgio Frassati, y ese mismo día la comencé. Después de unos días de comenzar mi novena, fui a orar a la capilla del seminario. Estaba yo solo, no había nadie más, y me arrodillé para orar. Y mientras hacía mi oración, comencé a sentir una sensación de calor en el área de la lesión de mi talón. Inicialmente pensé que se debía a un incendio, que tal vez una salida eléctrica estaba incendiándose, y como tenemos libros debajo de las bancas, pensé que tal vez el incendio se debía a eso. Pero cuando revisé, no había ninguna señal de fuego, no había ningún olor a quemado, y comencé a notar que la sensación de calor era en el área de mi herida, del desgarro» 

Vídeo de la EWTN en el que el padre Juan Manuel Gutierrez cuenta el milagro que el beato Pier Giorgio Frassati obró en él

* «Me regresé al seminario. Me dio mucha alegría, me dio mucha emoción, pero al mismo tiempo no quería llamar la atención a mí mismo, entonces traté de mantenerlo lo más secreto posible. Yo pensaba que este secreto, por así decirlo, me lo iba a llevar a la tumba. Sí prometí durante mi novena que si algo inusual sucedía, yo lo iba a reportar a quien sea que necesitara reportarlo, pero nunca me imaginé que esto iba a convertirse en el milagro que el Vaticano aceptaría para la canonización de Pier Giorgio»

Camino Católico.-  Juan Manuel Gutiérrez es un sacerdote de origen mexicano que ahora sirve en la Arquidiócesis de Los Ángeles, la más grande y probablemente la más diversa en Estados Unidos. Su nombre hace ahora parte de la historia de un joven italiano, San Pier Giorgio Frassati, quien falleció a los 24 años y que ha sido canonizado el 7 de septiembre por el Papa León XIV, gracias al milagro obrado por su intercesión en el cura de 38 años, quien cuenta como sucedió su curación.

El 25 de noviembre de 2024, el Papa Francisco aprobó el decreto del milagro obrado por intercesión de Frassati en el P. Gutiérrez cuando era seminarista, puesto que fue ordenado sacerdote en junio de 2022.

“Yo me declaraba ateo”

“Mi familia mexicana era católica, mi madre era una mujer muy católica, pertenecía al grupo de las guadalupanas en la iglesia (…) Hice mis sacramentos de niño, mi Primera Comunión, el Bautismo, la Confirmación, pero a la edad de 14 años más o menos yo comencé a separarme de la Iglesia al punto de que dejé de asistir a Misa, dejé de orar”, relata el sacerdote, en entrevista con EWTN Noticias.

“Incluso comencé a creer que Dios no existía, que era un invento humano que, como dicen algunos filósofos, era como una droga de las masas para controlarlas. Y me aparté de la Iglesia, por muchos años no fui a Misa. Y yo me declaraba ateo, que no creía en Dios”, prosigue.

Sus padres se separaron cuando él tenía apenas dos años. Su madre se quedó en Texcoco, al noreste de la Ciudad de México. Su padre se mudó a Omaha, Nebraska (Estados Unidos). A sus 19 años, decidió reunirse con su padre y, estando allá, “por providencia de Dios también alguien me invitó a un retiro, al que no quería ir, pero terminé yendo y ahí comenzó mi regreso a la Iglesia”.

Quería estar convencido en la fe y comenzó a estudiar la historia de la Iglesia, la de Jesús, y descubrió que “hay mucha evidencia histórica, incluso no católica, no religiosa, que da razones para creer que Jesús caminó por la tierra”.

“Y lo que me convenció de permanecer católico es la realidad de que Jesús está presente en la Eucaristía, que incluso con la investigación de los milagros eucarísticos se ha comprobado científicamente. Cuando comencé a encontrar toda esa evidencia, todas mis objeciones en contra de la fe y de la religión fueron cayendo una tras otra”.

Juan Manuel Gutiérrez (sexto desde la izquierda) como diácono con amigos y feligreses de la Iglesia de San Juan Vianney en Hacienda Heights, donde sirvió durante su año de internado en el seminario / Foto: Arquidiócesis de Los Ángeles

El ingreso al seminario tras “pelear con Él por mucho tiempo”

Según refiere Ángelus News, el P. Gutiérrez comenzó su formación para el sacerdocio cuando tenía 26 años, en el 2013, en la Casa de Formación Juan Diego de la Arquidiócesis de Los Ángeles. Se graduó en 2017 y junto a sus compañeros pasaron luego al St. John’s Seminary para proseguir con su formación sacerdotal.

“Fue una pelea muy larga con el Señor, porque yo tenía otros planes, planes buenos en mi opinión, católicos, de tener mi familia, tener mis hijos, dedicarme al ministerio o cualquier oportunidad que tuviera, pero nunca me pasó por la cabeza ser sacerdote”, comparte con EWTN Noticias.

No fue sino hasta que “por la providencia de Dios, de diferentes direcciones me venían esas preguntas, sacerdotes que me conocían, gente de la parroquia que me veía ir a Misa todos los días, estar involucrado en diferentes actividades de mi iglesia”.

“Incluso en la oración el Señor comenzó a presentar la propuesta de una vocación al sacerdocio y después de pelear con Él por mucho tiempo, como dijo Jeremías, ‘Señor, tú me has seducido’ y yo me dejé seducir, decidí darme la oportunidad de entrar al seminario”, recuerda.

El calor, el Espíritu Santo y el milagro de Pier Giorgio Frassati

En octubre de 2017, mientras jugaba básquet con otros seminaristas, Gutiérrez sufrió el desgarro del tendón de Aquiles. El día 31 una resonancia magnética reveló la lesión y el 1 de noviembre, Solemnidad de Todos los Santos, decidió rezar una novena al Beato para pedirle ayuda con su dolencia.

“Por inspiración en oración, me llegó hacerla a Pier Giorgio Frassati, y ese mismo día la comencé. Después de unos días de comenzar mi novena, fui a orar a la capilla del seminario. Estaba yo solo, no había nadie más, y me arrodillé para orar. Y mientras hacía mi oración, comencé a sentir una sensación de calor en el área de la lesión de mi talón”.

“Inicialmente pensé que se debía a un incendio, que tal vez una salida eléctrica estaba incendiándose, y como tenemos libros debajo de las bancas, pensé que tal vez el incendio se debía a eso. Pero cuando revisé, no había ninguna señal de fuego, no había ningún olor a quemado, y comencé a notar que la sensación de calor era en el área de mi herida, del desgarro”, continúa el sacerdote.

El P. Juan Manuel Gutiérrez en conferencia de prensa, sobre el milagro de Pier Giorgio Frassati, en Los Ángeles / Foto: Arquidiócesis de Los Ángeles

“Y comencé a recordar que en muchas espiritualidades católicas, como la carismática, se describe que cuando el Espíritu Santo está haciendo una sanación en una persona, la persona describe la sensación de calor”.

El sacerdote confiesa que no creyó que fuera posible que estuviera sanando, “no porque Dios no tuviera el poder de hacerlo, sino porque yo creía que no tenía la fe para algo así y eso me conmovió profundamente, y me movió a las lágrimas. Y después de que terminé de orar ese día, seguí con mis actividades normales”.

La sorpresa del médico: “Alguien arriba cuida de ti”

Desde que sufrió la lesión el P. Gutiérrez usaba una tobillera, pero dejó de usarla tras lo ocurrido en la capilla. El 15 de noviembre, seis días después de haber terminado su novena, fue a ver al médico cirujano que lo iba a operar

El sacerdote dice que el cirujano veía las imágenes de la herida en la computadora, le hizo la prueba de Thompson, con la que se comprueba la rotura, pero no encontraba nada y además, el entonces seminarista simplemente no sentía dolor en la zona que había sido afectada.

El médico le dijo entonces que la cirugía parecía que no iba a ser necesaria. “Y yo le pregunté por qué y me dijo que al examinarme, al tratar de tocar con su dedo el lugar de la fisura, él tenía que poder tocar el hoyo, la fisura que deja el desgarre, pero no podía, no lo encontraba. Y como él sabía que era seminarista, solamente recuerdo que me dijo ‘debe haber alguien allá arriba que cuida de ti’”.

“Y cuando él me dijo eso, sentí como un escalofrío que me recorrió todo el cuerpo porque en ese momento recordé el evento de la capilla donde yo tuve la sensación de calor en el área de mi herida, del desgarre. Y recordé mi novena al Beato Pier Giorgio Frassati”.

El médico le dijo que la resonancia era correcta, sí se veía el 31 de octubre una ruptura en el tendón de Aquiles, que ese tipo de lesiones no se curaban solas sino que, al contrario, empeoraban con el tiempo. Luego, a pedido del entonces seminarista de 31 años, le entregó los documentos médicos del caso porque simplemente no requería de ninguna atención.

“Me regresé al seminario. Me dio mucha alegría, me dio mucha emoción, pero al mismo tiempo no quería llamar la atención a mí mismo, entonces traté de mantenerlo lo más secreto posible”. De hecho no lo comentó ni siquiera con su familia, sólo con unas cuantas personas.

La oficina del Padre Juan Gutiérrez en la Iglesia de San Juan Bautista en Baldwin Park, California, tiene varias fotos de santos y beatos en su juventud: San Pío Pietrelcina, San Carlo Acutis, el Venerable Fulton Sheen y San José Sánchez del Río / Foto: John Rueda - Arquidiócesis de Los Ángeles

Su relación con Pier Giorgio Frassati: “Una amistad que no se puede describir”

El sacerdote recuerda que cuando rezó la novena “no pedía sanación, pedía la ayuda de Dios en mi lesión. Y pensaba inicialmente hacerla a todos los santos, porque se me ocurrió, ‘bueno, hoy es el día de la Solemnidad de Todos los Santos y necesito toda la ayuda que pueda recibir’. Pero después recibí esa inspiración que me decía, ¿por qué no le haces la novena al Beato Pier Giorgio Frassati? Y me sorprendió un poco, pero me pareció buena idea, y por eso se la hice a él”.

“Yo pensaba que este secreto, por así decirlo, me lo iba a llevar a la tumba. Sí prometí durante mi novena que si algo inusual sucedía, yo lo iba a reportar a quien sea que necesitara reportarlo, pero nunca me imaginé que esto iba a convertirse en el milagro que el Vaticano aceptaría para la canonización de Pier Giorgio”.

Una de las personas con las que compartió lo sucedido fue un profesor suyo, quien luego llevó el caso ante el Vaticano. Ahí se decidió abrir la investigación formal.

Tras señalar que la investigación que realizó el Vaticano, en la que participó uno de sus profesores en el seminario, es “extremadamente rigurosa”, el P. Juan Manuel Gutiérrez comenta que “el Señor es el que escogió regalarme esta conexión, esta amistad con Pier Giorgio. Y fue el Señor que planeó que de todos los milagros y las gracias que la gente ha recibido alrededor del mundo por la intercesión de Pier Giorgio, fuera este el evento que llevara a su canonización”.

Sobre su relación con el santo italiano, el sacerdote afirma que “es como una amistad que no se puede describir. Uno tiene amistades humanas, buenas y demás, pero esto es algo diferente. Es algo que me llena de alegría, que me llena de paz, que también me reta ahora como sacerdote a ser un mejor testigo de ser cristiano”.

El cura mexicano resalta además que “Pier Giorgio era muy amante de escalar en las montañas, de ir de caminata a las montañas. Y no era una cualidad que yo creía tener mucho, pero es algo que poco a poco estoy abrazando un poco más y siento, cuando lo he hecho y he ido a las montañas a caminar, siento incluso su cercanía”.

“También ser valiente: que el cristianismo que uno vive también llegue a manifestarse en áreas sociales de la vida, porque es algo que él hizo mucho. A su corta edad, en su juventud, él sabía que su cristianismo no era nada más para quedarse dentro de las paredes de la iglesia. En su vida social, en el contexto de la sociedad, de la política, de su país, él sabía que los valores del evangelio, del cristianismo, tenían que influenciar esas áreas de la vida humana”, remarca el P. Gutiérrez.

Al hablar sobre la canonización, el sacerdote de Los Ángeles afirma que “una vez más, la providencia, la mano del Señor que escribe nuestra historia está por todas partes, porque el año que viene también se celebra el aniversario número 100 de la muerte de Pier Giorgio”. Es “un regalo de la providencia de Dios que es sorprendente”, agrega.

¿Quién fue San Pier Gorgio Frassati?

Pier Giorgio Frassati nació el 6 de abril de 1901, Sábado Santo. Era hijo del fundador y director del periódico italiano La Stampa.

Los restos de Pier Giorgio Frassati en la Catedral de Turín / Foto: Geobia (CC BY-SA 4.0)

A los 17 años se unió a la Sociedad de San Vicente de Paúl y dedicó gran parte de su tiempo libre a cuidar a los pobres, los sin techo y los enfermos, así como a los excombatientes que volvía de la Primera Guerra Mundial.

Frassati también estuvo involucrado en el Apostolado de la Oración y Acción Católica. Comulgaba todos los días

Frassati murió de polio el 4 de julio de 1925, enfermedad que habría contraído cuando cuidaba a los enfermos. Tenía sólo 24 años.

Juan Pablo II, quien beatificó a Frassati en 1990, lo llamó “un hombre de las ocho bienaventuranzas,” describiéndolo como “totalmente inmerso en el misterio de Dios y totalmente dedicado al servicio constante de su prójimo”.

El Papa Francisco elogió a Frassati por compartir el amor de Jesús con los pobres en un discurso el 24 de junio de 2025: “Pier Giorgio era de una familia acomodada de clase media alta, pero no creció ‘envuelto en algodón’, no se perdió en la ‘buena vida’, porque en su interior había la savia del Espíritu Santo, había amor por Jesús y por sus hermanos”.

El 7 de septiembre de 2025 ha sido canonizado junto a Carlo Acutis por el Papa León XIV quien ha dicho de él en la homilía:

"Pier Giorgio encontró al Señor por medio de la escuela y los grupos eclesiales —la Acción Católica, las Conferencias de San Vicente de Paúl, la F.U.C.I. (Federación Universitaria Católica Italiana), la Orden Tercera de Santo Domingo— y dio testimonio de ello a través de su alegría de vivir y de ser cristiano en la oración, en la amistad y en la caridad. Hasta el punto de que, a fuerza de verlo recorrer las calles de Turín con carritos repletos de ayuda para los pobres, sus amigos lo llamaban “Empresa de Transportes Frassati”. También hoy, la vida de Pier Giorgio representa una luz para la espiritualidad laical. Para él la fe no fue una devoción privada; impulsado por la fuerza del Evangelio y la pertenencia a asociaciones eclesiales, se comprometió generosamente en la sociedad, dio su contribución en la vida política, se desgastó con ardor al servicio de los pobres".

domingo, 7 de septiembre de 2025

Papa León XIV en homilía, 7-9-2025: «Los santos Pier Giorgio Frassati y Carlo Acutis nos animan: ‘No yo, sino Dios’, decía Carlo; Y Pier Giorgio: “Si tienes a Dios como centro de todas tus acciones, entonces llegarás hasta el final’»

* «Jesús, en el Evangelio, nos habla de un proyecto al que adherir hasta el final. Dice: ‘El que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo’ (Lc 14,27); y agrega: ‘cualquiera de ustedes que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo’ (v. 33). Es decir, nos llama a lanzarnos sin vacilar a la aventura que Él nos propone, con la inteligencia y la fuerza que vienen de su Espíritu y que podemos acoger en la medida en que nos despojamos de nosotros mismos, de las cosas y de las ideas a las que estamos apegados, para ponernos a la escucha de su palabra» 

    

Vídeo de la transmisión en directo de Vatican News, traducido al español, con la homilía del Papa León XIV 

* «Pier Giorgio y Carlo, cultivaron el amor a Dios y a los hermanos a través de medios sencillos, al alcance de todos: la Santa Misa diaria, la oración, y especialmente la adoración eucarística. Carlo decía: ‘Cuando nos ponemos frente al sol, nos bronceamos. Cuando nos ponemos ante Jesús en la Eucaristía, nos convertimos en santos’, y también: ‘La tristeza es dirigir la mirada hacia uno mismo, la felicidad es dirigir la mirada hacia Dios. La conversión no es otra cosa que desviar la mirada desde abajo hacia lo alto. Basta un simple movimiento de ojos’. Otra cosa esencial para ellos era la confesión frecuente. Carlo escribió: ‘A lo único que debemos temer realmente es al pecado’; y se maravillaba porque —son palabras suyas— ‘los hombres se preocupan mucho por la belleza del propio cuerpo y no se preocupan, en cambio, por la belleza de su propia alma’. Ambos, además, tenían una gran devoción por los santos y por la Virgen María, y practicaban generosamente la caridad. Pier Giorgio decía: ‘Alrededor de los pobres y los enfermos veo una luz que nosotros no tenemos’» 


7 de septiembre de 2025.- (Camino Católico) “Los santos Pier Giorgio Frassati y Carlo Acutis son una invitación para todos nosotros, sobre todo para los jóvenes, a no malgastar la vida, sino a orientarla hacia lo alto y hacer de ella una obra maestra. Nos animan con sus palabras: ‘No yo, sino Dios’, decía Carlo. Y Pier Giorgio: ‘Si tienes a Dios como centro de todas tus acciones, entonces llegarás hasta el final’”. Esta ha sido la invitación que ha realizado el Papa León XIV en su homilía en la Santa Misa que ha presidido con el rito de canonización de los Beatos Carlo Acutis y Pier Giorgio Frassati, este domingo 7 de septiembre, en la Plaza de San Pedro, en el Vaticano, ante 60.000 fieles -50.000 en la plaza y 10.000 fuera de ella. 


Antes del inicio del rito de canonización, el Santo Padre ha saludado por sorpresa a los fieles reunidos en la abarrotada Plaza de San Pedro. Con voz firme y apreciable alegría, el Pontífice les ha invitado a “prepararnos con el corazón abierto para recibir esta gracia del señor y sentir en el corazón” lo mismo que han vivido los futuros santos: el amor por Jesucristo, en la eucaristía y en los pobres. “Todos estamos llamados a ser santos”, afirma.  También ha agradecido la presencia de más de dos mil sacerdotes que han viajado hasta Roma desde diferentes rincones del mundo para participar en la ceremonia. 




A las 10:00, ha comenzado el rito de canonización. El prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, Cardenal Marcello Semeraro, pidió al Papa León XIV canonizar a los beatos con una fórmula en latín. Posteriormente, leyó la biografía de ambos. Al terminar, el Santo Padre invita a todos a orar y el coro entona las letanías de los santos. Posteriormente, el Papa León XIV pronuncia la fórmula de canonización en latín. 



La familia de San Carlos Acutis con el Papa León XIV en la imagen inferior y sobre ella las reliquias de los santos Pier Giorgio Frassati y Carlo Acutis

Tras ser declarados santos, entre las primeras filas pudo apreciarse la emoción de la madre de San Carlo Acutis, Antonia Salzano, quien no pudo contener las lágrimas al presenciar que su hijo ya está en los altares. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la homilía del Papa, cuyo texto íntegro es el siguiente:


SANTA MISA Y CANONIZACIÓN DE LOS BEATOS:

- PIER GIORGIO FRASSATI

- CARLO ACUTIS

CAPILLA PAPAL

HOMILÍA DEL SANTO PADRE LEÓN XIV

Plaza de San Pedro

XXIII Domingo del Tiempo Ordinario, 7 de septiembre de 2025

Palabras improvisadas antes de la Santa Misa con el Rito de Canonización

¡Buenos días a todos! ¡Feliz domingo y bienvenidos! ¡Gracias!

Hermanos y hermanas, hoy es un día de gran alegría para toda Italia, para toda la Iglesia y para todo el mundo. Antes de comenzar la solemne celebración de la Canonización, quería saludarlos y decirles unas palabras a todos ustedes, porque, si bien la celebración es muy solemne, también es un día de gran alegría. Quería saludar especialmente a tantos jóvenes, chicos y chicas, que han venido a esta Santa Misa. Es verdaderamente una bendición del Señor encontrarnos ya que han venido de diferentes países. Es realmente un don de la fe que queremos compartir.

Después de la Santa Misa, les pido que tengan un poco de paciencia, espero poder ir a saludarlos a la plaza, ya que ahora están un poco lejos. Espero al menos poder saludarlos.

Saludo a los familiares de los dos Beatos, casi Santos, a las delegaciones oficiales, a los numerosos obispos y sacerdotes que han venido. Un aplauso para todos ellos, ¡gracias también a ustedes por estar aquí! ¡Religiosos y religiosas, y a la Acción Católica!

Nos preparamos para esta celebración litúrgica con la oración, con el corazón abierto, deseando recibir verdaderamente esta gracia del Señor. Y así sentir en el corazón lo mismo que vivieron Pier Giorgio y Carlo: este amor por Jesucristo, sobre todo en la Eucaristía, pero también en los pobres, en los hermanos y hermanas. También ustedes, todos nosotros, estamos llamados a ser santos. ¡Que Dios los bendiga! ¡Feliz celebración! ¡Gracias por estar aquí!

* * *

Homilía

Queridos hermanos y hermanas:

En la primera lectura hemos escuchado una pregunta: «[Señor,] ¿y quién habría conocido tu voluntad si tú mismo no hubieras dado la Sabiduría y enviado desde lo alto tu santo espíritu?» (Sab 9,17). La hemos oído después de que dos jóvenes beatos, Pier Giorgio Frassati y Carlo Acutis, fueran proclamados santos, y eso es providencial. En el libro de la Sabiduría, esta pregunta está atribuida precisamente a un joven como ellos: el rey Salomón. Cuando murió David, su padre, él se dio cuenta de que disponía de muchas cosas: el poder, la riqueza, la salud, la juventud, la belleza, el reino. Pero esta gran abundancia de medios le había hecho surgir una pregunta en su corazón: “¿Qué debo hacer para que nada se pierda?”. Y había entendido que el único camino para encontrar una respuesta era pedir a Dios un don aún mayor: su Sabiduría, para poder conocer sus proyectos y adherir a ellos fielmente. Se dio cuenta, en efecto, que de ese modo todas las cosas encontrarían su lugar en el gran designio del Señor. Sí, porque el riesgo más grande de la vida es desaprovecharla fuera del proyecto de Dios.

También Jesús, en el Evangelio, nos habla de un proyecto al que adherir hasta el final. Dice: «El que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo» (Lc 14,27); y agrega: «cualquiera de ustedes que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo» (v. 33). Es decir, nos llama a lanzarnos sin vacilar a la aventura que Él nos propone, con la inteligencia y la fuerza que vienen de su Espíritu y que podemos acoger en la medida en que nos despojamos de nosotros mismos, de las cosas y de las ideas a las que estamos apegados, para ponernos a la escucha de su palabra.

Muchos jóvenes, a lo largo de los siglos, tuvieron que afrontar este momento decisivo de la vida. Pensemos en san Francisco de Asís: como Salomón, también él era joven y rico, y estaba sediento de gloria y de fama. Por eso partió a la guerra, esperando ser nombrado “caballero” y revestirse de honores. Pero Jesús se le apareció en el camino y le hizo reflexionar sobre lo que estaba haciendo. Vuelto en sí, dirigió a Dios una pregunta sencilla: «Señor, ¿qué quieres que haga?». [1] Y a partir de allí, volviendo sobre sus pasos, comenzó a escribir una historia diferente: la maravillosa historia de santidad que todos conocemos, despojándose de todo para seguir al Señor (cf. Lc 14,33), viviendo en pobreza y prefiriendo el amor a los hermanos, especialmente a los más débiles y pequeños, al oro, a la plata y a las telas preciosas de su padre.

¡Y cuántos otros santos y santas podríamos recordar! A veces nosotros los representamos como grandes personajes, olvidando que para ellos todo comenzó cuando, aún jóvenes, respondieron “sí” a Dios y se entregaron a Él plenamente, sin guardar nada para sí. A este respecto, san Agustín cuenta que, en el «nudo tortuosísimo y enredadísimo» de su vida, una voz, en lo profundo, le decía: «Sólo a ti quiero». [2] Y, de esa manera, Dios le dio una nueva dirección, un nuevo camino, una nueva lógica, donde nada de su existencia estuvo perdido.

En este marco, contemplamos hoy a san Pier Giorgio Frassati y a san Carlo Acutis: un joven de principios del siglo XX y un adolescente de nuestros días, ambos enamorados de Jesús y dispuestos a dar todo por Él.

Pier Giorgio encontró al Señor por medio de la escuela y los grupos eclesiales —la Acción Católica, las Conferencias de San Vicente de Paúl, la F.U.C.I. (Federación Universitaria Católica Italiana), la Orden Tercera de Santo Domingo— y dio testimonio de ello a través de su alegría de vivir y de ser cristiano en la oración, en la amistad y en la caridad. Hasta el punto de que, a fuerza de verlo recorrer las calles de Turín con carritos repletos de ayuda para los pobres, sus amigos lo llamaban “Empresa de Transportes Frassati”. También hoy, la vida de Pier Giorgio representa una luz para la espiritualidad laical. Para él la fe no fue una devoción privada; impulsado por la fuerza del Evangelio y la pertenencia a asociaciones eclesiales, se comprometió generosamente en la sociedad, dio su contribución en la vida política, se desgastó con ardor al servicio de los pobres.

Carlo, por su parte, encontró a Jesús en su familia, gracias a sus padres, Andrés y Antonia —presentes hoy aquí con sus dos hermanos, Francesca y Michele— y después en la escuela, también él, y sobre todo en los sacramentos, celebrados en la comunidad parroquial. De ese modo, creció integrando naturalmente en sus jornadas de niño y de adolescente la oración, el deporte, el estudio y la caridad.

Ambos, Pier Giorgio y Carlo, cultivaron el amor a Dios y a los hermanos a través de medios sencillos, al alcance de todos: la Santa Misa diaria, la oración, y especialmente la adoración eucarística. Carlo decía: «Cuando nos ponemos frente al sol, nos bronceamos. Cuando nos ponemos ante Jesús en la Eucaristía, nos convertimos en santos», y también: «La tristeza es dirigir la mirada hacia uno mismo, la felicidad es dirigir la mirada hacia Dios. La conversión no es otra cosa que desviar la mirada desde abajo hacia lo alto. Basta un simple movimiento de ojos». Otra cosa esencial para ellos era la confesión frecuente. Carlo escribió: «A lo único que debemos temer realmente es al pecado»; y se maravillaba porque —son palabras suyas— «los hombres se preocupan mucho por la belleza del propio cuerpo y no se preocupan, en cambio, por la belleza de su propia alma». Ambos, además, tenían una gran devoción por los santos y por la Virgen María, y practicaban generosamente la caridad. Pier Giorgio decía: «Alrededor de los pobres y los enfermos veo una luz que nosotros no tenemos». [3] Llamaba a la caridad “el fundamento de nuestra religión” y, como Carlo, la ejercitaba sobre todo por medio de pequeños gestos concretos, a menudo escondidos, viviendo lo que el Papa Francisco ha llamado «la santidad “de la puerta de al lado”» (Exhort. ap. Gaudete et exsultate, 7).

Incluso cuando los aquejó la enfermedad y esta fue deteriorando sus jóvenes vidas, ni siquiera eso los detuvo ni les impidió amar, ofrecerse a Dios, bendecirlo y pedirle por ellos y por todos. Un día Pier Giorgio dijo: «El día de mi muerte será el día más bello de mi vida»; [4] y en su última foto, que lo retrata mientras escalaba una montaña de Val di Lanzo, con el rostro dirigido a la meta, había escrito: «Hacia lo alto». [5] Por otra parte, a Carlo, siendo aún más joven, le gustaba decir que el cielo nos espera desde siempre, y  que amar el mañana es dar hoy nuestro mejor fruto.

Queridos amigos, los santos Pier Giorgio Frassati y Carlo Acutis son una invitación para todos nosotros, sobre todo para los jóvenes, a no malgastar la vida, sino a orientarla hacia lo alto y hacer de ella una obra maestra. Nos animan con sus palabras: “No yo, sino Dios”, decía Carlo. Y Pier Giorgio: “Si tienes a Dios como centro de todas tus acciones, entonces llegarás hasta el final”. Esta es la fórmula, sencilla pero segura, de su santidad. Y es también el testimonio que estamos llamados a imitar para disfrutar la vida al máximo e ir al encuentro del Señor en la fiesta del cielo.

PAPA LEÓN XIV


[1] Leyenda de los Tres Compañeros, cap. II, 6: Fuentes biográficas franciscanas, 1401.

[2] Confesiones, II, 10,18.

[3] Nicola Gori, Al prezzo della vita: L’Osservatore romano (11 febrero 2021).

[4] Irene Funghi, I giovani assieme a Frassati: un compagno nei nostri cammini tortuosi: Avvenire (2 agosto 2025).

[5] Ibíd.







Fotos: Vatican Media, 7-9-2025