* «He estudiado Bioquímica y durante los 4 años he disfrutado muchísimo. ¡Poder conocer el funcionamiento de la mejor máquina del mundo, es increíble! Se nota que es cosa del Creador. Y es que en cada asignatura veías a Dios, ya que, una obra tan perfecta solo puede ser cosa suya… Llevaba dos semanas trabajando en el laboratorio, aunque gracias a Dios, en ningún momento manipulé esas células. Sin embargo, no podía dejar de pensar, que de haber colaborado en ese proyecto, pasaba a ser cómplice de un holocausto… La decisión ya está tomada. Me voy. Y me voy con mucha angustia. Angustia por esas vidas. Pensar que a esos niños se les privará del derecho a la vida y que encima otros se aprovecharán de ello me parece aterrador. Angustia por la indiferencia de mis compañeros. Si ellos, que son los más saben sobre el ser humano no lo defienden, ¿quién lo hará sino? Y angustia por mi profesión. ¿Cómo voy a poder trabajar en la investigación si esta barbaridad está la orden del día?»