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viernes, 23 de diciembre de 2022

3ª predicación de Adviento del Cardenal Cantalamessa al Papa, 16-12-2022: «En Navidad no se ha de ofrecer algo a Dios, sino acoger el amor de Dios, creer en el amor»

 


* «La Navidad es la manifestación – literalmente, la epifanía – de la bondad y el amor de Dios por el mundo: ‘Se ha manifestado (epephane) la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres’, escribe San Pablo. Y otra vez: ‘Se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador y su amor al hombre’ (Tit 2, 11; 3, 4). Lo más importante que se debe hacer en Navidad es recibir con asombro el don infinito del amor de Dios… Lo que debemos hacer, ante todo, en Navidad es creer en el amor de Dios por nosotros. El acto de caridad tradicional, al menos en el rezo privado y personal, a veces no debería comenzar con las palabras: ‘Dios mío, te amo con todo mi corazón’, sino: ‘Dios mío, creo con todo mi corazón que me amas’. Parece algo fácil. En cambio, es una de las cosas más difíciles del mundo. El hombre tiende más a ser activo que pasivo, a hacer que a dejarse hacer. Inconscientemente no queremos ser deudores, sino acreedores. Sí, queremos el amor de Dios, pero como recompensa, más que como regalo. De este modo, sin embargo, se produce insensiblemente un desplazamiento y un vuelco: en primer lugar, por encima de todo, en el lugar del don, se pone el deber, en el lugar de la gracia, la ley, en el lugar de la fe, obras»   

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jueves, 15 de diciembre de 2022

2ª predicación de Adviento del Cardenal Cantalamessa al Papa, 9-12-2022: «Dios no promete quitar el cansancio y el agotamiento, pero da esperanza, la fuerza para superarlos»


* «Además de la evangelización, la esperanza nos ayuda en nuestro camino personal de santificación. Se convierte, en quienes la practican, en el principio del progreso espiritual. Te permite descubrir siempre nuevas “posibilidades para el bien”, siempre algo que se puede hacer. Ella no nos deja acomodarnos en la tibieza y la pereza. Cuando tienes la tentación de decirte a ti mismo: “No hay nada más que hacer”, la esperanza se adelanta y te dice: “¡Ora!”. Tu respondes: “¡Pero ya oré!” y ella: “¡Ora de nuevo!”. E incluso cuando la situación se vuelva extremadamente dura y parezca que no hay verdaderamente nada más que hacer, la esperanza aún os indica una tarea: perseverar hasta el final y no perder la paciencia, uniéndoos a Cristo en la cruz»

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jueves, 8 de diciembre de 2022

1ª predicación de Adviento del Cardenal Cantalamessa, 2-12-2022: «Vamos al encuentro de Cristo con un acto de fe: ‘El mundo está en manos de Dios que intervendrá para salvarlo’»

 


* «Creemos que todos los que son salvos son salvos por los méritos de Cristo: ‘No hay salvación en ningún otro, pues bajo el cielo no se ha dado a los hombres otro nombre por el que debamos salvarnos.’ (Hechos 4:12). Sin embargo, una cosa es afirmar la necesidad universal de Cristo para la salvación y otra cosa es afirmar la necesidad universal de la fe en Cristo para la salvación.  La fe es el único criterio capaz de relacionarnos correctamente, no sólo con la ciencia, sino también con la historia. Al hablar de la fe que justifica, san Pablo cita el célebre oráculo de Habacuc: ‘El justo por la fe vivirá’ (Ab 2, 4). ¿Qué quiere decir Dios con esa palabra profética, ya que es Dios mismo quien la pronuncia? Dios no resuelve el enigma de la historia, pero nos pide que confiemos en él y en su justicia, a pesar de todo. La solución no está en el cese de la prueba, sino en el aumento de la fe»

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jueves, 23 de diciembre de 2021

3ª predicación de adviento del Cardenal Cantalamessa al Papa, 17-12-2021: «Uno se convierte en madre de Cristo escuchando la Palabra y poniéndola en práctica»


* «
Por desagracia también en el nivel espiritual existen estas dos tristes posibilidades. Concibe a Jesús sin darlo a luz el que acoge la Palabra, sin ponerla en práctica; quien continúa haciendo un aborto espiritual tras otro, formulando propósitos de conversión que luego son sistemáticamente olvidados y abandonados a mitad de camino. Son, dice Santiago, los que se miran rápidamente en el espejo y luego se van olvidando de cómo eran (cf. Sant 1,23-24). Por el contrario, da a luz a Cristo sin haberlo concebido aquel que hace muchas obras, incluso buenas, pero que no provienen del corazón, del amor a Dios y de recta intención, sino de la costumbre, de la hipocresía, de la búsqueda de la propia gloria y del propio interés, o simplemente de la satisfacción que da el hacer»

Vídeo completo en italiano de la 3ª predicación de adviento del Cardenal Raniero Cantalamessa de la transmisión en directo de Vatican News

* «Nuestras obras son «buenas» sólo si vienen del corazón, si son concebidas por amor de Dios y en la fe. En otras palabras, si la intención que nos guía es recta, o al menos nos esforzamos por rectificarla… Pero es necesario insistir en una cosa: este propósito de nueva vida debe traducirse, sin demora, en algo concreto, en un cambio, a ser posible incluso externo y visible, en nuestra vida y en nuestros hábitos. Si el propósito no se pone en acción, Jesús es concebido, pero no nace. Es uno de los muchos abortos espirituales. ¡Nunca se celebrará «la segunda fiesta» del Niño Jesús, que es la Navidad! Es uno de los muchos aplazamientos, de los cuales quizá nuestra vida ha sido salpicada»   

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jueves, 16 de diciembre de 2021

2ª predicación de adviento del Cardenal Cantalamessa al Papa, 10-12-2021: «Invocar al espíritu Santo para obtener guía, no esperar respuestas inmediatas y dejar a Dios actuar»

 


* «Sin el Espíritu Santo: Dios está muy lejos, Cristo permanece en el pasado, el Evangelio es letra muerta, la Iglesia, una organización sencilla, la autoridad una dominación, la misión una propaganda, el culto una evocación, el obrar cristiano una moral de esclavos. Pero, con el Espíritu Santo: el cosmos se levanta y gime en el nacimiento del reino, el hombre lucha contra la carne, Cristo está presente, el evangelio es el potencia de vida, la Iglesia, signo de la comunión trinitaria, la autoridad servicio liberador, la misión un Pentecostés, la liturgia memorial y anticipación, el obrar humano es divinizado»»

Vídeo completo en italiano de la 1ª predicación de adviento del Cardenal Raniero Cantalamessa de la transmisión en directo de Vatican News

* «Debemos basar todo en el Espíritu Santo. No basta con recitar un Padrenuestro, Avemaría y Gloria, al comienzo de nuestras reuniones pastorales, para luego pasar rápidamente al orden del día. Cuando las circunstancias lo permiten, hay que permanecer expuestos al Espíritu Santo durante un tiempo, darle tiempo para manifestarse. Sintonizarse con él. Sin estas premisas, las resoluciones y los documentos siguen siendo palabras que se añaden a palabras. Los tiempos y los caminos son conocidos por Dios. Recordemos la palabra de Cristo a sus apóstoles: ‘No os toca a vosotros conocer los tiempos o momentos que el Padre ha reservado para su poder, sino que recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que descenderá sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra’ (Hch 1,7-8). Lo importante es pedir y recibir fuerza de lo alto; la forma de manifestarse debe dejarse a Dios»   

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jueves, 9 de diciembre de 2021

1ª predicación de adviento del Cardenal Cantalamessa, 3-12-2021: «No puede tener a Dios como padre el que no tiene al prójimo como hermano»



* «Un resultado inmediato de todo esto es que tomas conciencia de tu dignidad. ‘Reconoce, oh cristiano, tu dignidad —nos exhortará san León Magno en la noche de Navidad— y, hecho partícipe de la naturaleza divina, no quieras volver a la abyección del pasado’. Otro resultado, aún más importante, es que tomas conciencia de la dignidad de los demás, también ellos hijos e hijas de Dios. Para nosotros, los cristianos, la fraternidad humana tiene su razón última en el hecho de que Dios es padre de todos, que todos somos hijos e hijas de Dios y, por lo tanto, hermanos y hermanas entre nosotros. No puede haber un vínculo más fuerte que este y, para nosotros los cristianos, una razón más urgente para promover la fraternidad universal»

Vídeo completo en italiano de la 1ª predicación de adviento del Cardenal Raniero Cantalamessa de la transmisión en directo de Vatican News

* « Una cosa, por lo tanto, trataremos de no hacer más. No diremos, ni siquiera tácitamente, a Dios Padre: «Escoge: o yo, o mi adversario; ¡declara de qué lado estás!» No se puede imponer a un padre esta cruel alternativa de elegir entre dos hijos, solo porque están peleados entre sí. Por lo tanto, no tentaremos a Dios, pidiéndole que se case con nuestra causa contra el hermano. Cuando estemos en desacuerdo con un hermano, incluso antes de hacer valer y discutir nuestro punto de vista (que también es lícito y a veces debido), le diremos a Dios: ‘Padre, salva a ese hermano mío, sálvanos a los dos; no deseo tener razón y que él esté equivocado. Quiero que también él esté en la verdad, o al menos en la buena fe’. Esta misericordia de unos a otros es indispensable para vivir la vida del Espíritu y la vida comunitaria en todas sus formas. Es indispensable para la familia y para toda comunidad humana y religiosa, incluida la Curia Romana. Nosotros, dice san Agustín, somos vasijas de barro: nos hacemos daño sólo tocándonos»   

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jueves, 24 de diciembre de 2020

3ª predicación de adviento del Cardenal Cantalamessa al Papa, 18-12-2020: «Navidad es la fiesta de la humildad de Dios y la humildad es hacerse pequeños por amor para elevar a los demás»


 * «Con las restricciones que plantea al culto público y a la asistencia a las iglesias, la pandemia podría ser la oportunidad para que muchos descubran que a Dios no lo encontramos sólo yendo a la iglesia; que podemos adorar a Dios «en espíritu y en verdad» y recrearnos con Jesús incluso estando encerrados en casa, o en nuestra habitación. El cristiano nunca podrá prescindir de la Eucaristía y de la comunidad, pero cuando esto es impedido por una fuerza mayor no debe pensar que su vida cristiana se interrumpe. Si nunca se ha encontrado a Cristo en el propio corazón, nunca se le encontrará en ningún otro lugar en el sentido fuerte de la palabra»

Vídeo completo en italiano de la 3ª predicación de Adviento del Cardenal Raniero Cantalamessa

* «San Juan XXIII, en el mensaje de Navidad de 1962, elevaba esta ardiente oración: ‘Oh Palabra Eterna del Padre, Hijo de Dios y María, renueva también hoy, en el secreto de las almas, el admirable prodigio de tu nacimiento’. Hagamos nuestra esta oración, pero, en la dramática situación en la que nos encontramos, añadamos también la súplica ardiente de la liturgia navideña: ‘Rey de los pueblos, esperado por todas las naciones, piedra angular que unes a los pueblos en uno: Ven y salva al hombre que has formado de la tierra’. Ven y levanta de nuevo a la humanidad exhausta por la larga prueba de esta pandemia»   

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jueves, 17 de diciembre de 2020

2ª predicación de adviento del Cardenal Cantalamessa al Papa 11-12-2020: «La fe en la vida eterna se basa en la resurrección de Cristo y significa ir a estar con Jesús»

 


* «Con Cristo, Verbo encarnado, la eternidad ha irrumpido en el tiempo. Lo experimentamos cada vez que hacemos un verdadero acto de fe en Cristo, porque quien cree en él ya posee la vida eterna (cf. 1 Jn 5,13); cada vez que recibimos la comunión, porque en ella «se nos da la promesa de la gloria futura»; cada vez que escuchamos las palabras del Evangelio, que son «palabras de vida eterna» (cf. Jn 6,68). Santo Tomás Aquino dice que «la gracia es el comienzo de la gloria». Esta presencia de la eternidad en el tiempo se llama Espíritu Santo. Se le define como «las arras de nuestra herencia» (Ef 1,14; 2 Cor 5,5), y se nos ha dado porque, habiendo recibido las primicias, anhelamos la plenitud. «Cristo —escribe san Agustín—, nos dio las arras del Espíritu Santo con las que él, que en cualquier caso no podría engañarnos, quiso asegurarnos del cumplimiento de su promesa. ¿Qué prometió? Prometió la vida eterna cuyas arras son el Espíritu que nos dio»

Vídeo completo en italiano de la 2ª predicación de Adviento del Cardenal Raniero Cantalamessa

* «Una fe renovada en la eternidad no nos sirve sólo para la evangelización, es decir, para que el anuncio que hay que hacer a los demás; nos sirve, antes todavía, para imprimir un nuevo impulso a nuestro camino de santificación. Su primer fruto es hacernos libres, no apegarnos a las cosas que pasan: aumentar el propio patrimonio o el propio prestigio. Todos somos «desalojados» en este mundo y nos parecemos a ese hombre necio si sólo pensamos en embellecer nuestra casa terrena, sin preocuparnos por hacer obras buenas que nos sigan después de la muerte. El enfriamiento de la idea de eternidad actúa sobre los creyentes, disminuyendo en ellos la capacidad de afrontar con valentía el sufrimiento y las pruebas de la vida. Debemos redescubrir parte de la fe de san Bernardo y de san Ignacio de Loyola. En toda situación y ante cada obstáculo, se decían a sí mismos: «Quid hoc ad aeternitatem?», ¿qué es esto frente a la eternidad?»   

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jueves, 10 de diciembre de 2020

1ª predicación de adviento del Cardenal Cantalamessa al Papa, 4-12-2020: «Participar en la Eucaristía es la forma más verdadera, justa y eficaz de ‘prepararnos’ a la muerte»

 


* «Jesús libera del miedo a la muerte a quien lo tiene, no al que no lo tiene e ignora alegremente que debe morir. Vino a enseñar el miedo a la muerte eterna a aquellos que sólo conocían el miedo a la muerte temporal. ¡Ay de los que mueran en pecados mortales! «El aguijón de la muerte es el pecado», dice el Apóstol (1 Cor 15,56). Lo que da a la muerte su poder más temible para angustiar al hombre y atemorizarle es el pecado. Si uno vive en pecado mortal, para él la muerte todavía tiene el aguijón, el veneno, como antes de Cristo, y por eso hiere, mata y envía a la Gehena. No temáis —diría Jesús— a la muerte que mata el cuerpo y luego no puede hacer nada más. Temed a esa muerte que, después de haber matado el cuerpo, tiene el poder de arrojar a la Gehena (cf. Lc 12,4-5). ¡Quita el pecado y has quitado también a tu muerte su aguijón!»

Vídeo completo en italiano de la 1ª predicación de Adviento del  Cardenal Raniero Cantalamessa OFM Cap.

* «Al instituir la Eucaristía, Jesús anticipó su propia muerte. Nosotros podemos hacer lo mismo. De hecho, Jesús inventó este medio de hacernos partícipes de su muerte, para unirnos a él. En ella celebramos también nuestra muerte y la ofrecemos, día a día, al Padre. En la Eucaristía podemos elevar al Padre nuestro «amén, sí», a lo que nos espera, al tipo de muerte que quiera permitir para nosotros. En ella «hacemos testamento»: decidimos a quién dejar la vida, por quién morir. Nacimos, es verdad, para morir; la muerte no es sólo el final, sino también el fin de la vida. Esto, sin embargo, lejos de parecer una condena parece en cambio un privilegio. «Cristo mismo —dice san Gregorio de Nisa— nació para morir» , es decir, para poder dar la vida en rescate por todos. Nosotros también hemos recibido la vida como don para tener algo único, precioso, digno de Dios, que poder, por nuestra parte, ofrecerle como don y sacrificio. ¿Qué utilización más hermosa se puede pensar de la vida, que para darla, por amor, al Creador que nos la dio por amor?»   

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