“Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: “Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver”. (Mateo 25, 34-36).
Estamos llamados a Amar sin condiciones hasta el extremo: Jesús cuando habla del juicio final nos advierte seriamente que sólo se tendrán en cuenta nuestros actos de Amor. También subraya algo importantísimo: en cada ser humano, sea creyente o no, hay un lugar, una morada en el corazón sólo reservada para ser estancia de Dios. Por eso Jesús dice que cuando visitamos a un enfermo o a un preso estuvimos con Él: “Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo”.(Mateo 25, 40).