22 de julio de 2009.-(Comunidad Canción Nueva) Siempre creí en el valor de una amistad. Amigo es algo tan sagrado al corazón de Dios, que Jesús tuvo sus amigos e hizo cuestión de manifestar que ellos eran importantes en sus vidas, mas que con palabras, sino con actos. Fue por Lázaro, su amigo, que él lloró y demostró lo más intimó de su humanidad: él lo amaba. (Jn 11, 5).
Jesús nos deja el ejemplo y nos muestra cuanto un amigo es importante en nuestras vidas. Era en la casa de Lázaro, en Betania, que él descansaba e iba para restaurarse y refugiarse.
Una amistad parte del principio de comunión de dos personas. Comunión que no depende de la misma forma de pensar, de semejanzas, pero que depende de una comunión de corazón por sobre todo. Un amigo mas que parecido contigo, es quien tiene la capacidad de verte como tú eres. De percibir en tu linda sonrisa la tristeza de tu alma. De percibir que aun con miedo, tú eres capaz de continuar e ir más allá. De mostrarte el camino y acompañarte cuando este se vuelva difícil, estando siempre listo para levantarte cuando caigas.
Delante de una amistad verdadera corremos un grande riesgo: el riesgo de crecer. Una amistad verdadera nos depara con nuestras limitaciones y nos da el coraje de ir más allá de ellas.
En la mirada, puedes percibir una amistad. Por eso, no necesita ser proclamada. Ese percibir pasa más allá del proclamar y del estar cerca. Se ve en la forma de hablar, en la mirada preocupada, en la ansiedad de la llegada y en el dolor de la partida.
La distancia y el tiempo no son impedimentos . Si los amigos permanecen lejos uno del otro parece que fue una eternidad, pero cuando se encuentran parece que fue ayer la ultima sonrisa. Es el corazón que determina, es él que hace el tiempo parar o correr delante un amigo.
Mas que saber ser amigo en el dolor, un amigo sabe serlo en la alegría. Él se alegra con las victorias y realizaciones del otro. Él llora, sufre, espera y ama con él.
Dios me concedió la gracia de tener pocos, pero grandes amigos. Personas que son capaces de entrar en lo que hay de más sagrado en mí y quitar lo mejor. De levantarme cuando caigo y de siempre mostrarme el horizonte. Cuando sufro, sufro con ellos y por ellos. Cuando me alegro es la alegría de ellos que me emociona. Es con ellos que experimento el amor y cuidado de Dios.
El amigo es algo sagrado al corazón de Dios. La amistad nos sacraliza. Gracias, amigo, por hacer parte de lo que hay de sagrado en mí.
Dios te bendiga.
Profundiza más en el tema de la amistad, también con Renan Félix, en la siguiente meditación en vídeo:
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