* “En ese momento, entendí que Jesús estaba allí, ante mí. No era una alucinación. Empecé a llorar bajo el poder de Su Amor. Yo me mantenía de pie, en la verdad de mi pura indignidad, y al mismo tiempo sentía Su enorme amor. Sentí que todo el mal de mi vida se fundía, se deshacía. Dije en mi corazón: Jesús, te quiero. Quiero ser tuyo. Por favor, cámbiame”
* “Al marchar del encuentro, tiré mi paquete con cigarrillos. No tuve que hacer ningún compromiso, ni forzarme a mí mismo. De repente, tenía la sensación de no haber fumado nunca, de no haberme drogado nunca. Era una persona nueva”
viernes, 4 de octubre de 2013
Peter Lipták cultivaba marihuana, era adicto, fracasó al intentar suicidarse, Dios le sanó y hoy es predicador católico
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