* “En la atmósfera del monasterio, pudimos profundizar nuestra experiencia de Cristo. El silencio poco a poco nos centró en lo esencial, lejos del ruido y las distracciones del mundo. Así apoyándonos en el silencio, la liturgia y el vínculo con las hermanas pudimos ir gustando más y más del amor de Dios… Al mirar nuestra historia familiar comprobamos cómo nuestra hija nos ha ido llevando de la mano y lo sigue haciendo”
lunes, 8 de agosto de 2016
Danielle, madre de familia no practicante: “Nuestra hija Déborah ingresó a las Hermanitas de Belén y nos ha guiado a Cristo”
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