* «Yo iba a un colegio religioso. Un día fuimos a confesarnos y a mí me tocó con un sacerdote que tenía un aspecto muy serio y fama de ogro; fui allí con cierto pudor y hasta con miedo, pero la bondad que experimenté en ese momento por su parte estaba por encima de lo humano. Salí completamente lleno de la misericordia que salió del corazón de aquel sacerdote. Dios me estaba llamando de alguna manera pero yo estaba diciendo no. Pero lo tomé como un secreto, no quise hacerle caso para llevar una vida normal, entre comillas: fútbol, niñas, toros, Semana Santa, la carrera… Yo quería seguir los pasos de mi grupo de amigos. Pero lo que yo pensaba que se podía dejar a un lado, cobra fuerza en muchos momentos de la vida. Los caminos no son fáciles. Tampoco le resultó fácil al Señor resucitar, teniendo que pasar antes por el Calvario y la Cruz. Pero la vida es eso, milicia y lucha. Y esto es para los valientes. Yo no soy de vocación tardía, mi problema es que respondí tarde a la llamada. Pero no es tarde, sino cuando Dios ha querido»
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