* «Siempre había querido ser médico, vocación, que aún hoy me encanta… y nunca me planteé ser otra cosa, llegando, incluso a no comprender cómo mi mejor amiga, iba a ser capaz de entrar al noviciado, que para mí era algo impensable… No puedo decir que haya habido grandes revelaciones, momentos impactantes, señales luminosas… no, siempre todo muy “normal”… Y dentro de esta normalidad, me fui sintiendo cada vez más identificada con las hermanas, con su vocación, con su misión… sobre todo me gustaba estar con ellas y estar con Él en la capilla cuando iba a visitarlas. Me fui enamorando… Me he acostumbrado a confiar en Dios y a decirle que sí… y hoy, más de treinta años después, puedo decir que no me arrepiento. Que por cada sí, que yo le doy Él me da mucho más»
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