* «Desde entonces, mi vida con Dios solo ha ido a mejor y con experiencias posteriores como voluntariados en residencias de ancianos, con enfermos en hospitales o incluso dando catequesis a niños pequeños, he podido completar esa parte tan importante que Jesús enseñó: las obras. Es verdad que tuve que madurar más para darme cuenta de que esto no va de palabras, sino de actos; actos que te llenen el alma, que los hagas de manera altruista y que entiendas que lo mejor que te puede pasar en un día es ayudar al otro, pues como decía mi gran referente en la fe, San Ignacio de Loyola: “más en las obras que en las palabras; en todo amar y servir”. Y de esta manera, conseguí algo muy especial y que me costó mucho trabajo, y fue ver a Dios en los demás; en gestos, en palabras… y sé que las personas en las que a día de hoy veo a Dios son las más especiales, pero me doy cuenta de que no solo están en mis amigos o en mis familiares, sino también en gente desconocida que ves que realiza buenas y obras y compruebas que Dios realmente está en todas partes!»