* «Vivo la fe acudiendo a los sacramentos, participando de todas las actividades del Sarus y de la Pastoral Juvenil en las que puedo comprometerme e intentado hacer en mi vida diaria la voluntad de Dios, aunque es muy difícil… tuve un encuentro personal con Dios y, desde ese momento, en todo lo que he vivido, para bien o para mal, Dios me ha acompañado. Es como la raíz de todo, de Él mana todo lo bueno que hay en mí: la fuerza, cuando estoy cansada; la esperanza, cuando todo parece que va mal; la confianza, en que Él sabe lo que más me conviene; la constancia y la persistencia para no abandonar aquello que parece perdido… Una vez que te encuentras con Dios, no puedes decirle que no. Te puedes enfadar con Él y protestarle, pero no puedes abandonarle, Él siempre está. Siempre es fiel, me ha esperado toda la eternidad, ¿cómo no voy yo a esperarle a Él?»
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