* «Caminar es para mí la mejor manera de estar con Dios, de mirarme a mí mismo, de ver dónde está mi alma. Voy en calma y silencio, con una gran paz… Es bueno que la gente vea que se puede vivir sin tantas preocupaciones, y eso me da pie para hablarles de Dios. Ahora puedo agradecerle a Dios todo lo que me da, especialmente lo más sencillo: tener comida, un techo bajo el que dormir…, cosas que habitualmente pasamos por alto en nuestra vida diaria y que damos por descontado. En realidad, no es así, cada día es un milagro»