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domingo, 25 de agosto de 2024

Papa Francisco en el Ángelus, 25-8-2024: «Al acercamos más al Señor, recibir los Sacramentos, orar e imitarlo en la humildad y la caridad, más nos damos cuenta de que solo Él tiene ‘palabras de vida eterna’»


* «Preguntémonos: ¿Hasta qué punto está presente Jesús en mi vida? ¿Hasta qué punto me dejo tocar y provocar por sus palabras? ¿Puedo decir que son también para mí “palabras de vida eterna”? A ti, hermano, hermana, pregunto: ¿Las palabras de Jesús, son para ti – también para mí – palabras de vida eterna?»     


Vídeo completo de la transmisión en directo de Vatican News traducido al español con las palabras del Papa en el Ángelus

* «Continúo siguiendo con dolor los combates en Ucrania y en la Federación Rusa, y pensando en las normas de ley adoptadas recientemente en Ucrania me asalta un temor por la libertad de quien reza, porque quien reza de verdad reza siempre por todos. No se hace mal por rezar. Si alguien hace mal a su pueblo, será culpable de esto, pero no puede haber hecho mal por haber rezado. Y entonces que se deje rezar a quien quiere rezar en la que considera su Iglesia. Por favor, que ninguna Iglesia Cristiana sea abolida, directa o indirectamente. ¡Las Iglesias no se tocan!»  

25 de agosto de 2024.- (Camino Católico)  Hoy como ayer, no es fácil comprender el modo de actuar de Jesús. Francisco lo recuerda en el Ángelus de la Plaza de San Pedro y explica que, como los apóstoles, también nosotros tenemos esta experiencia, pero cuanto más cerca estamos de Él a través de los sacramentos y la oración, más descubrimos que sólo Él es la vida eterna.

“Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna” (Jn 6,68). Con esta célebre respuesta de San Pedro a Jesús, referida en el Evangelio de San Juan, propuesto por la liturgia del día, el Papa inicia la catequesis de este domingo 25 de agosto, antes de rezar la oración del Ángelus. Francisco observa que no es fácil seguir al Señor, no siempre comprenden lo que el Maestro dice y hace, las exigencias extremas de su misericordia.

Y esto – indica el Papa - también nos concierne a nosotros: tampoco para nosotros es fácil seguir al Señor, comprender su modo de actuar, hacer nuestros sus criterios y sus ejemplos. “Pero, cuanto más nos acercamos a Él - cuanto más nos adherimos a su Evangelio, recibimos su gracia en los Sacramentos, estamos en su compañía en la oración, lo imitamos en la humildad y en la caridad, más experimentamos la belleza de tenerlo como Amigo, y nos damos cuenta de que solo Él tiene ‘palabras de vida eterna’”.

En sus saludos al terminar el Ángelus, Francisco expresa su temor por la decisión de Kiev de prohibir la Iglesia ortodoxa vinculada al Patriarcado de Moscú. Su llamamiento: «Que ninguna Iglesia cristiana sea abolida directa o indirectamente». En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la meditación del Santo Padre traducida al español, cuyo texto completo es el siguiente:



PAPA FRANCISCO


ÁNGELUS


Plaza de San Pedro


Domingo, 25 de agosto de 2024


Queridos hermanos y hermanas, ¡feliz domingo!


Hoy el Evangelio de la liturgia (Jn 6,60-69) nos refiere la célebre respuesta de San Pedro, que dice a Jesús: «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna» (Jn 6,68). ¡Hermosa respuesta! Es una expresión muy hermosa, que testimonia la amistad y la confianza que lo unen a Cristo, junto con los demás discípulos. “Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna”. ¡Hermoso!


Pedro la pronuncia en un momento crítico, porque Jesús acaba de terminar un discurso en el que ha dicho que es “el pan bajado del cielo” (cf. Jn 6,41): este es un lenguaje difícil de entender para la gente, y muchos, también los discípulos que lo seguían, lo abandonaron, porque no entendían.


Los Doce, en cambio, no: se quedaron, porque en Él encontraron “palabras de vida eterna”. Lo han escuchado predicar, han visto los milagros que llevó a cabo y continúan compartiendo con Él los momentos públicos y la intimidad de la vida cotidiana (cf. Mc 3,7-19).


No siempre los discípulos comprenden lo que el Maestro dice y hace; a veces les cuesta aceptar las paradojas de su amor (cf. Mt 5,38-48), las exigencias extremas de su misericordia (cf. Mt 18,21-22), la radicalidad de su modo de entregarse a todos. No es fácil para ellos entender, pero son leales. Las elecciones de Jesús van a menudo más allá de la mentalidad común, más allá de los cánones mismos de la religión institucional y de las tradiciones, hasta el punto de crear situaciones provocadoras y embarazosas (cf. Mt 15,12). No es fácil seguirlo.


Y, sin embargo, entre los muchos maestros de aquel tiempo, Pedro y los demás apóstoles encontraron solo en Él la respuesta a la sed de vida, a la sed de alegría, a la sed de amor que los anima; solo gracias a Él experimentan la plenitud de vida que buscan, más allá de los límites del pecado e incluso de la muerte. Por eso no se van, al contrario, todos, excepto uno, incluso entre muchas caídas y arrepentimientos, permanecen con Él hasta el final (cf. Jn 17,12).


Y, hermanos y hermanas, esto también nos concierne a nosotros: tampoco para nosotros es fácil seguir al Señor, comprender su modo de actuar, hacer nuestros sus criterios y sus ejemplos. Tampoco para nosotros es fácil. Pero, cuanto más nos acercamos a Él - cuanto más nos adherimos a su Evangelio, recibimos su gracia en los Sacramentos, estamos en su compañía en la oración, lo imitamos en la humildad y en la caridad -, más experimentamos la belleza de tenerlo como Amigo, y nos damos cuenta de que solo Él tiene “palabras de vida eterna”.


Entonces, preguntémonos: ¿Hasta qué punto está presente Jesús en mi vida? ¿Hasta qué punto me dejo tocar y provocar por sus palabras? ¿Puedo decir que son también para mí “palabras de vida eterna”? A ti, hermano, hermana, pregunto: ¿Las palabras de Jesús, son para ti – también para mí – palabras de vida eterna?


Que María, que acogió a Jesús, Verbo de Dios, en su carne, nos ayude a escucharlo y a no dejarlo nunca.



Oración del Ángelus:                         


Angelus Dómini nuntiávit Mariæ.

Et concépit de Spíritu Sancto.

Ave Maria…


Ecce ancílla Dómini.

Fiat mihi secúndum verbum tuum.

Ave Maria…


Et Verbum caro factum est.

Et habitávit in nobis.

Ave Maria…


Ora pro nobis, sancta Dei génetrix.

Ut digni efficiámur promissiónibus Christi.


Orémus.

Grátiam tuam, quǽsumus, Dómine,

méntibus nostris infunde;

ut qui, Ángelo nuntiánte, Christi Fílii tui incarnatiónem cognóvimus, per passiónem eius et crucem, ad resurrectiónis glóriam perducámur. Per eúndem Christum Dóminum nostrum.


Amen.


Gloria Patri… (ter)

Requiem aeternam…


Benedictio Apostolica seu Papalis


Dominus vobiscum.Et cum spiritu tuo.

Sit nomen Benedicat vos omnipotens Deus,

Pa ter, et Fi lius, et Spiritus Sanctus.


Amen.



Después de la oración mariana del Ángelus el Papa ha dicho:


Queridos hermanos y hermanas:


Deseo manifestar mi solidaridad a las miles de personas afectadas por la viruela del mono, que es ya una emergencia sanitaria global. Rezo por todas las personas contagiadas, especialmente por la población de la República Democrática del Congo tan probada. Expreso mi cercanía a las Iglesias locales de los países más afectados por esta enfermedad y aliento a los gobiernos y a las industrias privadas a que compartan la tecnología y los tratamientos disponibles, para que a nadie le falte una asistencia médica adecuada.


Al amado pueblo de Nicaragua: os animo a renovar vuestra esperanza en Jesús. Recordad que el Espíritu Santo guía siempre la historia hacia proyectos más altos. Que la Virgen Inmaculada os proteja en los momentos de prueba y os haga sentir su ternura materna. Que la Virgen acompañe al amado pueblo de Nicaragua.


Continúo siguiendo con dolor los combates en Ucrania y en la Federación Rusa, y pensando en las normas de ley adoptadas recientemente en Ucrania me asalta un temor por la libertad de quien reza, porque quien reza de verdad reza siempre por todos. No se hace mal por rezar. Si alguien hace mal a su pueblo, será culpable de esto, pero no puede haber hecho mal por haber rezado. Y entonces que se deje rezar a quien quiere rezar en la que considera su Iglesia. Por favor, que ninguna Iglesia Cristiana sea abolida, directa o indirectamente. ¡Las Iglesias no se tocan!


Y continuemos rezando porque se ponga fin a las guerras, en Palestina, en Israel, en Myanmar y en cualquier otra región. ¡Los pueblos piden paz! Recemos para que el Señor nos dé, a todos, la paz.


Os saludo a todos vosotros, romanos y peregrinos de Italia y de tantos países. En particular, saludo a los nuevos seminaristas del Colegio Norteamericano y les deseo un buen camino formativo; y les deseo también que vivan su sacerdocio con alegría, porque la verdadera oración nos da la alegría. Saludo a los muchachos con discapacidades motoras y cognitivas, que participan en los “relevos de la inclusión” para afirmar que las barreras pueden superarse. Saludo a los amigos, a los muchachos de la Inmaculada.


Y deseo a todos un feliz domingo. Por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!



Francisco



Fotos: Vatican Media, 25-8-2024

Homilía de Mons. Demetrio Fernández, obispo de Córdoba, y lecturas de la Misa de hoy, XXI domingo de Tiempo Ordinario, 25-8-2024


25 de agosto de 2024.-  (Camino Católico) Homilía de  Mons. Demetrio Fernández, obispo de Córdoba, y lecturas de la Misa de hoy, XXI domingo de Tiempo Ordinario, emitida por 13 TV desde la Catedral de Córdoba.



Santa Misa de hoy, XXI domingo de Tiempo Ordinario, en la catedral de Córdoba, 25-8-2024

25 de agosto de 2024.-  (Camino Católico)  Celebración de la Santa Misa de hoy, XXI domingo de Tiempo Ordinario, presidida por Mons. Demetrio Fernández, obispo de Córdoba, emitida por 13 TV desde la Catedral de Córdoba.


Palabra de Vida 25/8/2024: «¿A quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna» / Por P. Jesús Higueras


Camino Católico.- Espacio «Palabra de Vida» de 13 TV del 25 de agosto de 2024, domingo de la 21ª semana de Tiempo Ordinario, presentado por el padre Jesús Higueras en el que comenta el evangelio del día.

Evangelio: San Juan 6, 60-69:

En aquel tiempo, muchos de los discípulos de Jesús dijeron: «Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?».

Sabiendo Jesús que sus discípulos lo criticaban, les dijo:

«¿Esto os escandaliza?, ¿y si vierais al Hijo del hombre subir adonde estaba antes? El Espíritu es quien da vida; la carne no sirve para nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Y, con todo, hay algunos de entre vosotros que no creen».

Pues Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar.

Y dijo:

«Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí si el Padre no se lo concede».

Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él.

Entonces Jesús les dijo a los Doce:

«¿También vosotros queréis marcharos?».

Simón Pedro le contestó:

«Señor, a ¿quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios».

Homilía de la 2ª lectura del Domingo: En el matrimonio la «sumisión», como el amor, ha de ser recíproca / Por Cardenal Raniero Cantalamessa, OFM Cap.


* «Al principio, de novios, se expresa el amor haciéndose regalos. Pero llega el tiempo para todos en que ya no basta con hacer regalos; hay que ser capaces de sufrir con y por la persona amada. Amarla a pesar de las limitaciones que se van descubriendo, de los momentos de pobreza, de las enfermedades mismas. Esto es verdadero amor que se parece al de Cristo. En general se llama al primer tipo de amor «amor de búsqueda» (con un término griego, eros); al segundo tipo, «amor de donación» (con el término griego ágape). La señal de que en una pareja se está pasando de la búsqueda a la donación, del eros al agape, es ésta: en lugar de preguntarse: «¿Qué más podría hacer por mí mi marido (respectivamente, mi mujer) que aún no haga?», uno se empieza a preguntar: «¿Qué más podría hacer por mi marido (o mi mujer) que aún no haga yo?»


Maridos, amad a vuestras mujeres: XXI Domingo del tiempo ordinario (B)

Josué 24, 1-2a.15-17b; Efesios 5, 21-32; Juan 6, 60-69

Cardenal Raniero Cantalamessa, OFM Cap. / Camino Católico.- «Sed sumisos los unos a los otros en el temor de Cristo. Las mujeres a sus maridos, como al Señor, porque el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es Cabeza de la Iglesia, el salvador del Cuerpo. Así como la Iglesia está sumisa a Cristo, así también las mujeres deben estarlo a sus maridos en todo. Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella. […] Así deben amar los maridos a sus mujeres como a sus propios cuerpos, porque el que ama a su mujer, se ama a sí mismo».

Esta vez desearía centrar la atención en la segunda lectura del día, procedente de la Carta a los Efesios, porque contiene un tema de gran interés para la familia. Leyendo con ojos modernos las palabras de Pablo, salta a la vista inmediatamente una dificultad. Pablo recomienda al marido que «ame» a su mujer (y esto está bien), pero además recomienda a la mujer que sea «sumisa» al marido, y esto, en una sociedad fuertemente (y justamente) consciente de la paridad de sexos, parece inaceptable.

De hecho es verdad. Sobre este punto San Pablo está condicionado en parte por la mentalidad de su tiempo. Sin embargo la solución no está en suprimir de las relaciones entre marido y mujer la palabra «sumisión», sino, si acaso, en hacerla recíproca, como recíproco debe ser también el amor. En otras palabras, no sólo el marido debe amar a la mujer, sino que también la mujer al marido; no sólo la mujer debe estar sometida al marido, sino que igualmente el marido a la mujer. Amor recíproco y sumisión recíproca. 

Someterse significa, en este caso, tener en cuenta la voluntad del cónyuge, su parecer y su sensibilidad; dialogar, no decidir solo; saber a veces renunciar al propio punto de vista. En resumen, acordarse de que se ha pasado a ser «cónyuges», esto es, literalmente, personas que están bajo «el mismo yugo» libremente acogido.

El Apóstol brinda a los esposos cristianos como modelo la relación de amor que existe entre Cristo y la Iglesia, pero explica enseguida en qué ha consistido tal amor: «Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella». El verdadero amor se manifiesta en la «entrega» al otro.

Hay dos formas de manifestar el propio amor a la persona amada. El primero es hacerle regalos, llenarla de dones; el segundo, mucho más exigente, consiste en sufrir por ella. Dios nos amó de la primera manera cuando nos creó y nos llenó de bienes: el cielo, la tierra, las flores, nuestro propio cuerpo, todo es don suyo… Pero después, en la plenitud de los tiempos, en Cristo, vino a nosotros y sufrió por nosotros, hasta morir en la cruz.

También ocurre así en el amor humano. Al principio, de novios, se expresa el amor haciéndose regalos. Pero llega el tiempo para todos en que ya no basta con hacer regalos; hay que ser capaces de sufrir con y por la persona amada. Amarla a pesar de las limitaciones que se van descubriendo, de los momentos de pobreza, de las enfermedades mismas. Esto es verdadero amor que se parece al de Cristo.

En general se llama al primer tipo de amor «amor de búsqueda» (con un término griego, eros); al segundo tipo, «amor de donación» (con el término griego ágape). La señal de que en una pareja se está pasando de la búsqueda a la donación, del eros al agape, es ésta: en lugar de preguntarse: «¿Qué más podría hacer por mí mi marido (respectivamente, mi mujer) que aún no haga?», uno se empieza a preguntar: «¿Qué más podría hacer por mi marido (o mi mujer) que aún no haga yo?».

Cardenal Raniero Cantalamessa, OFM Cap.


Homilía del Evangelio del Domingo: Recibir el «lenguaje duro» de Jesús como palabras que «son Espíritu y vida» y buscar la comunión con Dios / Por P. José María Prats

“Si Jesús es el Hijo de Dios encarnado que el Padre ha enviado para comunicar su vida al mundo, debe ser alabado y adorado, su Palabra debe ser conocida y meditada, y su voluntad discernida en cada momento para que, sometiéndonos a ella, recibamos su vida. En el fondo, el dar o no dar este salto desde el Jesús-profeta al Jesús-Hijo de Dios, depende de nuestra forma de entender la vida. Si de ella no esperamos otra cosa que gozar de un cierto bienestar en el breve tiempo de nuestra existencia terrena, nos basta con un Dios al que invocar en los momentos de dificultad. Si creemos que hemos sido creados por amor y destinados a participar eternamente de la plenitud de vida de Dios, buscaremos ya en este mundo la comunión con Él por medio de Jesucristo, su enviado”

Domingo XXI del tiempo ordinario – B:

Josué 24,1-2a.15-17.18b  /  Salmo 33 / Efesios 5,21-32 / Juan 6, 60-69

P. José María Prats / Camino Católico.El evangelio de hoy nos presenta lo que los expertos han llamado la crisis de Galilea. Desde el inicio de su ministerio mucha gente se había sentido atraída por Jesús a quien consideraban como un gran profeta de Nazaret, hijo de José. Sus signos sanando a enfermos, resucitando a muertos o multiplicando el pan, se parecían a los realizados por Elías o Eliseo. Pero en el discurso sobre el pan de vida que hemos leído en estos últimos domingos, Jesús va mucho más allá, afirmando su origen divino: Él es el Hijo de Dios, el «pan vivo que ha bajado del cielo para dar la vida al mundo».

Vimos cómo muchos se resistieron a dar este salto en su relación con Jesús: «¿No es éste Jesús –murmuraban– el hijo de José? ¿No conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo dice ahora que ha bajado del cielo?» Estaban encantados con un Jesús-profeta que acudiera solícito a satisfacer sus deseos y necesidades, sanando a los enfermos o dando de comer a la multitud. Pero reconocer a Jesús como el Hijo de Dios encarnado suponía tener que abandonar sus propios caminos para someterse a una voluntad soberana, y eso ya no resultaba tan atractivo: las afirmaciones de Jesús sobre sí mismo –dice el evangelio de hoy– constituían un lenguaje «duro» e inaceptable para muchos, que lo acabaron abandonando.

Esta crisis de Galilea, de hecho, ha estado siempre presente a lo largo de la historia del cristianismo. Muchos se han sentido atraídos por la belleza del mensaje de Jesús y por sus signos, pero se han quedado ahí, en el Jesús-profeta que propone unos valores maravillosos y al que se acude en momentos de necesidad o enfermedad.

Sólo algunos han recibido ese «lenguaje duro» de Jesús como palabras que «son Espíritu y vida», y que les mueven a consagrar a Él su vida. Si Jesús es el Hijo de Dios encarnado que el Padre ha enviado para comunicar su vida al mundo, debe ser alabado y adorado, su Palabra debe ser conocida y meditada, y su voluntad discernida en cada momento para que, sometiéndonos a ella, recibamos su vida.

En el fondo, el dar o no dar este salto desde el Jesús-profeta al Jesús-Hijo de Dios, depende de nuestra forma de entender la vida. Si de ella no esperamos otra cosa que gozar de un cierto bienestar en el breve tiempo de nuestra existencia terrena, nos basta con un Dios al que invocar en los momentos de dificultad. Si creemos que hemos sido creados por amor y destinados a participar eternamente de la plenitud de vida de Dios, buscaremos ya en este mundo la comunión con Él por medio de Jesucristo, su enviado. San Pedro lo ha entendido perfectamente cuando responde a Jesús: «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna».

La clave, pues, está en la vida eterna. Así se lo advierte Jesús a los que todavía no lo han entendido: «Vosotros me buscáis porque habéis comido hasta hartaros. No trabajéis por la comida que se acaba, sino por la comida que permanece y os da vida eterna».

P. José María Prats

Evangelio:

En aquel tiempo, muchos de los que hasta entonces habían seguido a Jesús dijeron:

«Es duro este lenguaje. ¿Quién puede escucharlo?».

Pero sabiendo Jesús en su interior que sus discípulos murmuraban por esto, les dijo:

«¿Esto os escandaliza? ¿Y cuándo veáis al Hijo del hombre subir adonde estaba antes? El espíritu es el que da vida; la carne no sirve para nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y son vida. Pero hay entre vosotros algunos que no creen».

Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a entregar. Y decía:

«Por esto os he dicho que nadie puede venir a mí si no se lo concede el Padre».

Desde entonces muchos de sus discípulos se volvieron atrás y ya no andaban con Él.

Jesús dijo entonces a los Doce:

«¿También vosotros queréis marcharos?».

Le respondió Simón Pedro:

«Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros creemos y sabemos que Tú eres el Santo de Dios».

Juan 6, 60-69




«Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios» / Por P. Carlos García Malo

 


sábado, 24 de agosto de 2024

Homilía del P. Carmelo Donoso y lecturas de la Misa de hoy, sábado, San Bartolomé, apóstol, 24-8-2024

 


24 de agosto de 2024.- (Camino Católico) Homilía del P. Carmelo Donoso y lecturas de la Santa Misa de hoy, sábado, San Bartolomé, apóstol, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.

Santa Misa de hoy, sábado, San Bartolomé, apóstol, 24-8-2024



24 de agosto de 2024.- (Camino Católico) Celebración de la Santa Misa de hoy, sábado, San Bartolomé, apóstol, presidida por el P. Carmelo Donoso, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.

Palabra de Vida 24/8/2024: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño» / Por P. Jesús Higueras



Camino Católico.- Espacio «Palabra de Vida» de 13 TV del 24 de agosto de 2024, sábado, San Bartolomé, apóstol, presentado por el padre Jesús Higueras en el que comenta el evangelio del día.

Evangelio: San Juan 1, 45-51:

En aquel tiempo, Felipe encuentra a Natanael y le dijo:

«Aquel de quien escribieron Moisés en la ley y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret».

Natanael le replicó:

«¿De Nazaret puede salir algo bueno?».

Felipe le contestó:

«Ven y verás».

Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él:

«Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño».

Natanael le contesta:

«¿De qué me conoces?».

Jesús le responde:

«Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi».

Natanael respondió:

– «Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel».

Jesús le contestó:

«¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores».

Y le añadió:

«En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre».