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domingo, 8 de diciembre de 2024

Sergio y Encarna, supervivientes de la Dana: «Con Dios todo es posible. Ante el dolor más horroroso, la oración es el único consuelo. De hecho, estamos seguros de que la oración salva vidas»


Sergio y Encarna estuvieron en grave peligro durante la riada de la DANA

* «La DANA nos ha enseñado a valorar lo importante. ¿De qué sirve la vida si no es para entregarla por los demás y por Cristo? Ahora que lo hemos perdido todo, vemos que sólo tenemos una oportunidad para dar gloria a Dios y llegar al Cielo, que es lo único importante»

Camino Católico.- Sergio y Encarna sobrevivieron milagrosamente a la DANA del 29 de octubre de 2024. Eso sí, de un plumazo perdieron todo lo que tenían, incluida su agencia de peregrinaciones Preferisco il Paradiso. Tienen claro que nada pasa por casualidad, y que Dios y la Virgen están con ellos en este durísimo camino. Un camino también regado de gracias que relatan a Marta Peñalver en la Revista Misión.

A Sergio la Dana lo pilló metido en su furgoneta junto a su cuñado Bosco. Iban a buscar a Idoia, la mujer de Bosco, que estaba embarazada y sola, y el agua había comenzado a entrar en su casa en Alginet (Valencia). Pero nunca llegaron. Una gran ola les arrastró y en cuestión de segundos el coche estaba hundido y ellos nadando contra un mar de agua marrón en la que flotaban coches arrastrados por la riada. 

Sergio logró llamar a su mujer y despedirse de ella. En su mente sólo le tranquilizaba pensar que hacía unos días había hecho una confesión general, “así que pensaba que algo de purgatorio me iba a ahorrar”… Nadó como pudo hasta salir de esa pesadilla y, según cuenta, “salvé milagrosamente la vida escalando unas rocas en plena oscuridad”.  Y no sólo eso, logró sacar a varias personas del agua, entre ellas a su cuñado Bosco, a quien por un momento había dado por muerto. Cuando lograron ponerse a salvo, pasaron la noche en un parque de bomberos donde no dejaron de escuchar sirenas y avisos. 

A la mañana siguiente, Sergio salió a pie por las vías del tren a buscar a su familia. Lo que encontró por el camino era un escenario de película de terror: todo estaba arrasado. Al llegar a su casa golpeó la puerta varias veces… Nadie contestaba. Pasó los momentos más angustiosos de su vida, hasta que la vecina lo escuchó y le explicó que su familia estaba en la gasolinera cercana. Había sido desalojada por la UME.


Así quedó la casa de Sergio y Encarna

Encarna escapó por el tejado

Para Encarna, su mujer, esa tarde de martes transcurría como otra cualquiera. Estaba en casa con sus cinco hijos, de entre 6 años y 11 meses, y con Marina, una señora que les ayuda en casa. Sobre las 7 de la tarde, su marido la llamó para despedirse porque, subido al capó de su furgoneta, estaba seguro de que iba a morir. Ella se quedó en shock, pero no pudo detenerse apenas a pensar porque el agua empezó a entrar en su casa. Cogió a los niños y, al ver que el agua seguía subiendo, decidieron salir al tejado por una pequeña ventana y cruzar a casa de los vecinos.  “Antes de cruzar llamé a un sacerdote amigo, que me dio la bendición y me mandó ángeles para que nos protegieran, y de verdad sentí que ese tejado no lo estaba cruzando sola con mis hijos”. Ahí pasó la noche, sin saber nada de su marido, hasta que el equipo de la UME los trasladó a una gasolinera cercana.

Sergio y Encarna se reencontraron en la gasolinera y rompieron a llorar al comprobar que toda su familia estaba bien. Desde entonces, Dios y la Virgen los sostienen cada día con verdaderas gracias y auténticos milagros que este joven matrimonio de Paiporta relata.

Debajo del cuadro se ve la marca de la altura a que llegó el agua en casa de Sergio y Encarna
- ¿Siempre habéis sido creyentes? 

Encarna: Yo sí. Me he criado en una familia en la que Dios era el centro.

Sergio: Yo no. Me convertí con 18 años. Pidieron monitores para los grupos de la parroquia y yo me ofrecí. El párroco me dijo que tenía que comenzar a ir a misa los domingos, y eso hice. Poco a poco me fui enamorando… Pasaba la semana deseando que llegara el domingo para volver, porque en ese momento estaba tan perdido que no sabía que se podía ir a misa a diario. 

- ¿Cómo era su vida antes de esa conversión? 

Sergio: Con el tiempo he visto que siempre he sido un mimado de la Virgen. Desde pequeño la he sentido cercana, en concreto a la Virgen de los Desamparados. Además, aunque no era creyente, siempre he sido provida y admirador de la labor de la Iglesia. Entonces conocí a mi mujer y me quedé prendado de ella. Desde el principio me dijo que quería ser virgen hasta el matrimonio. Yo pensaba que estaba loca, pero estaba y estoy enamoradísimo de ella, así que tuvimos un noviazgo cristiano. 

- ¿Cómo llegó su conversión?

Sergio: Mi suegro me invitó a conocer a los Heraldos del Evangelio, donde vivimos hoy la fe, y a partir de ahí cambió radicalmente mi vida. Hicimos la consagración de nuestro noviazgo el 7 de octubre de 2014, y el 7 de octubre de 2017 nos casamos. Desde entonces nuestra familia ha sido lo que Dios ha querido. Él nos manda las cruces y las hemos ido aceptando lo mejor posible, como la que estamos viviendo ahora, tras la Dana.

- Y como la cruz que los llevó a dar un vuelco profesional a vuestra vida…

Sergio: Así es. En el embarazo de nuestro tercer hijo me echaron del trabajo y en nuestro corazón empezó a resonar la idea de convertirnos en una familia misionera. No sabíamos cómo, pero sí sabíamos que la Santísima Virgen nos pedía trabajar para dar gloria a Dios y no para el mundo, y vimos que la forma era crear una agencia de peregrinaciones, Preferisco il Paradiso, una iniciativa en la que la Virgen puso hasta el último céntimo. Desde entonces acabamos todos los meses con entre menos 10 céntimos o más 10 céntimos, y eso es una bendición porque nos obliga a confiar en la Divina Providencia. 

- Y ahora más que nunca… 

Sergio: Pues sí. Cuando llegué a mi casa después de la inundación pensé que todo había acabado, pero dentro de la dureza de la situación estamos viendo llegar gracia tras gracia. Al día siguiente de la riada nos ofrecieron casa, coche, ropa y comida en Valencia. Y hasta un local para seguir con la agencia… Hemos podido recuperar milagrosamente las claves que perdimos; y estamos conociendo a gente que admiramos personal y profesionalmente a la que nunca nos habríamos atrevido a contactar porque somos una agencia muy pequeña. Todo esto viene de Dios.

- ¿Qué sentido tiene esta catástrofe?

Encarna: Todo es para volver la vista a Dios, da igual que sea en nuestra casa perfecta o entre el barro, y para dar nuestra vida para poder ir al Cielo.

- ¿Está Dios en medio de esta tragedia?

Sergio: Claro que está. Yo lo veo en muchísimos detalles. Lo primero en cómo nos hemos salvado milagrosamente. Pero también en cuantas personas que están volviendo a rezar.

Encarna: También lo vemos en los sacerdotes, religiosas y jóvenes de todas las parroquias que regresan a casa molidos y al día siguiente vuelven a seguir animando a la gente. Y en los abrazos entre vecinos que antes ni se saludaban. Y por supuesto en la paz con que estamos viviendo esto, eso nos puede venir más que de Dios.

- ¿Notáis la oración de tanta gente que está rezando por vosotros?

Encarna: Se nota muchísimo. Yo me siento sostenida por la oración. Tenemos claro que gracias a ella estamos tan confiados y con tanto desapego de nuestras cosas materiales. 

- ¿Cómo lo han vivido vuestros hijos?

Encarna: De una manera increíble. Normalmente, no te vamos a engañar, son niños bastante pidones. Sin embargo, están aceptando todo: el haber perdido sus cosas, el llevar ropa prestada… Ven la situación y obedecen a la primera sin rechistar… Hoy mi hija de cinco años me ha dicho:  “Mamá, descansa  que ya baño yo a los pequeños”.

- ¿Qué os ha enseñado la DANA?

Encarna: A valorar lo importante. ¿De qué sirve la vida si no es para entregarla por los demás y por Cristo? Ahora que lo hemos perdido todo, vemos que sólo tenemos una oportunidad para dar gloria a Dios y llegar al Cielo, que es lo único importante.

- ¿Hay consuelo en el sufrimiento?

Sergio: Con Dios todo es posible. Ante el dolor más horroroso, la oración es el único consuelo. De hecho, estamos seguros de que la oración salva vidas. 

Nuria del Canal: «Me eduqué en un colegio del Opus Dei, me alejé de la fe, tenía atracción hacia el mundo demoníaco, hice muchas prácticas esotéricas, pero un día escuché la voz de Dios, me arrepentí y confesé»

Nuria del Canal escuchó la voz del Señor y su vida quedó transformada

* «Volví a escuchar la voz, por tercera vez, y, me dijo: 'lo que más me ofende es que es que te arrodillas delante de otros santos y no lo haces delante de mí, te quiero en mi templo'. Entonces sentí la gracia del arrepentimiento, cosa que yo no había tenido nunca, y una necesidad grandísima de confesarme. Asistí a misa inmediatamente, aquella misa fue como si fuera el día de mi boda, no he visto misa más bonita. Después de unos 30 años comulgué y ahí empezó mi vida de fe. Como estaba tan perdida, me confié a la Virgen, le pedí al sacerdote que me explicara cómo rezar el Rosario y me consagré»

 Vídeo de El Rosario de las 11 PM en el que Nuria del Canal cuenta su testimonio

Camino Católico.- Nuria del Canal tiene 51 años, es de Barcelona y ha contado su testimonio en El Rosario de las 11 PM. Educada en un colegio del Opus Dei, pasó por la brujería y la santería hasta regresar de nuevo a la Iglesia Católica. Tres voces cambiaron todos sus esquemas. Esta es una síntesis de su testimonio en primera persona de lo que cuenta en el vídeo:

Ouija, tarot, reiki, péndulo…

Ahora estoy donde estoy, pero todo fue un largo caminar, de muchas caídas y muchos golpes. Fui educada en una familia católica, pero de nombre, no éramos practicantes para nada. Soy la hija pequeña de tres hermanas y desde los inicios ya éramos una familia bastante desestructurada, bastante caótica, con muchos problemas, ha sido una infancia muy difícil.

Yo me eduqué en un colegio del Opus Dei, y puedo decir que he recibido una buena formación en cuanto a la fe, a la doctrina y al  conocimiento de Dios. Pero, cuando era adolescente me distancié de la fe católica y me enfadé. Cuando salí del colegio fue una explosión de libertad, de repente el mundo se abría ante mí y era un mundo a explorar. Esto me llevó a todo tipo de errores, de prácticas, en definitiva, de bastantes equivocaciones.

Cuando era muy jovencita, tenía unos 15 años más o menos, estaba de moda practicar la ouija y estuve un verano entero practicándola con una amiga. El mundo prenatural, el mundo demoníaco siempre me había llamado la atención (...). Siempre había tenido una atracción especial y muy intensa hacia el mundo demoníaco, a la parte digamos oscura del ser humano, a la parte oscura de las fuerzas del universo. Me interesaba mucho todo lo que era oscuro, todo lo que era satánico.

Esto me llevo a practicar ouija, tarot, reiki, péndulo... no os lo recomiendo en absoluto. De jovencita todo me valía, todo lo que no entendía lo daba por válido, me pasaban realmente cosas fuera de lo normal, nada positivas y difíciles de explicar. Para algunas personas, incluso, un poquito terroríficas (...). Practiqué mucha ouija y muchas prácticas esotéricas de diferente calibre, empecé también a jugar con la magia de manera autodidacta de mayor.

Yo era de profesión diseñadora de moda y tenía una vida como la mayoría de las personas, me divertía, salía, entraba, hacía una vida en la que parecía que todo estaba bien. No hacía daño a nadie. Soy madre de un niño, que ahora tiene 14 años, madre soltera, en mi vida era todo como 'no pasa nada, todo está bien'. No creía en la Iglesia, obviamente los mandamientos era como 'qué me estás contando', todo era un poquito a mi gusto, si estudiaba alguna cosa sobre alguna religión pues lo adaptaba.

Era una búsqueda constante de Dios, pero siempre haciendo como un giro, sin entrar en la Iglesia, porque la Iglesia para mí era algo que no lo quería en mi vida, que siempre esquivaba.  Y fue por una cosa muy absurda, descubrí que existió la inquisición y me pareció tan extraño y tan malvado, que la decepción fue tan grande. No me pasó nada personal pero sufrí una decepción.

Se fue acercando el año 2020, ya llevaba unos años buscando a mi manera a Dios y cuatro años practicando la Umbanda, era una religión que se adaptaba bastante a mis necesidades. Me gustaba porque no había normas, no tenías que dar muchas explicaciones ni tampoco ser muy meritorio en nada, era una religión muy cómoda y además estaba enfocada para hacer el bien".  

Hubo un día en el que estaba trabajando, haciendo una colección de moda y tenía que investigar la temática que había elegido. En aquel momento, a mí me había inspirado el universo y tuve que mirar estrellas, astros, planetas... Tuve que analizar documentación científica sobre medidas del universo, aquello fue un choque para mí. Salí del trabajo y empecé a sentir una tristeza muy profunda, unas ganas de negar la existencia de Dios. Mi mente no podía entender que existiera Dios, si yo acababa de ver esas medidas.


Nuria del Canal

Dios le habla de su amor por ella

Siempre he creído en la primera persona de la Santísima Trinidad, pero nunca había tenido ese momento de rebeldía de negar a Dios. Estaba conduciendo y empecé a tener un diálogo con ese Dios que no existía (...). Con toda la de millones de personas que hay, los problemas y guerras, cómo va Dios a fijarse en mi persona y a saber que estoy aquí. A partir de ahora creo que voy entiendo que Dios es imposible que exista. Fue la primera vez en mi vida que decía algo así, lo cual me daba impacto, era serio escucharme a mí misma decir aquello. 

Cuando yo lo estaba negando, sentí una voz dentro de mí muy profunda, que decía: ¿tú amas a tu hijo?'. Y yo, 'hombre claro, yo amo a mi hijo más que al universo entero'. Y, de repente, me quedé tan impactada que me puse a llorar de la impresión, esta voz me respondió, que si yo era capaz de amar a mi hijo de esa manera, cómo podía pensar que Él, que era Dios, no me amaba a mí por encima de todo ese amor. Estaba conduciendo y me tuve que salir al arcén.  

Yo seguí con mi vida, hacía hechicería, adoraba a los espíritus, bailes, les entregábamos comida. Era como una alabanza constante a estas entidades. Se me llegó a decir que mi ángel custodio, dentro de esta religión, era Dios Padre. Era bastante bonito para mí, porque mi relación siempre había sido muy directa con Dios Padre (...). Hasta que mi vida profesional cambió y me quedé sin trabajo.

Llegó el día de la Virgen de Guadalupe del año 2020, llevaba unos meses en el paro, tenía unos problemas familiares muy serios. Me disponía a llevar a mi hijo al colegio, fui a la habitación y recuerdo bendecir a Dios por este hijo que me había dado. Pero, literal, decir: 'Bendito sea Dios por este hijo que me has dado'. Salí de la habitación y, en la entrada de la cocina, de una manera muy clara, volví a escuchar esta voz que me preguntaba si le daría a mi hijo.

Me quedé sorprendida y le contesté de corazón, mi respuesta automática fue: 'hombre, tú nos diste a tu hijo en la cruz y no va a ser más mi hijo que el tuyo, no me gustaría, pero hágase tu voluntad y no la mía'. Quedé como traspuesta, pensé en si me estaba pidiendo a mi hijo, en el sentido de que se fuera a morir. Me olvidé del tema, fui al colegio y, cuando llegué a mi casa, mi móvil se empezó a mover solo, como si cogen y empiezan a manejarlo, me quedé estupefacta dejando que funcionara.

Y se puso en mi móvil la película El cielo es real', una película de un niño americano que falleció cuando era pequeño, y tuvo una experiencia cercana a la muerte, en donde vio a Jesús. Dije, vale, pues voy a verla, no tengo nada que hacer. De repente, todo quedó como a cámara lenta y sucedieron muchas cosas. Tuve como una visión completa de toda mi vida, sentía que delante de mí estaba Dios, que estaba siendo juzgada. Lo que para mí era una vida estupenda, bajo esta mirada mi vida era un auténtico desastre. Sabía que esta presencia lo sabía todo, yo no podía ocultar nada. Volví a escuchar la voz, por tercera vez, y, me dijo: 'lo que más me ofende es que es que te arrodillas delante de otros santos y no lo haces delante de mí, te quiero en mi templo'.

Entonces sentí la gracia del arrepentimiento, cosa que yo no había tenido nunca, y una necesidad grandísima de confesarme. Asistí a misa inmediatamente, aquella misa fue como si fuera el día de mi boda, no he visto misa más bonita. Después de unos 30 años comulgué y ahí empezó mi vida de fe. Como estaba tan perdida, me confié a la Virgen, le pedí al sacerdote que me explicara cómo rezar el Rosario y me consagré.

Nuria del Canal

José Carlos González-Hurtado: «La ciencia demuestra que existe un Dios personal que cuida de su creación»


José Carlos González-Hurtado dice que “si el universo no es ni eterno ni infinito, necesariamente tiene que tener un principio”

* «La teoría del Big Bang lo que viene a decir es que el universo no es eterno, porque tiene un principio. Hace 13.700 millones de años (13.700.000.000), el universo tuvo un principio. Lo que implica que toda la materia, el tiempo y el espacio estaban comprimidos en un solo punto, que es lo que se llama la singularidad. En ese punto se creó todo: la materia, el espacio y el tiempo. Eso, necesariamente, nos dice que tiene que haber un algo, un alguien, eso que llamamos Dios, que no era ni espacial, ni temporal, ni material, que fue el que creó la materia, el espacio y el tiempo. La teoría del Big Bang deja al ateísmo con brocha y sin escalera, porque no tiene una explicación de cómo se creó el universo. Pero es que, además, sabemos que el universo también tendrá un final, con lo cual no solo no es eterno, sino que tampoco es infinito»

Vídeo de ACdP en el que José Carlos González-Hurtado es entrevistado

* «El Proyecto Genoma Humano terminó en 2004, prácticamente anteayer. Y también demuestra que el ADN del ser humano es un lenguaje, y detrás de cada lenguaje hay necesariamente una inteligencia. Para no ser yo quien lo diga, el director del Proyecto Genoma Humano era un señor que se llamaba Francis Collins, que es quizá el biólogo más importante actualmente vivo. Cuando empezó el proyecto, en 1990, era ateo. A mitad del proyecto se convirtió en teísta, y vino a decir: «He descubierto que tiene que haber Alguien que haya diseñado esto, porque hay un lenguaje». Al final del proyecto se bautizó y ahora forma parte del Consejo Asesor Científico del Papa. Es decir, que cuánta más ciencia, más Dios»

Camino Católico.- Su libro Nuevas evidencias científicas de la existencia de Dios (Voz de Papel) se ha convertido en un éxito inesperado, que le ha llevado a protagonizar numerosos vídeos virales y a ser entrevistado en canales que nada tienen que ver con la religión. Y no es casual, porque José Carlos González-Hurtado ha aplicado el mismo rigor y capacidad divulgativa en sus páginas, que las que le llevaron a la cima de una gran empresa internacional… que dejó para introducir en España el canal católico EWTN. Una solidez argumental que despliega en esta entrevista de José Antonio Méndez para el último número de La Antorcha, la revista gratuita editada por la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP).

— Ha escrito Nuevas evidencias científicas de la existencia de Dios (Voz de papel) y en un año, se ha convertido en un auténtico superventas. En pleno siglo XXI: ciencia y fe, ¿son incompatibles?

—La ciencia y la fe nunca han sido incompatibles. Eso es un mito. Y como casi todos los mitos, es un mito interesado. Hay gente que está detrás de esa idea, un grupo de ateos que nos han intentado hacer creer que la ciencia está contrapuesta a Dios. Y también, probablemente, hay una «persona», el Maligno, que es quien quiere que nos alejemos de Dios y es la que instiga eso. Pero lo cierto es que, si nunca han sido ciencia y fe contradictorios, en los últimos cincuenta años hay evidencias suficientes como para decir que pensar lo contrario es, por lo menos, temerario.

— ¿Por qué es razonable creer en la existencia de Dios?

— Responderé al margen de las pruebas filosóficas que siempre llevaron a Dios. Porque cualquier persona que comprenda realmente cualquiera de las cinco vías de santo Tomás, no puede sino llegar a la conclusión de que existe Dios. Pero lo que la ciencia viene a demostrar, porque hay evidencias, y lo que la filosofía viene a demostrar o deja en evidencia, es que existe eso que llamamos Dios creador. Contrariamente a lo que muchos católicos creen, que Dios existe no es solo una verdad de fe. La propia Iglesia, en el número 36 del Catecismo, dice que se puede llegar al conocimiento cierto de la existencia de un Dios creador solo a través de la razón.

— Entonces, ¿qué le añade la fe a la razón?

— Fe es creer que Jesucristo es Dios. Fe es creer que hay un Dios uno, y tres personas a la vez. Pero creer en Dios creador no es necesariamente una verdad de fe; es una verdad que se puede alcanzar a través de la razón y de la ciencia. En los últimos cincuenta años, la cosmología, la física, las matemáticas, la biología y la química llevan necesariamente a la existencia de Dios. Es lo que yo llamo las nuevas cinco vías.


José Carlos González-Hurtado asegura que "creer en Dios creador no es necesariamente una verdad de fe; es una verdad que se puede alcanzar a través de la razón y de la ciencia"

— ¿Y cuáles son esas evidencias que hacen que sea más razonable creer en la existencia de Dios, que afirmar que Dios no existe?

— Vamos por partes. En física y en cosmología hay dos posibilidades: o el universo es eterno e infinito, o el universo no es eterno ni infinito. No hay otras posibilidades: o es eterno o no lo es. O es infinito o no lo es. Si el universo es eterno e infinito, no supone un problema para los que somos creyentes, pero tampoco supone un problema para el que es ateo, porque un universo eterno e infinito podría no necesitar a Dios. Es decir, la materia eterna podría no necesitar a Dios. Esa era la teoría prevalente hasta mediados del siglo pasado: lo que se llama el universo en estado estacionario. Pero a mediados del siglo pasado llega un astrónomo y físico belga, el padre Lemaître, sacerdote católico, y propone una teoría, que después se ha comprobado suficientemente como para ser parte del modelo cosmológico estándar, que es la que llamamos teoría del Big Bang.

— Se habla mucho de esto, pero ¿qué es exactamente la teoría del Big Bang?

— Lo que viene a decir es que el universo no es eterno, porque tiene un principio. Hace 13.700 millones de años (13.700.000.000), el universo tuvo un principio. Lo que implica que toda la materia, el tiempo y el espacio estaban comprimidos en un solo punto, que es lo que se llama la singularidad. En ese punto se creó todo: la materia, el espacio y el tiempo. Eso, necesariamente, nos dice que tiene que haber un algo, un alguien, eso que llamamos Dios, que no era ni espacial, ni temporal, ni material, que fue el que creó la materia, el espacio y el tiempo. La teoría del Big Bang deja al ateísmo con brocha y sin escalera, porque no tiene una explicación de cómo se creó el universo. Pero es que, además, sabemos que el universo también tendrá un final, con lo cual no solo no es eterno, sino que tampoco es infinito.

— Si el Big Bang habla del inicio, la segunda ley de la termodinámica habla de ese final del universo…

— Y fue otro católico, Boltzmann, quien desarrolló la segunda ley de la termodinámica, que predice que el universo material tal como lo conocemos tendrá «una muerte térmica». Esto también deja al ateísmo desarbolado, porque si el universo no es ni eterno ni infinito, necesariamente tiene que tener un principio.

José Carlos González-Hurtado junto a la portada de su libro

— Ya vemos cómo la física y la cosmología evidencian a Dios. Pero ¿desde las matemáticas?

— Hay otro señor, que se llama Hilbert, que a principios del siglo pasado propone la negación de los infinitos actuales, que viene a demostrar que el universo tampoco es infinito, porque desde la matemática lo que dice es que un infinito actual no puede existir. Si el universo fuera infinito, sería un infinito actual. Matemáticamente, demuestra que eso no puede existir, con lo cual, una vez más, la matemática dice lo mismo que la física y la cosmología. También está Gödel, un austríaco que probablemente es el matemático más importante de la historia de la humanidad, que propone los teoremas de incompletitud. Y a mí me sorprende que la gente no los conozca.

— Es que no son especialmente sencillos…

— Es verdad que son muy complicados, pero la conclusión necesaria de los teoremas de incompletitud de Gödel es que Dios tiene que existir, porque si Dios no existe, la aritmética, y, por tanto, la matemática, y, por tanto, la ciencia, no serían consistentes ni comprensibles. Gödel demuestra desde el punto de vista matemático que necesitamos a Dios para la consistencia de la ciencia.

— Más allá del cosmos, ¿se puede llegar a Dios a través del cuerpo humano?

— Sí. Porque después de la física, la cosmología y las matemáticas, están la genética y la biología. El Proyecto Genoma Humano terminó en 2004, prácticamente anteayer. Y también demuestra que el ADN del ser humano es un lenguaje, y detrás de cada lenguaje hay necesariamente una inteligencia. Para no ser yo quien lo diga, el director del Proyecto Genoma Humano era un señor que se llamaba Francis Collins, que es quizá el biólogo más importante actualmente vivo. Cuando empezó el proyecto, en 1990, era ateo. A mitad del proyecto se convirtió en teísta, y vino a decir: «He descubierto que tiene que haber Alguien que haya diseñado esto, porque hay un lenguaje». Al final del proyecto se bautizó y ahora forma parte del Consejo Asesor Científico del Papa. Es decir, que cuánta más ciencia, más Dios. Como decía Heisenberg, que también era el padre de la física cuántica, uno de los físicos más importantes que haya existido y un hombre muy religioso, el primer sorbo de la copa de las Ciencias Naturales te convertirá en ateo, pero al final del vaso, está Dios esperándote.

— Entonces, dentro del mundo científico, ¿quiénes son ateos?

— La gente que no ha estudiado mucho de ciencia o que no la ha practicado. En la sociedad científica norteamericana más importante preguntaron en qué creían los científicos. La inmensa mayoría son teístas o religiosos. El único sector de científicos que no son mayoritariamente teístas son los de más de setenta años, que además no han practicado ciencia: aquel que estudió química y luego se dedicó a aeromodelismo, o cosas así. Este tipo es el que tiende a no creer en Dios. Porque cuanta más ciencia, más Dios.

— No obstante, esto puede conducir a la idea de un Dios relojero, que pone en marcha el mundo y después se desentiende de él. ¿Es igual de razonable creer que el Creador no se desentiende de su obra?

— Yo diferencio tres niveles: uno es el deísmo, que, es decir: existe un Dios, ha creado el universo y se ha desentendido de él. Luego está el teísmo, que es creer en un Dios personal. Que sea un Dios personal no es que sea un Dios antropomórfico, con forma humana, sino, como decía Boecio, que tiene una inteligencia individual de naturaleza racional. Es decir, es un Dios con el que nos podemos relacionar. Y luego está la creencia religiosa: Dios se ha encarnado, es Jesucristo y ha venido aquí a salvarnos.

— ¿Qué es lo que nos asegura la ciencia?

— Las dos primeras cosas: existe un Dios personal, que cuida de su creación. La ciencia demuestra que existe un ser inteligente, omnisciente, que no es temporal, ni espacial, ni material, y que cuida de la creación, porque en cada momento de estos 13.700.000.000 de años en el que se ha dado una tesitura en que podía desbaratarlo todo, intervino para que no lo hiciera.

— ¿A qué se refiere?

— A que lo lógico y lo más probable es que el Big Bang hubiera terminado mal, en lo que se llama el Big Crunch. Hay más de doscientas leyes y constantes físicas que, si hubieran variado milimétricamente, ni tú ni yo estaríamos aquí. El universo no habría sido creado. ¿Por qué la velocidad de la luz es trescientos mil kilómetros por segundo en vacío? Porque es una constante. Si no fuera una constante, si no fuera esa velocidad, no estaríamos aquí. Pero lo cierto es que no hay ninguna razón para que eso sea así. Las constantes de la física son observables, no deducibles: se observan, pero no se pueden deducir. La constante cosmológica está afinada a ciento veinte dígitos. Esto significa ciento veinte veces 0,00000... y, al final, ciento treinta y ocho. Si esa constante cosmológica no fuera afinada a ciento veinte dígitos, sino ciento diecinueve o ciento dieciocho, y no fuera ciento treinta y ocho, sino ciento treinta y cuatro o ciento treinta y siete, el universo habría colapsado y no estaríamos aquí. Nadie en física piensa que la constante cosmológica está ahí por casualidad. Es imposible. Y no se deduce de nada. Esto es lo es importante.


José Carlos González-Hurtado afirma que "si quieres que tu hijo salve su alma, tienes que darle razones por las que creer"

— Hablemos de los multiversos, esa teoría tan en boga por Internet que dice que el nuestro es uno entre miles de universos posibles, que no tienen ninguna conexión con nosotros y de los que no sabemos nada…

— Eso es. Unos dicen que habría dos mil universos, otros dicen que doscientos mil… Pero es que eso no es una teoría científica. Como dijo en 2021 Polkinghorne, que es el físico británico más importante de este siglo XXI, eso no es ciencia: es metafísica, en el mejor de los casos. El tipo que ideó esa teoría era un ateo, que sufrió mucho en la vida y murió a los 51 años, alcoholizado, y que tenía un deseo de trascendencia. Pero claro, siendo ateo, decía: «si muero, dejo de existir, porque soy solo materia». E ideó un: «Bueno, yo voy a aparecer en otro multiverso». Es un señor que se llamaba Hugh Everett, que propuso esa teoría a Niels Bohr, premio Nobel, y Niels Bohr se rió de él y dijo, literalmente, que Everett era un idiota. Es una teoría muy buena para películas, pero no es ciencia. Solo existe un universo y es este universo.

— Así que, aunque esté de moda, ¿es anticientífica?

— La teoría del multiverso se ha inventado como un escapismo, para huir de la necesidad de que este universo afinado haya sido creado por Dios. Hay un señor que se llama Roger Penrose, que es Premio Nobel de Física del año 2020, que hace el cálculo de cuantos universos tendrían que existir para tener un universo como este. Y es de uno elevado a diez, elevado a diez, elevado a ciento veintitrés. Es un número tan inmenso que es imposible de calcular. Hubo un candidato al Nobel, Fred Hoyle, que decía que si metes en un hangar todas las piezas desmontadas de un Boeing 747, y viene un tornado, y el tornado ensambla todas las piezas de modo que el Boeing 747 esté dispuesto a despegar sobre el mismo tornado, las probabilidades de que eso ocurra son mucho mayores que las de tener un universo como el nuestro. Lo estadísticamente probable es que nuestro universo no existiera. Lo estadísticamente probable es que ningún universo hubiera creado vida. Y, sin embargo, aquí estamos.

— ¿Por qué es tan necesario insistir en la razonabilidad de la existencia de Dios?

— Esto es un dato del Pew Research, que trata de los millennials, pero que afecta igual a la generación Z y a los boomers. Sorprendentemente, la principal razón por la que los jóvenes abandonan la práctica religiosa, en un 82 %, no es porque estén en contra de tal dogma, porque el Papa les caiga mal, o porque su párroco sea malo. Lo que dice el 82 % es que piensa que ciencia y Dios están enfrentados. Lo vuelvo a decir: la principal razón para el 82 % de los jóvenes que abandonan la fe es que la ciencia desdice a Dios. Y lo irónico es que nunca ha habido tantas pruebas como ahora. Además, más de un 60 %, dice: «si tú quieres que yo crea, dame pruebas». Por eso, cuando mis amigos católicos me dicen que no hace falta probar que Dios existe, les digo que sí es necesario.

— Así que las pruebas, o los indicios científicos, son también un modo de evangelizar…

— Si quieres que tu hijo salve su alma, tienes que darle razones por las que creer. Y, de hecho, el Catecismo las llama «pruebas» en el número 31. Tú llámalo evidencias, llámalo guías, o como quieras, pero dáselas. Porque si lo que te están pidiendo es eso, entonces la principal razón por la que la gente se aleja de la práctica religiosa es por un error inmenso. Nadie quiere parecer tonto, y por alguna extraña razón, se ha dado esa idea, también intencionada, de que creer en Dios es de tontos. Por eso hay que recordar que más del 95% de los premios Nobel de Ciencias en los últimos cien años eran teístas o religiosos, es decir, menos del 5% de los premios Nobel de Ciencias, Física, Química, Fisiología y Medicina eran ateos o agnósticos. En los Nobel de Literatura de los últimos cien años, el 35 % eran agnósticos o ateos. Lo digo de broma, pero ser ateo es de letras, no de ciencias. Y desde luego, creer en Dios, es mucho más razonable que ser ateo.