21 de noviembre de 2024.- (Camino Católico) Adoración al Santísimo Sacramento con el P. José Aurelio Martín Jiménez, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.
jueves, 21 de noviembre de 2024
miércoles, 20 de noviembre de 2024
Papa Francisco en la Audiencia, 20-11-2024: «Cada uno tiene su carisma, don del Espíritu Santo, para el ‘servicio’ de la comunidad; todos los carismas, son ‘míos’ al igual que ‘mis’ carismas son para el bien de todos»
* «Dos elementos ayudan a definir lo que es el carisma. En primer lugar, el carisma es el don concedido “para el bien común" (1 Co 12:7). En otras palabras, no está destinado principal y ordinariamente a la santificación de la persona, sino al “servicio" de la comunidad (1 Pe 4:10). En segundo lugar, el carisma es el don concedido “a uno", o “a algunos" en particular, no a todos del mismo modo, y esto es lo que lo distingue de la gracia santificante, de las virtudes teologales y de los sacramentos, que en cambio son iguales y comunes a todos. El carisma es a una persona o a una comunidad especial, es un don que Dios te da»
Video completo de la transmisión en directo realizada por Vatican News de la catequesis traducida al español y de la síntesis que el Papa ha hecho en nuestro idioma
* «Quiero decir que el año que viene, en el Día de los Adolescentes, canonizaré al beato Carlo Acutis (el domingo 27 de abril a las 10.30 horas en la Plaza de San Pedro). Y en el Día de los Jóvenes, el año entrante, canonizaré al beato Pier Giorgio Frassati»
20 de noviembre de 2024.- (Camino Católico) La acción carismática del Espíritu Santo ha sido el argumento de la catequesis del Papa Francisco pronunciada esta mañana durante su tradicional Audiencia General en la Plaza de San Pedro. Francisco, citando un famoso texto del Concilio Vaticano II, asegura que el Espíritu Santo no sólo santifica, sino que también distribuye gracias especiales entre los fieles de cualquier condición y, por ende, “todos tenemos dones personales”: “Cada uno tiene su carisma, don del Espíritu Santo, para el ‘servicio’ de la comunidad; todos los carismas, son ‘míos’ al igual que ‘mis’ carismas son para el bien de todos”.
Al final de la audiencia general Francisco ha anunciado que Carlo Acutis será proclamado santo durante el Jubileo de los Adolescentes, que tendrá lugar en Roma del 25 al 27 de abril de 2025. En un comunicado posterior, el Arzobispo de la diócesis de Asís Mons. Domenico Sorrentino, especificó que la canonización de Acutis está prevista para el domingo 27 de abril a las 10.30 horas en la Plaza de San Pedro.
Asimismo, ha informado que Pier Giorgio Frassati será elevado a los altares durante el Jubileo de los Jóvenes, entre el 28 de julio y el 3 de agosto del año que viene.
Además el Santo Padre ha anunciado que el próximo 3 de febrero se celebrará en el Vaticano el Encuentro Mundial de los Derechos de los Niños titulado “Amémoslos y Protejámoslos”. En vista a esta jornada, el Santo Padre también ha instituido el Comité Pontificio para la Jornada Mundial de los Niños.
El Papa también ha recordado los mil días de conflicto en Ucrania y ha hecho un llamamiento para que la confrontación deje paso al encuentro. Después ha leído la carta de un universitario ucraniano que escribe: «Me hubiera gustado huir y volver a ser un niño abrazado a mi madre. Cuando recuerde nuestro país, recuerde no sólo el sufrimiento, sino también el amor».
El Papa saluda a la primera dama ucraniana Olena Zelenska
El Papa ha recordado la solemnidad de Cristo Rey del Universo, que se celebrará el próximo domingo. «Invito a cada uno a reconocer la presencia del Señor en la propia vida - ha pedido Francisco- para participar en la construcción de su Reino de amor y de paz.»
Mañana, con ocasión de la memoria litúrgica de la Presentación de la Bienaventurada Virgen María, se celebrará la Jornada pro Orantibus. «A las hermanas de clausura llamadas por el Señor a la vida contemplativa, les aseguramos nuestra cercanía», dice el Papa, esperando «el necesario apoyo espiritual y material de la comunidad eclesial» a los monasterios de clausura. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la catequesis traducida al español y la síntesis que el Santo Padre ha hecho en nuestro idioma, cuyo texto completo es el siguiente:
PAPA FRANCISCO
AUDIENCIA GENERAL
Plaza de San Pedro
Miércoles, 20 de noviembre de 2024
Catequesis. El Espíritu y la Esposa. El Espíritu Santo guía al Pueblo de Dios al encuentro con Jesús, nuestra esperanza
14. Los dones de la Esposa. Los carismas, dones del Espíritu para el bien común.
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En las últimas tres catequesis hemos hablado de la obra santificadora del Espíritu Santo, que se realiza en los sacramentos, en la oración y siguiendo el ejemplo de la Madre de Dios. Pero escuchemos lo que dice un famoso texto del Vaticano II: «Además, el Espíritu Santo no sólo santifica y dirige el Pueblo de Dios mediante los sacramentos y los misterios y le adorna con virtudes, sino que también distribuye gracias especiales entre los fieles de cualquier condición, distribuyendo a cada uno según quiere (1 Co 12,11) sus dones» (Lumen gentium, 12). También nosotros tenemos dones personales que el Espíritu nos da a cada uno.
Ha llegado, entonces, el momento de hablar también de este segundo modo en que el Espíritu Santo obra, que es la acción carismática. Una palabra algo difícil, la voy a explicar. Dos elementos ayudan a definir lo que es el carisma. En primer lugar, el carisma es el don concedido «para el bien común» (1 Co 12:7), para que sea útil a todos. En otras palabras, no está destinado principal y ordinariamente a la santificación de la persona, sino al servicio de la comunidad (cfr.1 Pe 4:10). Este es el primer aspecto. En segundo lugar, el carisma es el don concedido «a uno», o «a algunos» en particular, no a todos del mismo modo, y esto es lo que lo distingue de la gracia santificante, de las virtudes teologales y de los sacramentos, que, en cambio, son iguales y comunes para todos. El carisma se concede a una persona o a una comunidad específica. Es un don que Dios te da.
El Concilio también nos explica esto. El Espíritu Santo -dice- «también distribuye gracias especiales entre los fieles de cualquier condición, distribuyendo a cada uno según quiere (1 Co 12,11) sus dones, con los que les hace aptos y prontos para ejercer las diversas obras y deberes que sean útiles para la renovación y la mayor edificación de la Iglesia, según aquellas palabras: «A cada uno... se le otorga la manifestación del Espíritu para común utilidad» (1 Co 12,7).
Los carismas son las «joyas», u ornamentos, que el Espíritu Santo distribuye para embellecer a la Esposa de Cristo. Se comprende así por qué el texto conciliar termina con la siguiente exhortación: «Estos carismas, tanto los extraordinarios como los más comunes y difundidos, deben ser recibidos con gratitud y consuelo, porque son muy adecuados y útiles a las necesidades de la Iglesia.» (Lumen gentium, 12).
Benedicto XVI afirmó: «Mirando la historia de la época post-conciliar, se puede reconocer la dinámica de la verdadera renovación, que frecuentemente ha adquirido formas inesperadas en movimientos llenos de vida y que hace casi tangible la inagotable vivacidad de la Iglesia». Y este es el carisma dado a un grupo, a través de una persona.
Debemos redescubrir los carismas, porque esto hace que la promoción del laicado y, especialmente, de las mujeres, se entienda no sólo como un hecho institucional y sociológico, sino en su dimensión bíblica y espiritual. Los laicos no son los últimos, no, los laicos no son una especie de colaboradores externos o “tropas auxiliares” del clero, ¡no! Tienen sus propios carismas y dones con los que contribuir a la misión de la Iglesia.
Añadamos una cosa más: al hablar de carismas, hay que disipar de inmediato un malentendido: el de identificarlos con dones y capacidades espectaculares y extraordinarios; se trata, en cambio, de dones ordinarios – cada uno de nosotros tiene su propio carisma – que adquieren un valor extraordinario cuando son inspirados por el Espíritu Santo y encarnados en las situaciones de la vida con amor. Esta interpretación del carisma es importante, porque muchos cristianos, al oír hablar de carismas, experimentan tristeza o desilusión, ya que están convencidos de no poseer ninguno y se sienten excluidos o cristianos de segunda clase. No, no hay cristianos de “segunda clase”, no, cada uno tiene su carisma personal y también comunitario. A ellos ya les respondió San Agustín en su época con una comparación muy elocuente: «Si amas aquello que posees, no es poco – decía a su pueblo–. Si amas la unidad, todo lo que en ella es poseído por alguien, ¡lo posees tú también!… En el cuerpo ve el ojo solo; pero ¿acaso el ojo ve solamente para sí mismo? No, ve también para la mano, para el pie y para los demás miembros» [1].
Aquí se desvela el secreto por el que la caridad es definida por el Apóstol como «el camino más excelente» (1 Cor 12, 31): ella me hace amar la Iglesia, o la comunidad en la que vivo y, en la unidad, todos los carismas, no sólo algunos, son «míos» al igual que «mis» carismas, aunque parezcan poca cosa, son de todos y para el bien de todos. La caridad multiplica los carismas: hace que el carisma de uno, de una sola persona, sea el carisma de todos. ¡Gracias!
Después, al saludar a los peregrinos de lengua española, el Papa ha dicho:
Queridos hermanos y hermanas:
Continuando nuestras catequesis sobre el Espíritu Santo, hoy quisiera que meditáramos sobre uno de sus modos de obrar dentro de la Iglesia, me refiero a su acción carismática. En efecto, los carismas son dones que el Espíritu concede a quien quiere y que siempre cuentan con dos elementos. Primero, el carisma es un don concedido para el bien común —para el bien de la Iglesia—, más que para la propia santificación; y segundo, el carisma es un don concedido “a uno”, o “a algunos” en particular, no a todos del mismo modo, y esto es lo que lo distingue de la gracia santificante, de las virtudes teologales y de los sacramentos, que son idénticos y comunes a todos.
Entender la riqueza de los carismas ayuda a valorar el papel del laicado en la Iglesia, ya que los laicos poseen carismas y dones propios con los que contribuyen de una manera especial a su misión en el mundo. No se trata de capacidades espectaculares, no, sino de dones ordinarios que adquieren un valor extraordinario por ser inspiración del Espíritu Santo.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Pidamos al Espíritu Santo que nos conceda crecer en la virtud de la caridad, para que descubramos y pongamos nuestros carismas al servicio de la Iglesia y agradezcamos los carismas de los demás, reconociendo que contribuyen al bien de todos. Que el Señor los bendiga y la Virgen Santa los cuide. Muchas gracias.
Además, en otras lenguas el Pontífice ha dicho:
Con ocasión del Día Internacional de los Derechos del Niño y del Adolescente, que se celebra hoy, deseo anunciar que el próximo 3 de febrero se celebrará aquí, en el Vaticano, elEncuentro Mundial sobre los Derechos del Niño bajo el título «Amémoslos y protejámoslos», con la participación de expertos y personalidades de distintos países. Será una oportunidad para identificar nuevas formas de ayudar y proteger a millones de niños que siguen sin derechos, que viven en condiciones precarias, son explotados y abusados, y sufren las dramáticas consecuencias de las guerras.
Hay un grupo de niños que están preparando este Día, gracias a todos ustedes que lo están haciendo. Y aquí viene una niña valiente..., ¡ahora vienen todos! Así son los niños, ¡uno empieza y luego vienen todos! ¡Saludemos a los niños! ¡Gracias a ustedes! ¡Buenos días!
Quiero decir que el año que viene, en el Día de los Adolescentes, canonizaré al beato Carlo Acutis, y que, en el Día de los Jóvenes, el año entrante, canonizaré al beato Pier Giorgio Frassati.
Ayer se cumplieron mil días de la invasión de Ucrania. Un aniversario trágico por las víctimas y la destrucción que ha causado, y al mismo tiempo una desgracia vergonzosa para toda la humanidad. Sin embargo, esto no debe disuadirnos de permanecer al lado del atormentado pueblo ucraniano, ni de implorar la paz y trabajar para que las armas dejen paso al diálogo y el enfrentamiento al encuentro.
Anteayer recibí una carta de un joven universitario ucraniano. Dice así: «Padre, cuando el miércoles recuerde mi país y tenga la oportunidad de hablar al mundo entero en el milésimo día de esta terrible guerra, le ruego que no hable sólo de nuestro sufrimiento, sino que sea también testigo de nuestra fe: aunque imperfecta, su valor no disminuye, pinta con pinceladas dolorosas el cuadro de Cristo resucitado. Estos días ha habido demasiados muertos en mi vida. Vivir en una ciudad donde un misil mata y hiere a decenas de civiles, ser testigo de tantas lágrimas, es difícil. Hubiera querido huir, hubiera querido volver a ser un niño abrazado a mi mamá, honestamente, hubiera querido estar en el silencio y el amor, pero doy gracias a Dios porque a través de este dolor aprendo a amar más. El dolor no es sólo un camino hacia la ira y la desesperación; si está basado en la fe, es un buen maestro de amor. Padre, si el dolor hace daño, significa que amas; por eso, cuando hable de nuestro dolor, cuando recuerde los mil días de sufrimiento, recuerde también los mil días de amor, porque sólo el amor, la fe y la esperanza dan verdadero sentido a las heridas». Así escribió este joven universitario ucraniano.
Por último, mi pensamiento se dirige a los jóvenes, a los enfermos, a los ancianos y a los recién casados. El próximo domingo, último del tiempo ordinario, celebraremos la solemnidad de Cristo, rey del Universo. Invito a todos a reconocer la presencia del Señor en sus vidas, para participar en la construcción de su Reino de amor y de paz.
Mañana se celebrará la conmemoración litúrgica de la Presentación de la Santísima Virgen María en el Templo, la Jornada Pro Orantibus. A las hermanas de clausura llamadas por el Señor a la vida contemplativa, les aseguramos nuestra cercanía. Que los monasterios de clausura no carezcan del necesario apoyo espiritual y material por parte de la comunidad eclesial.
¡Mi bendición para todos!
Francisco
[1] S. Agustín, Tratados sobre el evangelio de San Juan, 32,8.
Fotos: Vatican Media, 20-11-2024
Los ángeles invaden las redes sociales: ¿Cuándo son cristianos y cuándo ‘New Age’? Responde Luis Santamaría del Río
* «Parecen ángeles, pero no lo son. La valoración de la Iglesia es clara: sí, es cierto que cuando algunas personas dicen recibir mensajes de los ángeles o entrar en contacto con ellos, “las manifestaciones son efectivamente espirituales, pero no proceden de Dios, a pesar del lenguaje de amor y luz que suele usarse casi siempre”. Y continúa diciendo: “probablemente sea más correcto referirse a ello como a una forma contemporánea de espiritismo, más que a una espiritualidad en sentido estricto. ¿Espiritismo? Sí, aunque ahora se hable de channeling (canalización), y la persona que hace la función de médium sea llamada channel (canal), en un intento de enmascarar y dulcificar una práctica rechazada y prohibida por el Magisterio de la Iglesia católica desde siempre. Aunque este documento del Vaticano no mencione al demonio, está claro que vislumbra su acción causal, dado que habla de manifestaciones “espirituales” que “no proceden de Dios”. Su origen, por lo tanto, no puede ser otro»
Camino Católico.- Cada vez hay más presentaciones de la figura de los ángeles como seres superiores de cariz casi mágico, con un lenguaje confuso que emplea términos cristianos y bíblicos, pero en una frontera difusa que suena más a esoterismo. Sí, la Nueva Era (New Age) utiliza los ángeles, pero en un sentido totalmente diferente. ¿Cómo distinguirlos? En este artículo de Luis Santamaría del Río que ha publicado Portaluz veremos las claves principales.
En las últimas décadas, los ángeles se han puesto de moda. Seres espirituales de cuya existencia habla la Biblia, no son patrimonio exclusivo del judaísmo y del cristianismo, sino que aparecen como mediadores –y mensajeros, que eso significa etimológicamente su nombre griego– entre Dios y los hombres en el islam y en otras religiones. En el caso de la fe monoteísta, queda claro que los ángeles son criaturas, y de ninguna manera pueden identificarse con Dios.
Sin embargo, cada vez hay más presentaciones de la figura de los ángeles como seres superiores de cariz casi mágico, con un lenguaje confuso que emplea términos cristianos y bíblicos, pero en una frontera difusa que suena más a esoterismo. Sí, la Nueva Era (New Age) utiliza los ángeles, pero en un sentido totalmente diferente. ¿Cómo distinguirlos? En este artículo veremos las claves principales. Pero antes, repasemos el aviso que dio la Santa Sede sobre este asunto en particular.
La alerta del Vaticano sobre la trampa del “encantamiento”
En el documento Jesucristo portador del agua de la vida. Una reflexión cristiana sobre la “Nueva Era”, del año 2003, fruto del trabajo conjunto de varios dicasterios –organismos que colaboran con el Papa en el gobierno de la Iglesia universal–, leemos una advertencia clara sobre la presencia de los ángeles en el discurso doctrinal de la New Age. En efecto señala que: “uno de los elementos más comunes de la espiritualidad de la Nueva Era es la fascinación por las manifestaciones extraordinarias y en particular por los seres paranormales”. Aquí es donde -para los cultores de la New Age- encuentran su lugar, entre otras pretendidas entidades sobrenaturales y ‘maestros ascendidos’, ciertos seres a los que llaman ángeles.
Parecen ángeles, pero no lo son. La valoración de la Iglesia es clara: sí, es cierto que cuando algunas personas dicen recibir mensajes de los ángeles o entrar en contacto con ellos, “las manifestaciones son efectivamente espirituales, pero no proceden de Dios, a pesar del lenguaje de amor y luz que suele usarse casi siempre”. Y continúa diciendo: “probablemente sea más correcto referirse a ello como a una forma contemporánea de espiritismo, más que a una espiritualidad en sentido estricto”.
¿Espiritismo? Sí, aunque ahora se hable de channeling (canalización), y la persona que hace la función de médium sea llamada channel (canal), en un intento de enmascarar y dulcificar una práctica rechazada y prohibida por el Magisterio de la Iglesia católica desde siempre. Aunque este documento del Vaticano no mencione al demonio, está claro que vislumbra su acción causal, dado que habla de manifestaciones “espirituales” que “no proceden de Dios”. Su origen, por lo tanto, no puede ser otro.
1ª clave: los nombres de los ángeles
Una forma muy sencilla de distinguir cuándo nos encontramos ante contenidos cristianos sobre los ángeles y cuándo, por el contrario, nos adentramos en los terrenos del esoterismo, es poner la atención en los nombres que se les dan. La liturgia de la Iglesia, basándose en la revelación bíblica y en la Tradición, tiene dos fiestas dedicadas a los ángeles: la conmemoración de los arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael (29 de septiembre) y la de los ángeles custodios (2 de octubre).
Los primeros aparecen atestiguados nominalmente en la Sagrada Escritura y se cuentan sus intervenciones respectivas en la historia de la salvación. En cuanto al ángel de la guardia, la Iglesia enseña que Dios ha asignado uno a cada persona. Por lo tanto, cuando nos encontramos con listados de ángeles o arcángeles –habitualmente siete, pero también en cantidades mayores–, es seguro que estamos fuera de la fe cristiana, habiendo ingresado en uno de los múltiples senderos de la Nueva Era.
¿Se trata de nombres antiguos, procedentes de textos judíos clásicos? Algunos de ellos, sí. Pero no están en la Biblia, sino en documentos apócrifos –es decir, que no fueron incluidos en el canon de libros sagrados del pueblo hebreo, y mucho menos en el de la Iglesia– y, sobre todo, en las versiones esotéricas de la religión judía (la Cábala).
2ª clave: el tipo de invocación
Siguiendo el mismo principio de la espiritualidad cristiana según el cual la liturgia refleja, expresa y aplica fielmente los contenidos doctrinales (formulado de forma clásica como “lex orandi, lex credendi”), podemos distinguir los verdaderos ángeles de aquellos ajenos al cristianismo por el tipo de invocación y el lenguaje empleado en ella.
Efectivamente: en la tradición de la Iglesia, las oraciones dirigidas a los ángeles se expresan en términos de invocación como mediadores entre Dios y los hombres, de forma semejante a lo que sucede con la invocación de los santos. En ningún caso se refieren a los ángeles como dioses o semidioses, sino como criaturas espirituales que comparten la gloria eterna con el Señor, y a quienes los fieles se unen en la misma liturgia de alabanza ya aquí en la tierra (como sucede en cada misa con el canto del “Santo, santo, santo”).
Y, por supuesto, en las oraciones cristianas dirigidas a los ángeles no hay ningún rastro de pensamiento mágico, sino de petición de la gracia de Dios a través de sus mensajeros. Ni expresiones típicas de las falsas oraciones de la New Age como “yo decreto” o “sello”, que son propias de conjuros y hechizos.
3ª clave: la especialización
Hay un elemento muy llamativo en las presentaciones de tipo esotérico de los ángeles: su carácter especializado. Imitando de alguna forma los patronazgos de los santos, cuando se ofrecen listas de ángeles aparecen asociados a “funciones” o virtualidades diversas, de forma que se entiende que hay que invocar a uno o a otro según la necesidad o la circunstancia. Uno sería el especialista en el amor, otro conseguiría trabajo, su compañero traería la abundancia y otro diferente proporcionaría la salud.
Siguiendo esta misma línea, a veces se atribuye un color propio a cada uno de los ángeles, un tipo de vela o de sustancia que habría que utilizar al invocarlo o hasta un chakra (supuesto centro energético del ser humano) determinado sobre el que tendría influencia o proporcionaría protección. Todo un despropósito que se aleja de la fe para situarse de lleno en el terreno de la superstición y de la magia.
4ª clave: la búsqueda de comunicación
Volvamos a la invocación. En la New Age suele ser entendida, como ya avisaba el documento del Vaticano que hemos citado, como el establecimiento de un contacto que no busca tanto la intercesión ante Dios cuanto la posibilidad de recibir mensajes o revelaciones de parte de los ángeles. Así, la persona que los invoca termina “canalizando” sus comunicaciones, que después compartiría con sus seguidores u oyentes.
De esta forma, se entiende a las criaturas angélicas como una especie de oráculo capaz de revelar cuestiones ocultas, mostrar el futuro o desentrañar el mundo interior de los que acuden a ellas. Una técnica realmente peligrosa, por la potencialidad de manipulación que supone: los sujetos que se erigen en “portavoces” de los ángeles acaban convirtiéndose en maestros espirituales, y es fácil que entren en una espiral irracional que arrastre a sus adeptos, generando una dependencia en ellos que pueda llevar a la despersonalización y al alejamiento de una sana y verdadera espiritualidad.
La enseñanza de la Iglesia sobre los ángeles
Para tener claro el papel de los ángeles en la fe cristiana, tal como lo ha enseñado la Iglesia católica a partir de la Biblia y la Tradición, basta con acercarse al Catecismo de la Iglesia Católica. Cuando se explica qué quiere decir que Dios es “Creador del cielo y de la tierra”, el texto afirma con claridad que la existencia de los ángeles “es una verdad de fe”. Y a lo largo de varios números (328-336) detalla lo que ha sido revelado sobre ellos.
También es interesante la serie de catequesis semanales que Juan Pablo II dedicó al tema de los ángeles en 1986, precisamente al comentar el credo. Se pueden encontrar fácilmente en la página web de la Santa Sede, acudiendo a los textos de las audiencias del 9 de julio, el 23 de julio, el 30 de julio, el 6 de agosto y, a continuación, las que versaron sobre los ángeles caídos o demonios, y sobre la victoria de Cristo sobre el mal, el 13 de agosto y el 20 de agosto.
Es muy significativo que ya en la primera de aquellas catequesis, el pontífice polaco señalara que “hoy, igual que en tiempos pasados, se discute con mayor o menor sabiduría acerca de estos seres espirituales”. Y, en una clara referencia a la “moda” de los ángeles en la New Age, añadía la siguiente advertencia: “a veces, la confusión es grande, con el consiguiente riesgo de hacer pasar como fe de la Iglesia respecto a los ángeles cosas que no pertenecen a la fe o, viceversa, de dejar de lado algún aspecto importante de la verdad revelada”. Una observación, como hemos visto, a tener en cuenta.
Luis Santamaría del Río
Homilía del P. Jesús Luis Sacristán y lecturas de la Misa de hoy, miércoles de la 33ª semana del Tiempo Ordinario, 20-11-2024
20 de noviembre de 2024.- (Camino Católico) Homilía del P. Jesús Luis Sacristán y lecturas de la Santa Misa de hoy, miércoles de la 33ª semana del Tiempo Ordinario, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.