(Semanario Alba) Difundir el mensaje del Evangelioa través del rock es posible. Roberto Bignoli lleva dos décadas haciéndolo. Su vida estaba desorientada hasta que la Virgen de Medjugorje le dio un giro radical. Hoy, con su música, anima a los jóvenes a no dejarse llevar por los falsos valores.
Veinte años dura ya la carrera artística de Roberto Bignoli, desde que en 1986 lanzó su primer disco Regina della Pace, fruto de su amistad con la mística Maria Siccardi, del que se vendieron quince mil copias en
los circuitos católicos italianos. Veinte años dando testimonio de su fe por medio de un rock “más dulce y más pop que esos tipos de rock que tienen repercusiones destructivas en la mente de los jóvenes. Ante todo,
soy un cantautor comprometido”, según comenta a ALBA.
Cuando habla, se percibe en su voz una combinación de apasionamiento, de ideas y de principios sólidos y claros. Dos décadas que se han visto coronadas por galardones como los de la norteamericana United Catholic Music and Video Association (UCMVA) en 2001 -mejor artista y mejor canción del año- y en 2005, mejor canción del año por Là c’è un posto, canción estrella de su último álbum, entre las que también hay que destacar Dimmi, mio Signore, en la que hace preguntas dramáticas a Dios sobre las catástrofes del mundo actual. Sin embargo, como es un ser optimista por naturaleza, en 2001 compuso la canción Parole e amore, donde exterioriza su estupor ante los grandes testimonios de los que son capaces muchos hombres y mujeres de nuestro tiempo. En 2003, fue premiado en su país con el primer Golden Graal, unos ‘Grammys’ para aquellos que han promovido el mensaje del Evangelio a través de la música, del ensayo, de la televisión y de la información. Otras canciones suyas han estampado su huella, como Ballata per Maria, que se ha convertido en el motivo conductor de la emisora Radio María, o Porta Cristo, de tipo funky, en el que se anuncia al Hijo de Dios en los ambientes juveniles marginados.
Conversión
Y no por casualidad, ya que durante mucho tiempo la vida de Roberto fue todo menos fácil. Nacido el 19 de diciembre de 1956 en el seno de una familia humilde, arrastra una minusvalía desde que tiene un año, por lo que buena parte de su infancia transcurrió en hospitales e internados, lejos de los suyos. Tampoco se puede decir que su juventud fuera un camino de rosas. Estuvo marcada por la beat generation y su ideología de la contestación. Como muchos otros que cayeron atrapadosen esas redes, hacia los dieciocho años no se libró del infierno de las drogas. "Creía en ellas como un medio para alcanzar valores erróneos, los de la época."
Tras la beat generation, su trayectoria siguió perseverando en el error, sin enderezar el rumbo. Ahora era el turno de la militancia de extrema izquierda, de la izquierda violenta, y muchos saben lo que eso significaba en la Italia de finales de los setenta y principios de los ochenta. Se alistó en las filas de Autonomía Obrera, una organización situada en la periferia ideológica de las Brigadas Rojas, aunque sin formar parte de ellas: “Nunca llegué al extremo”, puntualiza.
Hasta que un día de 1983 llegó su particular camino de Damasco. “Fue un encuentro providencial. Había dejado la política y quería sobresalir como artista. Entonces, unos jóvenes me hablaron de Jesús. Yo había sido educado en la fe católica, pero la religión no me interesaba nada. Fuimos a Bosnia-Herzegovina y la Virgen de Medjugorje me cambió la vida. Descubrí un mundo puro, genuino, sin pretensiones, de gente que se encomendaba a esta Virgen. Fue algo así como la luce dopo ilbuio -la luz después de la oscuridad-. A partir de ese momento, decidí ser feliz en la vida.”
Hoy da gracias a Jesús porque "le hizo comprender que su época difícil tenía sentido: la posibilidad de salvarse." Hoy está casado con Paola Maschio y es padre de dos hijas, Maria Stella, de diez años, y Maria Chiara, de siete. Insiste en que ambas se llaman María “por devoción a la Virgen de Medjugorje”. Considera la familia como una gracia de Dios y aprovecha para criticar duramente a José Luis Rodríguez Zapatero por haber legalizado el ‘matrimonio’ homosexual. “¿Cómo se puede hacer semejante barbaridad en nombre de la cultura y de la civilización? ¿Dónde estaremos dentro de veinteaños si seguimos así?”, se pregunta.
Obviamente, muchos se extrañan cuando se usa el rock para difundir los valores católicos. Roberto Bignoli es consciente de las dificultades que semejante aventura acarrea, pero afirma que si se da a la música un contenido que huya tanto de la superficialidad como de lo destructivo, es el “medio más eficaz para cautivar a los jóvenes, no para granjearse su simpatía o su admiración a toda costa, eso es una falsedad, sino para dar testimonio de la fe. Además el objetivo de mi música es contar mi propia historia, no demostrar que soy un artista que vale mucho”, añade. Una filosofía que ha acabado calando. Prueba de ello es que su álbum Se la luna superó los treinta mil ejemplares vendidos en los años ochenta. Un auténtico éxito cuando se trata de un público selecto, no por su elitismo, sino porque tiene la valentía artística de centrarse en una temática denostada por el pensamiento dominante.
Juan Pablo II
El 16 de octubre de 2004, Bignoli fue uno de los cantantes que actuó ante más de cuarenta mil personas en la Gran Gala que se celebró en la plaza del castillo de Varsovia para homenajear a Juan Pablo II. Porque si hay alguien sobre quien Roberto no escatima elogios, es el difunto Papa, con quien mantuvo varios encuentros. Para él, Wojtyla era “un hombre que no pertenecía a este mundo, que nos enviaron desde el cielo, fue un signo de los tiempos. Era indescriptible. Su mirada era sobrenatural. Por eso, ¡seguid creyendo en él, no en vano se desgastó hasta su muerte!”, exclama.
Una súplica que va dirigida a los principales destinatarios de su obra: los jóvenes. “Representan un gran potencial, llenos de honestidad e inteligencia. Confío en ellos para que no se dejen seducir por los falsos valores, por la voz del engaño capaz de robar y de arruinar a la juventud”, dice. Considera que la mayoría de los medios de comunicación “transmiten inquietudes que provocan un vacío en el corazón”. De ahí que les dirija un mensaje claro y directo: “¡Usad la inteligencia para buscar la verdad!”.
Sensible al sufrimiento
Además de habera actuado en casi toda Italia y de haber participado en laGran Gala de homenaje a Juan Pablo II en Varsovia, la lista de países en los que Roberto Bignoli ha actuado en conciertos es abundante: Francia, Alemania, Suiza, Polonia, Bulgaria, España, Malta, Canadá, Estados Unidos, Argentina y varios de América central. Actualmente, está preparando dos largas giras que le llevarán por Australia y Brasil.
Sin embargo, la canción Che gli è più cara tiene que ver con la ex Yugoslavia y se llama Concierto a Sarajevo, capital de Bosnia-Herzegovina, donde se encuentra la Virgen de Medjugorje, tan importante en la trayectoria vital de Roberto. Como declaraba en una reciente entrevista,“la escribí durante un viaje a Bosnia en tiempos de paz y alguien de allí la oyó.En la época de la guerra se difundía en las emisoras clandestinas. (...) Más adelante, en el transcurso de uno de mis viajes humanitarios, tuve la oportunidad de encontrarme con niños deportados en campos de concentración y de escuchar el testimonio de mujeres violadas por sus vecinos, que creían sus amigos. Sentí tal dolor, tal rabia, que decidí seguir cantándola por todos los otros Sarajevos que hay en el mundo, por toda esa gente que a menudo tiene que pagar un precio injusto”.
Otro momento inolvidable para Roberto fue la visita a cuatro cárceles panameñas y el contacto con el dolor que allí se vive. Algo que no le es ajeno, pues él también estuvo encarcelado por consumo de drogas. Pero añade: “En comparación, las cárceles italianas son como hoteles de cuatro estrellas. Era extraordinario ver a aquellos chicos, porque en el fondo son mi gente”.
Dulcis Maria – Totus tuus”:
(http://www.robertobignoli.it/new/index.htm) Con esta canción el milanés Roberto Bignoli ha ganado, el mes de octubre pasado en los Estados Unidos (Phoenix) el premio Unity Awards 2007 de la UCMVA (United Catholic Music and Video Association), el “Grammy” de la música cristiana. La relación del cantautor con María tiene raíces lejanas en el tiempo y su primer álbum de cantautor cristiano lleva justamente el título “Canción para María” (1987).
"Se trata de un trabajo a tres: en el sentido que la música fue compuesta por un cantautor “secular”, o sea del mundo de la música ligera, Nico Fortarezza; depués hubo la colaboración de don Stefano Varnavà, un gran compositor de música religiosa, bien conocido en Italia. Y esto ya es importante para mí: colaborar con los expertos tanto en el ámbito de la música como en el eclesiástico. El tercero soy yo. María es una figura sumamente vinculada a mi vida, porque mi historia, o mi camino de conversión, nacen justamente a través de la figura de María.
Para mí, María es hoy el punto de referencia del cual gano fuerza no sólo como hombre o artista, sino también como padre de familia. Ella ha sido y es el camino para llegar y profundizar en la belleza del misterio que es Cristo. He llegado a dicha belleza – Cristo, y Cristo significa también su Iglesia – a través del encuentro con María.
María para mí es como un faro de luz, una estrella, un cartel de indicación, que de día en día, entre miles de dificultades, me ayuda a crecer, a superar los obstáculos de la vida. El hecho de que yo haya descubierto la verdadera felicidad no hace que sea eternamente feliz! Pero ahora tengo una posibilidad más, una certitud más; pero llevo dentro de mí todas estas contradicciones de este hombre llamado Roberto Bignoli, el cual se enfrenta y se hurta cada día con su mundo, un mundo compuesto por su familia, la relación con la sociedad, con su trabajo, con tantas otras personas; cae y vuelve a levantarse, con aquella fuerza, credibilidad y certitud que lo ayudan a reponerse y a seguir adelante."
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DULCIS MARIA "TOTUS TUUS"
Non Temere (don't be afraid)
BALLATA PER MARIA
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