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sábado, 20 de junio de 2009

El sexo, ¿es pura "química"?
20 de junio de 2009.- Estamos sumergidos en una sociedad con grandes inquietudes y logros en el terreno científico, en las tecnologías, en la comunicación... Todo ello es muy loable si estamos centrados en la realidad del ser humano.

(Ana Teresa López de Llergo / Yo Influyo) La persona es alguien que ha recibido su ser, su modo de ser y su misión de Alguien. En la medida en que una persona sea fiel a lo que es, a lo que ha de hacer y al modo de hacerlo, se realizará y encontrará la auténtica felicidad.

Cuando alguien se desvincula de Alguien, se piensa y se entiende del modo que no es, estará cavando su desgracia aunque momentáneamente viva el vértigo de la independencia y el espejismo de la irrealidad.

Generalmente este tipo de personas trata de conseguir la voz y el voto en el terreno científico, en las tecnologías, en los medios de comunicación, para promover con un altavoz su estilo de vida y, al hacer prosélitos, enajenar su conciencia que le grita "¡no reniegues de tu origen!, ¡no te degrades!, ¡no arrastres a otros!".

El sexo no es todo, es una parte

¿De qué sexo hablamos? Hablamos de la realidad de ser hombres o mujeres. Los vivientes más desarrollados se caracterizan, entre otras cosas, por tener una diferenciación macho-hembra. El ser humano es el más perfecto de los vivientes que habitan la tierra, por eso, biológicamente está claramente diferenciado.

Asegurar lo contrario, además de una falsedad, provocaría una auténtica involución, nos colocaríamos en un sitio inferior. Esto niega nuestro ser y nuestro modo de ser, y desencadena conductas que cancelan el recto modo de hacer.

Cuando negamos nuestro ser damos paso a no sólo ser hombre o mujer, sino ser hombre que se piensa mujer, mujer que se piensa hombre, hombre que se piensa hombre unas veces y mujer otras, mujer que se piensa hombre unas veces y mujer otras... Con lo cual estamos poniendo en el mismo nivel lo que somos realmente con lo que pensamos que somos.

¿Por qué cuando alguien nos dice que es Napoleón buscamos se le atienda psiquiátricamente para quitarle esa idea? ¿Por qué no lo hacemos cuando él nos dice que es ella?

Pero volvamos a la afirmación: el sexo no es todo, es una parte.

La persona es sexo y mucho más. En su integridad contiene lo espiritual, lo psíquico afectivo y lo físico corpóreo. El sexo en el aspecto físico se concreta en la genitalidad; en lo psíquico afectivo, en la atracción y en la espiritualidad… en el amor.

Pero lo físico no es únicamente genital. Lo psíquico afectivo no es solamente atracción, existe algo mayor; en la espiritualidad el amor no es privativo hacia alguien del otro sexo, abarca mucho más.

En el dinamismo operacional del sexo encontramos la relación entre un hombre y una mujer, pero esa relación, al incluir la espiritualidad, consiste en un darse y recibirse, en un hacerse cargo del otro, asumir la responsabilidad del nosotros, establecer un compromiso-compromiso, esto es, somos dos en unidad. Por eso, el sexo no es solamente genitalidad ni atracción, es mucho más.

Desgraciadamente, hay personas apoderadas de los medios que ejercen cierta fascinación en el público y que, con un pelaje pseudocientífico, explican la sexualidad asumiendo todos los errores del freudianismo, y se concretan en dejarse llevar por todas las pasiones sin poner freno alguno.

De esa manera la persona se convierte prácticamente en un pobre animal sin espíritu, un animal que asfixia la capacidad de elegir, un animal que se deja llevar por la atracción, un animal que no evalúa lo que hace, simplemente lo hace porque sí.

Así, alguien que podría ascender y mejorar, cada vez desciende más y cada vez busca experimentar un placer más agresivo, el anterior ya no le es suficiente.

Estos personajes hacen afirmaciones verdaderamente aberrantes que hunden a los ilusos en procesos degradantes. El sexo se vuelve una adicción, una obsesión, no importa con quién ni cómo. Todo esto es la tumba del amor.

Sin embargo, la carta de presentación de estos "especialistas" es la de tener la valentía de romper tabúes, de liberarse de los condicionamientos sociales, morales o religiosos.

El sexo no lo es todo, es una parte. Y cuando cualquier líder de opinión diga lo contrario, hemos de mostrar nuestra capacidad de juicio, hemos de descalificar a quienes se posan en el altísimo pedestal formado con el estiércol que arrojan.

El sexo no lo es todo, es una parte. En la relación sexual auténtica, donde el hombre y la mujer se hacen mutuamente cargo del otro, hay un acto de intercomunicación personal, de mutua donación, de mutua responsabilidad, de mutua acogida, de mutua fidelidad. En este nivel, el plano erótico sexual es apenas un esbozo de la grandeza del auténtico amor de benevolencia.

El panorama está claro: o revolcarse en la degradación, o elevarse a lo más sublime y bello de la complementariedad… o abusar del otro, o poner en marcha una vida en común.


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