Hilda Molina, médica neurocirujana militante de la Revolución Cubana : "Retorné a Dios de la mano de un ángel"
*"El vacío que siente un ser humano que ha conocido a Dios y se aleja de El por cualquier razón, es un vacío tan negro, que uno no encuentra qué es lo que le pasa. Y siente que nunca llega a tener la paz que todo ser humano necesita. Y es sencillamente que -para quien ha conocido a Dios, e inclusive creo que hasta para el que nunca lo ha conocido- la falta de Dios es una experiencia que no puedo describir con palabras. Es como vivir en una noche oscura, aunque uno tenga una labor tan humanitaria como era la mía en medicina."
23 de junio 2009.- “Retorné a Dios de la mano de un angel; nací en la fe católica, me alejé de la Iglesia y volví de la mano de mi madre”, contó la médica cubana Hilda Molina (en la fotografia de la derecha con su madre), quien llegó el sábado a Buenos Aires, para reunirse con su familia, tras 15 años de infructuosos pedidos de permiso para salir del país, presentados al gobierno de la isla. Habla desde su casa en El Palomar, un suburbio del oeste de Buenos Aires, con Hilda Morejón, su mamá de 90 años, descansando a su lado: su "angel".
(Patricio Downes / Religión Digital)A los 66 años, esta médica especializada en neurocirugía, destacada militante de la Revolución Cubana que la premió y eligió diputada, pudo por fin reunirse en Buenos Aires con su único hijo Roberto Quiñones, médico como ella. Aquí la esperaban también su madre, su nuera argentina Verónica Scarpati, y sus dos nietos Roberto Carlos (13) Y Juan Pablo (8). Su salida de Cuba fue apoyada por el Vaticano.
Detrás de la utilería del escenario político, late el corazón de una mujer que volvió a su fe y lo relata de una manera encantadora y a la vez emocionante.
“Nací en cuna católica, en especial de una madre católica, pero de esos católicos que pasan por la vida prodigando el bien solamente”, relató a RD la médica que llegó a ser amiga de Fidel Castro, “no su mujer” aclara, y a fundar y presidir el Centro de Restauración Neurológica (CIREN), desde 1989 a 1994. Ese año renunció al CIREN, al Partido Comunista y a su banca en la Asamblea Nacional.
- Contó que su madre sufrió mucho
Me gradué de bachiller con las monjas del Colegio Teresiano y en esa misma institución obtuve una beca para estudiar medicina en EEUU y España, pero coincide que triunfa el proceso político que aun gobierna Cuba. Y bueno, yo confié en su prédica y a medida que me adentraba, me iba alejando de la fe. Mi madre sufrió muchísimo, ¡cómo no!, pero ella es de esas personas muy tolerantes, fiel al Evangelio. Y mi madre se propuso que yo retornara a la práctica religiosa. Porque en el fondo de mi alma, nunca dejé de creer en Dios e incluso cuando nació mi único hijo, Roberto, le pedí “hazme el favor de bautizarlo y de enseñarla nuestra religión”. Así se lo dije y hoy mi hijo es un hombre de fe.
- ¿Y cómo fue esa época de juventud?
Bueno, mi madre sufrió, pero el vacío que siente un ser humano que ha conocido a Dios y se aleja de El por cualquier razón, es un vacío tan negro, que uno no encuentra qué es lo que le pasa. Y siente que nunca llega a tener la paz que todo ser humano necesita. Y es sencillamente que -para quien ha conocido a Dios, e inclusive creo que hasta para el que nunca lo ha conocido- la falta de Dios es una experiencia que no puedo describir con palabras. Es como vivir en una noche oscura, aunque uno tenga una labor tan humanitaria como era la mía en medicina.
- ¿Y cuándo retornó a su fe?
Fue por mi madre. Ella fue de las primeras personas que oyó en Cuba la Radio Católica Mundial (EWTN), que sólo se captaba por onda corta. Fue fundada por la hermana Angélica en Alabama y a ella le dediqué un artículo en mi blog. Mi madre me decía mirá qué interesante, qué bonito, y poquito a poquito fuí oyendo todas las cosas nuevas después del Vaticano II, con todos los cambios que se produjeron inclusive en la liturgia. Ella me iba informando, me iba hablando de la Iglesia, lo que iba pasando en los momentos difíciles en Cuba. Hasta que un día me dice: “vamos a la iglesia, quiero que veas qué lindas están las iglesias cubanas”. Y así comencé, mucho antes de renunciar (a sus cargos y al PC) a asistir a algunas misas. Hasta que por fin dí el paso de confesarme. Entonces yo sentí como que de nuevo mi vida cambiaba.
- ¿Cómo fue ese sentimiento?
No soy una persona demagoga, le estoy diciendo absolutamente la verdad. Tengo la alegría que el hospital que yo dirigía, en ese sistema que es ateo, fue –creo- el único del país donde se ha celebrado la eucaristía. Mi madre llevaba un sacerdote amigo que daba misa, bendecía a los enfermos cuando iban a operarse, y ella rezaba el Rosario. Por eso a mi madre le agradezco lo que soy, lo que ha hecho con mi hijo Roberto, y que me hizo regresar a la fe.
- Cómo está la fe en Cuba?
La religión en Cuba ha ganado muchísimo espacio, con una política muy inteligente. La Iglesia Católica está haciendo lo que debe hacer, respetuosa con el gobierno y dedicada a su función evangélica. A ganar almas. Y cada vez se llenan más los templos de una manera más conciente y fervorosa. Es una labor respetuosa y como yo creo que debe ser. Yo admiro a la Iglesia Católica de Cuba, a su dirección, a sus obispos, a sus religiosos y a sus laicos, sobre todo a los laicos comprometidos que nunca abandonaron la Iglesia, como es el caso de mi madre.
martes, 23 de junio de 2009
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