Testimonio para prácticar: Hablar bien, ¡hasta de los amigos!
30 de junio de 2009.-Un grupo de formación nos reuníamos semanalmente. En cierta ocasión despotricamos excesivamente sobre uno de nuestros compañeros ausentes, lo cual nos dejó un sabor amargo. Me tocó señalar el tema de estudio para la semana siguiente y sugerí: a) No hablar mal de nadie, y b) Hablar bien, venga o no a cuento, de todos los que tratemos, incluidos los amigos.
(Alejo Fernández Pérez / Yo Influyo) En principio nos pareció fácil, pero al final resultó mucho más difícil de lo que parecía. No hablar mal de alguien se puede aguantar, pero hablar bien, incluso de los amigos, era mucho más de lo que se podía soportar. ¿Qué pasaba? Pues pasaba que al hablar bien de Juan, Juan subía en la escala social, mientras nosotros quedábamos más abajito. Y esto afecta la fibra más íntima de nuestro "yo", de nuestra importancia.
Todos queremos ser los más guapos, ricos, inteligentes, graciosos y los que metemos más goles del grupo, pero eso es casi imposible, así que era mucho más cómodo rebajar al que sobresale, poniendo encima de las mesa todos sus defectos, vicios y manías, sean verdad o no, y, por supuesto, callándonos sus virtudes. ¡Hasta ahí podíamos llegar! Que Juan fuese más listo que los demás... ¡jamás!
Como siempre, la luz proviene de esos libritos que se llaman Evangelios. ¿Qué autoridad hay semejante a Cristo que nos enseñe cómo hemos de vivir? Él dijo: "No juzguéis y no seréis juzgados, porque como juzguéis os juzgarán, y con la medida que midiereis se os medirá. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo ves la paja en el ojo de tu hermano y no ves la viga en el tuyo?" (Mt 7 1-5).
Además recalcó: "Este es mi precepto, que os améis los unos a los otros como yo os he amado". Aquí está la clave y el fundamento de todo el cristianismo: el amor.
La parte negativa del amor es no hacer daño, pero lo que importa es hacer el bien, hablar bien. Sólo amando y siendo amados podemos alcanzar un poco de felicidad en este mundo. El ser humano exige mucho más que la felicidad del animal sano, bien alimentado y cuidado.
Necesitamos ser amados, estimados, respetados, valorados y de alguna forma, admirados. El hombre o la mujer nunca son más felices que cuando son reconocidos y "alabados" por sus trabajos o cualidades personales. Basta ver la satisfacción de ese buen futbolista que mete un difícil gol y salta de alegría, se revuelca, brinca y es alabado con estruendosos aplausos.
La más pequeña de las acciones o regalos hechos con amor suelen agradecerse como el mejor de los tesoros. El mismo Jesús lo reconoció así en la pobre mujer que, dando el poco dinero que tenía para comer, lo ofreció todo por amor. ¡Con razón la oración preferida y deseada por Yahvé es la oración de alabanza, la de los santos y las monjas encerradas!
Igualmente, los Mandamientos de la ley de Dios carecen de valor y de sentido sin el primero: Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo.
En conclusión, no perdamos ninguna ocasión para alabar sincera y honestamente a toda persona en sus actividades. Pero ¡ojo!, díselo de corazón, de verdad, con normalidad, con una sonrisa, y comprobarás cómo te lo agradecerán. Además, nunca mentirás, pues todo lo que hace el Señor es hermoso.
Sin embargo, existe un requerimiento: hay que entrenarse. No hace falta mentir ni disimular, pues todos tienen algo bueno. Cuando no podamos decir nada bueno, ¡callémonos! Mientras tanto, podemos empezar con algo como: "María qué guapa estás hoy, ¿quién te ha peinado?". O "¡qué vestido tan bonito llevas!".
"Paco, ¡enhorabuena! me han dicho que has aprobado ‘casi’ todo". Al mal alumno hay que alabarle lo poco bueno que haga, en vez de criticarle duramente lo malo. Sorprendido, se esmerará un poco más.
Todo hay que decirlo con cara alegre y sonriente. ¡Ojo!, si se nos ocurriese utilizar la "coba" nos pasaríamos de listos, lo notarían rápidamente y caeríamos en un repugnante fariseísmo.
Los principios de la física también valen para la vida: "Toda acción tiene una reacción igual y contraria". Por tanto, sonríe y te sonreirán, critica y te criticarán, ayuda y te ayudarán, odia y serás odiado, ama y serás amado. Al sembrar amor y palabras amables, el ambiente cambia rápidamente a nuestro alrededor, y a cada sonrisa se nos responderá con otra parecida.
Prueben durante una semanita y comprobarán los excelentes resultados que se obtienen por un precio tan pequeño, sin necesidad de ser ricos, guapos ni una lumbrera.
martes, 30 de junio de 2009
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