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miércoles, 17 de junio de 2009

Testimonios de personas que ofrecen una hora al día de su vida en oración y pertenecen a La Guardia de Honor del Corazón de Jesús
17 de junio de 2009.-La Guardia de Honor es, hoy, una asociación Eucarística donde sus miembros se inscriben, eligiendo una hora del día en la que ofrecerán su trabajo, su diversión o aquello que estén haciendo en ese momento, al Corazón de Jesús, por la salvación del mundo y por las necesidades de la Iglesia. A la Guardia de Honor puede pertenecer cualquier persona, de cualquier edad y estado, como lo demuestran estas personas que han testimoniado de la práctica fiel de su compromiso.

(Anabel Llamas / Alfa y Omega)

Nuria Rodriguez, joven: "Lo que más me atrae... ofrecer mi vida"
Me llamo Nuria Rodríguez Mayoral. Me hice Guardia de Honor hace 4 años. Lo que más me atrae de esta devoción es el poder ofrecer mi vida en reparación al Sagrado Corazón por los pecados del mundo. Y no sólo en mi hora elegida, sino también a lo largo de mi jornada, mientras estoy en la escuela con los niños, en casa con mi familia, haciendo deporte, de peregrinación...

Esta devoción me ha ayudado a ofrecerme, ya no sólo en consolación al Sagrado Corazón, sino también mis quehaceres de cada día por quienes llevo en mi corazón, por los que más quiero, mi familia, amigos, sacerdotes y religiosas, necesidades de la Iglesia, del mundo entero.
Particularmente, creo ser testigo de dos gracias en concreto, y una de ellas a nivel particular: el Señor ha puesto en mí el deseo de pedir que me conceda estar en situaciones de ofensa a la Iglesia, sea del tipo que sea, con el fin de reparar justo en ese momento su Sagrado Corazón. Ni mucho menos deseo que se blasmefe de Dios, ni se ofenda a la Iglesia, aunque, desgraciadamente, por la sociedad en la que vivimos es el pan nuestro de cada día, y es por eso por lo que quiero estar en estos momentos, especialmente para aliviar al Señor con mi pobre oración y, cómo no, interceder por supuesto por quienes hacen este tipo de ofensas, por su conversión y la de sus familias, para que el Señor ponga en sus caminos instrumentos que los conduzcan a Él. Otra de las gracias ha sido ver cómo la pertenencia a la Guardia de Honor de un grupo de mi parroquia les ha cambiado la vida, entrando en una relación con el Señor más viva y entregada en sus quehaceres, enriqueciéndose también su fraternidad parroquial, así como su vida espiritual.

Begoña Pérez Delgado, madre de familia: "Mi hora de presencia es cuando voy a recoger a los niños al colegio"

Mi nombre es Begoña Pérez Delgado, estudié Historia, pero me dedico a cuidar de mi numerosa familia. Dios nos ha bendecido a mi marido y a mí con cuatro maravillosos hijos. La devoción al Sagrado Corazón la he vivido desde muy pequeña, delante de una preciosa imagen que mi madre tiene aún en su casa. Todos los meses de junio nos acercábamos al Cerro de los Ángeles a venerarle. Ya de casada y con niños, seguí rezando al Corazón divino, pero fue un día, en el Pequealfa, donde descubrimos mi hija mayor y yo a la Guardia de Honor. Mi hora de presencia es de cuatro de la tarde a cinco, momento que voy a recoger a mis hijos al colegio. Me parece un sistema muy eficaz para estar en continuo diálogo con el Señor y hacer de las cosas rutinarias verdaderas ofrendas hacia Dios. He descubierto que, si Él nos ama tan dulcemente desde su Corazón y es tan Misericordioso, también yo debo serlo con los demás, empezando con los más cercanos a mí. La paciencia, tan escasa en mi persona, creo que va creciendo poco a poco, aunque con tropiezos. Gracias a esta devoción tan hermosa el corazón también se dilata hacia los demás, por eso escogí a varias personas para dedicarles la llamada Hora de Misericordia. De esta manera, me acuerdo todos los días de ellas y, en mi interior, sé, con la certeza que te proporciona la fe, que volverán a ser buenos cristianos.

Rubén Zamora Nava, joven sacerdote: "Creer en el Corazón de Cristo supone un cambio de mente y corazón, un estilo nuevo de vivir en la total confianza y abandono en Dios"
"He visto conversiones de algunas personas que vivían en situaciones irregulares, de enfermos que se resistían a recibir los Sacramentos y a jóvenes transformar su vidas gracias a las oraciones y sacrificios de los Guardias de Honor"
Soy Rubén Zamora Nava, sacerdote diocesano de Toledo desde el año 2002.
Conocí la devoción al Sagrado Corazón a muy temprana edad; recuerdo cómo se vivía en mi parroquia con especial intensidad el mes de junio, aunque no fui muy consciente de ella hasta que, en el Seminario Mayor, algunos formadores y amigos sacerdotes me hicieron descubrir la grandeza de esta espiritualidad. Me consagré en la Guardia de Honor siendo sacerdote, el 13 de mayo de 2005, delante de la Virgen en Fátima, con otro compañero sacerdote, y elegí la hora de 12 a 13 horas, por ser Nuestra Señora del Sagrado Corazón la Patrona de esa hora. La devoción al Sagrado Corazón ha marcado no sólo mi proceso vocacional, sino todo mi sacerdocio. Creer en el Corazón de Cristo supone un cambio de mente y corazón, un estilo nuevo de vivir en la total confianza y abandono en Dios. Y la respuesta que lo condensa todo es la reparación. En todos mis destinos, he propagado la Guardia de Honor, porque he sido testigo de cómo ayuda a niños, jóvenes y adultos a enfocar lo ordinario, que a veces es lo más costoso, con un corazón corredentor. He visto conversiones de algunas personas que vivían en situaciones irregulares, de enfermos que se resistían a recibir los Sacramentos y a jóvenes transformar su vidas gracias a las oraciones y sacrificios de los Guardias

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