“Allí no había televisión, de hecho no había casi nada que pudiera distraerme. Tenía mucho tiempo para estar en silencio. Y en ese silencio entendí que mi deseo último, final, era estar con Dios. Y oí que Dios me llamaba. Sentí que en un momento oí con claridad que Dios me llamaba a ser suya. Y dije sí: eso fue hace 18 años”

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