* «A veces se me acercaban completos desconocidos: ‘¿Es su hija?’. Les contestaba que sí y me decían ‘Pues es luminosa. Es angelical. Tiene algo especial’… Una vez, en diciembre de 2015, tenía cuatro sesiones de quimio en un periodo de dos o tres horas, y fue un sufrimiento horrible. Dijo ‘Mamá, no voy a vivir; me estoy muriendo’. Agarró la cruz y dijo ‘¡Cristo ayúdame!’»

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