Valentine con dos niños colombianos, que adoptó años después cuando Dios le dio la gracia de aceptar esta nueva fecundidad a ella y a su esposo
* «Recé: ‘Señor, acepto lo que me está pasando, pero no me dejes de tu mano. Mi dolor es insondable, por eso quiero que llenes mi vida de alegría sin límites’. Cuando estamos inmersos en una gran prueba, hay una soledad abrumadora, independientemente de la presencia y la ternura del entorno. Ahora bien, esta soledad puede abrir un espacio de intimidad con Dios»
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