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Bienvenido a Escuchar y a Dar

Este blog, no pretende ser un diario de sus autores. Deseamos que sea algo vivo y comunitario. Queremos mostrar cómo Dios alimenta y hace crecer su Reino en todo el mundo.

Aquí encontrarás textos de todo tipo de sensibilidades y movimientos de la Iglesia Católica. Tampoco estamos cerrados a compartir la creencia en el Dios único Creador de forma ecuménica. Más que debatir y polemizar queremos Escuchar la voluntad de Dios y Dar a los demás, sabiendo que todos formamos un sólo cuerpo.

La evangelización debe estar centrada en impulsar a las personas a tener una experiencia real del Amor de Dios. Por eso pedimos a cualquiera que visite esta página haga propuestas de textos, testimonios, actos, webs, blogs... Mientras todo esté hecho en el respeto del Amor del Evangelio y la comunión que siempre suscita el Espíritu Santo, todo será públicado. Podéís usar los comentarios pero para aparecer como texto central enviad vuestras propuestas al correo electrónico:

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miércoles, 11 de junio de 2008

Testimonio: "Dios ha dado mucho, justamente porque no pretendiamos nada" / Autora: Madre Elvira, fundadora de la Comunidad Cenáculo

Palabras pronunciadas en la Basilica San Juan de Letrán, el 4 de abril de 2008, durante el primer congreso de la Divina Misericordia

Cuando a nuestros jóvenes les piden que hablen de la Comunidad comienzan a hablar de su propia vida: de las tinieblas a la Luz. Es lo que voy a hacer yo.

Deseo contarles sobre la Misericordia de Dios en mi familia cuando yo era pequeña, en los años ’40. Durante la guerra mi papá fue llamado al frente. Nosotros vivíamos en el sur. . . . y tenía que presentarse en Piemonte. Ni siquiera sabíamos qué era el Piemonte. Así es que mi papá le dijo a mi madre que nos íbamos todos con él. Éramos siete niños, llenos de hambre, de frío, de todo lo que no tendría que tener un niño. Pero teníamos una mamá fuerte, capaz de soportar el peso de de todos. ¿Por qué les digo esto? Porque mirando posteriormente mi historia he comprendido que en esos momentos la Misericordia abundaba.

Luego, mi papá se hizo alcohólico, bebía. Nosotros no sabíamos, éramos chicos y veíamos a nuestro padre transformado, nervioso, con rabia. Durante muchos años, mis hermanos, lo juzgaron: “¡Qué padre que tuvimos! ¡Qué familia que éramos!” Se avergonzaban. Hoy, a la Luz de mi encuentro con Dios , cuando los encuentro les digo: “Se avergüenzan de nuestro padre porque no han podido transformar con la fe esas llagas profundas que teníamos en el corazón .” En un momento de mi camino de fe comprendí que en mi vida la Misericordia ya estaba en ese momento, que el Espíritu Santo guiaba a mis padres hacia la fortaleza, en la humillación, porque vivimos muchas humillaciones, mucha marginación.

Nadie quería a los del sur, nos dieron una casa que era casi un gallinero ¡no nos querían en ningún lado porque éramos muchos hijos! Sin embargo hoy, luego de haber encontrado al Señor, leo esta historia con nuevos ojos y eso le propongo a los jóvenes: no avergonzarse de su propia historia porque justamente está sostenida por la Misericordia que la transforma en amor.

Hoy, las llagas sangrantes se volvieron puertas y ventanas abiertas para darle a todos misericordia, amor, justicia, para dar mucho, mucho de mí misma. Hay que vivir la Misericordia en lo concreto de la propia historia para poder expresar: “Lo pude asimilar en mi propia carne.” Reconozco que el Señor fue muy bueno conmigo, desde chica me fue preparando para lo que Él sabía que yo iba a vivir en mi vida…

Me puse de novia con un joven bueno, que me quería, pero en un momento me dije: “Toda la vida solo con este chico, con esta cara, con estas palabras…no. . . jamás podré.” Sentía que mi corazón estaba dilatado al máximo, y en ese momento, en esa elección lo encaucé.Ya habíamos programado tener quince, veinte hijos, pero eran pocos. Veinte hijos ¿y después? ¿Después?

Después la Misericordia me alcanzó en la pobreza, en la humillación. Es una Misericordia que se mezcló con mi carne, con mis sentimientos, con mi amor. Y es por eso que hoy estoy aquí con un “equipo” de jóvenes.Tenemos muchas casas de jóvenes que vienen de todas partes del mundo, sabiendo que la nuestra es una Comunidad exigente. Nuestro amor, que es todo, total, incondicional, es un amor exigente porque ellos deben sentir que les tenemos confianza a pesar de su fragilidad y debilidad. Ellos ya no eran personas, eran pedazos rotos. Pero creo que tienen derecho no a los caramelos para hacerlos sentir bien, sino a la fuerza de una propuesta educativa.

En cuanto llegan, lo primero que les enseñamos – para no engañarlos, pues anteriormente todo fue engaño - es la oración. Afortunadamente, nuestros obispos, cada vez que abro una Comunidad, cuando de rodillas les pido que nos den la Eucaristía, siempre han dicho que sí. Nuestras capillas a veces todavía no tienen los bancos, pero ahí vamos, de rodillas, en el piso, día y noche con Jesús Eucaristía. Se hacen turnos, siempre con Jesús: y somos felices. No tenemos nada… ¿no tenemos nada?

¡Tenemos todo! Pero no hemos aceptado el dinero del Estado sino que hemos creído en el amor de Dios Padre. También creímos en el amor del hombre y, en efecto, a nosotros no nos falta nada porque todo se vuelve Providencia y nosotros la podemos contemplar en las personas que llegan. Los jóvenes desean comer una buena pasta y no hay salsa de tomate, quince minutos antes de la comida llega una señora con el marido y descargan una gran cantidad de “pumarola”. ¡Así es todo, todo!!

En veinticinco años que hace que recibimos a estos jóvenes, jamás fui a hacer las compras. Cuando algo falta, falta: lo echamos de menos pero así experimentamos que no son las cosas las que nos hacen felices, sino la amistad, la paz…

Comencé con mi historia desde que era niña porque quiero que cuando estemos tristes, o todavía no hayamos abrazado al papá o a la mamá, lo digo sobretodo por ustedes, chicos y chicas de la Comunidad: “Aprendamos a perdonar, a perdonar a nuestros padres por cualquier equivocación que hayan tenido. Ellos fueron más castigados que nosotros cuando eran chicos.”Luego de estar un tiempo en la Comunidad, nuestros jóvenes van a su casa para hacer la verífica. Yo siempre les digo: “Cuando veas a tu padre, desde lejos, corre, corre, corre hacia él y abrázalo. Y mientras lo abrazas, debes contar, sin soltarlo, hasta siete.” Y verás que tu papá llora: ¡todos se ponen a llorar! Ya no podemos decirle “¡Hola, papá! “ e irnos.

¿ Quieres detenerte un momento? Porque tu papá debe hacer memoria y recordar que cuando eras pequeña o pequeño, no te quiso, no dialogó, ni te miraba. En un punto cuando el hijo lo abraza, el “hijo pródigo” es realmente el padre, quien se da cuenta de que es padre. Estos jóvenes que hoy están rebosantes de oración, de compasión, de amor, nunca más pueden tener un gesto que no entre en el corazón, en sus vísceras , en las de sus padres. Cuando regresan de la verifica me dicen: “Elvira, en cuanto lo vi a mi papá me dije, si no voy ahora no voy más.” Se puso a correr, abrazó al papá hasta que los dos se confundieron en el llanto.

Debemos ser más humanos, más amantes del amor. El amor es vida, gestos concretos, sacrificio, humillaciones, a veces hambre: primero hay que vivirlo y luego entregarlo a todos. Dios es amor y nosotros elegimos a Dios. Más bien, es Él quien nos eligió ¡y estamos felicísimos de haberlo encontrado!(. . .)¿Cómo se hace para vivir con jóvenes que vienen de tantas experiencias del mal? El cómo siempre es difícil pero hay Alguien que te lo va enseñando por dentro. Cada minuto es una novedad, también para nuestros jóvenes. ¿Cómo se hace para reprenderlos, amarlos, abrazarlos, castigarlos, sonreírles y jugar con ellos? Son todos momentos de amor.

Pero recordé lo que una vez aprendí en mi infancia. Tenía una madre santa, exigente. Especialmente recuerdo una oración que ella decía todos los días y varias veces al día: “¡Santa Cruz de Dios , no nos abandones!” Ella lo decía en su dialecto del sur, yo soy del sur, de Sora, cerca de Frosinone.Mi padre muchas veces perdía su trabajo porque faltaba, pero ella no le pedía al Señor un nuevo trabajo para su marido, ¡no!! : ¡La Cruz! Ella amó la cruz, la abrazó.. Por eso les he propuesto a los jóvenes el encuentro con la Cruz de Jesús, con el crucifijo…

¿Cómo hice para vivir con los jóvenes? No fui yo a vivir con ellos sino que fue la Misericordia: ese rostro del Padre que se empeña en hacer florecer la misericordia junto a la miseria. Ellos llegan ya sin más dignidad, sin más rostro, sin más palabras, sin más esperanza . Vienen y confían: no sé cómo hacen para confiar pero confían, también para mí es un milagro. Y nosotros les proponemos el “camino” de la oración, de la fe viviéndola junto a ellos, porque los jóvenes hoy no necesitan tantas palabras sino vida. A los jóvenes las cosas le entran por los ojos, no más por los oídos: entienden con los ojos porque mira, observan si nosotros no hacemos lo que decimos. La coherencia , con ellos es muy importante la coherencia. . .

Comenzamos durmiendo en el piso, porque no había nada en esa villa que nos habían dado en comodato. Pero nunca pensé en eso: ¡teníamos de más! Cuando no teníamos nada más, ¡había de más! Porque había de más solidaridad, amor, sonrisas, había de más lágrimas a veces, pero no importa, la vida es así: con luces y sombras, hecha de coraje y de miedo, de fortaleza y de debilidad, y nosotros se la enseñamos tal cual es, también a través de nuestra vida.Ahora debo agradecer a la Virgen, que luego de algunos años nos mandó sacerdotes, seminaristas, hermanas consagradas que ya están en las distintas misiones. Yo no pensaba en todo esto, pero Dios ha dado mucho, justamente porque no pretendíamos nada ha dado todo para que se lo donemos a los demás.

Gracias por haberme escuchado.
Cardenal Schonborn: “Una vez le pregunté a Madre Elvira: ¿Pero, cómo se hace para abrazar la Cruz? Espontáneamente ella me respondió: abrazando el crucifijo.”


Madre Elvira: “Es verdad, no les propuse la cruz sino que les dije a ellos: “abracemos el crucifijo”. Abrazándolo nos volvemos más fuertes en nuestras cruces. Abrazándolo , también sentimos los clavos. La cruz sin Jesús es un oprobio. Nosotros abrazamos al Salvador, El que nos ha salvado en esa cruz victoriosa.”

martes, 27 de mayo de 2008

El precio que pagan los contribuyentes por la ruptura de las familias / Autor: John Flynn, L. C.

Advertencias sobre las drásticas consecuencias sociales y económicas

ROMA, (ZENIT.org).- La desintegración de la vida familiar está costando un gran parte de los impuestos. Un informe publicado en abril calcula el coste anual en 112.000 millones de dólares, sólo en Estados Unidos.

"El coste de los impuestos del divorcio y de criar a los hijos fuera del matrimonio: primeras estimaciones para la nación y otros 50 Estados", ha sido publicado por cuatro organizaciones: el Institute for American Values, el Georgia Family Council, el Institute for Marriage y la Public Policy and Families Northwest.

"Este estudio documenta por primera vez que el divorcio y el criar a los hijos fuera del matrimonio - ambas cosas malas para los niños - también están costando un montón de dinero a los contribuyentes", afirmaba David Blankenhorn, presidente del Institute for American Values, en una nota de prensa que acompañaba el informe.

El matrimonio es más que una institución moral o social, observa el mismo estudio. Es una institución económica, y cuando se rompe los costes para los gobiernos locales, estatales y federales son muy altos.

El informe calcula en 112.000 millones de dólares el coste anual - o más de 1 billón de dólares en la pasada década -, algo que los autores consideran una estimación mínima. El gobierno federal soporta la carga más pesada, 70.100 millones de dólares, seguido por los estados con 33.000 millones, y 8.500 millones a nivel local.

Estos costes vienen de diversas fuentes: aumento de los gastos provenientes de impuestos para los programas contra la pobreza, la justicia penal y los programas de educación, y una aportación menor a los impuestos por parte de individuos que, como adultos, ganan menos debido a la reducción de oportunidades, resultado de haber crecido con más probabilidad en la pobreza.

El estudio sostiene que el apoyo del gobierno al matrimonio y a la familia sería una política económica inteligente. Sólo una ligera reducción de la tasa de divorcios podría ahorrar miles de millones de dólares al año.

Algunos estados se han dado cuenta de esto y el informe cita el ejemplo de Texas, que aprobó recientemente dedicar 15 millones de dólares en los próximos dos años para educación matrimonial y otros programas. El estudio explica que si esto trae consigo un descenso de menos del 1% en las rupturas matrimoniales, tendrá un resultado real para los contribuyentes tejanos.

Cambios espectaculares

El estudio presenta una visión general de los enormes cambios de la vida familiar en las últimas décadas.

- Entre 1970 y el 2005, la proporción de niños que viven con sus dos progenitores casados ha descendido del 85% al 68%.

- Más de un tercio de los niños de Estados Unidos nacen actualmente fuera del matrimonio: el 25% de los bebés blancos no hispanos, el 46% de los hispanos, y el 69% de los afroamericanos.

- En el 2004, casi 1,5 millones de niños nacieron de madres no casadas.

- Ha habido un ligero descenso en el número de divorcios desde 1980, no obstante esto se ha compensado por el aumento del número de niños criados por parejas no casadas, por lo que el porcentaje de niños que viven con un único progenitor ha aumentado sin descanso de 1970 a 1998, con una pequeña disminución después de 1998.

- El informe admite que un tema crucial es verificar hasta qué punto hay una relación causal entre la fragmentación familiar y los costes económicos para el gobierno.

Los autores prosiguen mostrando evidencias de diversas fuentes que prueban su afirmación. Existe una amplia documentación, observan, de que el divorcio contribuye a la pobreza infantil.

El análisis sugiere que prácticamente todo el aumento en la pobreza observado entre las madres divorciadas tiene su causa en el mismo divorcio, indica el informe citando un reciente estudio.

También se han investigado con profundidad los efectos en los niños del divorcio y de ser criados por un solo progenitor. El estudio cita investigaciones académicas en las que se indica cómo el vivir estas situaciones lleva a índices de criminalidad más alto y a problemas de delincuencia.

Colapso de los ingresos

Las evidencias de otros países respaldan el informe de Estados Unidos. En Inglaterra, entre 1991 y 1997, el descenso medio de los ingresos de una madre tras la separación fue del 30%, informaba un estudio publicado por el Institute for Social and Economic Research de la Universidad de Essex.

En su reportaje del 5 de marzo sobre el estudio, el periódico Guardian observaba que en los últimos años este descenso se ha suavizado de forma sustancial. Entre 1998 y el 2004, el descenso de renta fue sólo del 12%.

No obstante, los investigadores atribuían parte de esta mejora a un incremento en el nivel de apoyo económico del estado.

Los hogares rotos también crean problemas para los colegios, informaba el 19 de marzo el periódico Telegraph. El declive de la familia tradicional está creando un "círculo vicioso" de fracaso escolar, pobreza y crimen, según la Association of Teachers and Lecturers, una organización de más 160.000 miembros.

El Telegraph indicaba que se ha manifestado esta preocupación precisamente en el momento en que se publicaban las cifras oficiales de madres solteras en Gran Bretaña que han aumentado en la pasada década en 250.000, llegando hasta casi los dos millones.

Otra consecuencia para los niños en medios de las rupturas familiares es una salud mental más pobre. El 24 de abril, el Times de Londres informaba que, según un estudio encargado por Children's Society, más de un cuarto de los jóvenes de menos de 16 años se sienten deprimidos por las tensiones de la vida familiar, las amistades y el colegio.

Miles de niños tomaron parte en el estudio y, para muchos de ellos, la ruptura familiar era el problema.

Los apuros europeos

Europa también está sufriendo grandes cambios en la vida familiar, como apuntaba un estudio reciente publicado por la agencia de noticias Fides, la agencia misionera del Vaticano. En un dossier titulado "La Crisis de la Familia en Europa", la agencia reunía información de varios estudios y organizaciones.

La población de Europa pronto empezará a disminuir y ya está envejeciendo rápidamente, advertía Fides. Cada 25 segundos hay un aborto en los 27 países miembros de la Unión Europea, indicaba el informe, mientras que, al mismo tiempo, se cierran 3 escuelas al día debido a la escasez de niños.

Tanto hombres como mujeres posponen el matrimonio, y en el 2005, casi 1,9 millones de niños nacieron fuera del matrimonio. En algunos países cerca de la mitad de todos los nacimientos se atribuyen a madres solteras o a parejas de hecho. El número de divorcios sigue aumentando, con millones de niños afectados.

En medio de estas tendencias, Fides indicaba también que, del 27% de producto interior bruto que Europa destina a gastos sociales, sólo un parte muy pequeña se dirige a apoyar a las familias, que, según parece, no se consideran una prioridad.

De hecho, el informe establece que "las instituciones y la legislación europeas consideran la familia como un legado histórico, en vez de una institución que pueda formar parte del futuro".

Por ello, añadía, los gobiernos no apoyan de forma activa a la familia basada en el matrimonio estable entre un hombre y una mujer y, a la contra, apoyan diversas formas de cohabitación.

También hay medidas que permiten la adopción de niños por solteros, en lugar de por parejas casadas, así como permitir la adopción a las parejas de hecho y a las del mismo sexo.

Realidad fundamental

Benedicto XVI, consciente de la calamitosa situación de la familia, suele expresarse pidiendo a las autoridades públicas que apoyen el matrimonio. El respeto a la familia basada en el matrimonio es "imperativo", decía el Papa el 10 de enero al dirigirse a los representantes del gobierno local de Roma y de la región del Lacio.

"Lamentablemente, cada día constatamos cuán insistentes y amenazadores son los ataques y las incomprensiones con respecto a esta realidad humana y social fundamental", comentaba el Papa.

"Por consiguiente, es muy necesario que las Administraciones públicas no secunden esas tendencias negativas, sino que, por el contrario, ofrezcan a las familias un apoyo convencido y concreto, con la certeza de que así contribuyen al bien común", concluía.

El 16 de mayo, el Papa comentaba que muchas familias están reclamando ayuda a las autoridades civiles. Benedicto XVI hizo estas afirmaciones sobre la familia durante una audiencia con los representantes del Foro de Asociaciones Familiares y de la Federación Europea de Asociaciones Familiares Católicas, reunidos en Roma para una conferencia.

"Existe la necesidad urgente de un compromiso común para apoyar a las familiares con todos los medios disponibles, sea desde el punto de vista social y económico, como del jurídico y espiritual", afirmaba el Papa.

El Santo Padre alababa la iniciativa de movilizar a la gente para apoyar políticas fiscales de apoyo a la familia. Una iniciativa dolorosamente necesaria en muchos países del mundo.
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Traducción de Justo Amado

domingo, 3 de febrero de 2008

Testimonio de jóvenes / Una oración continua porque el amor es continuo

Flash de vida de algunos jóvenes que se mantienen “normalmente en coloquio con Jesús” y hacen únicas sus jornadas, contagiando a quien tienen a su lado.

Una ordinaria jornada extraordinaria


Una mañana me levanto y me preparo para ir a la Misa. Pero en mi familia me piden que lleve el auto al mecánico y que vaya enseguida para que esté allí cuando abran de modo que hagan el trabajo ese mismo día. Enseguida pienso: no es justo que tenga que ir precisamente yo que soy la que menos usa el auto, tengo un programa mucho más bello y más importante que ir al mecánico... Voy: ¡sé que Jesús me lo pide! Inmersa en el tráfico de mi gran ciudad enseguida pierdo la paciencia... pero regresa la sonrisa: ¡puedo amar a Jesús en los otros automovilistas!

Llego donde el mecánico y me dice que no puede hacer el trabajo, que tengo que ir donde un colega suyo, me da la dirección; es en el lado opuesto de la ciudad. No era necesario, pero también en lo “imprevisto”: ¡gracias Jesús, eres Tú quien viene a mí y sólo a Ti te quiero amar!

Llegando a la nueva meta y habiendo dejado el auto, me dirijo a casa. Ahora puedo hacer “mis” cosas, pero encuentro a un ex - compañero de la Universidad, que tiene necesidad de hablar …: una ocasión única para poder escuchar y consolar a Jesús en este rostro de “soledad”!

No recuerdo exactamente cómo prosigue la jornada, tengo sólo impresa en el alma la plenitud, la alegría, la dulzura de me envuelve en la noche, fruto de Su compañía a cada momento y en cada circunstancia de la jornada.

La tensión a hacer “vida” la Palabra del mes, renovada en cada momento presente y después de cada caída o frenazo, me ha hecho experimentar de forma totalmente nueva cuán verdadero es que ¡¡¡vivir el Evangelio ordinariamente hace de toda jornada “ordinaria” algo extraordinario!!!

(I. R. – Italia)
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Como los vasos comunicantes

Este último período con mi hermana no fue fácil. Me costaba acercarme a ella. Desde hacía dos años se había alejado de Dios y estaba en una permanente búsqueda. En los últimos días había peleado con su novio y a esto se habían sumado dificultades en el trabajo. Estaba muy triste y no sabía cómo ayudarla.

Una noche, mientras meditaba en mi habitación, ella se acercó y me preguntó que estaba haciendo. Le respondí que rezaba y la invité a rezar por su situación, aunque me esperaba un no de su parte. Con sorpresa su respuesta fue afirmativa. Fue bellísimo, porque ella misma fue quien rezó, especialmente por su situación laboral y por la relación con su novio.

La mañana siguiente, antes de salir, a las 7.00, me preguntó si podíamos rezar ya que tenía que afrontar esa dificultad en el trabajo. En la noche cuando regresó estaba muy feliz y me contó que las cosas en su trabajo iban mejor y que con su novio se había reconciliado.

Al día siguiente quiso venir a la Misa conmigo.

(C.D. – Brasil)

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Fuente: Movimiento de los Focolares

domingo, 20 de enero de 2008

Testimonio de Lillina, salesiana cooperadora: 25 años acogiendo jóvenes como Don Bosco

Desde muy joven, no tenía aún dieciocho años cuando recibí el diploma de cooperadora salesiana directamente de manos de don Ricceri, siempre he esperado con ansiedad el aguinaldo del Rector Mayor porque constituía para mí, ya entonces como hoy, el proyecto de vida para enfrentarme al nuevo año.

En el fondo, hace tiempo que esperaba un aguinaldo como el de este año... agradezco, pues, de todo corazón al Rector Mayor que haya tenido la sensibilidad y el valor de empujarnos a una reflexión realmente actual y fascinante para nosotros salesianos, hoy.

Las palabras del "aguinaldo" me han trasladado a los años '80 cuando, recién llegada del Ecuador después de una experiencia en la selva amazónica como misionera seglar, cargada de las experiencias de vida tenidas con los indios jíbaros, decidí, junto a mi marido, dedicar mi vida, mejor nuestra vida, a las misiones.

Nacimiento de un hijo

Nuestra vuelta definitiva a la Amazonia fue entorpecida primero por la llegada de nuestro primer niño, Giampiero, y luego por motivos personales de salud.
Parecía normal considerar que todo se conjuraba contra nuestra decisión; sólo más tarde he comprendido que, quizás, el Buen Dios tenía otros proyectos para nosotros y para nuestra vida.

Recuerdo aquellos años (del 78 al 80) un poco grises aunque alegrados por la sonrisa de nuestro hijo que había enriquecido, con su nacimiento, nuestro matrimonio: nos sentimos como entrampados en lo cotidiano (trabajo-casa, casa-trabajo) que ataba los que fueron nuestros sueños, las que fueron las decisiones fundamentales sobre las que se basó nuestro amor… mientras, a nuestro alrededor había un mundo que gritaba: ayuda, un mundo, sobre todo el juvenil, acechado por peligros enormes, demasiado grandes y demasiado ensordecedores como para dejarnos tranquilos, anclados a un sistema de vida que preveía un compromiso casi exclusivo por nuestro hijo y nuestra vida de pareja.

Fueron los años en los que muchos, demasiados jóvenes, sucumbieron bajo el peso aplastante de la heroína. Demasiados, muchos jóvenes, entraron y salieron de la cárcel rechazados por las propias familias y eran pocas las personas que se interesaban por sus historias.

Me martilleaban insistentemente por dentro las palabras que don Bosco dijo después de haber visitado la cárcel de Turín a la vista de tantos muchachos tras los barrotes: "¡Ay! Si estos jovencitos hubieran tenido una mano amiga…" Sentí dentro de mí el deber y el deseo de convertirme en aquella mano amiga para impedir la ruina de tanta bella juventud: Fue así como que nos pusimos a la búsqueda de un lugar donde poder acoger aquellos jóvenes que interpelaban nuestra conciencia y nos imponían, sin demasiados miramientos, un estilo de vida un poco “sui generis”, ciertamente lejos de la vida "tranquila" que quizás nuestros padres soñaron para nosotros.

Jóvenes en un "establo"

Tal vez porque todo comenzó por una serie de coincidencias fortuitas: nos fue indicada por el Rector del Santuario del Divino Amor a quien nos dirigimos, una vieja ruina abandonada; era un establo con los pesebres todavía intactos, propiedad del marqués Gerini, conocido amigo y bienhechor de las obras salesianas. No nos costó mucho convencerlo para que lo pusiera a nuestra disposición para una actividad en favor de jóvenes en dificultad. Quizás ni él ni nosotros imaginábamos entonces que aquel "establo" llegaría a calentar a más de 400 jóvenes que a lo largo de estos años (25) han encontrado una mano tendida a sus necesidades.

No es la primera vez que un "establo", lugar anónimo y ciertamente rechazado por la gente "de bien", hace de cuna a los sueños de quien quiere anunciar una existencia renovada a los pobres, a los oprimidos… a los últimos.Con la ayuda de muchos cooperadores, salesianos, hermanas,… aquel establo se transformó enseguida en casa acogedora para aquellos jóvenes que nos pidieron ayuda.Nuestra familia creció así, sobre todo abriendo las puertas a los pequeños, a los adolescentes que se encontraban en situaciones difíciles personales, sociales o familiares.

Como en la mejor tradición salesiana partimos sin medios económicos, confiando exclusivamente en las ofrendas de muchos amigos pero sobre todo en la ayuda de Dios y para que el buen Dios no se olvidara de nosotros, llamamos la obra "Providencia". La nuestra no quiso ser una comunidad ni terapéutica ni mucho menos un casi-colegio, sino, desde el primer día, una "Familia" que se abría a los jóvenes que, encontrándose en dificultad ya de carácter familiar y ambiental ya por haber faltado a la ley ya por el peligro de recaer, etcétera, buscaban un apoyo moral-educativo durante el tiempo que fuera necesario para hacer madurar una situación diferente, como la de permitirles una reintegración en el contexto familiar y social, privilegiando la prevención ante una posible caída o recaída, al estilo que nos enseñó don Bosco.

Hacer un balance de la actividad desarrollada durante estos 25 años no es sencillo. Sólo Dios conoce verdaderamente el corazón del hombre; sólo Él sabe si la fatiga ha dado o dará los frutos deseados. Nosotros intentamos dar un testimonio cristiano, agradecidos a Él si lo fecundara.

Ley de defensa del menor

Los primeros años nos vieron ocupados sobre todo en la acogida de los pequeños que nos eran confiados por el Tribunal de menores en virtud de la ley 266 que dictaba que un menor no fuera introducido en el circuito carcelario al primer delito para evitar la consolidación de actitudes negativas.

Lo entrada en vigor de esta ley representó una importante inflexión cultural y social. El menor era por primera vez considerado sujeto de derechos y, como tal, defendido y sostenido.

La sociedad es siempre deudora hacia los más jóvenes, siempre está en la obligación de ofrecer lo máximo de sus capacidades para permitir vivir un presente digno y para preparar un futuro responsable y libre y al mismo tiempo que el Tribunal nos confiaba a adolescentes turbulentos nos exigía implícitamente ser garantes de una cualificada propuesta educativa… que no podía no estar empapada de la pedagogía de don Bosco.

Así Providencia se caracterizó enseguida como un lugar privilegiado y raro, en cuyo interior un adolescente en dificultad se convertía, por fin, en natural y espontáneo centro de atenciones, gracias a las formas de vida familiar, ricas en estímulos y a las múltiples ocasiones para reflexionar libremente y con confianza sobre los problemas de la propia identidad todavía incierta y marcada por el enfrentamiento/desencuentro con la sociedad.

El joven que llega a la casa familia advierte enseguida el clima particular que se respira allí: Las tensiones, los miedos, los rechazos que el menor lleva consigo, se reajustan en la novedad de la situación que comienza a vivir. El menor ahora se encuentra en contacto con adultos que ya no siente necesariamente hostiles y autoritariamente impositivos, sino con los que en cambio es posible entretejer relaciones positivas y estructurantes de entendimiento, colaboración, amistad, en un respeto recíproco. Todo eso sin embargo presupone un mínimo de preparación e implicación del menor en la nueva experiencia que está llamado a vivir, de otro modo todo se vuelve más difícil.

Sin teorías y siguiendo a Don Bosco

Cuando la relación menor-casa familia es positiva, uno se da cuenta, y la experiencia lo confirma, de que se agrieta el muro de desconfianza hacia los adultos que el adolescente ha construido como defensa en las anteriores experiencias ante los problemas familiares y sociales. Empieza a emerger viva la nostalgia de cariños olvidados, sobre todo maternos, revividos ahora con una inédita voluntad de protección respecto de aquellos factores traumáticos que han provocado serios problemas en la infancia. Se abre paso en el joven la conciencia de tener dentro de sí fuerzas interiores totalmente suyas, que se pueden orientar hacia objetivos por ahora poco definidos, pero que su realización sabe ahora que puede contar con alguien que es de hecho un amigo.

De este modo el joven está en condiciones de apropiarse de su vida, de poder pensar en sus heridas (retrasos escolares, dureza afectiva, dificultad expresiva, incompetencias profesionales, problemas laborales etcétera) y de crear, en un tiempo que es ahora ya demasiado corto, las condiciones para un futuro "suyo", libre, en una relación, esta vez, no marginalizante de la sociedad.

Nuestra tarea, como se ve, es ardua… pero en todo caso algo queda claro: los muchachos que han vivido algún tiempo con nosotros, todos, extranjeros e italianos, han vivido aquel período de sus vidas no como una "desgracia" que se suma a las otras, sino como un momento importante y enriquecedor y que, en todo caso, queda como expresión de una cultura de la solidaridad: Esta cultura de la solidaridad siempre ha sido una convicción expresa por nuestra parte, que hunde sus raíces no sólo en una fe religiosa y salesiana sino también en una alternativa para una sociedad más humana. Lo que queremos ofrecer es un espacio de "justicia", en el sentido de que nos proponemos darle al menor aquello que o no ha tenido nunca o ha tenido de modo inadecuado.

Sinceramente, nunca hemos teorizado sobre nuestro modo de acercamiento al muchacho, porque el estilo salesiano, el estilo de don BOSCO es ya de por sí un modelo vencedor: excluye toda forma de paternalismo o asistencialismo para ofrecer una propuesta de acogida sincera, materializada en la amistad, la escucha, la coparticipación, la exigente y justa coherencia en los comportamientos.
Aceptar y hacerse aceptar se convierte así en el punto clave y, en cuanto tal, en el objetivo prioritario de nuestra casa-familia. Si no se llega a implicar al menor en las decisiones que se toman para él y sobre él, no se puede sacar adelante ningún proyecto educativo y todo se limitará a tareas de represión o custodia muy lejos del pensamiento de don Bosco.

Escapados de la guerra

Estos últimos años nos hemos visto implicados exclusivamente en la acogida a menores extranjeros procedentes del Norte de África, de Albania, Rumania y Afganistán. Estos últimos, en particular, nos reenvían al recuerdo de cómo ha querido don Bosco a los jóvenes: "me basta que seáis jóvenes para que yo os quiera mucho". Son chicos escapados de la guerra, obligados a dejar su País para evitar la suerte de sus padres muertos a manos de los talibanes. Tienen historias tristes, en los ojos el terror de la muerte, en el corazón la conciencia de no poder volver a su tierra: Lejos de las propias raíces, sin la posibilidad de echar otras nuevas, suspendidos entre el pasado y el futuro, en un presente pobre, de privaciones. Muchos de ellos llevan sobre el cuerpo las señales evidentes de las torturas padecidas antes de lograr salvarse: Las historias de sus viajes alucinantes no pueden no estimularnos a ser para ellos aquella mano amiga, aquel hombro sobre el que poder apoyarse y, por qué no, llorar cuando resurge vivo el recuerdo de sus seres queridos y de su tierra lejana.

Son muchachos fuertes, sumando todo: no sé cuántos de nuestros muchachos italianos acostumbrados a una vida más o menos cómoda tendrían la fuerza interior que ellos muestran. Solos, extranjeros en una tierra diferente, a menudo hostil y desconfiada en sus confrontaciones, saben incluso arremangarse las mangas en el evidente esfuerzo por aprender nuestra lengua, nuestras costumbres, nuestro perseguir una vida tranquila, sin demasiados obstáculos o problemas. Nuestro compromiso como pareja y como salesianos cooperadores para estos muchachos es lo que el Rector Mayor ha subrayado en su aguinaldo: educar con el corazón de don Bosco para el desarrollo integral de la vida de los jóvenes, sobre todo de los más pobres y más desfavorecidos, promoviendo sus derechos.

Ciertamente nos esforzamos por educar y querer con el corazón de don Bosco, pero no llegaremos nunca a tener un corazón tan grande como el suyo… indudablemente entendemos y nos afanamos para que estos nuestros amigos sean respetados en sus derechos. Tal vez hoy entiendo la gran dificultad experimentada por don Bosco cuando buscaba por las obras a sus chicos para animarlos, pero sobre todo para cerciorarse de que los empresarios respetaran por ello sus derechos. También a nosotros a menudo nos ocurre tener que emplearnos no sólo para insertarlos en el mundo del trabajo que se revela cada vez más estrecho, sino, sobre todo, para que cuantos les ofrecen trabajo sean correctos y justos en sus obligaciones... Cuántas veces ha ocurrido tener que recordar y exigir el respeto del horario de trabajo y de una justo retribución… y al mismo tiempo tener que excusarnos ante nuestros muchachos por la innoble explotación de parte de muchos buenos cristianos. Nuestro compromiso se concreta, así, en promover con los hechos y en la medida que nos es posible la dignidad de estos jóvenes.

Cien lieras por favor !!!

Ya no basta sólo con abrir y agrandar el corazón para acogerlos: hoy más que nunca se trata de batirnos para que sean reconocidos sus derechos, para que a nadie le falte la esperanza en un futuro más humano. Pienso que si don Bosco viviera hoy, indudablemente emplearía a fondo toda su creatividad para alimentar una cultura de formación de las conciencias para el reconocimiento de los derechos fundamentales de la persona humana sea cual fuere el color de su piel y para responder concretamente al grito de Cristo que pide ayuda revestido del angoleño sediento, del afgano huérfano que ha visto morir a sus seres queridos bajo su mirada, del muchacho que huye de una situación insoportable en su país…

Son muchos los recuerdos que los muchachos han gravado en mi mente y en mi corazón, si tuviera que contar las historias de cuantos han pasados por nuestra casa... no bastarían los años que me quedan todavía por vivir... pero quiero dejaros al menos uno a vosotros:

Era la víspera de Navidad, hace ahora 24 años. Estaba metida en la cocina para preparar la cena, cuando un muchacho vino a decirme que Merak (un chico Romaní, llegado hacia poco a Providencia, lloraba desconsoladamente. Merak había sido vendido a una caravana de gitanos por sus parientes cuando apenas tenía dos años. Obligado a pedir limosna, pegado y torturado (tenía sobre la espalda las señales indelebles de las quemaduras de los cigarrillos apagados sobre su piel) a la edad de 10 años logró escapar y que se perdiera su pista; fue encontrado por la policía medio aterido bajo un banco en el parque del Eur. Las únicas palabras que supo decir en italiano fueron: un monedita, cien liras, por favor. Fue internado en un instituto a la espera de ser adoptado pero... ¿quién tiene el ánimo para adoptar a un niño que no es rubio ni tiene los ojos azules y que además es Romaní?

Una Crisis

La institución que lo había acogido cerraba y tuvieron que buscar una nueva situación para los internos más grandecitos: Tenía 14 años cuando nos lo trajeron, después de haber sabido de nuestra existencia por un artículo leído en el periódico El Mensajero. Trabajaba en una pizzería justo al lado de la institución que lo hospedaba. El propietario, obviamente, no lo tenía en regla, más bien le había hecho pesado el propio trabajo. Merak, aquel día, había visto en Providencia un vaivén de amigos que venían a desear las “felices pascuas”: fue el momento de la crisis.

Lo animé a hablar y a explicarme el motivo de su llanto. Nos llevó un buen rato ante de que me respondiera: "lloro porque pienso en mi situación; estoy solo en el mundo, no conozco a mis padres, no tengo parientes, no tengo amigos… si tuviera que ir a dar desear unas felices navidades a alguien no sabría a quien hacerlo".

Podía parecer una respuesta banal porque en casa había muchos otros más o menos en su misma situación... pero Merak tenía una mirada triste, casi desesperada. ¡Qué pudo pensar! Lo abracé diciéndole que estaba mintiendo porque en aquel mismo momento podría y debía desearnos las felices navidades a nosotros, a Carlo y a Lillina, y a los muchos amigos que había conocido en Providencia.

Se serenó enseguida regalándome su sonrisa más espléndida. Volví así a la cocina. Después de una buena media hora me lo encontré en la cocina; me pidió que lo acompañara a la habitación de al lado, allí fui; en el centro de la mesa, bien puesta, había una Estrella de Navidad, un billete escrito a toda prisa: "¡querida mamá, te quiero!"

Fue la primera de una larga serie porque desde aquel día cada año Merak, que ya no es un muchacho, tiene amigos a los que decir: ¡Feliz Navidad!

Acabo aquí deseando a todos los presentes y a toda la familia salesiana el poder ser en la vida aquella mano y aquellos brazos abiertos para acoger el Feliz Navidad y la sonrisa sincera de los muchos Merak que vagan por nuestras calles y que esperan oír una voz que les diga: A partir de hoy ya no estás solo, estoy YO.

Patriarca de Jerusalén: Quienes asumen el puesto de Dios dificultan la unidad / Autor: Robert Cheai

Explica en una misa para jóvenes en Roma

(ZENIT.org).- El obstáculo mayor a la unidad de los cristianos son «las diversas jurisdicciones humanas», explicó el patriarca latino de Jerusalén Su Beatitud Michel Michel Sabbah a los jóvenes del Centro Internacional San Lorenzo en Roma, Italia, en el contexto de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos.

En una misa celebrada el 18 de enero en este centro cercano a la Plaza de San Pedro, el patriarca dijo que en esta Semana «en Jerusalén, donde conviven trece Iglesias, de las que seis son católicas, cinco ortodoxas y dos protestantes, nos reunimos a orar juntos por la unidad».

El patriarca aclaró que «todos los cristianos deben estar unidos en Jesucristo» y subrayó que el problema de la unidad, aunque «se refiere a la teología y a los dogmas» está ligado principalmente a los «hombres y mujeres que asumen el puesto de Dios», es decir a las «diversas jurisdicciones humanas».

Partiendo de la primera lectura del Libro de Samuel, monseñor Sabbah dijo que en este texto «vemos que el pueblo pide a Samuel darle un rey. Antes de la monarquía, el pueblo era guiado por jueces, los cuales mantenían la relación entre Dios y el pueblo. El significado de su petición de un rey es esta: "No queremos tratar con Dios sino con los hombres"».

Y añadió: «La cuestión de la unidad suscita este interrogante: ¿Estamos tratando con Dios o con los hombres? Si estamos divididos es porque cada uno se rige desde sí mismo, desde su propia política, su propia ideología y su propia cultura».

«Griego no quiere decir Cristo y romano no quiere decir Cristo», subrayó.

Dirigiéndose a los jóvenes, les exhortó: «Es necesario volver siempre a este principio: el cristiano trata siempre con Dios, y si trata con los hombres lo hace porque ve en ellos la imagen de Dios. Si falta la visión de Dios, y nos presentamos sólo como seres humanos con nuestras simpatías y antipatías, es inevitable que haya divisiones entre los cristianos».

«El problema de siempre, no sólo de quienes provocaron el cisma sino también nuestro, de los creyentes de hoy, es éste: si caminamos con Dios, caminamos recto, y vivimos la verdadera alegría y la esperanza en la vida. Si caminamos sin Dios, nuestra vidas jóvenes quedan divididas a varios niveles: afectivos, de amistad, de fe y de coherencia».

«Es necesario en vuestra vida como jóvenes mirar siempre a Dios, y vuestra vida será la vida que ha anunciado Jesús», añadió.

«La vida cristiana no es una privación sino una vida de abundancia. Como nos recuerda el Evangelio de Juan, Jesús viene a darnos la vida en abundancia --recordó--. Por ello, perseverad siempre en vuestra fe cristiana católica: tratad con Dios y con los hombres en cuanto que son imagen de Dios. Cuando Jesús manda amar a todos, lejanos y próximos, amigos y enemigos, nos invita a amar a Dios mismo en aquella persona».

Por último, el patriarca confió a los jóvenes a la Virgen María para que sea guía de sus pasos en todos los caminos de la vida.

San Lorenzo es un centro juvenil creado por Juan Pablo II e inaugurado por él mismo el 13 de marzo de 1983. Ofrece acogida y animación litúrgica y sacramental a los jóvenes residentes y a los peregrinos de Roma. Conserva la primera cruz de las Jornadas Mundiales de la Juventud, donada por el papa Karol Wojtyla en el Año Santo de 1984.

Cada viernes, el centro celebra, a las 16 horas, dos horas de adoración seguidas por el rosario para rezar por las Jornadas Mundiales de la Juventud y una misa presidida generalmente por un obispo o un cardenal.


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Traducido del italiano por Nieves San Martín