"Yo no tenía ninguna crisis, ni estaba buscando a Dios. Y aún así Dios tocó mi corazón con las palabras de la liturgia:'Haced esto en memoria mía'. Estas palabras, con Dios tocando mi corazón, fueron el inicio de una profunda conversión en la que yo recibiría, a lo largo de varios años, una sanación profunda. Cuando rendí mi vida a Dios fue como si Él tomara un borrador para borrar todos los pensamientos negativos, las condenas que había acumulado de mis padres desde niña: todos los malos pensamientos, todas las mentiras contra los judíos, todas las palabras conflictivas contra Dios. Recibí mucho amor de Jesús y me curó de la ansiedad ante la muerte. Hoy soy plenamente consciente de toda la sanación que he recibido y sé que mi sanación ha sido un don de Dios para ayudarme a resistir lo que iba a venir"
