* «En mi primer acercamiento con la iglesia surgió en mí la necesidad de hacer música para Dios, pero no me sentí digno de hacerlo. Al recuperarme de mis adicciones, esperé un año más para comenzar a rapear, pues quería prepararme, vivir mi fe como un buen católico y estar seguro que hablaría de Dios con todo mi corazón. No dejaba de sentir la inquietud por la música, así que una noche, al platicar con el Señor, le dije, ‘si Tú quieres que rapee para ti, pues ¡aquí estoy!’. Entiendo la misión que Dios puso en mi corazón, y si a través de estas canciones y de su ritmo un muchacho puede encontrar el camino a Dios, entonces quiere decir que estoy cumpliendo con mi encomienda»