La madre de Gloria María le pidió al Papa que intercediera y salvara a su hija
10 de abril de 2009.- Gloria María fue concebida gracias a un libro del Papa Juan Pablo II en el que animaba a las familias a no tener miedo a recibir nuevos hijos. Sus padres vivían en la región Jura de Cracovia-Czestochowa, Polonia. Durante el embarazo, su vida empezó a correr peligro. Su madre cuenta que entonces "se aferró" al Papa: "Nadie más podía ayudarme", asegura. Los médicos tuvieron que hacer una cesárea de urgencia y pensaban que no saldría con vida. Pero se equivocaron. La familia envió su historia a al postulador de la causa de beatificación de Juan Pablo II.
(Małgorzata Szyszko-Kondej* / Fotografias superiores:© Reader´s Digest) El 2 de abril de 2005 Joanna Wrona estaba viendo las noticias, en la región Jura de Cracovia-Czestochowa (Polonia). A las 9:37 de la noche, se enteró con enorme tristeza de la muerte del papa Juan Pablo II. “Para mí fue un golpe terrible”, recuerda. “Estaba embarazada de tres meses, y estaba convencida de que el bebé que esperaba tenía una estrecha relación con el Santo Padre”. Gloria María fue concebida después de que Joanna leyera un libro de reflexiones del Papa en el que se animaba a los creyentes a no renunciar a tener muchos hijos. Tras leerlo, ella y Jacek decidieron tener el tercero.
Sin embargo, Joanna empezó a sentirse mal. Un día de mediados de junio, encontró una estampa de Juan Pablo II con las manos en alto en señal de bendición. Varios días después, en la semana 26 del embarazo, los movimientos del feto disminuyeron mucho y Joanna se sintió peor. En el hospital, los médicos le detectaron escasez de líquido amniótico e insuficiencia placentaria. El feto pesaba 467 gramos y su desarrollo se había detenido parcialmente en las semanas 20 y 22 de gestación.
Destrozada, Joanna regresó a casa y cuando entró en el dormitorio, su mirada se posó en la estampa que había dejado sobre la cómoda. “Me aferré a ella”, cuenta. “Sabía que nadie más podía ayudarme”. Todos los días se ponía sobre el vientre la imagen de Juan Pablo II, y llena de fe le suplicaba su intercesión.
Una ultrasonografía reveló falta total de líquido amniótico y desarrollo asimétrico del feto, cuando pesaba alrededor de 800 gramos. Los médicos formularon el diagnóstico final: el feto no podía permanecer más tiempo en el vientre de la madre. Le propusieron hacerle una cesárea de inmediato. Si no acepto, podemos morir las dos, pensó. Pero Gloria vive mientras esté en mi vientre. ¿Tengo derecho a acortarle la vida, aunque sea un día?. El sacerdote del hospital le dijo que era una mujer muy fuerte, que creía que todo saldría bien y que le parecía necesario que se sometiera a la cesárea cuanto antes. Una enfermera le preguntó: -En caso de que su bebé fallezca, ¿qué desea que se haga con el cuerpo? Joanna respondió que quería que bautizaran a su hija. Había decidido llamarla Gloria María en honor de la Virgen de Jasna Góra, y se preguntó angustiada si esos nombres sólo los leería en una lápida blanca. Por unos momentos se quedó sola, mirando la cruz que había frente a su cama. Sin saber cómo, oyó tres veces con claridad en su mente una frase: “Después de los dolores del parto llega la alegría de la maternidad”. Entonces pensó: ‘Jesús mío, yo no tendré la alegría de la maternidad. Sólo los dolores del parto, y nada más’.
Soprendente para los médicos
Fue una noche larga y dura. Por la mañana, el pediatra le dijo a Joanna que la niña se encontraba en la incubadora y que estaba ocurriendo algo impresionante: el bebé respiraba por sí solo, se movía y había excretado gotitas de orina, lo que indicaba que tenía al menos un riñón y vejiga. El 8 de septiembre, natividad de la Virgen y 71 días después del nacimiento de Gloria, Jacek la llevó a casa. “Tomé entre mis brazos a la niña, y ya no la solté durante el resto del año”, cuenta Joanna. La niña recuperó la salud rápidamente. Empezó a caminar a los 14 meses de edad.
Los Wrona enviaron su relato al postulador de la causa de beatificación del Papa. La historia fue publicada por Totus Tuus, revista mensual dedicada a la causa de beatificación y canonización de Juan Pablo II. Gloria María se hizo famosa. Los periodistas esperaban fuera de su casa. Un canal de la televisión italiana realizó un reportaje sobre la niña y lo transmitió en horario de máxima audiencia. “Nuestro ejemplo demuestra que, además de las técnicas y los conocimientos médicos, existe algo más que infunde fuerzas, algo que ayuda y cambia la vida”, explica Jacek. “Somos una familia normal, ni mejor ni peor que cualquier otra, y sin duda no somos unos santos”, dice Joanna. “¿Por qué fuimos elegidos? Nosotros ya no pensamos en ello”.
Gloria María abraza a su madre, le toca el vientre y sonriendo dice: ‘Aquí hay un bebé’. Ahora ella, con toda su familia, esperará el milagro de otro nacimiento. El milagro de la vida.
Una ultrasonografía reveló falta total de líquido amniótico y desarrollo asimétrico del feto, cuando pesaba alrededor de 800 gramos. Los médicos formularon el diagnóstico final: el feto no podía permanecer más tiempo en el vientre de la madre. Le propusieron hacerle una cesárea de inmediato. Si no acepto, podemos morir las dos, pensó. Pero Gloria vive mientras esté en mi vientre. ¿Tengo derecho a acortarle la vida, aunque sea un día?. El sacerdote del hospital le dijo que era una mujer muy fuerte, que creía que todo saldría bien y que le parecía necesario que se sometiera a la cesárea cuanto antes. Una enfermera le preguntó: -En caso de que su bebé fallezca, ¿qué desea que se haga con el cuerpo? Joanna respondió que quería que bautizaran a su hija. Había decidido llamarla Gloria María en honor de la Virgen de Jasna Góra, y se preguntó angustiada si esos nombres sólo los leería en una lápida blanca. Por unos momentos se quedó sola, mirando la cruz que había frente a su cama. Sin saber cómo, oyó tres veces con claridad en su mente una frase: “Después de los dolores del parto llega la alegría de la maternidad”. Entonces pensó: ‘Jesús mío, yo no tendré la alegría de la maternidad. Sólo los dolores del parto, y nada más’.
Soprendente para los médicos
Fue una noche larga y dura. Por la mañana, el pediatra le dijo a Joanna que la niña se encontraba en la incubadora y que estaba ocurriendo algo impresionante: el bebé respiraba por sí solo, se movía y había excretado gotitas de orina, lo que indicaba que tenía al menos un riñón y vejiga. El 8 de septiembre, natividad de la Virgen y 71 días después del nacimiento de Gloria, Jacek la llevó a casa. “Tomé entre mis brazos a la niña, y ya no la solté durante el resto del año”, cuenta Joanna. La niña recuperó la salud rápidamente. Empezó a caminar a los 14 meses de edad.
Los Wrona enviaron su relato al postulador de la causa de beatificación del Papa. La historia fue publicada por Totus Tuus, revista mensual dedicada a la causa de beatificación y canonización de Juan Pablo II. Gloria María se hizo famosa. Los periodistas esperaban fuera de su casa. Un canal de la televisión italiana realizó un reportaje sobre la niña y lo transmitió en horario de máxima audiencia. “Nuestro ejemplo demuestra que, además de las técnicas y los conocimientos médicos, existe algo más que infunde fuerzas, algo que ayuda y cambia la vida”, explica Jacek. “Somos una familia normal, ni mejor ni peor que cualquier otra, y sin duda no somos unos santos”, dice Joanna. “¿Por qué fuimos elegidos? Nosotros ya no pensamos en ello”.
Gloria María abraza a su madre, le toca el vientre y sonriendo dice: ‘Aquí hay un bebé’. Ahora ella, con toda su familia, esperará el milagro de otro nacimiento. El milagro de la vida.
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*Extracto del artículo publicado en Selecciones Reader’s Digest
*Extracto del artículo publicado en Selecciones Reader’s Digest