* «No sé cómo fue exactamente pero me acerqué a un sacerdote que estaba allí. Y resulta que me aceptó de una manera tan natural… Percibí cariño, algo que no había sentido nunca en todas mis búsquedas. Un amor diferente, que no me juzga, que no me señala con el dedo diciéndome ‘tú eres malo, tú no sirves’. Hablando con él, me pregunta si quiero poner una vela ante el Santísimo. Estaban realizando Arde Complutum, una semana de evangelización en las calles, con el Santísimo expuesto. Le dije que sí. Ya me había, digamos, confesado como una hora o así con él. Nos acercamos al Santísimo en la catedral y le puse mi velita al Señor. Ahí me derrumbé: permanecí de rodillas llorando y confesando mis pecados allí públicamente. El sacerdote siempre a mi lado. Fue algo muy grande. Mi vida empieza ahí: hay un antes y un después… Y a mí no es que me haya comido el coco nadie; lo vivo realmente cada día. Mi relación con Dios es lo más bonito que me ha podido pasar porque realmente es el que me llena. Es muy especial… Dios no busca en un sentido a personas perfectas para mostrarse a ellas, sino que Dios busca al corazón que está dispuesto a abrirse para Él»
Camino Católico.- Javier Martínez Carpintero, de Alcalá de Henares pertenece a una familia católica, pero en casa solamente practicaba su madre. Su infancia fue como la de cualquier otro niño de su época. Su adolescencia se vio afectada por los cambios sociales en España tras la muerte de Franco, cuando se pasó del «todo está prohibido» al «todo está permitido». Pero algo que le marcó más aún fue el hecho de ser víctima de abusos sexuales cuando tenía 13 o 14 años.
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