“Si dejas que Dios entre en tu vida se producen milagros. Yo me pellizco cada mañana para asegurarme que estoy despierta, que no es un sueño, y me digo: «Soy yo, puedes ser Carmelita y ser feliz, estar encerrada y ser feliz y ser libre. Sí, soy feliz, y no lo cambiaría por ningún quirófano, ni por nada del mundo”
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