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miércoles, 13 de diciembre de 2017

Carolina Ojeda, 21 años, ingresa de monja en el Carmelo el día de la fiesta de la Virgen de Guadalupe: «Un susurro en el corazón no me dejaba ni a sol ni a sombra»

* «Cuando estaba en el último año del secundario asistí a un retiro espiritual ignaciano, sola, cosa que Dios tenía pensada muy bien porque siempre andaba con mis amigas de arriba a abajo. Y allí, en ese retiro, fue donde me di cuenta de que Jesús me pedía algo más, y que ese algo más tenía nombre: carmelita descalza. No sé como explicarlo: no se me apareció, ni me habló, ni nada de eso. Hice todos los intentos para acallarlo, pero no pude. No entendía por qué en ese momento de mi vida, con 18 años, cuando también estaba conociendo a un chico, Jesús me salía con esto. Lo recé mucho, y por muchos intentos que hice no pude olvidarlo, y me decidí a ir a conocer un carmelo. Jesús se las ingenió muy bien para hacerme llegar al lugar que tenía preparado para mí»

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