* «El antídoto para equivocarse lo menos posible, es mucho pensar, compartir en el matrimonio y poner nuestras mejores intenciones en manos de Dios y dejarnos hacer por Él… La fe, es la causante de que acojamos el proyecto de Dios en nuestro corazón, es la que nos impulsa para que lo demos a conocer en la familia, y desde ella al cole, al trabajo, a nuestras amistades, a nuestra vida social,… es a través de ella desde donde se favorece la paz, el crecimiento y la felicidad… La trasmisión de la fe a nuestros hijos es una misión a la que estamos llamados por nuestra vocación matrimonial. Esta misión apasionante, difícilmente podemos llevarla a cabo, si antes no tenemos conciencia de la presencia del Señor en nuestra vida, si no reconocemos que está en nosotros la llave para ser Feliz. Es desde ahí, desde la perseverancia en nuestro proceso de conversión, desde donde podemos acompañar de forma respetuosa el proceso de conversión de nuestros hijos. En nuestro matrimonio entendimos la importancia de: Estar, hablar de Dios, de la Iglesia con nuestros hijos, de vivir juntos el Adviento, Navidad, Cuaresma, Pascua y acompañarlos en su caminar»
No hay comentarios:
Publicar un comentario