* «Empezamos a rezar todo el tiempo: ‘¡Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a ti’. En el esoterismo todo se centra en la voluntad de la persona, pero en la Iglesia aprendemos a hacer la voluntad de Dios. Por eso me gusta mucho Juana de Arco: se arrodillaba y rezaba para hacer la voluntad de Dios, no la suya»
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