* «A pesar de no tener problemas en casa (salud, dinero, división, etc.), viví una adolescencia un poco complicada, tratando de ser querido y queriendo ser feliz, y viendo que me faltaba algo. La tónica de mi vida hasta que entré al Seminario ha sido una sensación de vacío, de insatisfacción, casi de decepción con la vida. A pesar de ser deportista, de tener amigos, de sacar buenas notas, de no irme mal con las chicas, sentía que me faltaba algo. Y esa sensación de vacío y del famoso sin-sentido, a pesar de tener 17 años y sin grandes sufrimientos, se acentuó en el segundo curso de bachillerato. Nunca dejé la Iglesia, vivía en ella, pero no me sentía parte. Y tratando de llenar ese vacío, buscando esa plenitud, esa sensación de decir estoy haciendo algo grande con mi vida, fui a buscar la felicidad a dónde la da el mundo, a donde, por desgracia, van muchos jóvenes, por engaño. Y me seguía sintiendo vacío, más vacío aún. Todo era polvo, se esfumaba y buscaba algo que llenará mi interior»
Lucas Blanes cuenta el testimonio de su encuentro con Cristo Resucitado en junio de 2020 en este vídeo del Multifestival Laudato SI
* «Yo quería mi familia, mi trabajo normal, mi vida cómoda, asegurada, pero el Señor, desde la eternidad, no había pensado eso para mí. Pues, eso de la vocación no es sólo para curas y monjas; es la llamada concreta, la misión que Él tiene para ti mientras dura tu instancia -pasajera- en la tierra. Obviamente, Jesús cuenta con nuestra libertad y podemos decirle que no, pero de ello depende nuestra vida y cómo queremos vivirla. Esa noche grité al Señor y le dije sácame de aquí. Eso era en marzo y en septiembre entré al Seminario. Fueron meses muy intensos, en los que no viví un hecho extraordinario o un fenómeno sobrenatural, sino que el Señor me fue seduciendo poco a poco, fue calando en mí como un rocío, sin yo enterarme. Pero sí, hay que ponerse a tiro, y yo, como a la última, a la desesperada, lo hice. Y a través de personas, de encuentros con Él, me fue empujando»