* «El sufrimiento me abrió el corazón, por eso digo que fue un don haber sufrido tanto. En ese entonces la fe aún no era algo propio, sino solo lo que me habían enseñado mis papás. Yo veía que mis papás rezaban y practicaban la fe. Participaban en el Movimiento Familiar Cristiano de Denver; ellos ahí se formaron y luego me formaron a mí a partir de ese ministerio. Pero durante ese tiempo de sufrimiento experimenté el amor de Dios en concreto a través de ellos, que me cuidaban con amor y paciencia. A los 18 años, después de cuatro años de quimioterapia, solicité el ingreso al seminario. A los jóvenes les diría que seguir a Dios es un paso de fe. Si sientes ese deseo, toma ese paso de fe. El Señor te va a recompensar más de lo que tú crees. No tengas miedo. Él quiere que tomes ese paso de fe»
No hay comentarios:
Publicar un comentario