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martes, 1 de octubre de 2024

Oración a Santa Teresita del Niño Jesús para pedir su intercesión en cualquier necesidad y la gracia de la pureza de la mente y el corazón


Camino Católico.- Cada 1 de octubre celebramos a Santa Teresa del Niño Jesús, Doctora de la Iglesia y patrona de las misiones. Nació en la ciudad francesa de Alençon, el 2 de enero de 1873, sus padres ejemplares eran Luis Martin y Acelia María Guerin, ambos santos.

Teresa era la última de cinco hermanas - había tenido dos hermanos más, pero ambos habían fallecido - Tuvo una infancia muy feliz. Sentía gran admiración por sus padres: «No podría explicar lo mucho que amaba a papá, decía Teresa, todo en él me suscitaba admiración».

Cuando sólo tenía cinco años, su madre murió, y se truncó bruscamente su felicidad de la infancia. Desde entonces, pesaría sobre ella una continua sombra de tristeza, a pesar de que la vida familiar siguió transcurriendo con mucho amor. Es educada por sus hermanas, especialmente por la segunda; y por su gran padre, quien supo inculcar una ternura materna y paterna a la vez.

Con él aprendió a amar la naturaleza, a rezar y a amar y socorrer a los pobres. Cuando tenía nueve años, su hermana, que era para ella «su segunda mamá», entró como carmelita en el monasterio de la ciudad. Nuevamente Teresa sufrió mucho, pero, en su sufrimiento, adquirió la certeza de que ella también estaba llamada al Carmelo.

Durante su infancia siempre destacó por su gran capacidad para ser «especialmente» consecuente entre las cosas que creía o afirmaba y las decisiones que tomaba en la vida, en cualquier campo. Por ejemplo, si su padre desde lo alto de una escalera le decía: «Apártate, porque si me caigo te aplasto», ella se arrimaba a la escalera porque así, «si mi papá muere no tendré el dolor de verlo morir, sino que moriré con él»; o cuando se preparaba para la confesión, se preguntaba si «debía decir al sacerdote que lo amaba con todo el corazón, puesto que iba a hablar con el Señor, en la persona de él».

Cuando sólo tenía quince años, estaba convencida de su vocación: quería ir al Carmelo. Pero al ser menor de edad no se lo permitían. Entonces decidió peregrinar a Roma y pedírselo allí al Papa. Le rogó que le diera permiso para entrar en el Carmelo; el le dijo: «Entraréis, si Dios lo quiere. Tenía ‹dice Teresa‹ una expresión tan penetrante y convincente que se me grabó en el corazón».

En el Carmelo vivió dos misterios: la infancia de Jesús y su pasión. Por ello, solicitó llamarse sor Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz. Se ofreció a Dios como su instrumento. Trataba de renunciar a imaginar y pretender que la vida cristiana consistiera en una serie de grandes empresas, y de recorrer de buena gana y con buen ánimo «el camino del niño que se duerme sin miedo en los brazos de su padre».

A los 23 años enfermó de tuberculosis y murió en el siguiente,1897, en brazos de sus hermanas del Carmelo.

En 1925 el Papa Pío XI la canonizó, y en 1927 la proclama después patrona universal de las misiones. La llamó «la estrella de mi pontificado», y definió como «un huracán de gloria» el movimiento universal de afecto y devoción que acompañó a esta joven carmelita.

En los últimos tiempos, mantuvo correspondencia con dos padres misioneros, uno de ellos enviado a Canadá, y el otro a China, y les acompañó constantemente con sus oraciones. Por eso, Pío XI quiso asociarla, en 1927, a san Francisco Javier como patrona de las misiones.

Proclamada "Doctora de la Iglesia" por el Papa Juan Pablo II el 19 de Octubre de 1997 (Día de las misiones). «Siempre he deseado, afirmó en su autobiografía Teresa de Lisieux, ser una santa, pero, por desgracia, siempre he constatado, cuando me he parangonado a los santos, que entre ellos y yo hay la misma diferencia que hay entre una montaña, cuya cima se pierde en el cielo, y el grano de arena pisoteado por los pies de los que pasan. En vez de desanimarme, me he dicho: el buen Dios no puede inspirar deseos irrealizables, por eso puedo, a pesar de mi pequeñez, aspirar a la santidad; llegar a ser más grande me es imposible, he de soportarme tal y como soy, con todas mis imperfecciones; sin embargo, quiero buscar el medio de ir al Cielo por un camino bien derecho, muy breve, un pequeño camino completamente nuevo. Quisiera yo también encontrar un ascensor para elevarme hasta Jesús, porque soy demasiado pequeña para subir la dura escalera de la perfección».

Recemos a Santa Teresita del Niño Jesús pidiendo su intercesión en cualquier necesidad y la gracia de la pureza de la mente y el corazón, con esta oración:

¡Santa Teresa del Niño Jesús! Durante tu corta vida en la tierra llegaste a ser espejo de pureza angélica, de amor fuerte como la muerte y de total abandono en manos de Dios. Ahora que gozas de las recompensas de tus virtudes, vuelve hacia mí tus ojos de misericordia, pues yo pongo toda mi confianza en ti.

Obtenme la gracia de guardar mi mente y corazón limpios como los tuyos, y que aborrezca sinceramente cuanto pueda de alguna manera empeñar la gloriosa virtud de la pureza, tan querida de nuestro Señor.

Encantadora rosa y reinecita, recuerda tus promesas de que jamás dejarías sin atender ninguna petición que te hiciera, que enviarías una lluvia de rosas y vendrías a la tierra para hacer el bien.

Con la confianza que me inspira tu poder ante el Sagrado Corazón imploro tu intercesión en mi provecho y me concedas esta gracia que yo tanto deseo (Mencione lo que desea).

Santa "Teresita", recuerda tu promesa de "hacer bien en la tierra" y que enviarías "lluvia de rosas" sobre quienes te invoquen. Obtenme de Dios las gracias que quiero de su infinita bondad. Que yo experimente el poder de tus oraciones en cualquier necesidad.

Consuélame en todas las amarguras de la vida presente, en especial cuando me llegue la hora de la muerte, para que yo sea digno de tener parte en la felicidad eterna de que tú disfrutas en el cielo. Amén.

Padre celestial, por medio de Santa Teresa del Niño Jesús, quieres recordar al mundo el amor misericordioso que llena tu Corazón y que pongamos en Él nuestra confianza como los niños en sus padres. Humildemente te damos gracias por haber coronado de tanta gloria a tu hija Teresa, siempre fiel, y por haberle dado el admirable poder de acercar a ti día tras día innumerables almas que te alaben eternamente.

¡Oh Señor! Tú dijiste: "Si no.....vuelven a ser como niños no podrán entrar en el Reino de los Cielos" (Mt 18,3). Concédenos, te rogamos, seguir las huellas de tu virgen Teresa con humildad y pureza de intención para que podamos alcanzar los premios eternos. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.



viernes, 15 de septiembre de 2023

Farah, monja carmelita en Daimiel: «Mi vida se centra en Cristo para orarle, adorarle, acoger las Bienaventuranzas y aprender a amar. Soy de Jesús y Él es para mí»

 


* «Siento que pertenezco a Jesucristo. Como entre personas enamoradas, soy de Alguien, amada por Alguien que da sentido a mi vida hasta en los actos mínimos. Y saber para Quién vivo y me hace vivir de Él y unida a Él más en la Eucaristía, todo tiene sentido y sabor: las aflicciones, la alegría. Jesús vive en mi corazón, llena mis pasos de su amor y realiza en mí y conmigo su Unidad absoluta de Amor recreando y enamorando en cada instante con su atención amorosa… Jesús es ‘El que está’. Alguien que me habita susurrando: ‘¡qué hermosa eres, amada mía!, ¡qué hermosa eres! Eres preciosa para mis ojos, y yo te amo’. En el cristianismo pues no estoy sola sino siempre en su Presencia, Amor eterno e infinito… El Espíritu Santo tiene su momento, pero necesitamos orarlo para que actúe en todos los lugares del mundo y todas las personas. Oro para que todas ellas tengan la verdadera fe y conozcan cada día y cada vez más a Jesús, y lo amen y lo hagan amar inmensamente, como Él lo merece»

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lunes, 7 de julio de 2008

Niño italiano venció a la muerte asistido por los padres de Santa Teresa de Lisieux

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(ACI).- Louis Martin y Marie-Celie Guerin de Martin, los padres de Santa Teresa de Lisieux, perdieron a cuatro de sus nueve hijos cuando aún eran niños. Tal vez por eso, para muchos resulta un gesto de Dios que el milagro que permitirá su beatificación como esposos sea la curación de un recién nacido italiano que presentaba un mortal problema congénito.
El niño del milagro es Pietro Schiliro, nacido en Milán el 25 de mayo de 2002. Pietro es el quinto hijo de Walter y Adele Schiliro. Tras el parto presentó graves dificultades para respirar, que obligaron a los médicos a practicar terapias de reanimación. El niño presentó, según el parte médico, una "malformación congénita caracterizada por una grave subversión de estructura pulmonar". En la práctica el pequeño Pietro era incapaz de respirar y según la ciencia, nunca podría hacerlo.


Los médicos desahuciaron al niño y ante su inminente muerte, los bautizaron el 3 de junio de ese año. Ese día, por sugerencia del sacerdote carmelita Antonio Sangalli, Walter y Adele comenzaron una novena a los padres de Santa Teresa, invitaron a amigos y conocidos a sumarse a esta
oración.

strong>Con el correr de los días muchas personas se sumaron a la cruzada de oración por Pietro. El 29 de junio, cuando Walter y Adele llegaron al hospital en Monza preparados para el desenlace, los médicos les informaron que Pietro estaba mejorando. En unos días se curó por completo y el 27 de julio regresó a casa.

Los futuros beatos

Louis y Celie se casaron el 13 de julio de 1858. Tuvieron nueve hijos, cuatro murieron muy niños y cinco abrazaron la
vida religiosa. Su hija Santa Teresa del Niño Jesús, carmelita descalza, fue proclamada Doctora de la Iglesia por el Papa Juan Pablo II en 1997.

Celie Guérin falleció en Alençon en 1877, a la edad de 46 años por un probable cáncer. Louis Martin murió a los 71 años en 1894 en el castillo de La Musse, tras vivir siete años con una severa parálisis. Al publicarse la correspondencia de los esposos Martin se descubrió su testimonio de vida cristiana.

En 1957 comenzaron por separado las averiguaciones para su proceso de beatificación. El 13 de octubre de 1958 sus restos mortales se depositaron en una tumba conjunta detrás de la basílica de Lisieux, al aire libre en el recinto del vía crucis.

Los esposos podrían ser el segundo
matrimonio en ser beatificado simultáneamente. El primer caso fue el de Luigi y Maria Beltrame Quattrochi, beatificados en octubre de 2001.

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