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domingo, 2 de noviembre de 2025

Fátima Cecilia Sánchez, 22 años, es Carmelita Descalza y prometerá sus votos temporales: «Mirando la cruz del convento al visitarlo se me vino a la cabeza una frase: ‘Aquí estoy…, aquí te espero’»


Fátima Cecilia Sánchez Izquierdo en el convento de las Carmelitas Descalzas de Zarautz, el pasado 13 de octubre de 2025 / Foto: JOSE CARLOS CORDOVILLA - Diario de Navarra 

* «En la renovación carismática tuve un encuentro con el amor de Dios que me descolocó y que transformó completamente mi vida. A raíz de eso pensé que realmente Dios existe y me ama… “Quería entregarme a Dios, no sabía cómo. Y pensé, bueno, monja… La clausura tiene la finalidad de crear un clima de silencio y oración… para facilitar la unión con Dios. No es que sea mejor o peor que otras vocaciones en medio del mundo. Cada vocación se amolda mejor a cada persona. Estamos hechos y llamados a vivir de una determinada manera. El Señor me llamó a vivir así. Al final, lo que importa, no es el lugar al que te llame, sino querer responder y hacer su voluntad» 

Camino Católico.- El monasterio de las Carmelitas Descalzas de Zarautz se erige en un caserón de piedra coronado por la torre de su iglesia. Construido hace 120 años, lo rodean ahora edificios de viviendas en altura, en el centro de la localidad costera, a dos calles del mar. Dentro conviven once religiosas. La mayor, María Dolores Mozo Alberdi, donostiarra de 95 años; las dos más jóvenes, son navarras. Carolina Martínez Soto, pamplonesa de 31 años, entró con 21. Y Fátima Cecilia Sánchez Izquierdo, que ahora tiene 23 años, de Barañáin, la benjamina, ingresó sin cumplir los 18, el 18 de septiembre de 2021, terminada la selectividad y admitida en la universidad. El 22 de noviembre de este año 2025 prometerá los votos temporales, es algo así como el ecuador de su noviciado.

Fátima Cecilia Sánchez Izquierdo es la mayor de dos hermanos. Estudió en el colegio Miravalles, vivía en Barañáin (Navarra), recibía clases de violín en una escuela de música, -que se prolongaron dentro del convento- y, antes de encontrarse con Dios, le gustaba ver series en su tiempo libre. Una adolescente como tantas en una familia, la suya, católica y cercana a distintos movimientos en la iglesia. 

Fátima Cecilia Sánchez Izquierdo tocando el violín en su casa, lo que siguió estudiando cuando ingresó en el convento de las Carmelitas Descalzas de Zarautz, el 18 de septiembre de 2021 / Foto: Marta León de San Sebastian - Aleteia 

La primera llamada a ser monja en 2º de la educación secundaria

“Fe he tenido siempre, pero unos años más que otros, en el sentido de que, de pequeña estuve muy cerca de Dios, pero después lo dejé un poco de lado, no estaba muy pendiente de Jesús. En 2019 empezamos a participar en las alabanzas y poco a poco redescubrí el amor de Dios y mi vida empezó a centrarse, de nuevo, en Él”, relata en una entrevista en Aleteia.

“Yo creo que lo primero que recuerdo en torno a la vocación se remonta a cuando estaba en segundo de la Educación Secundaria. Leí un libro de santa Teresa de Calcuta y aquello de irse a cuidar a los más pobres entre los pobres, por amor a Dios me parecía que era lo máximo a lo que un cristiano puede llegar, lo más radical y extremo. Y entonces sí que me pregunté si tal vez el Señor querría que yo fuera Misionera de la Caridad, porque yo también quería llevar a Dios a todas las almas”, cuenta Fátima Cecilia.

“Pero esa idea se quedó un poco olvidada porque otra idea se hizo fuerte en mí: la de que podía llegar a todas las personas del mundo desde un mismo lugar, a través de la oración. Dios me lo inspiró, en aquel momento en el que pensaba que irse por el mundo a evangelizar era lo más”, puntualiza.

De llevar una vida más frívola a escuchar la llamada de Dios

“El tiempo pasó y yo empecé a llevar una vida de fe más frívola. Dios no estaba en mi vida demasiado presente, rezaba pensando en los exámenes y poco más, aunque nunca abandoné la misa del domingo y me confesaba de vez en cuando”, reconoce la religiosa.

“Pero al comenzar bachillerato, empecé a acudir con mi padre a las alabanzas carismáticas del grupo ‘Torre de David’. Y casi al mismo tiempo, empecé a ir a catequesis con un grupo de jóvenes, en la parroquia de Ermitagaña, barrio de Pamplona”, explica Fátima Cecilia.

“En la renovación carismática tuve un encuentro con el amor de Dios que me descolocó y que transformó completamente mi vida. A raíz de eso pensé que realmente Dios existe y me ama”, sostiene. 

“Quería entregarme a Dios, no sabía cómo. Y pensé, bueno, monja. Pero no conocía a ninguna y busqué en Google, tipos de monjas, a ver qué encontraba. Salió una lista por orden alfabético: adoratrices, agustinas... Me llamó la atención carmelitas descalzas y busqué a ver quiénes eran, porque no sabía nada de ellas, nunca había tenido contacto con ninguna. No recuerdo lo que leí, pero sí que me encantó y a partir de ahí fui pensando, en la oración, en esa posibilidad. Lo fui pensando poco a poco y creo que me di cuenta de que podía ser algo serio”, asegura.

Luego, prosigue contando que “pensé que sería bueno hablarlo con un sacerdote. En enero (2020) empecé a hablar con el sacerdote del colegio que nos había dado una charla que me gustó. Le dije lo que me estaba pasando y él me preguntó si se lo había dicho a mis padres. Por entonces yo tenía pensado hacer un retiro con los carismáticos y le dije que a la vuelta hablaría con ellos. Volví del retiro super contenta y, tal como acordamos, como veía mi vocación, descarté la biología marina se lo dije a mis padres en cuanto tuve ocasión, en el coche de vuelta a casa.

Los padres recibieron la noticia como una bomba nuclear

Carlos Sánchez, el padre de Fátima, interviene en la conversación recordando ese momento: “Fue una bomba nuclear con onda expansiva. Venía del retiro totalmente feliz y en una auténtica nube. Si me hubiera dicho que quería hacer algo relacionado con la Renovación Carismática no me hubiera sorprendido, pero dijo Carmelita Descalza. Y aquello fue algo totalmente inesperado. De hecho, nunca habíamos tenido contacto con ninguna de ellas”, asegura.

“Hemos participado en muchos grupos y de muchos carismas de la Iglesia a lo largo de la vida, pero nunca habíamos tenido relación alguna con monjas contemplativas. Tengo que decir que nosotros creemos mucho en la Providencia y cuando nos lo dijo pensé que por algo sería. No me lo tomé a broma, ni mucho menos, pensé que ya iríamos viendo”, dice Carlos.

Y subraya que “como católicos practicantes, el tema de la vocación fue algo a lo que estábamos abiertos, es decir, siempre pensamos que podría ser una posibilidad más, tanto con Fátima como con su hermano. Lo que nunca hubiéramos esperado es que nos lo dijera en ese momento, tan joven… y a Carmelita Descalza”.

Fátima Cecilia Sánchez Izquierdo, en el centro, junto a sus padres y su hermano, antes de ingresar en el convento de las Carmelitas Descalzas de Zarautz, el 18 de septiembre de 2021 / Foto: Marta León de San Sebastian - Aleteia 

Contacto telefónico con las Carmelitas de Zarautz

“Cada semana hablaba con el sacerdote, que me ayudaba con el tema de la vocación pero también me ayudaba a rezar con más profundidad, haciendo meditación y me enseñó también a utilizar el breviario, etcétera. Durante el curso, había que leer un libro para subir nota en religión y de la lista que me ofrecían cogí uno sin ningún motivo en particular. Escogí Historia de un alma, que resulta que fue escrito por Santa Teresa de Lisieux, una santa carmelita importante. El libro me encantó y con muchas cosas que allí aparecen me sentí identificada, afirma Fátima Cecilia.

“Yo tenía esa inquietud dentro pero seguía con mi vida normal. En casa no era una cosa de la que habláramos todo el tiempo ni mucho menos. Al principio nada, pero como yo seguía con eso dentro, de vez en cuando sí que hablábamos algo”, dice.

“El sacerdote del cole con el que yo hablaba conocía a otro sacerdote que tenía relación con las carmelitas de Zarautz y un día me pasó el teléfono por si queríamos llamar y hablar con ellas. Cuando terminó el confinamiento del Covid y el curso ya estaba terminando, un día las llamamos mis padres y yo y recuerdo que fue una llamada muy bonita. Hablamos con la priora, la madre María Almudena, y mis padres le dijeron que yo tenía alguna inquietud vocacional o algo así… yo tampoco sabía muy bien qué decir. Estuvimos hablando un rato y nos dijo que podíamos visitarlas cuando quisiéramos”, comparte.

Descarta las monjas de ‘Iesu Comunio’

“Ese verano, cuando estuvimos en Valencia, donde viven mis tíos y mis primos, fuimos un día a Godella, a visitar a las monjas de Iesu Comunio. Son muchas y muy jóvenes y a mis padres les pareció que podía ser interesante que las conociera, por aquello de conocer otras congregaciones. Estuve allí y lo cierto es que me encontré con unas monjas muy felices. Obviamente que aquella felicidad la quería también para mí, pero en ningún momento tuve la sensación de que fuera mi sitio”, se sincera Fátima Cecilia.

Añade que “de hecho, estuvimos mis padres y yo con ellas un rato y me ofrecieron la posibilidad de quedarme a hablar un rato más yo sola con ellas, pero les dije educadamente que no, que no tenía más interés”.

La cruz de las Carmelitas de Zarautz que le atrajo

“A la vuelta de las vacaciones, justo antes de empezar Segundo de Bachillerato fuimos un día toda la familia a pasar el día a Zarautz y por la tarde nos acercamos al monasterio a visitar a las monjas. Al principio no sentí nada especial, fui allí pensando que tal vez fuera mi sitio o que tal vez no… no tenía muchas expectativas. En mi cabeza pensaba en las carmelitas pero no tenía ni idea. Estuvimos allí con ellas y sí que me fijé que en la pared, justo detrás de ellas, había una cruz”, describe.

Y comparte algo íntimo: “Esto me cuesta un poco explicarlo, porque no es que oyera ninguna voz, ni nada de eso, pero, mirando la cruz se me vino a la cabeza una frase: “Aquí estoy…, aquí te espero”.

“Las monjas hablaban, mis padres hablaban y yo como ausente pensando en esa frase. Después me ofrecieron quedarme un rato más, yo sola hablando con ellas y me pareció una idea genial. No recuerdo de qué hablamos, supongo que les haría alguna pregunta. Salí muy contenta de aquella primera visita”, valora 

“La priora me dio su teléfono y a partir de ahí yo la llamaba cada dos o tres semanas. Me gustaba hablar con ella y tenía ganas de volver pero con más tiempo. Pero había empezado el curso y mis padres me decían que tenía que estudiar… aunque yo quería volver a ir y un poco sí que insistí”, dice.

“Un día en oración hablaba con el Señor y le decía: ‘Señor, si tú quieres que sea Carmelita Descalza, mueve los hilos para que pueda ir a pasar el fin de semana de mi cumpleaños’, el 22 de noviembre. Pedía eso sabiendo que era muy difícil porque tenía exámenes de subida de nota justo la semana siguiente, mi cumpleaños tocaba en domingo y habría que celebrarlo en familia, además de que por el Covid, no podíamos salir de Navarra. Vamos, que era prácticamente imposible. Esa semana no di mucho la lata en casa pero sorprendentemente me dieron permiso para ir y además obtuve un permiso para poder viajar”, asegura  Fátima Cecilia.

Y valora su visita así: “Aquel primer fin de semana conocí a toda la comunidad, nueve monjas en total y fui un viernes por la tarde hasta el sábado por la noche. Como no podía entrar en la clausura, compartía con ellas los ratos de oración en la iglesia y mientras ellas trabajaban yo me quedaba en mi cuarto estudiando o pasaba algún rato en el locutorio hablando con alguna de ellas. Regresé a casa super contenta y convencida de que volvería de nuevo. De hecho, yo no paraba de preguntar a mis padres cuándo podría volver otra vez…”.

Fátima Cecilia Sánchez Izquierdo, antes de ingresar en el convento de las Carmelitas Descalzas de Zarautz, el 18 de septiembre de 2021 / Foto: Marta León de San Sebastian - Aleteia 

Lo dejó todo en manos del Señor

“En diciembre hice exámenes previos para la universidad. En Filosofía y en Literatura y escritura creativa. Yo estaba convencida que terminado el curso me iría al convento para quedarme, pero hice los exámenes por si después de todo no podía y tenía que estudiar. Pasadas las Navidades yo seguía pidiendo permiso para volver a Zarautz otro fin de semana pero había que estudiar un montón y mis padres solo me decían que tal vez en Semana Santa. A mí la verdad es que se me hacía larguísimo…”, confiesa.

“Llegó enero y febrero y tenía que estudiar muchísimo, pero yo no hacía más que pensar en las monjas y en mi vocación. No conseguía concentrarme bien en lo que hacía. Lo pasé mal, me agobié bastante y además mi hermano dio positivo por covid y nos confinaron a todos en casa. Me pilló justo en los exámenes así que a la vuelta del confinamiento tendría que hacer los exámenes atrasados además de ponerme al día con la nueva materia. Estaba agotada y cansada de la situación. Así que medio pensé: ‘Señor, o me ayudas Tú o yo no sigo adelante…’”, comparte.

“Durante ese tiempo dejé de hablar con el sacerdote que me dirigía y también dejé de llamar a la madre Maria Almudena. Es como que quería ignorar la llamada que sentía dentro, porque me estaba frustrando. Lo cierto es que no fue muy buena idea porque pasé una temporada muy triste y sin ganas de nada”, asegura.

“Para el puente de San José, en el colegio se organizó un retiro y decidí ir. No sé explicarlo muy bien, pero fue un retiro alucinante. Allí yo vi muy claramente, de nuevo, que quería ser carmelita. Como mis padres seguían con la idea de que empezara carrera en la Universidad, dejé todo en manos del Señor y le dije: ‘Ya me dirás cómo… ya me dirás cuándo’. Sentía que yo ya no podía hacer nada más…solo confiar. Volvió la alegría y la paz. Dejé de estar triste y angustiada, yo solo esperaba que mis padres despejaran sus dudas”, subraya.

“Terminé el curso bien y en mayo pude volver a Zarautz a pasar un fin de semana. Fue precioso, porque entonces sí que tuve una sensación de mucha paz. Yo no sabía que se podía sentir tanta paz, una paz brutal, ¡tanta que no podía respirar! Como aún quedaba un mes para el examen de Selectividad, pude pasar más rato con la madre María Almudena en el locutorio y disfruté mucho de los recreos con las hermanas”, dice Fátima Cecilia.

“Lo peor de ir allí era que luego tenía que volver a Pamplona, aunque suene horrible. Yo vuelvo con una mezcla de paz, de alegría…no sé, y vuelvo a casa pensando en que ya no voy a volver a pasar una noche allí, si no es para quedarme. Me marchaba a casa, pero se me desgarraba el corazón y un trozo se quedaba allí con las monjas. Volví muy centrada en hacer la selectividad y luego, en el verano, que fuera lo que fuera… La selectividad me fue bien, aunque yo no tenía ninguna intención de empezar la universidad”, comenta.

La visita al Arzobispo de Pamplona

“Mis padres seguían pensando en la universidad. Durante todo este tiempo que te he ido contando, ellos fueron hablando con sacerdotes y con personas que podían aportarles luz sobre este tema. Yo creo que han tenido opiniones y consejos de todo tipo. Hablaron con la Universidad y expusieron mi situación. Como las carreras escogidas por mí no tienen mucha demanda, les dijeron que no había problema en matricularme más tarde, en agosto, si al final decidía estudiar. Así que aún no había una decisión en firme, todas las puertas estaban abiertas”, recuerda.

Y continúa relatando: “Un día, mis padres y yo fuimos a hablar con el arzobispo de Pamplona Don Francisco Pérez, para ver qué opinaba él. Don Francisco nos dijo que, según su experiencia, lo que yo necesitaba era poder discernir desde dentro de la clausura. Que si me ponía a estudiar una carrera no lo podría hacer. Que si después de un tiempo veía que no era mi camino podría ponerme a estudiar, mucho más centrada. Entonces cuando volvimos de vacaciones, a finales de julio, mis padres, ya por fin, me dijeron que, sí lo tenía tan claro y Dios me estaba llamando realmente, ellos no querían pone trabas y que ¡adelante! Fue una alegría inmensa”, rememora.

Y reflexiona: “La clausura tiene la finalidad de crear un clima de silencio y oración… para facilitar la unión con Dios. No es que sea mejor o peor que otras vocaciones en medio del mundo. Cada vocación se amolda mejor a cada persona. Estamos hechos y llamados a vivir de una determinada manera. El Señor me llamó a vivir así. Al final, lo que importa, no es el lugar al que te llame, sino querer responder y hacer su voluntad”.

Con un equipaje ligero, el 18 de septiembre de hace cuatro años, dejaba para siempre Barañáin. El 22 de noviembre de 2025 prometerá los votos temporales, es algo así como el ecuador de su noviciado. “Se han duplicado los plazos”, explica la madre superiora, “porque había muchos casos de exclaustración y secularización”. “También la gente se casa más tarde”, interviene Akiko Tamura, como una manera de explicar que tal vez haga falta más tiempo para madurar una decisión tan relevante. 

Las carmelitas de Zarautz se levantan a las 6.30 horas. Rezan la liturgia de las horas, siete rezos a lo largo de la jornada y también tienen ratos de oración en silencio. El trabajo en la huerta, las plantas medicinales, el cuidado de las gallinas y los patos, la cocina o el mantenimiento de la casa les ocupa buena parte de la mañana y un rato por la tarde. Tras la comida y después de 

“Nos apañamos nosotras para el mantenimiento de la casa, casi para todo”, añade la madre superiora. 

Apenas salen para ir a votar o a renovar el carné de identidad. Es una ocasión para saludarlas en la calle. O para un abrazo.

jueves, 4 de julio de 2024

Mercedes Khartabil, médica de 27 años dejó todo para ser monja: «Fui llamada por Dios desde la JMJ de Cracovia en 2016. ‘Te quiero sólo para mí’ decía. Me rendí y hallé la paz»

 


* «A partir de ahí me encontré con el amor de Cristo y buscaba cómo corresponder ese amor. Cuando uno intenta corresponder al Señor es inevitable que se generen dudas, y eso me pasó. Cada vez que iba al Sagrario sentía que Dios me llamaba. Yo lloraba. Llegué a un punto de llorar en la iglesia y decirle ‘cállate ya’. Y se calló, porque el Señor es respetuoso, pero me sentí muy triste… Lo volví a sentir muy fuerte: ‘te quiero sólo para mí’. Me volví a agobiar, pero no quise entrar otra vez en el círculo vicioso. Y le dije: ‘lo que tú quieras…’»

Testimonio de Mercedes Khartabil en  Enriquísimo TV en su canal de Youtube

Camino Católico.-  Mercedes Khartabil, una joven médica de 27 años que estaba en sus años de residencia en la especialidad de Nefrología, ingresó en el monasterio de clausura de las carmelitas descalzas de Mansión de Paz, en La Rioja, el pasado 5 de febrero. Esta madrileña ha optado por la opción radical de dejarlo todo por Dios ante una llamada insistente que durante un tiempo le decía: “te quiero sólo para mí”. Esa llamada comenzó en la JMJ de Cracovias de 2016, en la que se encontró con el amor de Cristo y quiso corresponder a ese Amor.

jueves, 6 de junio de 2024

Nazaret ha profesado como carmelita descalza: «Pensaba en casarme y tener muchos hijos, pero en la JMJ de Madrid supe que Jesús me quería para Él y me puse en sus manos»

 


* «Hoy puedo decir que estoy comprometidísima con Jesús y enamoradísima de Él. La Virgen María ha estado presente en toda mi vida, desde pequeña. Y me encomendaba mucho a ella. Sé que fue la Virgen la que me trajo al convento de Antequera pues lo hizo en su día, un 13 de mayo… El Señor es fiel. Él nos ama mucho, así como somos. Él no quiere grandes cosas de nosotros. Pero sí nuestra pequeñez, nuestras pobrezas. El Señor está ahí, con los brazos abiertos, esperándonos»

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viernes, 15 de septiembre de 2023

Farah, monja carmelita en Daimiel: «Mi vida se centra en Cristo para orarle, adorarle, acoger las Bienaventuranzas y aprender a amar. Soy de Jesús y Él es para mí»

 


* «Siento que pertenezco a Jesucristo. Como entre personas enamoradas, soy de Alguien, amada por Alguien que da sentido a mi vida hasta en los actos mínimos. Y saber para Quién vivo y me hace vivir de Él y unida a Él más en la Eucaristía, todo tiene sentido y sabor: las aflicciones, la alegría. Jesús vive en mi corazón, llena mis pasos de su amor y realiza en mí y conmigo su Unidad absoluta de Amor recreando y enamorando en cada instante con su atención amorosa… Jesús es ‘El que está’. Alguien que me habita susurrando: ‘¡qué hermosa eres, amada mía!, ¡qué hermosa eres! Eres preciosa para mis ojos, y yo te amo’. En el cristianismo pues no estoy sola sino siempre en su Presencia, Amor eterno e infinito… El Espíritu Santo tiene su momento, pero necesitamos orarlo para que actúe en todos los lugares del mundo y todas las personas. Oro para que todas ellas tengan la verdadera fe y conozcan cada día y cada vez más a Jesús, y lo amen y lo hagan amar inmensamente, como Él lo merece»

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viernes, 19 de marzo de 2021

Sor Aude de María es carmelita: “Nunca pensé que sería monja, y además de clausura. Me fui a China a dar clases porque pensé que era una locura lo que me pedía Dios”


 * «Yo era una chica normal hasta que sentí la llamada de Dios, y supe que ahí estaría mi vida. Intenté escapar de la religión pero esta vida me atrapó. Soy feliz y sé que puedo ayudar no solo a treinta alumnos si estuviera en un aula, sino a mucha más gente con la oración, que no es infecunda»

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viernes, 15 de diciembre de 2017

Jade Banks, 23 años, pasa de estudiar veterinaria a ser monja Carmelita Descalza al sentir la llamada del Señor escuchando una conferencia sobre historias de santos

* «Me sentí llamada a la vida de virginidad por una sola razón: consolar al Amado Jesús, ser Su esposa. Solo a través de la gracia se me ha mostrado la belleza de esta vida. Carmelo es llamado el ‘jardín de Jesús y las preciosas flores de María. El Señor tuvo que podar mucho y arrancar malas hierbas para mostrarle a mi corazón rebelde para qué me hizo»

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Ana Martínez buscaba el novio perfecto y éxito, hasta que Dios le habló en una oración y ahora es Carmelita Descalza

“Fui a orar un viernes Santo al convento de las religiosas del Monasterio de la Conversión, con las hermanas Agustinas. Muy ingenua, en la oración le hablé a Cristo y le dije «Te amo». En eso siento que lo acogió y Él me respondió con un «Yo también. ¿Te importaría que fueras esposa mía?». Le dije que en ese instante no había negocio posible; no quería aceptar su llamado. «Quiero un novio con excelentes características, que sea guapo, simpático», dije. «La verdad me da igual, proseguí, que fuera creyente o no creyente, lo importante es que me comprendiera, que me respetara», e incrédulamente le desafié agregando… «¡ya verás qué esposa iba a ser!»”

domingo, 14 de julio de 2013

Christine Kapadia, hindú y hoy monja carmelita: "Cuando tenía unos 15 años conocí a Jesús en una pastelería"

Pidió a la vendedora que le habló de Cristo que la llevara a una iglesia. Comenzó a participar regularmente en encuentros de oración. A los 17 años pidió ser bautizada, pero ese deseo se topó con la resistencia de sus padres, que rechazaron radicalmente la conversión. "Mientras solo iba a la iglesia, estaban de acuerdo; pero cuando quise bautizarme, de repente se desató la guerra fría en casa"
14 de julio de 2013.- (AIN Camino Católico  Christine Kapadia procede de Guyarat, un estado situado al occidente de India. Como casi el 90 por ciento de los 60 millones de habitantes de este Estado, creció como hindú, en una familia normal de India. Algo fuera de lo común es, como mucho, el vivo interés que demostraba ya en su infancia: "Cuando mi padre me llevaba en motocicleta a la escuela, frecuentemente me dirigía a Dios, a un Dios que no conocía y cuyo nombre ni siquiera sabía, pero al que le contaba todo lo que me importaba de niña", dice Christine en un conversación mantenida con colaboradores de la fundación católica internacional Ayuda a la Iglesia NecesitadaLeer más...

domingo, 19 de agosto de 2012

Akiko Tamura responde a la llamada del Señor dejando brillante carrera como cirujana torácica para meterse a monja de clausura

* «Toda mi vida, la familia, las virtudes, las voy a entregar a un Dios personal que tiene el nombre de Jesús y que me ha amado primero. Es una respuesta de amor: Señor si me quieres ahí, si Tú me llevas, con tu ayuda ahí estoy”

19 de agosto de 2012.- (Intereconomia TV Camino CatólicoAkiko Tamura tiene 37 años, madrileña de padre japonés y madre navarra, ha trabajado los últimos cinco como cirujana torácica en la Clínica de la Universidad de Navarra. El pasado sábado 11 de agosto ingresó como monja Carmelita Descalza en el convento de Zarautz (Guipúzcoa). La llamada definitiva a dejar su trabajo como médico la tuvo el pasado Jueves Santo de éste año 2012, como culminación de un largo proceso de crecimiento espiritual, que se inició en el 2003. “Este Jueves Santo viniendo para casa sentí que el Señor me pedía que le siguiera y que pasara de ser médico de cuerpos a ser médico de almas”, explica Akiko Tamura al padre Evaristo de Vicente en una entrevista en el programa “Valores en alza” de Intereconomía TV y de la cual ofrecemos el vídeo completo.
. Leer más...

miércoles, 6 de junio de 2012

Cristina, de voluntaria en la JMJ a carmelita descalza: “Jesús me pide, como a la samaritana, que le dé de beber, llevándole almas a su corazón para que beban de su agua viva”

* «Desde pequeña me he hecho esta pregunta: ¿Qué quiere Dios de mí?»
* «Cuando conocí a esta comunidad de Carmelitas de Valladolid, todas las piezas del puzle de mi vida encajaron perfectamente, y entendí que toda la historia de la salvación que Dios había trazado conmigo, había sido necesaria para poder dar mi Sí, y lanzarme a Vivir»
6 de junio de 2012.- (Cristina del Inmaculado Corazón de María / Alfa y Omega / Camino Católico) Los caminos de Dios son inexplicables. ¿Yo, carmelita? Sólo sé que Él es quien me ha conducido hasta aquí, pues hasta hace pocos meses el Carmelo era totalmente desconocido para mí. Pero el Señor nos ama tanto, que no deja de perseguirnos hasta que descubrimos la tierra que Él ha pensado para cada uno de nosotros, porque sabe que sólo allí descansará nuestra alma sedienta de Amor, y seremos plenamente felices. Leer más...