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jueves, 3 de octubre de 2024

Palabra de Vida 3/10/2024: «Descansará sobre ellos vuestra paz» / Por P. Jesús Higueras

Camino Católico.- Espacio «Palabra de Vida» de 13 TV del 3 de octubre de 2024, jueves de la 26ª semana de Tiempo Ordinario, presentado por el padre Jesús Higueras en el que comenta el evangelio del día.

Evangelio: San Lucas 10, 1-12:

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él.

Y les decía:

«La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies.

¡Poneos en camino! Mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias; y no saludéis a nadie por el camino.

Cuando entréis en una casa, decid primero: «Paz a esta casa». Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros.

Quedaos en la misma casa, comiendo y bebiendo de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa en casa.

Si entráis en una ciudad y os reciben, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya en ella, y decidles: «El reino de Dios ha llegado a vosotros».

Pero si entráis en una ciudad y no os reciban, saliendo a sus plazas, decid: «Hasta el polvo de vuestra ciudad, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que el reino de Dios. ha llegado».

Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para esa ciudad».

Adoración Eucarística con el P. José Aurelio Martín en la Basílica de la Concepción de Madrid, 3-10-2024

3 de octubre de 2024.- (Camino Católico) Adoración al Santísimo Sacramento con el P. José Aurelio Martín Jiménez, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.

Oración a San Francisco de Borja para pedir las gracias de la humildad, pobreza de espíritu y generosidad para con Dios

Camino Católico.- Cada 3 de octubre la Iglesia Católica celebra la fiesta de San Francisco de Borja S.J. (Valencia, España, 1510 - Estados Pontificios, 1572); hombre inicialmente llamado por Dios al matrimonio -formó una familia y tuvo prole-, que, tras enviudar tempranamente, descubrió una llamada singular: seguir los pasos de Cristo como religioso.

Durante el tiempo en el que estuvo casado, Francisco conoció a algunos miembros de la Compañía de Jesús con los que entabló amistad. El aprecio inicial por los jesuitas se convertiría, tras la muerte de su esposa, en motivación para una búsqueda más intensa de Dios y del camino que Él podría haber trazado para su vida -enviudar en la juventud no está en los planes de nadie-. Fue así que, tras un tiempo de búsqueda y discernimiento, Francisco le daría un vuelco completo a su vida.

El noble valenciano dejó atrás el mundo que había construido, vinculado a los círculos sociales que rodeaban la corte real y la aristocracia, para dedicarse por completo al servicio de la Santa Madre Iglesia, al lado de San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús.

Francisco de Borja nació en Gandía (Valencia) en 1510. Dado que su familia pertenecía a  la realeza, fue educado como parte de la élite. Con solo 19 años, el buen Francisco contrajo matrimonio con doña Leonor de Castro. Su hogar fue bendecido con ocho hijos, a quienes crió con gran esmero.

En su juventud desempeñó diversos cargos públicos -tanto honoríficos como administrativos- muy de acuerdo con los títulos que ostentaba: fue erigido IV duque de Gandía, I marqués de Lombay, Grande de España y Virrey de Cataluña. Incluso llegó a desempeñarse como consejero personal del emperador Carlos I de España y V de Alemania.

En los días en que Francisco llevaba sobre sí el peso del cargo de virrey de Cataluña, recibió la orden real de trasladar los restos mortales de la emperatriz Isabel al lugar donde estos reposarían de manera definitiva, la sepultura real de Granada. El viaje tomaría varios días.

Cuando el virrey llegó al lugar donde estaba el cuerpo de la emperatriz, según el protocolo fúnebre de la época, ingresó a la cámara donde había sido colocado. Tenía que verlo, reconocerlo y certificar oficialmente el deceso de Isabel.

En el instante en que vio el cadáver, un abismo de espanto se abrió frente a sus ojos, y sintió una sensación de vacío sin precedentes. El rostro de la difunta emperatriz, alguna vez lleno de lozanía y frescura, yacía enfrente, desfigurado, deforme, en franco proceso de descomposición.

Haber contemplado, aunque sea solo por unos momentos, tan lamentable espectáculo produjo estragos en su interior. La muerte había remecido sus habituales seguridades y trocado de golpe su forma de entender la vida.

El virrey había decantado por vez primera la fatuidad de la existencia humana, siempre aferrada a ‘castillos de arena’ que ocultan su caducidad y miseria hasta que se desploman. Años después, el santo se referiría a estos acontecimientos como “el día de su conversión”. De ahí su célebre promesa: “¡No serviré nunca más a un señor que pudiese morir!".

Después de la muerte de Leonor, su esposa (Monasterio de San Jerónimo de Cotalba, 27 de marzo de 1546), y de reflexionar sobre su paternidad, cumplida de acuerdo a la ley de Dios, Francisco renunció a sus títulos y bienes e ingresó a la Compañía de Jesús (junio de 1546). Con los jesuitas aprendió a ser servidor de todos y no esperar ser servido. Incluso, por un buen tiempo, en la compañía le tocó ser ayudante de cocinero, oficio al que se dedicó con diligencia.

La formación rigurosa, la oración y el estudio fueron ennobleciendo su alma y preparándolo para el sacerdocio -vale recordar que Jesús instauró, en el mundo, con su sacrificio un tipo diferente de “nobleza”-. Así, llegaría el día de su ordenación y el consecuente nombramiento como Provincial de la Compañía en España. Abrió nuevos conventos y colegios, y se convirtió en consejero de reyes y prelados. Se sabe, incluso, que el Papa solicitaba su opinión a discreción.

Para 1566, el santo fue nombrado Tercer Superior General de la Compañía de Jesús y, bajo su mandato, se fortaleció el espíritu misionero de la Orden. En lo que respecta a la educación, Francisco de Borja se convertiría en el impulsor del Colegio Romano, a cargo de la Compañía, que más tarde se convertiría en la prestigiosa Universidad Gregoriana.

San Francisco de Borja murió la medianoche del 30 de septiembre de 1572. De él diría el famoso P. Verjus, biógrafo del santo y también miembro de la Compañía de Jesús: “San Ignacio de Loyola proyectó el edificio y echó los cimientos; el P. Laínez construyó los muros; San Francisco de Borja techó el edificio y arregló el interior y, de esta suerte, concluyó la gran obra que Dios había revelado a San Ignacio".

Pidamos por intercesión de San Francisco de Borja las gracias de la humildad, pobreza de espíritu y generosidad para con Dios, con esta oración:


San Francisco de Borja, venimos a tu presencia conmovidos por tu ejemplo, y deseosos de imitar tus virtudes. Tu testimonio ilumina nuestras vidas, amenazadas en nuestro siglo por la tentación del materialismo y de la soberbia, del egoísmo y la pereza. 

Te pedimos que cada día crezcamos en humildad y en pobreza de espíritu, en generosidad para con Dios y en fervor apostólico. 

Que a ejemplo tuyo, podamos ser para nuestros contemporáneos un signo de la Presencia de Dios en el mundo, y merezcamos compartir la gloria en que habitas, con Cristo, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Dios es más real que el sol que nos calienta. No prives a tu hijo de su Amor y háblale de Él / Por P. Carlos García Malo

 


miércoles, 2 de octubre de 2024

Papa Francisco en homilía de Apertura del Sínodo de los Obispos, 2-10-2024: 29-9-2024: «Con la ayuda del Espíritu Santo, escuchar y comprender las voces, para discernir juntos la voz de Dios que habla a la Iglesia»


* «Reemprendamos este camino eclesial con la mirada puesta en el mundo, porque la comunidad cristiana está siempre al servicio de la humanidad, para anunciar a todos la alegría del Evangelio. Hoy es más que nunca necesario, especialmente en esta hora dramática de nuestra historia, mientras los vientos de la guerra y los fuegos de la violencia siguen devastando pueblos y naciones enteras. Para invocar por la intercesión de María Santísima el don de la paz, el próximo domingo iré a la Basílica de Santa María la Mayor, donde rezaré el Santo Rosario y presentaré a la Virgen una sincera súplica. Si es posible, les pido también a ustedes, miembros del Sínodo, que me acompañen en esa ocasión. Y al día siguiente, 7 de octubre, pido a todos que vivan una jornada de oración y ayuno por la paz en el mundo. Caminemos juntos. Pongámonos a la escucha del Señor. Y dejémonos conducir por la brisa del Espíritu»

    

Vídeo de la transmisión en directo de Vatican News, traducido al español, con la homilía del Papa 

* «Las soluciones a los problemas que se nos plantean no las tenemos nosotros, sino Dios, y recordémonos que en el desierto no se bromea; si uno no presta atención al guía, presumiendo de autosuficiencia, puede morir de hambre y de sed, arrastrando consigo a los demás. Escuchemos, pues, la voz de Dios y de su ángel, si de verdad queremos continuar nuestro camino con seguridad, más allá de los límites y las dificultades» 

2 de octubre de 2024.- (Camino Católico)  En la Plaza de San Pedro abarrotada de fieles, Francisco ha presidido la Misa de apertura de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre la Sinodalidad y en su homilía ha invitado a todos los que se implicarán en los trabajos, que durarán hasta el 27 de octubre, a escucharse, a no encerrarse en las propias convicciones y a saber sacrificar lo particular, si es necesario, por el bien común: ”Se trata, con la ayuda del Espíritu Santo, de escuchar y comprender las voces, es decir, las ideas, las expectativas, las propuestas, para discernir juntos la voz de Dios que habla a la Iglesia”. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la homilía del Santo Padre traducida al español, cuyo texto completo es el siguiente:


APERTURA DE LA ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA DEL SÍNODO DE LOS OBISPOS


SANTOS ÁNGELES CUSTODIOS - SANTA MISA


CAPILLA PAPAL


HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO


Plaza de San Pedro

Domingo, 2 de octubre de 2024

Hoy celebramos la memoria litúrgica de los santos Ángeles Custodios, y retomamos la sesión plenaria del Sínodo de los Obispos. En escucha de lo que nos sugiere la Palabra de Dios, podríamos como punto de partida para nuestra reflexión tomar tres imágenes: la voz, el refugio y el niño.

Primero, la voz. En el camino hacia la Tierra prometida, Dios aconseja al pueblo que escuche la “voz del ángel” que Él ha enviado (cf. Ex 23,20-22). Es una imagen que nos toca de cerca, porque el Sínodo es también un viaje en el que el Señor pone en nuestras manos la historia, los sueños y las esperanzas de un gran Pueblo de hermanas y hermanos esparcidos por el mundo, animados por nuestra misma fe, impulsados por el mismo deseo de santidad para que, con ellos y por ellos, tratemos de comprender qué camino seguir para llegar adonde Él quiere llevarnos. Pero, ¿cómo podemos, nosotros, ponernos a la escucha de la “voz del ángel”?

Un camino es ciertamente el de acercarse con respeto y atención, en la oración y a la luz de la Palabra de Dios, a todas las aportaciones recopiladas a lo largo de estos tres años de trabajo, de mutuo intercambio, de debates y de paciente esfuerzo de purificación de la mente y del corazón. Se trata, con la ayuda del Espíritu Santo, de escuchar y comprender las voces, es decir, las ideas, las expectativas, las propuestas, para discernir juntos la voz de Dios que habla a la Iglesia (cf. Renato Corti, ¿Cuál sacerdote?, Apuntes inéditos). Como hemos recordado repetidamente, la nuestra no es una asamblea parlamentaria, sino un lugar de escucha en la comunión, donde, como dice san Gregorio Magno, lo que alguien tiene en sí parcialmente, lo posee de modo completo otro, y aunque algunos tengan dones particulares, todo pertenece a los hermanos en la “caridad del Espíritu” (cf. Homilías sobre los Evangelios, XXXIV).

Para que esto suceda hay una condición: que nos liberemos de lo que, en nosotros y entre nosotros, puede impedir a la “caridad del Espíritu” crear armonía en la diversidad. Quien, con arrogancia, presume y pretende tener el derecho exclusivo sobre la voz del Señor, no es capaz de escucharla (cf. Mc 9,38-39). Toda palabra ha de ser acogida con gratitud y con sencillez, para convertirse en eco de lo que Dios ha donado en beneficio de los hermanos (cf. Mt 10,7-8). En concreto, cuidemos de no convertir nuestras aportaciones en puntos que defender o agendas que imponer, sino ofrezcámoslas como dones para compartir, dispuestos incluso a sacrificar lo que es particular, si ello puede servir para hacer surgir, juntos, algo nuevo según el plan de Dios. De lo contrario, acabaremos encerrándonos en diálogos entre sordos, donde cada uno trata de “llevar agua a su molino” sin escuchar a los demás y, sobre todo, sin escuchar la voz del Señor.

Las soluciones a los problemas que se nos plantean no las tenemos nosotros, sino Él (cf. Jn 14,6), y recordémonos que en el desierto no se bromea; si uno no presta atención al guía, presumiendo de autosuficiencia, puede morir de hambre y de sed, arrastrando consigo a los demás. Escuchemos, pues, la voz de Dios y de su ángel, si de verdad queremos continuar nuestro camino con seguridad, más allá de los límites y las dificultades (cf. Sal 23,4).


Esto nos lleva a la segunda imagen, el refugio. Su símbolo son las alas que protegen: «hallarás un refugio bajo sus alas» (Sal 91,4). Las alas son instrumentos poderosos, capaces de levantar un cuerpo del suelo con sus vigorosos movimientos. Pero, aun siendo tan fuertes, también pueden plegarse y estrecharse, convirtiéndose en escudo y nido acogedor para las crías, necesitadas de calor y protección.

Esta imagen es un símbolo de lo que Dios hace por nosotros, pero también un modelo a seguir, especialmente en este tiempo de asamblea. Entre nosotros, queridos hermanos y hermanas, hay muchas personas fuertes, bien preparadas, capaces de elevarse a las alturas con movimientos vigorosos de reflexión y brillantes intuiciones. Todo esto es una riqueza que nos estimula, nos empuja, nos obliga con frecuencia a pensar más abiertamente y a avanzar con decisión; además, que nos ayuda a permanecer firmes en la fe, incluso ante los desafíos y las dificultades. El corazón abierto, el corazón en diálogo. Un corazón cerrado en sus convicciones no es propio del Espíritu del Señor. El abrirse es un don, un don que debe armonizarse, en el momento oportuno, con la capacidad de relajar los músculos e inclinarse, para ofrecernos los unos a los otros como abrazo acogedor y lugar de cobijo, y ser, como decía san Pablo VI, «una casa […] de hermanos,un taller de intensa actividad, un cenáculo de ardiente espiritualidad» (Discurso al Consejo de Presidencia de la C.E.I., 9 mayo 1974).

Todos, aquí, se sentirán libres de expresarse tanto más espontánea y libremente cuanto más perciban a su alrededor la presencia de amigos que los quieren y respetan, los aprecian y desean escuchar lo que tienen que decir.

Y para nosotros ésta no es sólo una técnica para “facilitar” —es verdad que en el Sínodo hay “facilitadores”, esto ayuda a  avanzar—, pero no es sólo una técnica para facilitar el diálogo o una dinámica de comunicación de grupo, porque abrazar, proteger y cuidar forma parte, de hecho, de la naturaleza misma de la Iglesia. Abrazar, proteger y cuidar. La Iglesia es por su misma vocación lugar de acogida y encuentro, donde «la caridad colegial exige una perfecta armonía, de la que deriva su fuerza moral, su belleza espiritual, su ejemplaridad» (ibíd.). Esa palabra es muy importante, la “armonía”. No hay [que ver] mayorías ni minorías; esto puede ser un primer paso. Lo que importa, lo fundamental es la armonía. La armonía que sólo puede generar el Espíritu Santo. Él es el maestro de la armonía, quien de muchas diferencias, de muchas voces distintas, es capaz de crear una sola voz. Pensemos en la mañana de Pentecostés, cómo el Espíritu Santo creó esa armonía en la diversidad. La Iglesia necesita “lugares pacíficos y abiertos”, que se creen ante todo en los corazones, donde cada uno se sienta acogido como un niño en brazos de su madre (cf. Is 49,15; 66,13) y como una criatura alzada contra la mejilla de su padre (cf. Os 11,4; Sal 103,13).

Y así llegamos a la tercera imagen, la del niño. Es Jesús mismo, en el Evangelio, quien “lo pone en medio” de los discípulos, se lo muestra, invitándolos a convertirse y a hacerse pequeños como él. Le habían preguntado quién era el más grande en el reino de los cielos; Él responde animándolos a hacerse pequeños como un niño. Pero no sólo eso; añade también que quien recibe a un niño en su nombre, lo recibe a Él mismo (cf. Mt 18,1-5).

Esta paradoja es fundamental para nosotros. El Sínodo, dada su importancia, en cierto sentido nos pide ser “grandes” ―de mente, de corazón, de mirada―, porque las cuestiones a tratar son “grandes” y delicadas, y los escenarios en que se sitúan son amplios, universales. Pero precisamente por eso, no podemos permitirnos apartar la mirada del niño, a quien Jesús sigue colocando en el centro de nuestras reuniones y mesas de trabajo, para recordarnos que la única manera de estar “a la altura” de la tarea que se nos ha confiado es abajándonos, haciéndonos pequeños y acogiéndonos recíprocamente, con humildad, como tales. El más alto en la Iglesia es el que más se abaja.

Recordémonos que es haciéndonos pequeños cómo Dios nos «demuestra cuál es la verdadera grandeza, más aún, qué quiere decir ser Dios» (Benedicto XVI, Homilía en la Fiesta del Bautismo del Señor, 11 enero 2009). No es casualidad que Jesús diga que los ángeles de los niños «en el cielo están constantemente en presencia [del] Padre celestial» (Mt 18,10); es decir, que los ángeles son como un “telescopio” del amor del Padre.

Hermanos y hermanas, reemprendamos este camino eclesial con la mirada puesta en el mundo, porque la comunidad cristiana está siempre al servicio de la humanidad, para anunciar a todos la alegría del Evangelio. Hoy es más que nunca necesario, especialmente en esta hora dramática de nuestra historia, mientras los vientos de la guerra y los fuegos de la violencia siguen devastando pueblos y naciones enteras.

Para invocar por la intercesión de María Santísima el don de la paz, el próximo domingo iré a la Basílica de Santa María la Mayor, donde rezaré el Santo Rosario y presentaré a la Virgen una sincera súplica. Si es posible, les pido también a ustedes, miembros del Sínodo, que me acompañen en esa ocasión.

Y al día siguiente, 7 de octubre, pido a todos que vivan una jornada de oración y ayuno por la paz en el mundo.

Caminemos juntos. Pongámonos a la escucha del Señor. Y dejémonos conducir por la brisa del Espíritu.


Francisco

Fotos: Vatican Media, 2-10-2024

Santa Misa, presidida por el Papa Francisco, de Apertura del Sínodo de los Obispos, Santos Ángeles custodios, 2-10-2024

Fotos: Vatican Media, 2-10-2024

2 de octubre de 2024.- (Camino Católico)  En el día en el que la Iglesia Católica celebra a los Santos Ángeles Custodios, el Papa Francisco ha presidido a las 9.00 hora local la Misa de inauguración de la segunda sesión de la asamblea del Sínodo de la Sinodalidad ante los participantes y fieles que les escuchaban desde la Plaza de San Pedro del Vaticano. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha toda la celebración.

En su homilía, el Pontífice ha definido el Sínodo como “un viaje en el que el Señor pone en nuestras manos la historia, los sueños y las esperanzas de un gran Pueblo de hermanas y hermanos esparcidos por el mundo, animados por  nuestra misma fe, impulsados por el mismo deseo de santidad para que, con ellos y por ellos, tratemos de comprender qué camino seguir para llegar adonde Él quiere llevarnos”. 

En este sentido, destaca que se trata de un camino para “acercarse con respeto y atención, en la oración y a la luz de la Palabra de Dios, a todas las aportaciones recopiladas a lo largo de estos tres años de intenso trabajo”. Con la ayuda y la fuerza del Espíritu Santo, continúa el Papa Francisco , se trata de “escuchar y comprender las voces, es decir, las ideas, las expectativas, las propuestas, para discernir juntos la voz de Dios que habla a la Iglesia”. Remarca, como en ocasiones pasadas, que no se trata de “una asamblea parlamentaria”, sino “un lugar de escucha en la comunión”.

Para que esto suceda, invitó a los participantes a liberarse de aquello que, “en nosotros y entre nosotros, puede impedir a la caridad del Espíritu crear armonía en la diversidad”.

Francisco, al final de la homilía ha convocado una jornada de oración y ayuno de comidas para pedir el don de la paz el próximo lunes, primer aniversario del brutal ataque de Hamás a Israel. Y anuncia una visita el día anterior, 6 de octubre, a Santa María la Mayor para rezar el Rosario y rezar a la Virgen, pidiendo la participación de todos los miembros del Sínodo.

Los Ángeles de la guarda - Película de Dibujos animados


Camino Católico.- “Los Ángeles de la guarda” es el capítulo de la serie “Mi ratito con Jesús” en dibujos animados de la EWTN, que versa sobre los ángeles custodios.


Homilía del P. Jesús Luis Sacristán y lecturas de la Misa de hoy, miércoles, Santos Ángeles Custodios, 2-10-2024

2 de octubre de 2024.- (Camino Católico) Homilía del P. Jesús Luis Sacristán y lecturas de la Santa Misa de hoy, miércoles de la 26ª semana de Tiempo Ordinario, Santos Ángeles Custodios, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.

Santa Misa de hoy, miércoles, Santos Ángeles Custodios, 2-10-2024

2 de octubre de 2024.- (Camino Católico) Celebración de la Santa Misa de hoy, miércoles de la 26ª semana de Tiempo Ordinario, Santos Ángeles Custodios, presidida por el P. Jesús Luis Sacristán, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.

Palabra de Vida 2/10/2024: «Sus ángeles están viendo siempre en los cielos el rostro de mi Padre celestial» / Por P. Jesús Higueras

Camino Católico.- Espacio «Palabra de Vida» de 13 TV del 2 de octubre de 2024, miércoles de la 26ª semana de Tiempo Ordinario, Santos Ángeles Custodios, presentado por el padre Jesús Higueras en el que comenta el evangelio del día.

Evangelio: San Mateo 18, 1-5.10:

En una ocasión se acercaron a Jesús los discípulos y le dijeron:

 «¿Quién es, pues, el mayor en el Reino de los Cielos?». 

Él llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: 

«Yo os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos. Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el mayor en el Reino de los Cielos. Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe. Guardaos de menospreciar a uno de estos pequeños; porque yo os digo que sus ángeles están viendo siempre en los cielos el rostro de mi Padre celestial».

Adoración Eucarística con el P. José Aurelio Martín en la Basílica de la Concepción de Madrid, 2-10-2024

2 de octubre de 2024.- (Camino Católico) Adoración al Santísimo Sacramento con el P. José Aurelio Martín Jiménez, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.