Cardenal Deorge Pell
* «Sus padres rezaron por la intercesión del Cardenal Pell y el niño sobrevivió y se le retiró el soporte vital sin sufrir daños en el cerebro, los pulmones ni el corazón. Ahora está bien y sus médicos lo consideran un milagro»
Camino Católico.- Mons. Anthony Fisher, Arzobispo de Sydney (Australia), atribuyó esta semana la supervivencia aparentemente milagrosa de un niño de Arizona (Estados Unidos) a la intercesión del fallecido Cardenal australiano George Pell.
Según el periódico The Australian, Mons. Fisher dijo en un evento de presentación de libros el 26 de marzo que se había enterado de que un niño de 18 meses había sido dado de alta de un hospital en Phoenix, después de pasar 52 minutos sin respirar tras caer en una piscina.
El niño, llamado Vincent, “dejó de respirar durante 52 minutos”, dijo Mons. Fisher en el lanzamiento en Australia de una nueva biografía sobre el Cardenal George Pell en el Campion College, cerca de Parramatta.
“Sus padres rezaron por la intercesión del Cardenal Pell”, continuó. “El niño sobrevivió y se le retiró el soporte vital sin sufrir daños en el cerebro, los pulmones ni el corazón. Ahora está bien y sus médicos lo consideran un milagro”.
El tío del niño, un sacerdote católico, se puso en contacto con el P. Joseph Hamilton, ex secretario del Cardenal Pell en Roma, para pedirle oraciones durante la hospitalización de aproximadamente 10 días.
El P. Hamilton dijo a The Australian que la familia había conocido al difunto cardenal cuando este visitó Phoenix en diciembre de 2021 para promocionar su Diario en prisión de tres volúmenes, escrito durante sus 13 meses de prisión por abuso sexual infantil, una condena que luego fue revocada por unanimidad por el tribunal más alto de Australia.
El Cardenal Pell también había celebrado una Misa Blanca para profesionales médicos en Phoenix.
El purpurado murió de un paro cardíaco luego de una cirugía de reemplazo de cadera en Roma, el 10 de enero de 2023. Tenía 81 años.
La Iglesia Católica suele esperar un mínimo de cinco años tras el fallecimiento para considerar la apertura de una causa de beatificación. Una vez abierto el proceso —que puede durar años, décadas o incluso más—, se necesita un milagro verificado para declarar a una persona “beata”, el último paso antes de que pueda ser canonizada.
La Iglesia somete los milagros presentados en una causa de beatificación a un riguroso escrutinio y examen por parte de profesionales médicos, para excluir cualquier razón natural o científica de curación, antes de declararlos milagros obtenidos a través de la intercesión orante de un hombre o una mujer virtuosos.
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