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domingo, 20 de abril de 2025

Papa Francisco en homilía leída por el cardenal Comastri, 20-4-2025: «Vivir nuestra existencia aferrados a Cristo, que ha vencido la muerte, vence nuestras tinieblas y nos lleva a vivir con Él en la alegría, para siempre»


El Papa Francisco ha confiado la celebración al cardenal Angelo Comastri

* «Por eso la fe pascual, que nos abre al encuentro con el Señor Resucitado y nos dispone a acogerlo en nuestra vida, está lejos de ser una solución estática o un instalarse tranquilamente en alguna seguridad religiosa. Por el contrario, la Pascua nos impulsa al movimiento, nos empuja a correr como María Magdalena y como los discípulos; nos invita a tener ojos capaces de “ver más allá”, para descubrir a Jesús, el Viviente, como el Dios que se revela y que también hoy se hace presente, nos habla, nos precede y nos sorprende» 

   

Vídeo de la transmisión en directo de Vatican News, traducido al español, con la homilía del Papa Francisco, leída por el cardenal Angelo Comastri

* «A Cristo, vencedor del pecado y de la muerte, le queremos decir: ‘Señor, en la fiesta que hoy celebramos te pedimos este don: que también nosotros seamos nuevos para vivir esta perenne novedad. Límpianos, oh Dios, del polvo triste de la costumbre, del cansancio y del desencanto; danos la alegría de despertarnos, cada mañana, con ojos asombrados al ver los colores inéditos de ese amanecer, único y distinto a todos los demás. […] Todo es nuevo, Señor, y nada se repite, nada es viejo’» 

20 de abril de 2025.- (Camino Católico)  Desde la Plaza de San Pedro, en la homilía leída por el Cardenal Angelo Comastri, el Papa recuerda que la Pascua no es una historia del pasado. Es una invitación a salir, a buscar a Jesús en lo cotidiano, en los hermanos y en la esperanza: “Hermanos y hermanas, esta es la esperanza más grande de nuestra vida: podemos vivir esta existencia pobre, frágil y herida, aferrados a Cristo, porque Él ha vencido a la muerte, vence nuestras oscuridades y vencerá las tinieblas del mundo, para hacernos vivir con Él en la alegría, para siempre”.

La Plaza de San Pedro se llenó de flores y alegría para acoger el anuncio más hermoso de la historia: ¡Cristo ha verdaderamente resucitado!

Más de 35.000 fieles se congregaron este domingo 20 de abril de 2025 para celebrar la Misa de Pascua, presidida este año por el cardenal Angelo Comastri, arcipreste emérito de la Basílica de San Pedro y vicario general emérito de Su Santidad para la Ciudad del Vaticano. Por deseo del Papa Francisco, aún convaleciente en Casa Santa Marta, fue él quien ofició la celebración. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la homilía del Santo Padre leída por el cardenal Angelo Comastri, traducida al español, cuyo texto completo es el siguiente: 

Más de 35.000 fieles han asistido a la Misa del Domingo de Resurreccción

DOMINGO DE RESURRECCIÓN

SANTA MISA DEL DÍA

HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO 

LEÍDA POR EL CARDENAL ANGELO COMASTRI

Plaza de San Pedro

Domingo de Pascua, 20 de abril de 2025

Cardenal Angelo Comastri

María Magdalena, al ver que la piedra del sepulcro había sido retirada, salió corriendo para avisárselo a Pedro y a Juan. También los dos discípulos, al recibir la desconcertante noticia, salieron y —dice el Evangelio— «corrían los dos juntos» (Jn 20,4). ¡Todos los protagonistas de los relatos pascuales corren! Y este “correr” expresa, por un lado, la preocupación de que se hubieran llevado el cuerpo del Señor; pero, por otro lado, la carrera de la Magdalena, de Pedro y de Juan manifiesta el deseo, el impulso del corazón, la actitud interior de quien se pone en búsqueda de Jesús. Él, de hecho, ha resucitado de entre los muertos y, por eso, ya no está en el sepulcro. Hay que buscarlo en otra parte.

Este es el anuncio de la Pascua: hay que buscarlo en otra parte. ¡Cristo ha resucitado, está vivo! La muerte no lo ha podido retener, ya no está envuelto en el sudario, y por tanto no se le puede encerrar en una bonita historia que contar, no se le puede reducir a un héroe del pasado ni pensar en Él como una estatua colocada en la sala de un museo. Al contrario, hay que buscarlo, y por eso no podemos quedarnos inmóviles. Debemos ponernos en movimiento, salir a buscarlo: buscarlo en la vida, buscarlo en el rostro de los hermanos, buscarlo en lo cotidiano, buscarlo en todas partes menos en aquel sepulcro.

Buscarlo siempre. Porque si ha resucitado de entre los muertos, entonces Él está presente en todas partes, habita entre nosotros, se esconde y se revela también hoy en las hermanas y los hermanos que encontramos en el camino, en las situaciones más anónimas e imprevisibles de nuestra vida. Él está vivo y permanece siempre con nosotros, llorando las lágrimas de quien sufre y multiplicando la belleza de la vida en los pequeños gestos de amor de cada uno de nosotros.

Por eso la fe pascual, que nos abre al encuentro con el Señor Resucitado y nos dispone a acogerlo en nuestra vida, está lejos de ser una solución estática o un instalarse tranquilamente en alguna seguridad religiosa. Por el contrario, la Pascua nos impulsa al movimiento, nos empuja a correr como María Magdalena y como los discípulos; nos invita a tener ojos capaces de “ver más allá”, para descubrir a Jesús, el Viviente, como el Dios que se revela y que también hoy se hace presente, nos habla, nos precede y nos sorprende. Como María Magdalena, cada día podemos sentir que hemos perdido al Señor, pero cada día podemos correr a buscarlo de nuevo, sabiendo con seguridad que Él se deja encontrar y nos ilumina con la luz de su resurrección.

Hermanos y hermanas, esta es la esperanza más grande de nuestra vida: podemos vivir esta existencia pobre, frágil y herida, aferrados a Cristo, porque Él ha vencido a la muerte, vence nuestras oscuridades y vencerá las tinieblas del mundo, para hacernos vivir con Él en la alegría, para siempre. Hacia esa meta, como dice el apóstol Pablo, también nosotros corremos, olvidando lo que se queda a nuestras espaldas y proyectándonos hacia lo que está por delante (cf. Flp 3,12-14). Apresurémonos, pues, a salir al encuentro de Cristo, con el paso ágil de la Magdalena, de Pedro y de Juan.

El Jubileo nos llama a renovar en nosotros el don de esta esperanza, a sumergir en ella nuestros sufrimientos e inquietudes, a contagiar con ella a quienes encontramos en el camino, a confiarle a esta esperanza el futuro de nuestra vida y el destino de la humanidad. Y por eso no podemos aparcar el corazón en las ilusiones de este mundo ni encerrarlo en la tristeza; debemos correr, llenos de alegría. Corramos al encuentro de Jesús, redescubramos la gracia inestimable de ser sus amigos. Dejemos que su Palabra de vida y de verdad ilumine nuestro camino. Como dijo el gran teólogo Henri de Lubac, «debe bastarnos con comprender esto: el cristianismo es Cristo. No es, en verdad, otra cosa. En Jesucristo lo tenemos todo» (Las responsabilidades doctrinales de los católicos en el mundo de hoy, Madrid 2022, 254).

Y este “todo”, que es Cristo resucitado, abre nuestra vida a la esperanza. Él está vivo, Él quiere renovar también hoy nuestra vida. A Él, vencedor del pecado y de la muerte, le queremos decir:

“Señor, en la fiesta que hoy celebramos te pedimos este don: que también nosotros seamos nuevos para vivir esta perenne novedad. Límpianos, oh Dios, del polvo triste de la costumbre, del cansancio y del desencanto; danos la alegría de despertarnos, cada mañana, con ojos asombrados al ver los colores inéditos de ese amanecer, único y distinto a todos los demás. […] Todo es nuevo, Señor, y nada se repite, nada es viejo.” (cf. A. Zarri, Quasi una preghiera).

Hermanas, hermanos, en el asombro de la fe pascual, llevando en el corazón toda esperanza de paz y de liberación, podemos decir: contigo, Señor, todo es nuevo. Contigo, todo comienza de nuevo.

Francisco


Fotos: Vatican Media, 20-4-2025

sábado, 19 de abril de 2025

Papa Francisco en homilía leída por el cardenal Re, 19-4-2025: «Cristo resucitado es el amor que nos acompaña y nos sostiene, el futuro de la historia, el destino final hacia el que caminamos»


El Papa Francisco ha confiado la celebración al cardenal Giovanni Battista Re

* «En Jesús Resucitado tenemos, en efecto, la certeza de que nuestra historia personal y el camino de la humanidad, aunque todavía inmersos en una noche donde las luces parecen débiles, están en las manos de Dios; y Él, en su gran amor, no nos dejará tambalear ni permitirá que el mal tenga la última palabra. Al mismo tiempo, esta esperanza, ya cumplida en Cristo, para nosotros sigue siendo también una meta que alcanzar; se nos ha confiado para que nos convirtamos en testigos creíbles de ella y para que el Reino de Dios se abra paso en el corazón de las mujeres y los hombres de hoy» 

 

   

Vídeo de la transmisión en directo de Vatican News, traducido al español, con la homilía del Papa Francisco, leída por el cardenal Giovanni Battista Re

* «Reproducir la Pascua en nuestra vida y convertirnos en mensajeros de esperanza, constructores de esperanza mientras tantos vientos de muerte aún soplan sobre nosotros. Podemos hacerlo con nuestras palabras, con nuestros pequeños gestos cotidianos, con nuestras decisiones inspiradas en el Evangelio. Toda nuestra vida puede ser presencia de esperanza. Queremos serlo para quienes carecen de fe en el Señor, para quienes se han extraviado, para los que se han rendido o caminan encorvados por el peso de la vida; para quienes están solos o encerrados en su propio dolor; para todos los pobres y oprimidos de la tierra; para las mujeres humilladas y asesinadas; para los niños que nunca nacieron y para aquellos que son maltratados; para las víctimas de la guerra» 

19 de abril 2025.- (Camino Católico) “Cristo resucitado es el giro definitivo de la historia humana. Él es la esperanza que no declina. Él es el amor que nos acompaña y nos sostiene. Él es el futuro de la historia, el destino final hacia el que caminamos, para ser acogidos en esa vida nueva en la que el mismo Señor enjugará todas nuestras lágrimas”. Esto lo afirma el Papa Francisco en su homilía en la Vigilia Pascual en la Noche Santa, que ha leído el Cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio, que ha presidido la celebración por delegación del Santo Padre. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha la homilía del Santo Padre leída por el cardenal Giovanni Battista Re, traducida al español, cuyo texto completo es el siguiente: 

VIGILIA PASCUAL EN LA NOCHE SANTA

CAPILLA PAPAL

HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO 

LEÍDA POR EL CARDENAL GIOVANNI BATTISTA RE

Basílica de San Pedro

Sábado Santo, 19 de abril de 2025


Es de noche cuando el cirio pascual avanza lentamente hasta el altar. Es de noche cuando el canto del himno dispone nuestros corazones al gozo, pues la tierra brilla “inundada de tanta claridad, el fulgor del Rey eterno venció la tiniebla que cubría el orbe entero” (cf. Pregón pascual). Al terminar la noche, suceden los hechos narrados en el Evangelio que acabamos de proclamar (cf. Lc 24,1-12); la luz divina de la Resurrección se enciende y la Pascua del Señor ocurre cuando el sol aún está por salir. Con los primeros destellos del alba, se ve que la gran piedra que cubría el sepulcro de Jesús ha sido retirada y que algunas mujeres llegan a ese lugar llevando el velo del luto. La oscuridad envuelve la confusión y el temor de los discípulos. Todo sucede en la noche.

De este modo, la Vigilia pascual nos recuerda que la luz de la Resurrección ilumina el camino paso a paso, irrumpe en las tinieblas de la historia sin estrépito, resplandece en nuestro corazón de manera discreta. Y a esta luz corresponde una fe humilde, desprovista de todo triunfalismo. La Pascua del Señor no es un evento espectacular con el que Dios se impone y obliga a creer en Él; no es una meta que Jesús alcanza por un camino fácil, esquivando el Calvario; y tampoco nosotros podemos vivirla de manera despreocupada y sin dudas interiores. Al contrario, la Resurrección es como pequeños brotes de luz que se abren paso poco a poco, sin hacer ruido, a veces todavía amenazados por la noche y la incredulidad.

Este “estilo” de Dios nos libera de una religiosidad abstracta, ilusa al pensar que la resurrección del Señor lo resuelve todo mágicamente. Todo lo contrario: no podemos celebrar la Pascua sin seguir enfrentándonos a las noches que llevamos en el corazón y a las sombras de muerte que con frecuencia se ciernen sobre el mundo. Cristo ha vencido el pecado y ha destruido la muerte, pero en nuestra historia terrena, la potencia de su Resurrección aún se está realizando. Y esa realización, como un pequeño brote de luz, nos ha sido confiada a nosotros, para que la cuidemos y la hagamos crecer.

Hermanos y hermanas, esta es la llamada que, sobre todo en el año jubilar, debemos sentir con fuerza dentro de nosotros: ¡hagamos germinar la esperanza de la Pascua en nuestra vida y en el mundo!

Cuando sentimos aún el peso de la muerte en nuestro corazón, cuando vemos las sombras del mal seguir su ruidosa marcha sobre el mundo, cuando sentimos arder en nuestra carne y en nuestra sociedad las heridas del egoísmo o de la violencia, no nos desanimemos, volvamos al anuncio de esta noche: la luz resplandece lentamente incluso si nos encontramos en tinieblas; la esperanza de una vida nueva y de un mundo finalmente liberado nos aguarda; un nuevo comienzo puede sorprendernos aunque a veces nos parezca imposible, porque Cristo ha vencido a la muerte.

Este anuncio, que ensancha el corazón, nos llena de esperanza. En Jesús Resucitado tenemos, en efecto, la certeza de que nuestra historia personal y el camino de la humanidad, aunque todavía inmersos en una noche donde las luces parecen débiles, están en las manos de Dios; y Él, en su gran amor, no nos dejará tambalear ni permitirá que el mal tenga la última palabra. Al mismo tiempo, esta esperanza, ya cumplida en Cristo, para nosotros sigue siendo también una meta que alcanzar; se nos ha confiado para que nos convirtamos en testigos creíbles de ella y para que el Reino de Dios se abra paso en el corazón de las mujeres y los hombres de hoy.

Como nos recuerda san Agustín, «la resurrección de nuestro Señor Jesucristo es nueva vida para los que creen en Jesús. Y éste es el misterio de su pasión y resurrección, que ustedes deben conocer bien y vivirlo» (Sermón 231, 2). Reproducir la Pascua en nuestra vida y convertirnos en mensajeros de esperanza, constructores de esperanza mientras tantos vientos de muerte aún soplan sobre nosotros.

Podemos hacerlo con nuestras palabras, con nuestros pequeños gestos cotidianos, con nuestras decisiones inspiradas en el Evangelio. Toda nuestra vida puede ser presencia de esperanza. Queremos serlo para quienes carecen de fe en el Señor, para quienes se han extraviado, para los que se han rendido o caminan encorvados por el peso de la vida; para quienes están solos o encerrados en su propio dolor; para todos los pobres y oprimidos de la tierra; para las mujeres humilladas y asesinadas; para los niños que nunca nacieron y para aquellos que son maltratados; para las víctimas de la guerra. ¡Llevemos, a todos y a cada uno, la esperanza de la Pascua!

Me gusta recordar a una mística del siglo XIII, Hadewijch de Amberes, que, inspirándose en el Cantar de los Cantares y describiendo el sufrimiento por la ausencia del amado, invoca el retorno del amor porque —dice — «volveré a ver […] clarear mi oscuridad» (Hadewijch, El lenguaje del deseo, Madrid 1999, 87).

El Cristo resucitado es el giro definitivo de la historia humana. Él es la esperanza que no declina. Él es el amor que nos acompaña y nos sostiene. Él es el futuro de la historia, el destino final hacia el que caminamos, para ser acogidos en esa vida nueva en la que el mismo Señor enjugará todas nuestras lágrimas «y no habrá más muerte, ni pena, ni queja, ni dolor» (Ap 21,4). Y esta esperanza de la Pascua, este “clarear en la oscuridad”, debemos anunciarlo a todos.

Hermanas, hermanos, el tiempo de Pascua es un tiempo de esperanza. «Todavía hay temor, todavía hay una dolorosa conciencia de pecado, pero hay también una luz que se abre paso. […] La Pascua trae la buena noticia de que, aunque las cosas parezcan ir mal en el mundo, el Maligno ha sido ya vencido. La Pascua nos permite afirmar que, aunque Dios parezca muy distante y sigamos estando preocupados por muchos pequeños detalles, nuestro Señor recorre el camino con nosotros […] hay muchos destellos de esperanza que vierten su luz en nuestro caminar en la vida» (H. Nouwen, Meditaciones diarias para la vida espiritual, Madrid 2019, 4 de abril).

¡Hagámosle espacio a la luz del Resucitado! Y nos convertiremos en constructores de esperanza para el mundo.

Francisco


Fotos: Vatican Media, 19-4-2025

Vigilia Pascual en la Noche Santa, desde la Basílica de San Pedro del Vaticano, 19-4-2025

Fotos: Vatican Media, 19-2-202

19 de abril de 2025.- (Camino Católico) En la Vigilia Pascual, en la que el Papa Francisco no ha participado, la liturgia ha comenzado con el templo sumido en la oscuridad total para simbolizar la muerte de Jesús. La celebración ha sido presidida por el Cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio, y concelebrada por 34 cardenales, 24 obispos y 260 sacerdotes, en una Basílica de San Pedro colmada de unos cinco mil fieles, incluidos los que siguieron la liturgia desde la plaza. Una noche santa —madre de todas las vigilias— en la que Cristo, Salvador del mundo, venció las tinieblas y resucitó de entre los muertos. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha toda la celebración.

En el texto de la homilía leído por Battista Re el Papa Francisco afirma que “Cristo resucitado es el giro definitivo de la historia humana. Él es la esperanza que no declina. Él es el amor que nos acompaña y nos sostiene. Él es el futuro de la historia, el destino final hacia el que caminamos, para ser acogidos en esa vida nueva en la que el mismo Señor enjugará todas nuestras lágrimas”.

sábado, 30 de marzo de 2024

El Papa en homilía en la Vigilia Pascual: «De la mano de Jesús, el Resucitado, ninguna derrota, sufrimiento o muerte podrá detener nuestro camino hacia la plenitud de la vida» 

 


* «Jesús es nuestra Pascua, Aquel que nos hace pasar de la oscuridad a la luz, que se ha unido a nosotros para siempre y nos salva de los abismos del pecado y de la muerte, atrayéndonos hacia el ímpetu luminoso del perdón y de la vida eterna. Hermanos y hermanas, mirémoslo a Él, acojamos a Jesús, Dios de la vida, en nuestras vidas, renovémosle hoy nuestro ‘sí’ y ningún escollo podrá sofocar nuestro corazón, ninguna tumba podrá encerrar la alegría de vivir, ningún fracaso podrá llevarnos a la desesperación»

Vídeo completo de la transmisión en directo de Vatican News traducido al español con las homilía del Papa 

* «Miremos a Jesús Resucitado y pidámosle que la potencia de su resurrección corra las rocas que oprimen nuestra alma. Mirémoslo a Él, el Resucitado, y caminemos con la certeza de que en el trasfondo oscuro de nuestras expectativas y de nuestra muerte está ya presente la vida eterna que Él vino a traer. Hermana, hermano, queridísimo, deja que tu corazón estalle de júbilo en esta noche santa. Cantemos la resurrección de Jesús» 

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Vigilia Pascual en la Noche Santa, presidida por el Papa Francisco, 30-3-2024

 


30 de marzo de 2024.-  (Camino Católico «Las mujeres van al sepulcro a la luz del amanecer, pero dentro de sí llevan aún la oscuridad de la noche». Con esta distinción el Santo Padre ha comenzado su homilía en la solemne Vigilia Pascual en la noche santa de la Resurrección, que ha presidido en la Basílica de San Pedro, ante unos seis mil fieles presentes. En la ceremonia, el Obispo de Roma bautizó a ocho catecúmenos procedentes de Corea del Sur, Italia, Japón y Albania y también les administró el sacramento de la confirmación. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha toda la celebración.

Francisco ha subrayado en su homilía que  “Resucitado por el Padre en su carne, que también es la nuestra con la fuerza del Espíritu Santo, abrió una página nueva para el género humano. Desde aquel momento, si nos dejamos llevar de la mano por Jesús, ninguna experiencia de fracaso o de dolor, por más que nos hiera, puede tener la última palabra sobre el sentido y el destino de nuestra vida. Desde aquel momento, si nos dejamos aferrar por el Resucitado, ninguna derrota, ningún sufrimiento, ninguna muerte podrá detener nuestro camino hacia la plenitud de la vida”.

sábado, 16 de abril de 2022

Vigilia Pascual con el Papa Francisco, 16-4-2022


 16 de abril de 2021.- (Camino Católico) Al participar en la Vigilia Pascual 2022, este Sábado Santo, el Papa Francisco ha recordado el drama de la guerra, cuyas noches “están surcadas por luminosas estelas de muerte”, ha dicho en su homilía. Sin embargo, ha precisado, la luz de Dios “brilla en las tinieblas del mundo”. El Papa Francisco no ha presidido este Sábado Santo la Vigilia Pascual. En su lugar, ha celebrado el Cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio. La Oficina de Prensa de la Santa Sede no ha explicado oficialmente la razón de este cambio en la programación, pero Vatican News asegura que se debió a un fuerte dolor de rodilla. En el video de Vatican News se visualiza y escucha toda la celebración traducida al español.

El Santo Padre ha estado presente desde el inicio de la ceremonia en la Basílica de San Pedro y ha pronunciado la homilía para la celebración de la Resurrección de Cristo. Además, ha presidido la Liturgia Bautismal, bautizando a cuatro italianos, una estadounidense, una albana y un cubano.


sábado, 3 de abril de 2021

Papa Francisco en homilía de la Vigilia Pascual, 3-4-2021: «Jesús, el Resucitado, nos ama sin límites y visita todas las situaciones de nuestra vida»

 


* «Él ha establecido su presencia en el corazón del mundo y nos invita también a nosotros a sobrepasar las barreras, a superar los prejuicios, a acercarnos a quienes están junto a nosotros cada día, para redescubrir la gracia de la cotidianidad. Reconozcámoslo presente en nuestras Galileas, en la vida de todos los días. Con Él, la vida cambiará. Porque más allá de toda derrota, maldad y violencia, más allá de todo sufrimiento y más allá de la muerte, el Resucitado vive y gobierna la historia»

Video completo de Vatican News de la homilía del Papa traducida al español

* «El Señor nos precede y se hace presente, precisamente en la vida de los que pasan a nuestro lado y comparten con nosotros el tiempo, el hogar, el trabajo, las dificultades y las esperanzas. En Galilea aprendemos que podemos encontrar a Cristo resucitado en los rostros de nuestros hermanos, en el entusiasmo de los que sueñan y en la resignación de los que están desanimados, en las sonrisas de los que se alegran y en las lágrimas de los que sufren, sobre todo en los pobres y en los marginados. Nos asombraremos de cómo la grandeza de Dios se revela en la pequeñez, de cómo su belleza brilla en los sencillos y en los pobres»

Vigilia Pascual presidida por el Papa Francisco, 3-4-2021

 


3 de abril de 2021.- (Camino Católico) En la noche del 3 de abril, Sábado Santo, el Santo Padre ha presidido la Vigilia Pascual en una Basílica de San Pedro prácticamente vacía debido a las medidas de contención de coronavirus. En su homilía, Francisco ha reflexionado sobre el Evangelio del día según Marcos, que relata cuando las mujeres pensaron que iban a encontrar el cuerpo para ungirlo, en cambio, encontraron una tumba vacía. Francisco asegura que “habían ido a llorar a un muerto, pero en su lugar escucharon un anuncio de vida”. En el video de Vatican News se visualiza y escucha toda la celebración traducida al español.

¿Qué celebramos en la Vigilia Pascual y el Domingo de Resurrección? / Por Mons. Jesús Fernández, obispo de Astorga


Camino Católico
.- Irene Pozo, directora de contenidos de 13 TV, junto al obispo de Astorga, Mons. Jesús Fernández González, conmemoran con los espectadores el Triduo Pascual para celebrar la pasión, la muerte y la resurrección del Señor. Hoy profundizan en ¿qué celebramos en la Vigilia Pascual y el Domingo de Resurrección?

Mons. Jesús Fernández González, presidente de la Subcomisión Episcopal de Acción Caritativa y Social, ha explicado en ‘TRECE en salida’ que “el Domingo de Pascua, es el día más importante porque celebramos la Resurrección del Señor, significa que el Padre da por buena y fructífera la vida de entrega que ha tenido su hijo. Y porque entonces, también nosotros resucitamos con él, vencemos al pecado y a la muerte. Es el día grande, todo hubiera quedado vacío de sentido sin ello”.

El Sábado Santo, en su primera parte, es un día sin celebración, día de silencio, de meditación durante todo el día. Es un tiempo de ayuno, también desde la antigüedad. Es como permanecer al lado del sepulcro meditando su pasión y su muerte, y permanecer al lado de la Virgen María acompañándola en su soledad. Es la primera parte del Sábado Santo, pero la segunda parte es la Vigilia Pascual que ya empieza una vez que ha oscurecido, como decimos muchas veces, “es ya empezado el día siguiente”.

La Vigilia Pascual forma parte del Domingo de Pascua. En este día la Iglesia convoca a los fieles como para una doble celebración. Por un lado, la celebración del Día de la Resurrección, en la Vigilia Pascual, y la celebración del Día de la Resurrección, en el mismo domingo. Por tanto, tenemos este momento central, la Vigilia Pascual es la celebración litúrgica más importante de todo el año. Es el vértice de todas las conmemoraciones, tanto del Triduo Pascual como de todo el año. Todos los momentos de esta vigilia están cargados de simbolismo, están cargados de belleza. Tiene cuatro partes. Primero el rito del fuego, de la luz. Después el rito de la Palabra de Dios, la escucha de la Palabra. Después el rito del bautismo y el rito de la Eucaristía.