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domingo, 8 de septiembre de 2024

Homilía del Evangelio del Domingo: Jesús quiere liberarnos del pecado y sus consecuencias y llevarnos de nuevo a la comunión íntima con Él / Por P. José María Prats

* «En los evangelios, la sordera y la incapacidad de hablar, más allá de deficiencias físicas, son, sobre todo, manifestación de la ausencia de relación con Dios. La sociedad neopagana actual, como la de la Decápolis en tiempos de Jesús, se ha encerrado nuevamente en sí misma, se ha sometido a la esclavitud del materialismo y permanece sorda a la Palabra vivificante de Dios y muda para responder a ella con la alabanza, el culto y la santidad de vida. Como hicieron algunos de los habitantes de la Decápolis, los que todavía conservamos la fe, hemos de pedir a Jesús que la sane y recree y, por medio de una nueva evangelización, hemos de propiciar el encuentro personal con Él que hace posible esta sanación»

Domingo XXIII del tiempo ordinario – B

Isaías 35, 4-7a  /  Salmo 145  /  Santiago 2, 1-5  /  Marcos 7, 31-37

P. José María Prats / Camino Católico.- El evangelio de hoy nos muestra a Jesús como el enviado de Dios Padre para liberar al ser humano del pecado y sus consecuencias y llevarlo de nuevo a la comunión con Él.

Los territorios que Jesús atraviesa en el viaje descrito en este evangelio –Tiro, Sidón y la Decápolis– eran todos paganos, ajenos al Dios vivo y verdadero y, por ello, profundamente sometidos al poder del mal. El hombre sordo que apenas podía hablar es un icono del estado en que se encontraban sus habitantes, encerrados en sí mismos e incapaces de abrirse al poder vivificante de la relación con Dios: sordos a su Palabra y mudos para la alabanza y el culto verdadero. En los evangelios, la sordera y la incapacidad de hablar, más allá de deficiencias físicas, son, sobre todo, manifestación de esta ausencia de relación con Dios.

Aquellas gentes habían oído hablar del poder sanador de Jesús y le piden que imponga las manos a este hombre. La forma de proceder de Jesús es muy reveladora. Los gestos de meterle los dedos en los oídos y tocarle la lengua con saliva evocan el segundo relato de la creación donde Dios «modeló al hombre del polvo del suelo e insufló en su nariz aliento de vida», y nos dan a entender que esta acción de Jesús que devuelve al hombre a la comunión con Dios supone una «nueva creación», el inicio de una nueva vida que vence sobre el caos y disipa las tinieblas del pecado. La palabra que pronuncia Jesús mirando al cielo –«Effetá»– pone nuevamente este episodio en relación con los relatos de la creación, en este caso con el primero: como en el principio Dios dijo «”exista la luz”, y la luz existió», ahora Jesús dice «”ábrete”», y los oídos del sordo se abren inmediatamente. Finalmente, el hecho de que Jesús lo aparte de la gente y lo cure en la intimidad nos está diciendo que esta «nueva creación» es el fruto de un encuentro personal con Jesús que inicia una comunión íntima y personal con Él.

La fuerza simbólica y evocadora de este acto de Jesús es tan grande que la Iglesia lo incorporó como un rito optativo en la celebración del bautismo, el sacramento que nos integra en la comunión con Dios. En concreto, después de la entrega del cirio bautismal, el celebrante puede tocar con el dedo pulgar los oídos y la boca del niño diciendo: “El Señor Jesús, que hizo oír a los sordos y hablar a los mudos, te conceda, a su tiempo, escuchar su Palabra y proclamar la fe, para alabanza y gloria de Dios Padre”.

La sociedad neopagana actual, como la de la Decápolis en tiempos de Jesús, se ha encerrado nuevamente en sí misma, se ha sometido a la esclavitud del materialismo y permanece sorda a la Palabra vivificante de Dios y muda para responder a ella con la alabanza, el culto y la santidad de vida. Como hicieron algunos de los habitantes de la Decápolis, los que todavía conservamos la fe, hemos de pedir a Jesús que la sane y recree y, por medio de una nueva evangelización, hemos de propiciar el encuentro personal con Él que hace posible esta sanación.

P. José María Prats

Evangelio:

En aquel tiempo, Jesús se marchó de la región de Tiro y vino de nuevo, por Sidón, al mar de Galilea, atravesando la Decápolis. Le presentan un sordo que, además, hablaba con dificultad, y le ruegan que imponga la mano sobre él.

Él, apartándole de la gente, a solas, le metió sus dedos en los oídos y con su saliva le tocó la lengua. Y, levantando los ojos al cielo, dio un gemido, y le dijo: «Effatá», que quiere decir: “¡Ábrete!”.

Se abrieron sus oídos y, al instante, se soltó la atadura de su lengua y hablaba correctamente. Jesús les mandó que a nadie se lo contaran. Pero cuanto más se lo prohibía, tanto más ellos lo publicaban. Y se maravillaban sobremanera y decían:

«Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos».

Marcos 7, 31-37

Reflexionemos con el Salmo 145 de la Misa de mañana domingo: La alabanza es la oración en la que exaltamos a Dios porque es Dios, nos asombramos de su grandeza, amor y misericordia / P. Carlos García Malo

 


sábado, 7 de septiembre de 2024

Papa Francisco a niños discapacitados en Papúa Nueva Guinea, 7-9-2024: «Todos somos únicos ante Dios y tenemos una misión que nadie más puede cumplir»


* «¿Cómo podemos hacer más hermoso y feliz nuestro mundo?. Aprendiendo día a día a amar a Dios y a los demás con todo el corazón y procurando aprender —incluso en la escuela— todo lo que podamos, para así hacerlo de la mejor manera, estudiando y esforzándonos al máximo en cada oportunidad que se nos presenta para crecer, mejorar y perfeccionar nuestros talentos y capacidades»

    

Vídeo de la transmisión en directo de Vatican News, traducido al español, con la alocución del Papa 

* «Nosotros debemos concentrar todas nuestras fuerzas dirigiéndolas hacia una meta, que es el amor a Jesús —y, en Él, a todos los hermanos y hermanas que encontramos en el camino—, para luego con impulso colmar todo y a todos con nuestro afecto. En este sentido, ninguno de nosotros es “una carga” —como han dicho—, todos somos hermosos regalos de Dios, un tesoro los unos para los otros» 


 7 de septiembre de 2024.- (Camino Católico)  Es Papúa Nueva Guinea en toda su riqueza de costumbres, ritos y tradiciones la que se presentó ante los ojos del Papa Francisco al entrar en la Escuela Secundaria Técnica de Cáritas, segunda parada del primer día de su viaje al país oceánico al que el Pontífice llegó anoche, 6 de septiembre. Tras el saludo de esta mañana con las autoridades políticas y civiles, Francisco quiso empezar, por la tarde, con los niños de Port Moresby. Son aquellos discapacitados, pobres, sin hogar o sin perspectivas asistidos y atendidos por Street Ministry y Callan Services, dos organizaciones caritativas de la archidiócesis que proporcionan, la primera, ayuda, educación y artículos de primera necesidad a todos los menores que de otro modo deambulan por las polvorientas calles de la capital; la segunda, en cambio, ofrece servicios para niños y adultos discapacitados, garantizándoles también una educación.

A las preguntas de dos niños discapacitados sobre el sufrimiento Francisco contestó con claridad: “Ninguno de nosotros es como los demás, porque todos somos únicos delante de Dios. Por eso, no sólo reafirmo que hay esperanza para todos —como se ha dicho— sino que agrego también que cada uno de nosotros tiene un papel y una misión en el mundo que nadie más puede llevar a cabo, y aunque esto trae consigo penurias, al mismo tiempo produce mucha alegría, de un modo distinto para cada uno.La paz y el gozo son para todos”. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha toda la alocución del Santo Padre traducida al español, cuyo texto completo es el siguiente:

Viaje apostólico a Papúa Nueva Guinea

Visita a los niños de "Ministerio de Calle" y "Servicios de Callan"

DISCURSO DEL SANTO PADRE

"Escuela Secundaria Técnica de Cáritas" (Port Moresby)

Sábado, 7 de septiembre de 2024

Felicitaciones a todos ustedes que cantaron y bailaron. ¡Lo hacen muy bien!

Queridas hermanas y hermanos, buenas tardes.

Saludo a Su Eminencia, a quien agradezco las palabras que me ha dirigido. Agradezco también a la superiora de la comunidad, a la directora, a los laicos y religiosos, y a todos los presentes, especialmente a ustedes, niños, que son estupendos.

Me alegra encontrarme con ustedes y compartir este momento festivo. Agradezco también a sus compañeros, que me han hecho dos preguntas difíciles.

Uno de ellos me ha preguntado: “¿Por qué no soy como los demás?”. En verdad, la única respuesta que encuentro a esta pregunta es: “porque ninguno de nosotros es como los demás, porque todos somos únicos delante de Dios”. Por eso, no sólo reafirmo que “hay esperanza para todos” —como se ha dicho— sino que agrego también que cada uno de nosotros tiene un papel y una misión en el mundo que nadie más puede llevar a cabo, y aunque esto trae consigo penurias, al mismo tiempo produce mucha alegría, de un modo distinto para cada uno.La paz y el gozo son para todos.

Ciertamente todos tenemos límites, hay cosas que sabemos hacer mejor y otras que en cambio nos cuestan o que no somos capaces de hacer nunca, sin embargo, esto no determina nuestra felicidad. Es más bien el amor que ponemos en todo lo que hacemos, damos o recibimos. Dar amor, siempre, acoger con los brazos abiertos el amor que recibimos de las personas que nos quieren. Esto es lo más bonito y lo más importante de nuestra vida, en cualquier condición y para cualquier persona, incluso para el Papa, ¿lo sabían? Nuestra alegría no depende de nada más, nuestra alegría depende del amor.

Y esto nos lleva a la otra pregunta: “¿Cómo podemos hacer más hermoso y feliz nuestro mundo?”. Desde luego que con la misma “receta”, aprendiendo día a día a amar a Dios y a los demás con todo el corazón y procurando aprender —incluso en la escuela— todo lo que podamos, para así hacerlo de la mejor manera, estudiando y esforzándonos al máximo en cada oportunidad que se nos presenta para crecer, mejorar y perfeccionar nuestros talentos y capacidades.

¿Alguna vez han visto cómo se prepara un gato cuando tiene que hacer un gran salto? Primero se concentra y apunta todos sus esfuerzos y músculos en la dirección correcta. Y quizá lo hace tan rápido que ni siquiera lo notamos, pero lo hace. Y así también nosotros debemos concentrar todas nuestras fuerzas dirigiéndolas hacia una meta, que es el amor a Jesús —y, en Él, a todos los hermanos y hermanas que encontramos en el camino—, para luego con impulso colmar todo y a todos con nuestro afecto. En este sentido, ninguno de nosotros es “una carga” —como han dicho—, todos somos hermosos regalos de Dios, un tesoro los unos para los otros.

Gracias, niños, muchas gracias por este encuentro y gracias a todos ustedes, que aquí trabajan juntos con amor. Conserven esta luz siempre encendida como signo de esperanza, no sólo para ustedes, sino para todos aquellos con quienes se encuentran e incluso para nuestro mundo, a veces tan egoísta y preocupado por las cosas banales. Mantengan encendida la luz del amor y, por favor, recen también por mí.

Francisco


Fotos: Vatican Media, 7-9-2024

Papa Francisco a consagrados y catequistas, en Papúa Nueva Guinea, 7-9-2024: «No estamos solos, es el Señor quien actúa en nuestra vocación, que es ser instrumentos de su gracia»


* «Sabéis que las tres actitudes más bellas son la cercanía, la compasión y la ternura. Si una mujer o un hombre consagrado, un sacerdote, un obispo, los diáconos no son cercanos, no son compasivos y no son tiernos, no tienen el Espíritu de Jesús. No lo olvidéis: cercanía, compasión, ternura… El tesoro más hermoso a los ojos del Padre somos nosotros, acurrucados en torno a Jesús, bajo el manto de María, unidos espiritualmente a todos los hermanos que el Señor nos ha confiado y que no pueden estar aquí, encendidos por el deseo de que el mundo entero conozca el Evangelio y comparta con nosotros su fuerza y su luz»

    

Vídeo de la transmisión en directo de Vatican News, traducido al español, con la alocución del Papa 

* «Lo dice San Pablo cuando nos recuerda que el crecimiento de lo que sembramos no es obra nuestra, sino del Señor (cf. 1 Co 3, 7), y lo enseña la Madre Iglesia cuando subraya que, incluso con nuestro esfuerzo, es Dios “quien hace venir su reino a la tierra” (Concilio Ecuménico Vaticano II, Decr. Ad gentes, 42). Por tanto, sigamos evangelizando, con paciencia, sin dejarnos desanimar por las dificultades y las incomprensiones, incluso cuando éstas surgen donde menos desearíamos encontrarlas: en la familia, por ejemplo» 

7 de septiembre de 2024.- (Camino Católico)  El Papa Francisco, en su discurso a los obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, seminaristas y catequistas, en el Santuario María Auxiliadora, en Port Moresby, Papúa Nueva Guinea, les ha dicho que sigan el estilo de Dios: cercanía, compasión y ternura. "Si un consagrado, un sacerdote, un obispo, un siervo, un diácono no son cercanos, no son compasivos y no son tiernos, no tienen el Espíritu de Jesús…. Seguimos adelante, sin miedo -no sé si siempre-, sabiendo que no estamos solos, que es el Señor quien actúa, en nosotros y con nosotros haciéndonos instrumentos de su gracia. Esta es nuestra vocación: ser instrumentos”. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha toda la alocución del Santo Padre traducida al español, cuyo texto completo es el siguiente:

Encuentro con los obispos de Papúa Nueva Guinea y de las Islas Salomón, sacerdotes, diáconos, personas consagradas, seminaristas y catequistas

DISCURSO DEL SANTO PADRE

Santuario de María Auxiliadora (Port Moresby)

Sábado, 7 de septiembre de 2024

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenas tardes!

Os saludo con afecto a todos: obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, seminaristas y catequistas. Agradezco al Presidente de la Conferencia Episcopal sus palabras, así como a Santiago, a Gracia, a sor Lorena y al padre Emmanuel sus testimonios.

Estoy feliz de estar aquí, en esta hermosa iglesia salesiana: los salesianos saben hacer bien las cosas. Enhorabuena. Este es un santuario diocesano dedicado a María Auxiliadora: María Auxiliadora -yo fui bautizado en la parroquia de María Auxiliadora de Buenos Aires-, título tan querido por San Juan Bosco; María Auxiliadora, como cariñosamente la invocáis aquí. Cuando, en 1844, la Virgen inspiró a Don Bosco la construcción de una iglesia en su honor en Turín, le hizo esta promesa: “Aquí está mi casa, desde aquí mi gloria”.

María le prometió que, si tenía el valor de empezar a construir aquel santuario, le llegarían grandes gracias. Y así sucedió: se construyó la iglesia, que es maravillosa -¡pero la de Buenos Aires es más hermosa! - y se ha convertido en un centro de irradiación del Evangelio, de formación de los jóvenes y de caridad, se ha convertido en un punto de referencia para tantas personas.

Así que el hermoso santuario en el que nos encontramos, que se inspira en esa historia, también puede ser un símbolo para nosotros, sobre todo en referencia a tres aspectos de nuestro camino cristiano y misionero, como han subrayado los testimonios que hemos escuchado: el coraje de comenzar, la belleza de existir y la esperanza de crecer.

Primero: el valor de empezar. Los constructores de esta iglesia comenzaron haciendo un gran acto de fe, que dio sus frutos, y que sólo fue posible gracias a otros muchos comienzos valientes, de quienes les precedieron. Los misioneros llegaron a este país a mediados del siglo XIX y los primeros pasos de su labor no fueron fáciles, de hecho algunos intentos fracasaron. Pero no se rindieron: con gran fe y celo apostólico siguieron predicando el Evangelio y sirviendo a sus hermanos y hermanas, recomenzando muchas veces donde habían fracasado, con muchos sacrificios.


Nos lo recuerdan estas vidrieras -que ahora no se pueden ver porque es de noche- a través de las cuales la luz del sol nos sonríe en los rostros de los Santos y Beatos: mujeres y hombres de todas las procedencias, vinculados a la historia de vuestra comunidad: Pedro Chanel, protomártir de Oceanía, Juan Mazzucconi y Pedro To Rot, mártires de Nueva Guinea, y después Teresa de Calcuta, Juan Pablo II, María McKillop, María Goretti, Laura Vicuña, Zeffirino Namuncurà, Francisco de Sales, Juan Bosco, María Dominica Mazzarello.

Todos hermanos y hermanas que, de modos diversos y en tiempos diferentes, comenzando y recomenzando tantas veces obras y caminos, han contribuido a llevar el Evangelio entre vosotros, con una riqueza multicolor de carismas, animados por el mismo Espíritu y la misma caridad de Cristo (cf. 1 Co 12, 4-7; 2 Co 5, 14). Es gracias a ellos, a sus “partidas” y “partidas de nuevo” - los misioneros son mujeres y hombres de “salida”, y si vuelven, de “salida de nuevo”: ésta es la vida del misionero, salir y salir-, es gracias a ellos que estamos aquí y que hoy, a pesar de los desafíos que no faltan, seguimos adelante, sin miedo -no sé si siempre-, sabiendo que no estamos solos, que es el Señor quien actúa, en nosotros y con nosotros (cf. Ga 2,20), haciéndonos, como a ellos, instrumentos de su gracia (cf. 1 Pe 4,10). Esta es nuestra vocación: ser instrumentos.

Y en este sentido, también a la luz de lo que hemos escuchado, quisiera recomendaros un camino importante hacia el que dirigir vuestras “salidas”: el de las periferias de este país. Pienso en las personas que pertenecen a los segmentos más pobres de las poblaciones urbanas, así como en las que viven en las zonas más remotas y abandonadas, donde a veces faltan las cosas necesarias. Y pienso también en los marginados y heridos, moral y físicamente, por los prejuicios y las supersticiones, a veces hasta el punto de arriesgar la vida, como nos recordaban Santiago y sor Lorena.

A estos hermanos y hermanas, la Iglesia quiere estarles particularmente cercana, porque en ellos Jesús está presente de un modo especial (cf. Mt 25, 31-40), y donde está Él, nuestra cabeza, allí estamos también nosotros, sus miembros, pertenecientes a un mismo cuerpo, “bien unidos y bien relacionados por la ayuda que nos prestan todas las coyunturas” (Ef 4, 16). Y, por favor, no lo olvidéis: ¡cercanía, cercanía! Ya sabéis que las tres actitudes más bellas son la cercanía, la compasión y la ternura. Si una mujer o un hombre consagrado, un sacerdote, un obispo, los diáconos no son cercanos, no son compasivos y no son tiernos, no tienen el Espíritu de Jesús. No lo olvidéis: cercanía, compasión, ternura.

Y esto nos lleva al segundo aspecto: la belleza de existir. Podemos verla simbolizada en las conchas kina, con las que está adornado el presbiterio de esta iglesia, y que son signo de prosperidad. Nos recuerdan que aquí el tesoro más hermoso a los ojos del Padre somos nosotros, acurrucados en torno a Jesús, bajo el manto de María, unidos espiritualmente a todos los hermanos que el Señor nos ha confiado y que no pueden estar aquí, encendidos por el deseo de que el mundo entero conozca el Evangelio y comparta con nosotros su fuerza y su luz.


James preguntó cómo transmitir el entusiasmo de la misión a los jóvenes. No creo que haya “técnicas” para ello. Sin embargo, una forma probada es cultivar y compartir con ellos nuestra alegría de ser Iglesia (cf. Benedicto XVI, Homilía en la Misa de Inauguración de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Aparecida, 13 de mayo de 2007), un hogar acogedor hecho de piedras vivas, elegidas y preciosas, colocadas por el Señor unas junto a otras y cimentadas por su amor (cf. 1 Pe 2, 4-5). Así, como nos recordó Grace, recordando la experiencia del Sínodo, estimándonos y respetándonos unos a otros y poniéndonos al servicio de los demás, podemos mostrarles a ellos y a cualquiera que se encuentre con nosotros lo hermoso que es seguir juntos a Jesús y anunciar su Evangelio.

La belleza de estar ahí, pues, no se experimenta tanto en los grandes acontecimientos y en los momentos de éxito, sino más bien en la fidelidad y el amor con los que nos esforzamos por crecer juntos cada día.

Y así llegamos al tercer y último aspecto: la esperanza de crecer. En esta Iglesia existe una interesante “catequesis en imágenes” del paso del Mar Rojo, con las figuras de Abraham, Isaac y Moisés: los Patriarcas fecundados por la fe, que por creer recibieron como don una descendencia numerosa (cf. Gn 15,5; 26,3-5; Ex 32,7-14). Y éste es un signo importante, porque nos anima también a nosotros, hoy, a tener confianza en la fecundidad de nuestro apostolado, continuando a sembrar pequeñas semillas de bien en los surcos del mundo.

Parecen minúsculas, como un grano de mostaza, pero si confiamos y no dejamos de esparcirlas, por la gracia de Dios brotarán, darán una cosecha abundante (cf. Mt 13, 3-9) y producirán árboles capaces de acoger a las aves del cielo (cf. Mc 4, 30-32). Lo dice San Pablo cuando nos recuerda que el crecimiento de lo que sembramos no es obra nuestra, sino del Señor (cf. 1 Co 3, 7), y lo enseña la Madre Iglesia cuando subraya que, incluso con nuestro esfuerzo, es Dios “quien hace venir su reino a la tierra” (Concilio Ecuménico Vaticano II, Decr. Ad gentes, 42).

Por tanto, sigamos evangelizando, con paciencia, sin dejarnos desanimar por las dificultades y las incomprensiones, incluso cuando éstas surgen donde menos desearíamos encontrarlas: en la familia, por ejemplo, como hemos oído.

Queridos hermanos y hermanas, demos gracias juntos al Señor por cómo arraiga y se difunde el Evangelio en Papúa Nueva Guinea y en las Islas Salomón. Continuad así vuestra misión, como testigos del valor, la belleza y la esperanza. Y no olvidéis el estilo de Dios: cercanía, compasión y ternura. ¡Seguid siempre adelante con este estilo del Señor! Os doy las gracias por lo que hacéis, os bendigo a todos de corazón y os pido, por favor, que no os olvidéis de rezar por mí, porque lo necesito, ¡gracias!

Francisco


Fotos: Vatican Media, 7-9-2024

Homilía del P. José Aurelio Martín y lecturas de la Misa de hoy, sábado de la 22ª semana de Tiempo Ordinario, 7-9-2024

7 de septiembre de 2024.- (Camino Católico) Homilía del P. José Aurelio Martín Jiménez lecturas de la Santa Misa de hoy, sábado de la 22ª semana de Tiempo Ordinario, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.


Santa Misa de hoy, sábado de la 22ª semana de Tiempo Ordinario, 7-9-2024


7 de septiembre de 2024.- (
Camino Católico) Celebración de la Santa Misa de hoy, sábado de la 22ª semana de Tiempo Ordinario, presidida por el P. José Aurelio Martín Jiménez, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.


Palabra de Vida 7/9/2024: «¿Por qué hacéis en sábado lo que no está permitido?» / Por P. Jesús Higueras


Camino Católico.- Espacio «Palabra de Vida» de 13 TV del 7 de septiembre de 2024, sábado de la 22ª semana de Tiempo Ordinario, presentado por el padre Jesús Higueras en el que comenta el evangelio del día.

Evangelio: San Lucas 6, 1-5:

Un sábado, iba Jesús caminando por medio de un sembrado y sus discípulos arrancaban y comían espigas, frotándolas con las manos.

Unos fariseos dijeron:

«¿Por qué hacéis en sábado lo que no está permitido?». Respondiendo Jesús, les dijo:

«¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus compañeros sintieron hambre?

Entró en la casa de Dios, tomó los panes de la proposición, que solo está permitido comer a los sacerdotes, comió él y dio a los que estaban con él».

Y les decía:

«El Hijo del hombre es señor del sábado».

Misterios Gozosos del Santo Rosario en la Parroquia Asunción de Nuestra Señora, Torrelodones, 7-9-2024


7 de septiembre de 2024.- (
Camino Católico) Misterios Gozosos del Santo Rosario en la parroquia Asunción de Nuestra Señora, Torrelodones, emitido por 13 TV.

La Virgen María nos recuerda el Camino que es Cristo para ser felices: la oración, la Biblia, la Eucaristía, el ayuno y el rosario / P. Carlos García Malo

 


viernes, 6 de septiembre de 2024

Homilía del P. Félix Castedo y lecturas de la Misa de hoy, viernes de la 22ª semana de Tiempo Ordinario, 6-9-2024

6 de septiembre de 2024.- (Camino Católico) Homilía del P. Félix Castedo lecturas de la Santa Misa de hoy, viernes de la 22ª semana de Tiempo Ordinario, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.

Santa Misa de hoy, viernes de la 22ª semana de Tiempo Ordinario, 6-9-2024

6 de septiembre de 2024.- (Camino Católico) Celebración de la Santa Misa de hoy, viernes de la 22ª semana de Tiempo Ordinario, presidida por el P. Félix Castedo, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.