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domingo, 20 de octubre de 2024

Carlos Abia y Cristina Merino tienen 17 hijos, entre biológicos, discapacitados y enfermos en acogida: «Esta vocación ha sido un regalo de Dios. El Señor ha estado grande con nosotros»

Carlos Abia y Cristina Merino ante una foto de su hijo Pedrito, que vivió enfermo siete años, y que transformó la vida de su familia hasta llevarlos a acoger a niños enfermos y discapacitados como un regalo de Dios / Fotografía: Dani García- Revista Misión

* «Siempre crees que no tienes fe o que tu fe es muy pequeña, pero la fe cuando realmente hace falta sale. Siendo como somos muy pecadores, Dios nos concedió fe en cuando nació Pedrito y le diagnosticaron la enfermedad. Tras el susto, dices: ‘esto va a ser bueno para nosotros’, puesto que Dios no nos puede mandar nada malo. Dios es nuestro Padre y esto seguro que es bueno para nosotros. Y desde esa convicción interior del corazón afrontamos todo sin problema y con alegría. Nosotros pertenecemos al Camino Neocatecumenal y teníamos rezando a toda nuestra comunidad y además a cualquier persona que veíamos con fe la parábamos y le decíamos: ‘tenemos a un niño en esta situación, por favor reza por él’. Por Pedro y nuestra familia han rezado desde los cinco continentes y eso se nota al cien por cien. Nosotros somos de carne y hueso y si hemos podido permanecer y vivir esto tan bien y con tanta alegría ha sido por la oración, fruto de la cual hemos visto muchos milagros en la vida de Pedro» 

Testimonio de Carlos Abia y Cristina Merino en el programa 'Ecclesia, es domingo' de 13 TV

Camino Católico.- Carlos Abia y Cristina Merino formaron una familia numerosa como otra cualquiera, pero el nacimiento de su octavo hijo, Pedrito, revolucionó su vida para siempre, porque estaba enfermo y murió a los 7 años. De cuidar a su hijo nació la vocación como familia de acogida de niños enfermos y con discapacidad, con lo que han criado a 17 hijos.  Carlos asegura que “esto ha servido para ver el amor que Dios nos tiene. Somos unos mimados. La historia de Pedro y luego este amor que nos ha dado hacia esta vocación, no nos la hemos ganado nosotros, ha sido un regalo de Dios”. Y Cristina añade: “El Señor ha estado grande con nosotros”. Cuentan su testimonio en el programa 'Ecclesia, es domingo' de 13 TV.

El pasado 10 de octubre, este matrimonio recogió el premio de la  Revista Misión con el que se “reconoce el trabajo oculto y callado de tantos padres que custodian la vida hasta límites insospechados”. “Hay 17.000 niños en España que viven en centros de acogida donde no conocen el amor de unos padres. Por eso los cristianos que hemos conocido el amor de Dios estamos destinados a dar ese amor”, aseguraron Carlos y Cristina al recoger su galardón, que recordaron que al final “el Señor hace obras inmensas, nos da su gracia todos los días y siempre desborda”.

“Pedro tuvo una vida feliz”

“El embarazo de Pedrito fue un embarazo normal, todo iba bien y no supimos nada hasta que lo tuvimos en brazos”, cuenta Cristina. Pedrito llegó a este mundo con muchísimos problemas: sus ojos apenas se habían formado, y sus pulmones y su estómago no funcionaban correctamente. Los médicos fueron rotundos:  “El niño lo va a pasar muy mal y vivirá pocas semanas”.

Para Carlos y Cristina fue un mazazo durísimo, pero se pusieron manos a la obra. Carlos decidió pedir una excedencia para cuidar de su hijo el tiempo que hiciese falta: “Me salió el médico frustrado que llevo dentro (ríe). Me formé y me convertí en su cuidador”. 

Pedrito era un niño abocado a pasar largos periodos en el hospital, pero si su padre aprendía a cuidar de él en casa, los ingresos en la UCI se reducirían muchísimo.  Y así fue: “Nos dijeron que moriría pronto, pero las semanas se convirtieron en años”, recuerda Carlos. Así se distribuyeron: Cristina seguía trabajando como abogada y Carlos cuidaba del pequeño. Necesitaba atención casi todo el día, pero era increíble ver cómo iba evolucionando.

Sus siete hermanos también tuvieron un papel fundamental: jugaban con él durante muchas horas. “He visto a mi hijo reírse a carcajada limpia a pesar de todos sus problemas. Todos esos años que Pedrito estuvo con nosotros fueron un regalo”. Carlos habla en pasado porque su hijo murió con siete añitos, pero lo tiene muy claro:  “Pedro tuvo una vida feliz”.

 Carlos Abia y Cristina Merino contando su testimonio en el en el programa 'Ecclesia, es domingo' de 13 TV

Dios, la oración por Pedro y la familia 

Carlos explica la profundidad de cómo pudieran afrontar los años con Pedrito: “Siempre crees que no tienes fe o que tu fe es muy pequeña, pero la fe cuando realmente hace falta sale. Siendo como somos muy pecadores, Dios nos concedió fe en ese momento. Tras el susto, dices: ‘esto va a ser bueno para nosotros’, puesto que Dios no nos puede mandar nada malo. Dios es nuestro Padre y esto seguro que es bueno para nosotros. Y desde esa convicción interior del corazón afrontamos todo sin problema y con alegría”.

El mismo Carlos añade: “Nosotros pertenecemos al Camino Neocatecumenal y teníamos rezando a toda nuestra comunidad y además a cualquier persona que veíamos con fe la parábamos y le decíamos: ‘tenemos a un niño en esta situación, por favor reza por él’. Por Pedro y nuestra familia han rezado desde los cinco continentes y eso se nota al cien por cien. Nosotros somos de carne y hueso y si hemos podido permanecer y vivir esto tan bien y con tanta alegría ha sido por la oración, fruto de la cual hemos visto muchos milagros en la vida de Pedro”.

Este matrimonio también ha hecho un esfuerzo por cuidar de su relación. A pesar de la carga emocional que supone cuidar a un hijo enfermo, han encontrado momentos para estar juntos, salir a caminar o disfrutar de una cena. "Es fundamental que, como pareja, sigamos apoyándonos. No podemos olvidar que también somos un equipo", dice Cristina. Además, Carlos y Cristina han encontrado en grupos de apoyo un espacio seguro donde compartir sus experiencias y conectar con otros padres en situaciones similares. "Hablar con otros nos ha ayudado a sentirnos comprendidos y menos solos en este camino", señalaron.

Una nueva vocación familiar regalo de Dios

A Carlos y Cristina los ingresos en el hospital les despertaron una gran vocación: “Entendimos que la muerte de Pedrito llegó para que pudiésemos mimar y cuidar a otros niños”. En uno de esos ingresos conocieron a Elvis, un niño con síndrome de Down y apenas unos meses de vida.

Elvis tenía problemas de corazón y mientras ellos estaban con Pedrito en la UCI, el niño estaba solo. Así que, cuando a Elvis le subieron a planta, decidieron dividirse. Uno de ellos seguiría con Pedrito, mientras que el otro daba cariño al pequeño que apenas conocían. 

Imagínate a un bebé, en una cuna solo todo el día… esto era algo imposible de soportar. Ellos le cogían como si fuese su hijo, le daban besos, y pasaban las horas con él.  “Su mirada te atravesaba, era de agradecimiento total”, cuenta Carlos, emocionado. Sus caminos acabaron separándose, pero el recuerdo quedó grabado como un sello. 

Al morir Pedrito, quisieron continuar ese camino. Así que un año después llegó Pablo, de solo dos añitos. Vino con muchos problemas y se pensaba que nunca podría andar, tiene un síndrome extraño y al principio le daba miedo todo, estaba como paralizado. Lo acogieron permanentemente. ¡Para toda la vida!  “Es alucinante el cambio que hemos visto en Pablo, ahora es un niño alegre, movido y está a punto de cumplir ocho años”, asegura Carlos. 


Carlos Abia y Cristina Merino tras recoger el premio de la Revista Misión por el que se “reconoce el trabajo oculto y callado de tantos padres que custodian la vida hasta límites insospechados” / Fotografía: Revista Misión

“El Señor capacita al que elige”

Cristina reflexiona que “así es como el Señor hace las cosas y así empezamos. Nosotros sentimos que la llamada a la acogida y a la adopción es universal. Se derrama el Espíritu Santo sobre toda carne, por lo que animo a cualquier cristiano a que abra su casa y su corazón a esta experiencia. El Señor capacita al que elige y acogiendo o adoptando se cumple el mandato evangelico de ‘quien recibe a uno de estos en mi nombre, me recibe a mi’. El Señor ha estado grande con nosotros”.

Pero el caso de esta familia es especial porque la acogida de Pablito se ha ido alternando con muchas otras. Por ejemplo Carla, que estuvo con ellos solo una semana, pero les demostró que se puede querer en muy poco tiempo.

Su situación se complicó y falleció solo una semana después de llegar:  “Nos dolió no haberle podido transmitir todo el cariño que teníamos guardado para ella, pero nos confirmó, ya definitivamente, nuestra vocación de acogida, también temporal”. 

Luego llegó Mateo, un gran prematuro en el que descubrieron que el  “piel con piel”  hace milagros. Más tarde apareció Susana, que en seis meses cambió los llantos desgarradores por una sonrisa. El mismo día que se fue Susana llegó Sara, de origen chino y con síndrome de Down. Todo el mundo que la ve dice  “yo me la quedaría”, por eso a Carlos le extraña que “solo nazcan uno de cada 10”. 

La experiencia de Carlos y Cristina es atípica: una familia numerosa que ha encontrado en las acogidas múltiples de niños con problemas su forma de vida. Están convencidos de que  “el amor es capaz de sanar dolores físicos”.

Los médicos les dan la razón y explican que, al margen de los tratamientos, los niños que se sienten queridos viven más tiempo, aunque estén en la UCI con la misma patología que otros pequeños. 

Este matrimonio considera que los niños que están enfermos no te quitan nada, te lo dan todo, y es mucho más fácil entregarse a ellos.  “Igual no te han dejado dormir en toda la noche, pero es mucho más sencillo dar la vida por ellos que por un hijo adolescente que te pone una mala cara. Esa es la verdad y yo vivo los dos casos”, afirma Carlos. 

“Mucha gente nos dice que somos un ejemplo de familia, pero de verdad te digo que no tenemos mérito en esto. Hemos visto que Dios nos acompaña en todo momento; poder verlo en medio del sufrimiento es un sello del Señor en nuestra vida. Es mejor sufrir por algo tan bueno como esto, que porque el jefe te tenga machacado”, sentencia Carlos.

martes, 10 de septiembre de 2024

Papa Francisco con niños con discapacidad en Dili, 10-9-2024: «Ellos nos enseñan cómo debemos dejarnos cuidar por Dios y no por tantas ideas, o planes, o caprichos»


* «Y esto es lo que uno encuentra aquí: amor. Sin amor esto no se entiende. Y así entendemos el amor de Jesús que dio su vida por nosotros. No podemos entender el amor de Jesús si nosotros no entramos a practicar el amor. Compartir la vida con las personas que tienen más necesidad es un programa, un programa de ustedes, es un programa de todo cristiano»


    

Vídeo de la transmisión en directo de Vatican News, traducido al español, con la alocución del Papa 

10 de septiembre de 2024.- (Camino Católico)  En un encuentro sostenido la mañana del martes 10 de septiembre (hora local), el Papa Francisco ha alentado a aprender de los niños con discapacidad a “dejarnos cuidar por Dios”. El Santo Padre ha llegado esta mañana a la escuela “Irmãs Alma”, en Dili, Timor Oriental, en la que un grupo de religiosas católicas atienden a niños con discapacidad.


En su alocución pronunciada principalmente en español, su lengua natal, el Papa Francisco, tras agradecer a las religiosas por “lo que hacen”, dirige también su gratitud “a las nenas, a los muchachos, y a los chicos y a las chicas que nos dan el testimonio de dejarse cuidar”. “Porque ellos nos enseñan a nosotros cómo debemos dejarnos cuidar por Dios”, señala, animando a “dejarnos cuidar por Dios y no por tantas ideas o planes o caprichos. Dejarnos cuidar por Dios, y ellos son nuestros maestros”.
En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha toda la alocución del Santo Padre traducida al español, cuyo texto completo es el siguiente:


Viaje apostólico a Timor Oriental

Visita a los Niños discapacitados de la Escuela “Irmãs Alma”

DISCURSO DEL SANTO PADRE

Escuela “Irmãs Alma” (Dili)

Martes, 10 de septiembre de 2024

Hay una cosa que a mí siempre me hace pensar: cuando Jesús habla del juicio final, le dice a unos: “Vengan conmigo”, pero no les dice “Vengan conmigo porque estuvieron bautizados, porque estuvieron confirmados, porque se casaron por la Iglesia, porque no mintieron, porque no robaron”. No, “vengan conmigo porque me cuidaron”, me cuidaron. Y Jesús dice: “Vengan conmigo porque me cuidaron cuando tuve hambre y me dieron de comer, cuando tuve sed y me dieron de beber, cuando estaba enfermo y me visitaron”, y así sigue. Esto lo llamo el sacramento de los pobres. Un amor que anima, que construye y que fortalece.

Y esto es lo que uno encuentra aquí: amor. Sin amor esto no se entiende. Y así entendemos el amor de Jesús que dio su vida por nosotros. No podemos entender el amor de Jesús si nosotros no entramos a practicar el amor. Compartir la vida con las personas que tienen más necesidad es un programa, un programa de ustedes, es un programa de todo cristiano. Quiero agradecerles lo que hacen y quiero agradecer también a las nenas y a los muchachos y a los chicos y a las chicas que nos dan el testimonio de dejarse cuidar [Aplausos]. Porque ellos nos enseñan a nosotros cómo debemos dejarnos cuidar por Dios. Dejarnos cuidar por Dios y no por tantas ideas, o planes, o caprichos. Dejarnos cuidar por Dios. Y ellos son nuestros maestros. Gracias a ustedes por esto.

Estoy viendo a este [niño], ¿cómo se llama? Silvano, traelo acá. ¿Y qué nos enseña Silvano?, ¿qué nos enseña? Nos enseña a cuidar. Cuidándolo a él aprendemos a cuidar. Y si le miramos la cara, está tranquilo, paciente, durmiendo en paz. Y así como él se deja cuidar, nosotros también tenemos que aprender a dejarnos cuidar. Dejarnos cuidar por Dios, que nos quiere tanto, dejarnos cuidar por la Virgen, que es nuestra Madre.

Y ahora… Ahora rezamos a la Virgen un Avemaría y les doy la bendición.

(Oración del Avemaría y bendición)


Después de la bendición:

Y no se olviden. Y no se olviden de que tenemos que aprender a dejarnos cuidar, todos, como ellos se dejan cuidar. Gracias.

[Aplausos]

Gracias.

Y este. Este es el regalo que dejo a esta casa. Miren bien: San José cuida a la Virgen, la Virgen cuida a Jesús. El más importante es el que se deja cuidar más: Jesús. Se deja cuidar por María y por José.

Francisco



Fotos: Vatican Media, 10-9-2024

sábado, 7 de septiembre de 2024

Papa Francisco a niños discapacitados en Papúa Nueva Guinea, 7-9-2024: «Todos somos únicos ante Dios y tenemos una misión que nadie más puede cumplir»


* «¿Cómo podemos hacer más hermoso y feliz nuestro mundo?. Aprendiendo día a día a amar a Dios y a los demás con todo el corazón y procurando aprender —incluso en la escuela— todo lo que podamos, para así hacerlo de la mejor manera, estudiando y esforzándonos al máximo en cada oportunidad que se nos presenta para crecer, mejorar y perfeccionar nuestros talentos y capacidades»

    

Vídeo de la transmisión en directo de Vatican News, traducido al español, con la alocución del Papa 

* «Nosotros debemos concentrar todas nuestras fuerzas dirigiéndolas hacia una meta, que es el amor a Jesús —y, en Él, a todos los hermanos y hermanas que encontramos en el camino—, para luego con impulso colmar todo y a todos con nuestro afecto. En este sentido, ninguno de nosotros es “una carga” —como han dicho—, todos somos hermosos regalos de Dios, un tesoro los unos para los otros» 


 7 de septiembre de 2024.- (Camino Católico)  Es Papúa Nueva Guinea en toda su riqueza de costumbres, ritos y tradiciones la que se presentó ante los ojos del Papa Francisco al entrar en la Escuela Secundaria Técnica de Cáritas, segunda parada del primer día de su viaje al país oceánico al que el Pontífice llegó anoche, 6 de septiembre. Tras el saludo de esta mañana con las autoridades políticas y civiles, Francisco quiso empezar, por la tarde, con los niños de Port Moresby. Son aquellos discapacitados, pobres, sin hogar o sin perspectivas asistidos y atendidos por Street Ministry y Callan Services, dos organizaciones caritativas de la archidiócesis que proporcionan, la primera, ayuda, educación y artículos de primera necesidad a todos los menores que de otro modo deambulan por las polvorientas calles de la capital; la segunda, en cambio, ofrece servicios para niños y adultos discapacitados, garantizándoles también una educación.

A las preguntas de dos niños discapacitados sobre el sufrimiento Francisco contestó con claridad: “Ninguno de nosotros es como los demás, porque todos somos únicos delante de Dios. Por eso, no sólo reafirmo que hay esperanza para todos —como se ha dicho— sino que agrego también que cada uno de nosotros tiene un papel y una misión en el mundo que nadie más puede llevar a cabo, y aunque esto trae consigo penurias, al mismo tiempo produce mucha alegría, de un modo distinto para cada uno.La paz y el gozo son para todos”. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha toda la alocución del Santo Padre traducida al español, cuyo texto completo es el siguiente:

Viaje apostólico a Papúa Nueva Guinea

Visita a los niños de "Ministerio de Calle" y "Servicios de Callan"

DISCURSO DEL SANTO PADRE

"Escuela Secundaria Técnica de Cáritas" (Port Moresby)

Sábado, 7 de septiembre de 2024

Felicitaciones a todos ustedes que cantaron y bailaron. ¡Lo hacen muy bien!

Queridas hermanas y hermanos, buenas tardes.

Saludo a Su Eminencia, a quien agradezco las palabras que me ha dirigido. Agradezco también a la superiora de la comunidad, a la directora, a los laicos y religiosos, y a todos los presentes, especialmente a ustedes, niños, que son estupendos.

Me alegra encontrarme con ustedes y compartir este momento festivo. Agradezco también a sus compañeros, que me han hecho dos preguntas difíciles.

Uno de ellos me ha preguntado: “¿Por qué no soy como los demás?”. En verdad, la única respuesta que encuentro a esta pregunta es: “porque ninguno de nosotros es como los demás, porque todos somos únicos delante de Dios”. Por eso, no sólo reafirmo que “hay esperanza para todos” —como se ha dicho— sino que agrego también que cada uno de nosotros tiene un papel y una misión en el mundo que nadie más puede llevar a cabo, y aunque esto trae consigo penurias, al mismo tiempo produce mucha alegría, de un modo distinto para cada uno.La paz y el gozo son para todos.

Ciertamente todos tenemos límites, hay cosas que sabemos hacer mejor y otras que en cambio nos cuestan o que no somos capaces de hacer nunca, sin embargo, esto no determina nuestra felicidad. Es más bien el amor que ponemos en todo lo que hacemos, damos o recibimos. Dar amor, siempre, acoger con los brazos abiertos el amor que recibimos de las personas que nos quieren. Esto es lo más bonito y lo más importante de nuestra vida, en cualquier condición y para cualquier persona, incluso para el Papa, ¿lo sabían? Nuestra alegría no depende de nada más, nuestra alegría depende del amor.

Y esto nos lleva a la otra pregunta: “¿Cómo podemos hacer más hermoso y feliz nuestro mundo?”. Desde luego que con la misma “receta”, aprendiendo día a día a amar a Dios y a los demás con todo el corazón y procurando aprender —incluso en la escuela— todo lo que podamos, para así hacerlo de la mejor manera, estudiando y esforzándonos al máximo en cada oportunidad que se nos presenta para crecer, mejorar y perfeccionar nuestros talentos y capacidades.

¿Alguna vez han visto cómo se prepara un gato cuando tiene que hacer un gran salto? Primero se concentra y apunta todos sus esfuerzos y músculos en la dirección correcta. Y quizá lo hace tan rápido que ni siquiera lo notamos, pero lo hace. Y así también nosotros debemos concentrar todas nuestras fuerzas dirigiéndolas hacia una meta, que es el amor a Jesús —y, en Él, a todos los hermanos y hermanas que encontramos en el camino—, para luego con impulso colmar todo y a todos con nuestro afecto. En este sentido, ninguno de nosotros es “una carga” —como han dicho—, todos somos hermosos regalos de Dios, un tesoro los unos para los otros.

Gracias, niños, muchas gracias por este encuentro y gracias a todos ustedes, que aquí trabajan juntos con amor. Conserven esta luz siempre encendida como signo de esperanza, no sólo para ustedes, sino para todos aquellos con quienes se encuentran e incluso para nuestro mundo, a veces tan egoísta y preocupado por las cosas banales. Mantengan encendida la luz del amor y, por favor, recen también por mí.

Francisco


Fotos: Vatican Media, 7-9-2024

lunes, 4 de octubre de 2021

Tônio Tavares, padre de 46 hijos discapacitados de intentos de aborto fallidos: «Vi el infierno en el que vivían los chicos, pedí cuentas a Dios y me dijo que fuese yo a vivir con ellos»

 


* «De ahí arrancó todo. Lo fui a confrontar con el obispo y él me dio su visto bueno y me dijo que caminaba conmigo. Dejé la casa de mis padres, dejé el trabajo y alquilé una pequeña casa en Petrópolis y me fui a vivir con Aleixandre, el que el primer día me preguntó si quería ser su padre, y también con Marcelo y Miguel. Ellos fueron los tres primeros. Y desde el inicio tuve amigos que me ayudaron, porque desde entonces vivimos en pobreza voluntaria y de la providencia y nunca nos ha faltado de nada. Hasta de vez en cuando viajamos a los mejores hospitales de Europa para que intenten mejorar la vida de algunos de mis hijos….  Jan es anencéfalo. Tiene 9 años y no tiene cerebro. Lo adopté recién nacido y lo médicos me dijeron que moriría en 2 meses. Solo tiene agua en el cerebro. Sorprendentemente ha ganado con el tiempo ha ganado sensibilidad en el oído y reacciona a la presencia de las personas que aprecia. Su madre tomó píldoras anti-abortivas. Veinte veces más de las necesarias para abortar. Parió en el hospital y no quiso ni cogerlo en brazos. Dijo que era un trozo de carne y que lo sacaran de su vista. Una doctora me vio por televisión y me llamó. Fui. Me lo dio y lo abracé. Dijeron que no tardaría en morir, pero sigue vivo, y la medicina no es capaz de explicarlo»

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