Camino Católico

Mi foto
Queremos que conozcas el Amor de Dios y para ello te proponemos enseñanzas, testimonios, videos, oraciones y todo lo necesario para vivir tu vida poniendo en el centro a Jesucristo.

Elige tu idioma

Síguenos en el canal de Camino Católico en WhatsApp para no perderte nada pinchando en la imagen:

Mostrando entradas con la etiqueta niños discapacitados. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta niños discapacitados. Mostrar todas las entradas

lunes, 8 de diciembre de 2025

Padre Bob McCahill, misionero de 88 años que recorre Bangladesh en bicicleta para ayudar a niños con discapacidad: «Como Jesús que difundió la Palabra de Dios, yo viajo y llego con amor y trabajo a personas de todas las religiones»

Abdul Mannan Khan y su hijo discapacitado, Abu Mosa Khan, se reúnen con el P. Robert Terence McCahill en su hogar en el distrito de Munshigonj, Bangladesh, el 18 de noviembre de 2025. El sacerdote visita aldeas a diario para encontrar niños discapacitados y conectarlos con tratamiento médico | Foto: Stephan Uttom Rozario - CNA

* «Las bicicletas son el vehículo de la gente pobre. Al mismo tiempo, montar en bicicleta mantiene el cuerpo sano, por eso la uso. Creo que amarnos unos a otros es la clave de la felicidad. Además, cuando voy en bicicleta, mucha gente me hace preguntas y puedo responderlas fácilmente mientras estoy parado… Celebro la Misa yo mismo todos los días. Quiero vivir así, y cuando muera, quiero ser enterrado en este país»   

Camino Católico.- El P. Robert Terence McCahill, misionero de Maryknoll que trabaja en el cuidado de la salud de personas pobres y con discapacidades en Bangladesh, cumple 50 años de servicio en el país en esta primera semana de diciembre. Durante sus cinco décadas en Bangladesh, McCahill ha visitado 13 distritos administrativos de esta nación de mayoría musulmana, pasando tres años en cada uno para servir a la población local. Dejó Srinagar, en el distrito de Munshiganj, cerca de Daca, a finales de noviembre tras completar tres años allí, aunque aún no sabe a dónde irá después.

La sencilla vivienda del padre Robert Terence McCahill en un edificio escolar de Srinagar, distrito de Munshigonj, Bangladesh, mostrada el 18 de noviembre de 2025. El espacio de 1,5 x 2,4 metros, cedido gratuitamente por las autoridades locales, contiene una cama de madera, un mosquitero, una estufa de queroseno y una bicicleta | Foto: Stephan Uttom Rozario - CNA

“Creo que, así como Jesús no estuvo atado a un solo lugar y se le pidió que difundiera la Palabra de Dios, yo viajo y llego con amor y trabajo a personas de todas las religiones”, dice McCahill a CNA —agencia en EWTN News— el 18 de noviembre. 

Nacido en Iowa en 1937, McCahill se trasladó más tarde a Indiana debido al trabajo de su padre. En 1964 fue ordenado sacerdote y ese mismo año llegó a Filipinas.

En 1975, él y otros cuatro sacerdotes llegaron a Bangladesh por invitación del Arzobispo   de Daca, Mons. Theotonius Amal Ganguly. Tras aprender bengalí durante un año, su primer lugar de misión fue el distrito norteño de Tangail, donde trabajó durante nueve años.

En Bangladesh es conocido como “Bob Bhai”, es decir, Hermano Bob. Un amigo musulmán le dio este nombre al pensar que los musulmanes bangladesíes tendrían dificultad para pronunciar su nombre completo, y así sigue siendo llamado en las aldeas donde sirve.

“Mi único hijo ha estado discapacitado desde su nacimiento; no puede caminar ni hablar. He visto a muchos médicos, pero sin resultados”, dice Abdul Mannan Khan, de 45 años, musulmán de Munshiganj. 

“Bob Bhai viene a menudo a mi casa, ríe y bromea con mi hijo. Ahora estoy recibiendo tratamiento en el hospital gracias a él. No necesito dinero”, relata Khan.

Abu Mosa Khan en brazos de su madre en su hogar en el distrito de Munshigonj, Bangladesh, el 18 de noviembre de 2025. Gracias a la ayuda del P. McCahill, la familia tiene acceso a tratamiento hospitalario gratuito en Daca | Foto: Stephan Uttom Rozario - CNA

Su hijo de 15 años, Abu Mosa Khan, es el único niño de la familia y sus padres lo cuidan con devoción. Pero afirman que nadie alrededor logra conectarse con él como lo hace McCahill. “No todo es posible solo con dinero; muchas cosas grandes son posibles con amor, como lo que hace Bob Bhai”, afirma Khan. 

McCahill alquila una habitación pequeña dondequiera que va, o se queda donde alguien se la ofrezca gratis. Las autoridades le han dado un espacio de 5 por 8 pies en un aula de escuela en Srinagar, separado por paredes de zinc. La habitación, apenas iluminada, contiene un desorden de ropa, una cama sencilla de madera, un mosquitero viejo, una luz eléctrica básica y un ventilador. También hay una estufa de queroseno para cocinar, algunos utensilios pequeños y una bicicleta.

El P. Robert Terence McCahill, de 88 años, recorre en bicicleta aldeas rurales del distrito de Munshigonj, Bangladesh, el 18 de noviembre de 2025 Foto: Stephan Uttom Rozario - CNA

Cada día recorre al menos entre 19 y 24 kilómetros en bicicleta para visitar aldeas rurales, ver a niños discapacitados y llevarlos a diferentes hospitales cuando lo necesitan.

“Bob Bhai llega a nuestra casa muy temprano por la mañana en su bicicleta”, dice un hombre llamado Farman, de 83 años.

El nieto de Farman, Rakibul, de 8 años, quedó discapacitado un año después de su nacimiento y no puede caminar ni hablar. Su madre se volvió a casar y su padre ya no se ocupa de él, por lo que Rakibul vive con su abuelo.

“Después de recibir tratamiento en muchos lugares, ahora Rakibul está siendo atendido gratuitamente en Daca por consejo de Bob Bhai, y está mostrando algo de mejoría”, comenta Farman.

McCahill, quien perdió a su madre siendo muy joven, se mudó con su padre a Indiana. De joven trabajó repartiendo periódicos en bicicleta. Más tarde, en la secundaria, trabajó limpiando casas y luego como conductor de camiones.

Mientras conducía un camión, antes de entrar al seminario, se salvó de un accidente grave gracias a la oración. Los frenos fallaron y pensó que tendría que saltar del vehículo, pero milagrosamente sobrevivió.

“Después de sobrevivir a aquel accidente, decidí sin dudarlo que sería sacerdote y misionero”, recuerda McCahill.

Desde su juventud ha tenido una gran pasión por las bicicletas. Cuando llegó a Bangladesh, las carreteras no estaban bien desarrolladas y podía llegar a todas partes pedaleando. Por eso escogió la bicicleta como su medio de transporte.

“Entre otras razones, la principal es la sencillez, y las bicicletas son el vehículo de la gente pobre. Al mismo tiempo, montar en bicicleta mantiene el cuerpo sano, por eso la uso. Creo que amarnos unos a otros es la clave de la felicidad”, explica McCahill.

“Además, cuando voy en bicicleta, mucha gente me hace preguntas y puedo responderlas fácilmente mientras estoy parado”, añade este misionero ciclista.

El P. Robert Terence McCahill, de 88 años, trabajando en el distrito de Munshigonj, Bangladesh, el 18 de noviembre de 2025 | Foto: Stephan Uttom Rozario - CNA

McCahill encuentra paz en su vida sirviendo a las personas. Continuará mientras pueda caminar, asegura. Disfruta descubrir un lugar nuevo tras otro y conocer nuevas personas. No ha enfrentado grandes dificultades en el país pese a que alrededor del 90% de la población es musulmana y menos del 1% cristiana.

“Primero hay sospecha —es natural esperarlo y recibirlo—. Para el segundo año, hay muchas personas que confían en ti, y ese es un año de construcción de confianza. Para el tercer año, ya hay afecto hacia mí. Y entonces sé que, al terminar el tercer año, puedo irme y hacer lo mismo en otro lugar”, explica.

Cree que un sacerdote no solo debe celebrar la Misa dentro de la iglesia, sino también predicar la Palabra de Cristo en todas partes. “Celebro la Misa yo mismo todos los días. Quiero vivir así, y cuando muera, quiero ser enterrado en este país”, concluye.

domingo, 20 de octubre de 2024

Carlos Abia y Cristina Merino tienen 17 hijos, entre biológicos, discapacitados y enfermos en acogida: «Esta vocación ha sido un regalo de Dios. El Señor ha estado grande con nosotros»

Carlos Abia y Cristina Merino ante una foto de su hijo Pedrito, que vivió enfermo siete años, y que transformó la vida de su familia hasta llevarlos a acoger a niños enfermos y discapacitados como un regalo de Dios / Fotografía: Dani García- Revista Misión

* «Siempre crees que no tienes fe o que tu fe es muy pequeña, pero la fe cuando realmente hace falta sale. Siendo como somos muy pecadores, Dios nos concedió fe en cuando nació Pedrito y le diagnosticaron la enfermedad. Tras el susto, dices: ‘esto va a ser bueno para nosotros’, puesto que Dios no nos puede mandar nada malo. Dios es nuestro Padre y esto seguro que es bueno para nosotros. Y desde esa convicción interior del corazón afrontamos todo sin problema y con alegría. Nosotros pertenecemos al Camino Neocatecumenal y teníamos rezando a toda nuestra comunidad y además a cualquier persona que veíamos con fe la parábamos y le decíamos: ‘tenemos a un niño en esta situación, por favor reza por él’. Por Pedro y nuestra familia han rezado desde los cinco continentes y eso se nota al cien por cien. Nosotros somos de carne y hueso y si hemos podido permanecer y vivir esto tan bien y con tanta alegría ha sido por la oración, fruto de la cual hemos visto muchos milagros en la vida de Pedro» 

Testimonio de Carlos Abia y Cristina Merino en el programa 'Ecclesia, es domingo' de 13 TV

Camino Católico.- Carlos Abia y Cristina Merino formaron una familia numerosa como otra cualquiera, pero el nacimiento de su octavo hijo, Pedrito, revolucionó su vida para siempre, porque estaba enfermo y murió a los 7 años. De cuidar a su hijo nació la vocación como familia de acogida de niños enfermos y con discapacidad, con lo que han criado a 17 hijos.  Carlos asegura que “esto ha servido para ver el amor que Dios nos tiene. Somos unos mimados. La historia de Pedro y luego este amor que nos ha dado hacia esta vocación, no nos la hemos ganado nosotros, ha sido un regalo de Dios”. Y Cristina añade: “El Señor ha estado grande con nosotros”. Cuentan su testimonio en el programa 'Ecclesia, es domingo' de 13 TV.

El pasado 10 de octubre, este matrimonio recogió el premio de la  Revista Misión con el que se “reconoce el trabajo oculto y callado de tantos padres que custodian la vida hasta límites insospechados”. “Hay 17.000 niños en España que viven en centros de acogida donde no conocen el amor de unos padres. Por eso los cristianos que hemos conocido el amor de Dios estamos destinados a dar ese amor”, aseguraron Carlos y Cristina al recoger su galardón, que recordaron que al final “el Señor hace obras inmensas, nos da su gracia todos los días y siempre desborda”.

“Pedro tuvo una vida feliz”

“El embarazo de Pedrito fue un embarazo normal, todo iba bien y no supimos nada hasta que lo tuvimos en brazos”, cuenta Cristina. Pedrito llegó a este mundo con muchísimos problemas: sus ojos apenas se habían formado, y sus pulmones y su estómago no funcionaban correctamente. Los médicos fueron rotundos:  “El niño lo va a pasar muy mal y vivirá pocas semanas”.

Para Carlos y Cristina fue un mazazo durísimo, pero se pusieron manos a la obra. Carlos decidió pedir una excedencia para cuidar de su hijo el tiempo que hiciese falta: “Me salió el médico frustrado que llevo dentro (ríe). Me formé y me convertí en su cuidador”. 

Pedrito era un niño abocado a pasar largos periodos en el hospital, pero si su padre aprendía a cuidar de él en casa, los ingresos en la UCI se reducirían muchísimo.  Y así fue: “Nos dijeron que moriría pronto, pero las semanas se convirtieron en años”, recuerda Carlos. Así se distribuyeron: Cristina seguía trabajando como abogada y Carlos cuidaba del pequeño. Necesitaba atención casi todo el día, pero era increíble ver cómo iba evolucionando.

Sus siete hermanos también tuvieron un papel fundamental: jugaban con él durante muchas horas. “He visto a mi hijo reírse a carcajada limpia a pesar de todos sus problemas. Todos esos años que Pedrito estuvo con nosotros fueron un regalo”. Carlos habla en pasado porque su hijo murió con siete añitos, pero lo tiene muy claro:  “Pedro tuvo una vida feliz”.

 Carlos Abia y Cristina Merino contando su testimonio en el en el programa 'Ecclesia, es domingo' de 13 TV

Dios, la oración por Pedro y la familia 

Carlos explica la profundidad de cómo pudieran afrontar los años con Pedrito: “Siempre crees que no tienes fe o que tu fe es muy pequeña, pero la fe cuando realmente hace falta sale. Siendo como somos muy pecadores, Dios nos concedió fe en ese momento. Tras el susto, dices: ‘esto va a ser bueno para nosotros’, puesto que Dios no nos puede mandar nada malo. Dios es nuestro Padre y esto seguro que es bueno para nosotros. Y desde esa convicción interior del corazón afrontamos todo sin problema y con alegría”.

El mismo Carlos añade: “Nosotros pertenecemos al Camino Neocatecumenal y teníamos rezando a toda nuestra comunidad y además a cualquier persona que veíamos con fe la parábamos y le decíamos: ‘tenemos a un niño en esta situación, por favor reza por él’. Por Pedro y nuestra familia han rezado desde los cinco continentes y eso se nota al cien por cien. Nosotros somos de carne y hueso y si hemos podido permanecer y vivir esto tan bien y con tanta alegría ha sido por la oración, fruto de la cual hemos visto muchos milagros en la vida de Pedro”.

Este matrimonio también ha hecho un esfuerzo por cuidar de su relación. A pesar de la carga emocional que supone cuidar a un hijo enfermo, han encontrado momentos para estar juntos, salir a caminar o disfrutar de una cena. "Es fundamental que, como pareja, sigamos apoyándonos. No podemos olvidar que también somos un equipo", dice Cristina. Además, Carlos y Cristina han encontrado en grupos de apoyo un espacio seguro donde compartir sus experiencias y conectar con otros padres en situaciones similares. "Hablar con otros nos ha ayudado a sentirnos comprendidos y menos solos en este camino", señalaron.

Una nueva vocación familiar regalo de Dios

A Carlos y Cristina los ingresos en el hospital les despertaron una gran vocación: “Entendimos que la muerte de Pedrito llegó para que pudiésemos mimar y cuidar a otros niños”. En uno de esos ingresos conocieron a Elvis, un niño con síndrome de Down y apenas unos meses de vida.

Elvis tenía problemas de corazón y mientras ellos estaban con Pedrito en la UCI, el niño estaba solo. Así que, cuando a Elvis le subieron a planta, decidieron dividirse. Uno de ellos seguiría con Pedrito, mientras que el otro daba cariño al pequeño que apenas conocían. 

Imagínate a un bebé, en una cuna solo todo el día… esto era algo imposible de soportar. Ellos le cogían como si fuese su hijo, le daban besos, y pasaban las horas con él.  “Su mirada te atravesaba, era de agradecimiento total”, cuenta Carlos, emocionado. Sus caminos acabaron separándose, pero el recuerdo quedó grabado como un sello. 

Al morir Pedrito, quisieron continuar ese camino. Así que un año después llegó Pablo, de solo dos añitos. Vino con muchos problemas y se pensaba que nunca podría andar, tiene un síndrome extraño y al principio le daba miedo todo, estaba como paralizado. Lo acogieron permanentemente. ¡Para toda la vida!  “Es alucinante el cambio que hemos visto en Pablo, ahora es un niño alegre, movido y está a punto de cumplir ocho años”, asegura Carlos. 


Carlos Abia y Cristina Merino tras recoger el premio de la Revista Misión por el que se “reconoce el trabajo oculto y callado de tantos padres que custodian la vida hasta límites insospechados” / Fotografía: Revista Misión

“El Señor capacita al que elige”

Cristina reflexiona que “así es como el Señor hace las cosas y así empezamos. Nosotros sentimos que la llamada a la acogida y a la adopción es universal. Se derrama el Espíritu Santo sobre toda carne, por lo que animo a cualquier cristiano a que abra su casa y su corazón a esta experiencia. El Señor capacita al que elige y acogiendo o adoptando se cumple el mandato evangelico de ‘quien recibe a uno de estos en mi nombre, me recibe a mi’. El Señor ha estado grande con nosotros”.

Pero el caso de esta familia es especial porque la acogida de Pablito se ha ido alternando con muchas otras. Por ejemplo Carla, que estuvo con ellos solo una semana, pero les demostró que se puede querer en muy poco tiempo.

Su situación se complicó y falleció solo una semana después de llegar:  “Nos dolió no haberle podido transmitir todo el cariño que teníamos guardado para ella, pero nos confirmó, ya definitivamente, nuestra vocación de acogida, también temporal”. 

Luego llegó Mateo, un gran prematuro en el que descubrieron que el  “piel con piel”  hace milagros. Más tarde apareció Susana, que en seis meses cambió los llantos desgarradores por una sonrisa. El mismo día que se fue Susana llegó Sara, de origen chino y con síndrome de Down. Todo el mundo que la ve dice  “yo me la quedaría”, por eso a Carlos le extraña que “solo nazcan uno de cada 10”. 

La experiencia de Carlos y Cristina es atípica: una familia numerosa que ha encontrado en las acogidas múltiples de niños con problemas su forma de vida. Están convencidos de que  “el amor es capaz de sanar dolores físicos”.

Los médicos les dan la razón y explican que, al margen de los tratamientos, los niños que se sienten queridos viven más tiempo, aunque estén en la UCI con la misma patología que otros pequeños. 

Este matrimonio considera que los niños que están enfermos no te quitan nada, te lo dan todo, y es mucho más fácil entregarse a ellos.  “Igual no te han dejado dormir en toda la noche, pero es mucho más sencillo dar la vida por ellos que por un hijo adolescente que te pone una mala cara. Esa es la verdad y yo vivo los dos casos”, afirma Carlos. 

“Mucha gente nos dice que somos un ejemplo de familia, pero de verdad te digo que no tenemos mérito en esto. Hemos visto que Dios nos acompaña en todo momento; poder verlo en medio del sufrimiento es un sello del Señor en nuestra vida. Es mejor sufrir por algo tan bueno como esto, que porque el jefe te tenga machacado”, sentencia Carlos.

martes, 10 de septiembre de 2024

Papa Francisco con niños con discapacidad en Dili, 10-9-2024: «Ellos nos enseñan cómo debemos dejarnos cuidar por Dios y no por tantas ideas, o planes, o caprichos»


* «Y esto es lo que uno encuentra aquí: amor. Sin amor esto no se entiende. Y así entendemos el amor de Jesús que dio su vida por nosotros. No podemos entender el amor de Jesús si nosotros no entramos a practicar el amor. Compartir la vida con las personas que tienen más necesidad es un programa, un programa de ustedes, es un programa de todo cristiano»


    

Vídeo de la transmisión en directo de Vatican News, traducido al español, con la alocución del Papa 

10 de septiembre de 2024.- (Camino Católico)  En un encuentro sostenido la mañana del martes 10 de septiembre (hora local), el Papa Francisco ha alentado a aprender de los niños con discapacidad a “dejarnos cuidar por Dios”. El Santo Padre ha llegado esta mañana a la escuela “Irmãs Alma”, en Dili, Timor Oriental, en la que un grupo de religiosas católicas atienden a niños con discapacidad.


En su alocución pronunciada principalmente en español, su lengua natal, el Papa Francisco, tras agradecer a las religiosas por “lo que hacen”, dirige también su gratitud “a las nenas, a los muchachos, y a los chicos y a las chicas que nos dan el testimonio de dejarse cuidar”. “Porque ellos nos enseñan a nosotros cómo debemos dejarnos cuidar por Dios”, señala, animando a “dejarnos cuidar por Dios y no por tantas ideas o planes o caprichos. Dejarnos cuidar por Dios, y ellos son nuestros maestros”.
En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha toda la alocución del Santo Padre traducida al español, cuyo texto completo es el siguiente:


Viaje apostólico a Timor Oriental

Visita a los Niños discapacitados de la Escuela “Irmãs Alma”

DISCURSO DEL SANTO PADRE

Escuela “Irmãs Alma” (Dili)

Martes, 10 de septiembre de 2024

Hay una cosa que a mí siempre me hace pensar: cuando Jesús habla del juicio final, le dice a unos: “Vengan conmigo”, pero no les dice “Vengan conmigo porque estuvieron bautizados, porque estuvieron confirmados, porque se casaron por la Iglesia, porque no mintieron, porque no robaron”. No, “vengan conmigo porque me cuidaron”, me cuidaron. Y Jesús dice: “Vengan conmigo porque me cuidaron cuando tuve hambre y me dieron de comer, cuando tuve sed y me dieron de beber, cuando estaba enfermo y me visitaron”, y así sigue. Esto lo llamo el sacramento de los pobres. Un amor que anima, que construye y que fortalece.

Y esto es lo que uno encuentra aquí: amor. Sin amor esto no se entiende. Y así entendemos el amor de Jesús que dio su vida por nosotros. No podemos entender el amor de Jesús si nosotros no entramos a practicar el amor. Compartir la vida con las personas que tienen más necesidad es un programa, un programa de ustedes, es un programa de todo cristiano. Quiero agradecerles lo que hacen y quiero agradecer también a las nenas y a los muchachos y a los chicos y a las chicas que nos dan el testimonio de dejarse cuidar [Aplausos]. Porque ellos nos enseñan a nosotros cómo debemos dejarnos cuidar por Dios. Dejarnos cuidar por Dios y no por tantas ideas, o planes, o caprichos. Dejarnos cuidar por Dios. Y ellos son nuestros maestros. Gracias a ustedes por esto.

Estoy viendo a este [niño], ¿cómo se llama? Silvano, traelo acá. ¿Y qué nos enseña Silvano?, ¿qué nos enseña? Nos enseña a cuidar. Cuidándolo a él aprendemos a cuidar. Y si le miramos la cara, está tranquilo, paciente, durmiendo en paz. Y así como él se deja cuidar, nosotros también tenemos que aprender a dejarnos cuidar. Dejarnos cuidar por Dios, que nos quiere tanto, dejarnos cuidar por la Virgen, que es nuestra Madre.

Y ahora… Ahora rezamos a la Virgen un Avemaría y les doy la bendición.

(Oración del Avemaría y bendición)


Después de la bendición:

Y no se olviden. Y no se olviden de que tenemos que aprender a dejarnos cuidar, todos, como ellos se dejan cuidar. Gracias.

[Aplausos]

Gracias.

Y este. Este es el regalo que dejo a esta casa. Miren bien: San José cuida a la Virgen, la Virgen cuida a Jesús. El más importante es el que se deja cuidar más: Jesús. Se deja cuidar por María y por José.

Francisco



Fotos: Vatican Media, 10-9-2024

sábado, 7 de septiembre de 2024

Papa Francisco a niños discapacitados en Papúa Nueva Guinea, 7-9-2024: «Todos somos únicos ante Dios y tenemos una misión que nadie más puede cumplir»


* «¿Cómo podemos hacer más hermoso y feliz nuestro mundo?. Aprendiendo día a día a amar a Dios y a los demás con todo el corazón y procurando aprender —incluso en la escuela— todo lo que podamos, para así hacerlo de la mejor manera, estudiando y esforzándonos al máximo en cada oportunidad que se nos presenta para crecer, mejorar y perfeccionar nuestros talentos y capacidades»

    

Vídeo de la transmisión en directo de Vatican News, traducido al español, con la alocución del Papa 

* «Nosotros debemos concentrar todas nuestras fuerzas dirigiéndolas hacia una meta, que es el amor a Jesús —y, en Él, a todos los hermanos y hermanas que encontramos en el camino—, para luego con impulso colmar todo y a todos con nuestro afecto. En este sentido, ninguno de nosotros es “una carga” —como han dicho—, todos somos hermosos regalos de Dios, un tesoro los unos para los otros» 


 7 de septiembre de 2024.- (Camino Católico)  Es Papúa Nueva Guinea en toda su riqueza de costumbres, ritos y tradiciones la que se presentó ante los ojos del Papa Francisco al entrar en la Escuela Secundaria Técnica de Cáritas, segunda parada del primer día de su viaje al país oceánico al que el Pontífice llegó anoche, 6 de septiembre. Tras el saludo de esta mañana con las autoridades políticas y civiles, Francisco quiso empezar, por la tarde, con los niños de Port Moresby. Son aquellos discapacitados, pobres, sin hogar o sin perspectivas asistidos y atendidos por Street Ministry y Callan Services, dos organizaciones caritativas de la archidiócesis que proporcionan, la primera, ayuda, educación y artículos de primera necesidad a todos los menores que de otro modo deambulan por las polvorientas calles de la capital; la segunda, en cambio, ofrece servicios para niños y adultos discapacitados, garantizándoles también una educación.

A las preguntas de dos niños discapacitados sobre el sufrimiento Francisco contestó con claridad: “Ninguno de nosotros es como los demás, porque todos somos únicos delante de Dios. Por eso, no sólo reafirmo que hay esperanza para todos —como se ha dicho— sino que agrego también que cada uno de nosotros tiene un papel y una misión en el mundo que nadie más puede llevar a cabo, y aunque esto trae consigo penurias, al mismo tiempo produce mucha alegría, de un modo distinto para cada uno.La paz y el gozo son para todos”. En el vídeo de Vatican News se visualiza y escucha toda la alocución del Santo Padre traducida al español, cuyo texto completo es el siguiente:

Viaje apostólico a Papúa Nueva Guinea

Visita a los niños de "Ministerio de Calle" y "Servicios de Callan"

DISCURSO DEL SANTO PADRE

"Escuela Secundaria Técnica de Cáritas" (Port Moresby)

Sábado, 7 de septiembre de 2024

Felicitaciones a todos ustedes que cantaron y bailaron. ¡Lo hacen muy bien!

Queridas hermanas y hermanos, buenas tardes.

Saludo a Su Eminencia, a quien agradezco las palabras que me ha dirigido. Agradezco también a la superiora de la comunidad, a la directora, a los laicos y religiosos, y a todos los presentes, especialmente a ustedes, niños, que son estupendos.

Me alegra encontrarme con ustedes y compartir este momento festivo. Agradezco también a sus compañeros, que me han hecho dos preguntas difíciles.

Uno de ellos me ha preguntado: “¿Por qué no soy como los demás?”. En verdad, la única respuesta que encuentro a esta pregunta es: “porque ninguno de nosotros es como los demás, porque todos somos únicos delante de Dios”. Por eso, no sólo reafirmo que “hay esperanza para todos” —como se ha dicho— sino que agrego también que cada uno de nosotros tiene un papel y una misión en el mundo que nadie más puede llevar a cabo, y aunque esto trae consigo penurias, al mismo tiempo produce mucha alegría, de un modo distinto para cada uno.La paz y el gozo son para todos.

Ciertamente todos tenemos límites, hay cosas que sabemos hacer mejor y otras que en cambio nos cuestan o que no somos capaces de hacer nunca, sin embargo, esto no determina nuestra felicidad. Es más bien el amor que ponemos en todo lo que hacemos, damos o recibimos. Dar amor, siempre, acoger con los brazos abiertos el amor que recibimos de las personas que nos quieren. Esto es lo más bonito y lo más importante de nuestra vida, en cualquier condición y para cualquier persona, incluso para el Papa, ¿lo sabían? Nuestra alegría no depende de nada más, nuestra alegría depende del amor.

Y esto nos lleva a la otra pregunta: “¿Cómo podemos hacer más hermoso y feliz nuestro mundo?”. Desde luego que con la misma “receta”, aprendiendo día a día a amar a Dios y a los demás con todo el corazón y procurando aprender —incluso en la escuela— todo lo que podamos, para así hacerlo de la mejor manera, estudiando y esforzándonos al máximo en cada oportunidad que se nos presenta para crecer, mejorar y perfeccionar nuestros talentos y capacidades.

¿Alguna vez han visto cómo se prepara un gato cuando tiene que hacer un gran salto? Primero se concentra y apunta todos sus esfuerzos y músculos en la dirección correcta. Y quizá lo hace tan rápido que ni siquiera lo notamos, pero lo hace. Y así también nosotros debemos concentrar todas nuestras fuerzas dirigiéndolas hacia una meta, que es el amor a Jesús —y, en Él, a todos los hermanos y hermanas que encontramos en el camino—, para luego con impulso colmar todo y a todos con nuestro afecto. En este sentido, ninguno de nosotros es “una carga” —como han dicho—, todos somos hermosos regalos de Dios, un tesoro los unos para los otros.

Gracias, niños, muchas gracias por este encuentro y gracias a todos ustedes, que aquí trabajan juntos con amor. Conserven esta luz siempre encendida como signo de esperanza, no sólo para ustedes, sino para todos aquellos con quienes se encuentran e incluso para nuestro mundo, a veces tan egoísta y preocupado por las cosas banales. Mantengan encendida la luz del amor y, por favor, recen también por mí.

Francisco


Fotos: Vatican Media, 7-9-2024