1 de octubre de 2025.- (Camino Católico) Celebración de la Santa Misa de hoy, miércoles de la 26ª semana del Tiempo Ordinario, santa Teresa del Niño Jesús, virgen y doctora de la Iglesia, presidida por el P. Jesús Luis Sacristán, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.
miércoles, 1 de octubre de 2025
Misterios Gloriosos del Santo Rosario, desde el Santuario de Lourdes, 1-10-2025
1 de octubre de 2025.- (Camino Católico).- Rezo de los Misterios Gloriosos del Santo Rosario, correspondientes a hoy, miércoles, desde la Gruta de Massabielle, en el Santuario de Lourdes, en el que se intercede por el mundo entero.
Palabra de Vida 1/10/2025: «Te seguiré adondequiera que vayas» / Por P. Jesús Higueras
Camino Católico.- Espacio «Palabra de Vida» de 13 TV del 1 de octubre de 2025, miércoles de la 26ª semana de Tiempo Ordinario, santa Teresa del Niño Jesús, virgen y doctora de la Iglesia, presentado por el padre Jesús Higueras en el que comenta el evangelio del día.
Evangelio: San Lucas 9, 57-62:
En aquel tiempo, mientras Jesús y sus discípulos iban de camino, le dijo uno:
«Te seguiré adondequiera que vayas».
Jesús le respondió:
«Las zorras tienen madriguera, y los pájaros del cielo nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza».
A otro le dijo:
«Sígueme».
Él respondió:
«Señor, déjame primero ir a enterrar a mi padre».
Le contestó:
«Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios».
Otro le dijo:
«Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de los de mi casa».
Jesús le contestó:
«Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás vale para el reino de Dios».
Adoración Eucarística con el P. José Aurelio Martín en la Basílica de la Concepción de Madrid, 1-10-2025
1 de octubre de 2025.- (Camino Católico) Adoración al Santísimo Sacramento con el P. José Aurelio Martín Jiménez, emitida por 13 TV desde la Basílica de la Concepción de Madrid.
Oración a Santa Teresita del Niño Jesús para pedir su intercesión en cualquier necesidad y la gracia de la pureza de la mente y el corazón
Teresa era la última de cinco hermanas - había tenido dos hermanos más, pero ambos habían fallecido - Tuvo una infancia muy feliz. Sentía gran admiración por sus padres: «No podría explicar lo mucho que amaba a papá, decía Teresa, todo en él me suscitaba admiración». Cuando sólo tenía cinco años, su madre murió, y se truncó bruscamente su felicidad de la infancia. Desde entonces, pesaría sobre ella una continua sombra de tristeza, a pesar de que la vida familiar siguió transcurriendo con mucho amor. Es educada por sus hermanas, especialmente por la segunda; y por su gran padre, quien supo inculcar una ternura materna y paterna a la vez. Con él aprendió a amar la naturaleza, a rezar y a amar y socorrer a los pobres.
Cuando tenía nueve años, su hermana, que era para ella «su segunda mamá», entró como carmelita en el monasterio de la ciudad. Nuevamente Teresa sufrió mucho, pero, en su sufrimiento, adquirió la certeza de que ella también estaba llamada al Carmelo.
Durante su infancia siempre destacó por su gran capacidad para ser «especialmente» consecuente entre las cosas que creía o afirmaba y las decisiones que tomaba en la vida, en cualquier campo. Por ejemplo, si su padre desde lo alto de una escalera le decía: «Apártate, porque si me caigo te aplasto», ella se arrimaba a la escalera porque así, «si mi papá muere no tendré el dolor de verlo morir, sino que moriré con él»; o cuando se preparaba para la confesión, se preguntaba si «debía decir al sacerdote que lo amaba con todo el corazón, puesto que iba a hablar con el Señor, en la persona de él».
Cuando sólo tenía quince años, estaba convencida de su vocación: quería ir al Carmelo. Pero al ser menor de edad no se lo permitían. Entonces decidió peregrinar a Roma y pedírselo allí al Papa. Le rogó que le diera permiso para entrar en el Carmelo; el le dijo: «Entraréis, si Dios lo quiere. Tenía ‹dice Teresa‹ una expresión tan penetrante y convincente que se me grabó en el corazón».
En el Carmelo vivió dos misterios: la infancia de Jesús y su pasión. Por ello, solicitó llamarse sor Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz. Se ofreció a Dios como su instrumento. Trataba de renunciar a imaginar y pretender que la vida cristiana consistiera en una serie de grandes empresas, y de recorrer de buena gana y con buen ánimo «el camino del niño que se duerme sin miedo en los brazos de su padre».
A los 23 años enfermó de tuberculosis; murió un año más tarde en brazos de sus hermanas del Carmelo. En los últimos tiempos, mantuvo correspondencia con dos padres misioneros, uno de ellos enviado a Canadá, y el otro a China, y les acompañó constantemente con sus oraciones. Por eso, Pío XII quiso asociarla, en 1927, a san Francisco Javier como patrona de las misiones.
En 1925 el Papa Pío XI la canonizó, y en 1927 la proclama después patrona universal de las misiones. La llamó «la estrella de mi pontificado», y definió como «un huracán de gloria» el movimiento universal de afecto y devoción que acompañó a esta joven carmelita.
En los últimos tiempos, mantuvo correspondencia con dos padres misioneros, uno de ellos enviado a Canadá, y el otro a China, y les acompañó constantemente con sus oraciones. Por eso, Pío XI quiso asociarla, en 1927, a san Francisco Javier como patrona de las misiones.
Proclamada "Doctora de la Iglesia" por el Papa Juan Pablo II el 19 de Octubre de 1997 (Día de las misiones). «Siempre he deseado, afirmó en su autobiografía Teresa de Lisieux, ser una santa, pero, por desgracia, siempre he constatado, cuando me he parangonado a los santos, que entre ellos y yo hay la misma diferencia que hay entre una montaña, cuya cima se pierde en el cielo, y el grano de arena pisoteado por los pies de los que pasan. En vez de desanimarme, me he dicho: el buen Dios no puede inspirar deseos irrealizables, por eso puedo, a pesar de mi pequeñez, aspirar a la santidad; llegar a ser más grande me es imposible, he de soportarme tal y como soy, con todas mis imperfecciones; sin embargo, quiero buscar el medio de ir al Cielo por un camino bien derecho, muy breve, un pequeño camino completamente nuevo. Quisiera yo también encontrar un ascensor para elevarme hasta Jesús, porque soy demasiado pequeña para subir la dura escalera de la perfección».
Recemos a Santa Teresita del Niño Jesús pidiendo su intercesión en cualquier necesidad y la gracia de la pureza de la mente y el corazón, con esta oración:
¡Santa Teresa del Niño Jesús! Durante tu corta vida en la tierra llegaste a ser espejo de pureza angélica, de amor fuerte como la muerte y de total abandono en manos de Dios. Ahora que gozas de las recompensas de tus virtudes, vuelve hacia mí tus ojos de misericordia, pues yo pongo toda mi confianza en ti.
Obtenme la gracia de guardar mi mente y corazón limpios como los tuyos, y que aborrezca sinceramente cuanto pueda de alguna manera empeñar la gloriosa virtud de la pureza, tan querida de nuestro Señor.
Encantadora rosa y reinecita, recuerda tus promesas de que jamás dejarías sin atender ninguna petición que te hiciera, que enviarías una lluvia de rosas y vendrías a la tierra para hacer el bien.
Con la confianza que me inspira tu poder ante el Sagrado Corazón imploro tu intercesión en mi provecho y me concedas esta gracia que yo tanto deseo (Mencione lo que desea).
Santa "Teresita", recuerda tu promesa de "hacer bien en la tierra" y que enviarías "lluvia de rosas" sobre quienes te invoquen. Obtenme de Dios las gracias que quiero de su infinita bondad. Que yo experimente el poder de tus oraciones en cualquier necesidad.
Consuélame en todas las amarguras de la vida presente, en especial cuando me llegue la hora de la muerte, para que yo sea digno de tener parte en la felicidad eterna de que tú disfrutas en el cielo. Amén.
Padre celestial, por medio de Santa Teresa del Niño Jesús, quieres recordar al mundo el amor misericordioso que llena tu Corazón y que pongamos en Él nuestra confianza como los niños en sus padres. Humildemente te damos gracias por haber coronado de tanta gloria a tu hija Teresa, siempre fiel, y por haberle dado el admirable poder de acercar a ti día tras día innumerables almas que te alaben eternamente.
¡Oh Señor! Tú dijiste: "Si no.....vuelven a ser como niños no podrán entrar en el Reino de los Cielos" (Mt 18,3). Concédenos, te rogamos, seguir las huellas de tu virgen Teresa con humildad y pureza de intención para que podamos alcanzar los premios eternos. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
martes, 30 de septiembre de 2025
Papa León XIV pide rezar en octubre «para que creyentes de distintas tradiciones religiosas trabajemos juntos para defender y promover la paz, la justicia y la fraternidad humana»
Foto: Vatican Media, 30-9-2025
30 de septiembre de 2025.- (Camino Católico) ”Oremos para que creyentes de distintas tradiciones religiosas trabajemos juntos para defender y promover la paz, la justicia y la fraternidad humana”, pide el Papa León XIV en el “Video del Papa” para el mes de octubre de 2025. El texto completo “del Video del Papa” es el siguiente:
Oremos para que creyentes de distintas tradiciones religiosas trabajemos juntos para defender y promover la paz, la justicia y la fraternidad humana.
Señor Jesús,
Tú, que en la diversidad eres uno
y miras con amor a cada persona,
ayúdanos a reconocernos como hermanos y hermanas,
llamados a vivir, rezar, trabajar y soñar juntos.
Vivimos en un mundo lleno de belleza,
pero también herido por profundas divisiones.
Algunas veces, las religiones, en lugar de unirnos,
se convierten en motivo de enfrentamiento.
Danos tu Espíritu para que purifique nuestro corazón,
para que sepamos reconocer lo que nos une
y, desde allí, reaprendamos a escuchar
y colaborar sin destruir.
Que los ejemplos concretos de paz,
justicia y fraternidad en las religiones
nos impulsen a creer que es posible vivir
y trabajar juntos, más allá de las diferencias.
Que las religiones no sean usadas como arma ni muralla,
sino vividas como puentes y profecía:
haciendo creíble el sueño del bien común,
acompañando la vida, sosteniendo la esperanza
y siendo levadura de unidad en un mundo fragmentado.
Amén
León XIV
Edgar Mares: «Me acosaban en la escuela, me echaron dos veces de casa, a los 17 años toqué fondo, oré pidiéndole a Dios que acabara con mi dolor y experimenté su profundo amor, misericordia y perdón»
Edgar Mares tocó fondo, a los 17 años: se sentía completamente inútil, infeliz, vacío y solo. Y sin embargo, fue en esa oscuridad que Dios irrumpió y lo transformó
* «En una conferencia juvenil, en momentos de adoración y oración, experimenté una profunda y personal sensación del amor, la misericordia y el perdón de Dios. Poco a poco, mi corazón se ablandó. El vacío, los sentimientos de inutilidad y el dolor emocional que había cargado durante tanto tiempo comenzaron a llenarse con el amor incondicional de Dios. Desde ese momento, decidí hacer de Cristo el centro de mi vida y vivir para Él; una decisión que lo cambió todo… Decir "sí" al amor de Dios una vez puede cambiarlo todo. Pero seguir diciendo "sí" cada día es lo que permite que su gracia arraigue en nuestras vidas y crezca, ayudándonos a ser fieles a los planes que tiene para nosotros. Esa es la invitación que nos ofrece a cada uno: acoger su amor en un momento determinado y acogerlo una y otra vez cada día. Ese es el camino hacia la plenitud de vida que promete: una vida de alegría incluso en medio del dolor»
Camino Católico.- “En mi adolescencia me sentía solo, sin amor y enojado. Mi odio y rebeldía se intensificaron. Me acosaban en la escuela. Con el tiempo, las cosas empeoraron tanto que mis padres no supieron cómo tratarme; me echaron de casa dos veces”, relata el joven Edgar Mares.
“A los 17 años, toqué fondo. Ya no quería vivir. Aunque no tenía una relación con Dios ni intenté suicidarme, recuerdo haber orado una noche, pidiéndole a Dios que acabara con mi dolor, porque ya no podía soportarlo. A pesar de perseguir las cosas que el mundo prometía que me llenarían, me sentía completamente inútil, infeliz, vacío y solo. Y sin embargo, fue en esa oscuridad que Dios irrumpió”. Cuenta su conversión en primera persona en Denver Catholic, el peródico de la Archidiócesis de Denver. Esta es su historia:
Expulsado, derrotado y aún amado por Dios: El viaje de Edgar de la desesperación al discipulado
Crecí como católico de cuna, pero no asistí a la iglesia con regularidad hasta que mi padre, que en su día fue un alcohólico con problemas, tuvo una conversión radical. Cuando nos mudamos a Estados Unidos en marzo de 2003, empezó a llevar a nuestra familia a misa y a un grupo de oración semanal. A pesar de sus buenas intenciones, permanecí indiferente. Sentía que la iglesia era una obligación e irrelevante. No entendía por qué debía importar, y me resistía, saltándome el grupo de oración para jugar afuera o irme del todo siempre que podía.
A medida que fui creciendo, sobre todo en mi adolescencia, luché con la sensación de que nadie se preocupaba de verdad por mí, ni siquiera mis padres. Parecía que solo exigían la perfección y me castigaban cuando inevitablemente fallaba, lo cual ocurría la mayor parte del tiempo. Mirando hacia atrás ahora, veo que mi percepción no era del todo justa, pero en aquel momento, parecía muy real. No podía comprender cómo Dios podía amarme si ni siquiera mis padres parecían amarme.
La distancia emocional, la presión, la falta de amistad o apoyo verdaderos y el abrumador desafío de adaptarme a una nueva cultura e idioma empezaron a pesarme. Me sentía solo, sin amor y enojado. Mi odio y rebeldía se intensificaron. Me golpeaban en casa y me acosaban en la escuela. Con el tiempo, las cosas empeoraron tanto que mis padres no supieron cómo tratarme; me echaron de casa dos veces.
A los 17 años, toqué fondo. Ya no quería vivir. Aunque no tenía una relación con Dios ni intenté suicidarme, recuerdo haber orado una noche, pidiéndole a Dios que acabara con mi dolor, porque ya no podía soportarlo. A pesar de perseguir las cosas que el mundo prometía que me llenarían, me sentía completamente inútil, infeliz, vacío y solo.
Y sin embargo, fue en esa oscuridad que Dios irrumpió.
Para entonces, gracias a su gracia, ya había empezado a asistir al grupo de jóvenes de mi parroquia, aunque no con mucha voluntad. Ese verano, después de mi tercer año de preparatoria, todo cambió. Asistí a una conferencia juvenil organizada por la Diócesis de Monterey, California, y experimenté el profundo amor, la misericordia y el perdón de Dios como nunca antes, a través de las charlas, la convivencia y, especialmente, durante la Adoración al Santísimo Sacramento.
En momentos de adoración y oración, experimenté una profunda y personal sensación del amor, la misericordia y el perdón de Dios. Poco a poco, mi corazón se ablandó. El vacío, los sentimientos de inutilidad y el dolor emocional que había cargado durante tanto tiempo comenzaron a llenarse con el amor incondicional de Dios. Desde ese momento, decidí hacer de Cristo el centro de mi vida y vivir para Él; una decisión que lo cambió todo.
Cuando regresé a casa después de la conferencia, borré toda la música que moldeó mi mente y que no se alineaba con mi nuevo compromiso con Dios. Empecé a cambiar mi forma de hablar, actuar e incluso vestir. La gente se dio cuenta y se sorprendió, especialmente mis padres. Pero la mayor transformación no fue lo que abandoné. Fue lo que empecé a abrazar: comencé a orar y leer las Escrituras a diario y a ayunar dos o tres veces por semana. Estas disciplinas, especialmente el ayuno, me ayudaron a superar pecados profundamente arraigados en mi vida. Recuerdo que mi madre me decía: «La oración y el ayuno juntos son algo poderoso». Lo tomé en serio, y resultó ser cierto.
Todo lo que siempre me habían dicho sobre el amor de Dios finalmente cobró sentido, no porque lo hubiera escuchado de nuevo, sino porque lo experimenté. Ese encuentro con su amor marcó un nuevo rumbo en mi vida. Este es el poder del amor y la misericordia de Dios cuando le abrimos el corazón.
Aun así, me he dado cuenta de que una sola experiencia poderosa, por muy transformadora que sea, no basta para sanar todas nuestras heridas ni romper todos nuestros hábitos. Ese momento le dio un nuevo rumbo a mi vida, pero los encuentros diarios y constantes con Dios —a través de la oración, las Escrituras y la Adoración— me han ayudado a mantener el rumbo, a pesar de los reveses y las tentaciones.
Decir "sí" al amor de Dios una vez puede cambiarlo todo. Pero seguir diciendo "sí" cada día es lo que permite que su gracia arraigue en nuestras vidas y crezca, ayudándonos a ser fieles a los planes que tiene para nosotros. Esa es la invitación que nos ofrece a cada uno: acoger su amor en un momento determinado y acogerlo una y otra vez cada día. Ese es el camino hacia la plenitud de vida que promete: una vida de alegría incluso en medio del dolor.
La buena noticia es que no tenemos que recorrer ese camino solos. Dios siempre está con nosotros, ofreciéndonos su fuerza y gracia. No estás solo. Él está a la puerta y llama, esperando pacientemente.
¿Cómo responderás? ¿Le abrirás la puerta de tu corazón?
Edgar Mares
Homilía de Mons. Jesús Vidal, obispo de Segovia, y lecturas de la Misa de hoy, martes, San Jerónimo, 30-9-2025
30 de septiembre de 2025.- (Camino Católico) Homilía de Mons. Jesús Vidal, obispo de Segovia, y lecturas de la Misa de hoy, martes, san Jerónimo, presbítero y doctor de la Iglesia, emitida por 13 TV desde el Monasterio de Santa María del Parral, con motivo del centenario de la restauración de la Orden de San Jerónimo.
Santa Misa de hoy, martes, San Jerónimo, en el Monasterio de Santa María del Parral, 30-9-2025
30 de septiembre de 2025.- (Camino Católico) Celebración de la Santa Misa de hoy, martes, san Jerónimo, presbítero y doctor de la Iglesia, presidida por Mons. Jesús Vidal, obispo de Segovia, emitida por 13 TV desde el Monasterio de Santa María del Parral, Segovia, con motivo del centenario de la restauración de la Orden de San Jerónimo.
Misterios Dolorosos del Santo Rosario, desde el Santuario de Lourdes, 30-9-2025
30 de septiembre de 2025.- (Camino Católico).- Rezo de los Misterios Dolorosos del Santo Rosario, correspondientes a hoy, martes, desde la Gruta de Massabielle, en el Santuario de Lourdes, en el que se intercede por el mundo entero.
Palabra de Vida 30/9/2025: «Tomó la decisión de ir a Jerusalén» / Por P. Jesús Higueras
Camino Católico.- Espacio «Palabra de Vida» de 13 TV del 30 de septiembre de 2025, martes de la 26ª semana de Tiempo Ordinario, presentado por el padre Jesús Higueras en el que comenta el evangelio del día.
Evangelio: San Lucas 9, 51-56:
Cuando se completaron los días en que iba a ser llevado al cielo, Jesús tornó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros delante de él.
Puestos en camino, entraron en una aldea de samaritanos para hacer los preparativos. Pero no lo recibieron, porque su aspecto era el de uno que caminaba hacia Jerusalén.
Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le dijeron:
«Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo que acabe con ellos?».
Él se volvió y los regañó. Y se encaminaron hacia otra aldea.














